Presentación:
Vamos
a ver otro caso, el sabio Obispo de Florencia San Antonino, refiere en sus
escritos un hecho no menos terrible que hacia la mitad del siglo XV había
aterrorizado a todo el norte de Italia. La historia nos sitúa con un joven de
buena familia que a los diecisiete años había tenido la desgracia de callar en
la confesión un pecado mortal y de comulgar en este estado.
En lo
personal este relato me impacto muy profundamente y me cuestione mis
confesiones anteriores.
Particularmente,
me resulta traumante confesarme, porque me da muchísima vergüenza revelar mis
miserias. Una vez por mes me confieso, y ahora lo hago más seguido, pero la
duda que se desato en mi alma, fue si realmente me confesé bien…
Hace
más de 10 años me convertí al Señor e hice una confesión total, pero no detalle
específicamente todos los pecados, recuerdo que estuve 2 días examinándome y
llorando mis miserias para ir a confesarme, y para mi sorpresa, cuando fui a la
Iglesia, el sacerdote estaba en la vereda esperándome, y me dijo la causa de mi
rebeldía…
Quede
anonadada y luego de estar más de 40 minutos, recibí la tan preciosa absolución
de mis pecados.
Apenas
termine de confesarme, el enemigo me torturo durante años, diciéndome que no me
confesé del todo bien, pero en mi corazón sabía que estaba arrepentida y si los
confesé.
Cuando
escuche este breve relato, sabía que debía comentarle a mi director espiritual,
la gran duda que se desato en mi alma, porque el enemigo quiere que no
revelemos nada a nuestro confesor.
Este
sacerdote muy querido por mí y mi familia, de los más santos que conocí, uno de
los pocos que usan sotana y conservan la tradición Católica de la Fraternidad
San Pio X. Me comento que ese testimonio en Europa de donde es el, había
provocado muchísimas conversiones y me recomendó que haga nuevamente una
confesión general.
Al día
siguiente fui a confesarme y le comente esta inquietud que me desvelaba, y
Nuestro amado Señor Jesús, tuvo misericordia de mí y me perdono.
Espero
con todo el corazón, que este relato, provoque en ustedes, una gran voluntad de
confesarlo todo y agradecer a la Divina majestad la oportunidad de poder
hacerlo.
1)
Supliquemos a Nuestro Señor Jesucristo, mucha humildad y sinceridad para hacer
una buena confesión.
2) anota tus faltas y haz una confesión general de toda tu
vida...Piensa que esa cuenta sirve para que se te abran las puertas del cielo,
y hazla como si estuvieras a punto de darla ante Jesucristo, juez. Arroja de tu
corazón todo afecto al mal, y todo rencor u odio.
3) Prométele permanecerle
fiel para siempre, y antes morir que cometer un pecado mortal.
Relato:
Este
joven, se avergonzaba del pecado que había cometido y no lo confeso, había
diferido de semana en semana, de mes en mes la confesión de sus sacrilegios
continuando sus confesiones y comuniones, por un mísero respeto humano.
Atormentado
por los remordimientos procuraba acallarlos, haciendo grandes penitencias. De
suerte que era tenido por todos por un gran santo, no pudiendo sufrir as entro a
un monasterio, ―aquí al menos decíase para sí mismo ―lo diré todo y expiare seriamente
mis vergonzosos pecados.
Para
su desgracia fue acogido como un santo, por los superiores, que conocían su
reputación y aumentose aun más son esto su vergüenza. Aplazo para más adelante
sus confesiones, redoblo sus penitencias y pasaronse en este deplorable estado
uno, dos y tres años.
No se
animo nunca a revelar, el horrible y vergonzoso peso que lo agobiaba. Al fin
parecía que una mortal enfermedad le facilitaba el medio para hacerlo, decía
para sus adentros, ―ahora voy hacer antes de morir una confesión general.
Pero
sobreponiéndose siempre el amor propio a su arrepentimiento, enredo de tal modo
la confesión de su culpa que el confesor no pudo comprender nada. Tenía el vago
deseo de abordar de nuevo el asunto al día siguiente pero, le sobrevino un
exceso de delirio y este hombre murió.
En la
comunidad se ignoraba la horrible realidad, diciendo ―si este no está en el cielo,
quien de nosotros podrá ir.
Le
conocían sus penitencias, tan terribles y austeras y se hacían tocar con sus
manos, cruces, rosarios y medallas. El cuerpo fue trasladado con una especie de
veneración a la isla del monasterio y quedo expuesto en el coro de la Iglesia
hasta el día siguiente en que habría que celebrarse los funerales.
Algunos
mementos fijados antes de la ceremonia, uno de los hermanos enviado a tocar la
campana, vio de repente delante de sí y cerca del altar al difunto, rodeado de
cadenas que parecían enrojecidas en el fuego, y apareciendo en toda su persona
algo como incandescente.
Espantado
el pobre hermano, había caído de rodillas y fijos los ojos en esta terrible
aparición. El condenado díjole entonces: ―No roguéis
por mí, pues estoy en el infierno para toda la eternidad
Entonces
el condenado contó, la lamentable verdad de su funesta vergüenza y de sus
sacrilegios posteriores.
Después
de lo cual desapareció, dejando en la Iglesia un olor hediondo que se esparció
por todo el monasterio, como para atestiguar la verdad, de lo que el hermano
acababa de ver y oír.
Advertidos
luego los superiores, hicieron quitar el cadáver considerándolo indigno de
darle sepultura eclesiástica.
Conclusión
y suplicas:
¡Cuánto
te agradezco, Señor, las luces que me comunicaste!... Ahora siento grandísimo
dolor de haberte ofendido, vivo deseo de estar en tu gracia, y profundo
aborrecimiento de aquellos malditos placeres que me hicieron perder tu amistad.
Y tú, Señor, a pesar de mis muchos pecados, no me abandonaste y deseas mi
salvación, me entrego totalmente a Vos, me duelen de todo corazón mis muchos
pecados, y propongo querer perder la vida que tu gracia...
Y
recuerda querido lector, que para cada uno de nosotros Dios ha dispuesto un año
en ese año, un mes, en ese mes, un día y ene se día una hora y un minuto donde
nos llamara a través de la hermana muerte para juzgarnos, sin misericordia. Que
será de tu alma en aquella hora, habrá para ti una eternidad de dichas,
inconmensurable cielo para toda la eternidad o la amargura de las llamas que
eternamente te abrazaran en el infierno.
Recuerda
que solo depende de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario