utfidelesinveniatur

miércoles, 29 de abril de 2020

Covid-19: PROPAGANDA Y MANIPULACION.


 JPEG - 39.2 KB

Volviendo al tema de la epidemia de coronavirus, Thierry Meyssan subraya que las ‎decisiones autoritarias adoptadas en Italia y Francia carecen de justificación ‎de naturaleza sanitaria. Más bien contradicen las observaciones de los mejores virólogos ‎y hasta las instrucciones de la Organización Mundial de la Salud.‎

La aparición de la epidemia en China

El primer caso de una persona infectada con el Covid-19 se diagnosticó el 17 de noviembre ‎de 2019, en la provincia china de Hubei. Inicialmente, los médicos trataron de alertar sobre la gravedad de esta enfermedad pero encontraron la oposición de las autoridades regionales. Fueron ‎la multiplicación de la cantidad de casos y la percepción de la gravedad del problema por parte de ‎la población, los factores que finalmente dieron lugar a la intervención del gobierno central chino. ‎

A pesar de todo lo que han dicho los medios de prensa, la envergadura estadística de la epidemia ‎de Covid-19 no es significativa. Aunque las personas que mueren son víctimas de graves ‎problemas respiratorios, el hecho es que el coronavirus mata muy poco. ‎

Desde los tiempos de la Antigüedad, la cultura china siempre ha estado marcada por una vieja ‎concepción según la cual el Emperador goza de un mandato celestial que le permite gobernar a sus súbditos ‎‎ [1]. Cuando el país sufre una catástrofe –terremoto, huracán o epidemia– es porque ‎el gobernante ha perdido ese mandato celestial. Ante esa percepción cultural de las cosas, y ‎a pesar de que vivimos en la era moderna, el presidente Xi Jinping se sintió amenazado por la ‎irresponsabilidad del gobierno regional de la provincia de Hubei. El Consejo de Estado decidió ‎entonces asumir el control de la situación y decretó el confinamiento de la población de la capital ‎provincial, la ciudad de Wuhan, en sólo días construyó varios hospitales, envió equipos ‎de trabajadores de la salud a visitar cada familia de Wuhan –casa por casa– para tomar la ‎temperatura a cada habitante y aplicar diversos controles de salud, ordenó que toda persona ‎que presentara síntomas sospechosos fuese llevada de inmediato a una instalación sanitaria para someterla a ‎exámenes de salud más detallados y aplicó a las personas que parecían infectadas un tratamiento ‎a base de cloroquina. Los casos más graves eran internados en salas de cuidados ‎intensivos y recibían un tratamiento a base del medicamento cubano denominado Interferón ‎Alfa 2B recombinante (IFNrec). Esta gran operación de salud pública apunta también a demostrar ‎que el Partido Comunista conserva su “mandato celestial”. ‎
 JPEG - 37.3 KB

Propagación del Covid-19 en Irán

Después de China, la epidemia se propaga en Irán a mediados de febrero de 2020. Desde ‎los tiempos de la Antigüedad, China e Irán han estado muy vinculados entre sí. Pero, tratándose ‎de las afecciones pulmonares, la población iraní es la más frágil del mundo. Casi todos ‎los iraníes del sexo masculino mayores de 60 años arrastran secuelas de los gases venenosos ‎estadounidenses utilizados por el ejército iraquí contra Irán durante la primera guerra del Golfo ‎‎(de 1980 a 1988). Es un fenómeno similar al que se produjo en Alemania y en Francia después ‎de la Primera Guerra Mundial. Cualquier viajero que haya estado en Irán habrá podido notar, ‎con sorpresa, la gran cantidad de casos graves de enfermedades pulmonares existentes en ese ‎país. En Teherán, cuando la contaminación del aire sobrepasa lo que la gente puede soportar, ‎se decreta el cierre de las escuelas y de los servicios públicos y la mitad de las familias se van ‎al campo con sus abuelos. Eso sucede varias veces al año, desde hace 35 años, y la población ‎lo percibe como algo normal. El gobierno y el parlamento iraníes se componen casi exclusivamente ‎de veteranos de la guerra entre Irak e Irán, o sea de personas extremadamente frágiles frente al ‎Covid-19, lo cual explica que tantas personalidades iraníes se hayan visto afectadas en poco ‎tiempo. ‎

Debido a las sanciones de Estados Unidos contra Irán, ningún banco occidental se atreve a ‎cubrir los transportes de medicamentos hacia ese país, así que para Irán fue imposible garantizar ‎tratamiento médico a las personas afectadas por el coronavirus hasta que Emiratos Árabes Unidos ‎rompió el embargo y envió a Irán 2 aviones cargados con material médico. En resumen, personas ‎que en otros países no sufrirían graves consecuencias, en Irán mueren rápidamente en cuanto ‎la tos afecta sus pulmones gravemente debilitados desde hace años. Como de costumbre, ‎el gobierno iraní cerró las escuelas. También anuló diferentes manifestaciones culturales y ‎deportivas… pero no prohibió los peregrinajes. Algunas regiones cerraron los hoteles para evitar ‎el desplazamiento de enfermos que ya no encontraban espacio en los hospitales cercanos a los ‎lugares donde vivían habitualmente. ‎

JPEG - 64.7 KB
‎La cuarentena en Japón

El 4 de febrero de 2020, un pasajero que viajaba en el crucero estadounidense Diamond Princess ‎fue diagnosticado como enfermo a causa del Covid-19 y otros 10 pasajeros fueron ‎diagnosticados como portadores del virus. Para evitar el contagio en su país, el ministro ‎de Salud de Japón, Katsunobu Kato, impuso al barco una cuarentena de 2 semanas ‎en Yokohama. En definitiva, entre los 3 711 pasajeros del Diamond Princess, en su mayoría ‎personas de más de 70 años, se registraron 7 fallecidos. ‎

El Diamond Princess es un crucero israelo-estadounidense, propiedad de Micky Arison, hermano ‎de Shari Arison, la mujer más adinerada de Israel. Los Arison convirtieron este incidente en una ‎gran operación de relaciones públicas. La administración Trump y varios países evacuaron por vía ‎aérea a los pasajeros de sus nacionalidades respectivas para que pasaran la cuarentena en ‎sus propios países. La prensa internacional dedicó sus principales titulares al asunto y, citando como ‎precedente la epidemia de gripe española de los años 1918-1919, se afirmó entonces que el coronavirus ‎podía extenderse por el mundo e incluso amenazar la existencia misma de la especie humana ‎‎ [2]. Esta ‎hipótesis apocalíptica, no sustentada por hecho alguno, se convierte así en una supuesta ‎‎“verdad”. ‎

Es importante recordar aquí que, en 1898, William Randolph Hearts y Joseph Pulitzer, deseosos de ‎incrementar las ventas de sus diarios, inventaron informaciones falsas para provocar ‎deliberadamente la intervención militar de Estados Unidos en la guerra que se desarrollaba ‎en Cuba entre las tropas coloniales españolas y los independentistas cubanos. Aquello acabó ‎siendo el inicio del «yellow journalism», o «periodismo amarillo», que consiste en publicar ‎cualquier cosa con tal de aumentar las ventas de los diarios. Hoy llamaríamos eso «fake news». ‎

No se sabe, al menos por ahora, si los magnates de la prensa quisieron sembrar el pánico ‎premeditadamente presentando una vulgar epidemia como «el fin del mundo». En todo caso, ‎como una deformación de la verdad siempre acaba provocando otra, los gobiernos acabaron ‎involucrándose en el asunto. Por supuesto, el objetivo de los gobiernos no es vender publicidad ‎asustando a la gente sino explotar el miedo para garantizar su control sobre las poblaciones. ‎

‎La intervención de la OMS

La Organización Mundial de la Salud (OMS), después de seguir toda la operación, comprobó la ‎expansión de la enfermedad fuera de China. El 11 y el 12 de febrero, la OMS organizó ‎en Ginebra un foro mundial sobre la investigación y la innovación, dedicándolo a esta epidemia. ‎En ese encuentro, el director general de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, lanzó un ‎llamado a la colaboración mundial, utilizando para ello términos extremadamente mesurados ‎‎ [3]. ‎

En todos sus mensajes, la OMS ha resaltado:‎

- el poco impacto demográfico de la epidemia;
- la inutilidad de los cierres de fronteras;
- la ineficacia del uso de guantes y máscaras (exceptuando su uso por parte del personal ‎sanitario) así como la inutilidad de ciertas «medidas barreras» (por ejemplo, mantener ‎un metro de distancia entre las personas tiene sentido sólo cuando nos hallamos ante personas ‎infectadas);‎
- la necesidad imperiosa de elevar el nivel de higiene, principalmente lavándonos las manos, ‎desinfectando el agua, mejorando la ventilación en los espacios cerrados, recurriendo al ‎uso de servilletas desechables y bloqueando las vías respiratorias con el codo al toser o estornudar. ‎

Sin embargo, la OMS no es una organización médica sino una agencia de la ONU especializada en ‎cuestiones de salud. Sus funcionarios, aun siendo médicos, son ante todo políticos. Eso impide ‎a la OMS denunciar los abusos de algunos Estados. ‎

Además, desde la polémica sobre la epidemia de H1N1, la OMS se ha visto obligada a justificar ‎públicamente todos sus consejos. En 2009, ante la epidemia de H1N1, la OMS fue acusada de ‎haberse dejado arrastrar por los intereses de las grandes firmas farmacéuticas y de haberse ‎apresurado a sembrar la alarma de forma desproporcionada [4]. Esta vez, ante el ‎Covid-19, la OMS no utilizó la palabra «pandemia» hasta el 12 de marzo, o sea, al cabo de ‎‎4 meses. ‎

Instrumentalización en Italia y en Francia
En la propaganda moderna, no basta con limitarse a la ublicación de noticias falsas –como hizo ‎el Reino Unido para convencer a su pueblo de que tenía que entrar en la Primera Guerra ‎Mundial–, hay que hacer proselitismo –como hizo la Alemania nazi para convencer a ‎los alemanes de que había que librar la Segunda Guerra Mundial. La receta es siempre la misma: ‎recurrir a la presión psicológica para lograr que la gente haga voluntariamente cosas sobre ‎las cuales se sabe que son inútiles, pero que dirigen hacia la vía de la mentira [5]. ‎
Por ejemplo, en 2001, todo el mundo sabía que las personas acusadas de haber secuestrado ‎los aviones implicados en los acontecimientos del 11 de septiembre no aparecían en las listas de ‎pasajeros de esos aviones. Sin embargo, bajo el shock de los acontecimientos, la gran mayoría ‎aceptó sin chistar las acusaciones absurdas que emitía el entonces director del FBI –un tal Robert ‎Muller– contra los «19 secuestradores aéreos». Otro ejemplo: todos saben que el Irak ‎gobernado por el presidente Saddam Hussein disponía únicamente de viejos cohetes Scud soviéticos de ‎sólo 700 kilómetros de alcance, pero numerosos estadounidenses hermetizaron las puertas y ‎ventanas de sus casas para protegerse de los gases que el “diabólico dictador” planeaba lanzar ‎utilizar contra Estados Unidos. Hoy en día, tratándose del Covid-19, el confinamiento ‎voluntario a domicilio es lo que convence a cada cual de que la amenaza realmente existe. ‎
Hay que recordar que en toda la historia de la medecina nunca antes se recurrió al ‎confinamiento de la población sana para luchar contra una enfermedad.
Y ‎sobre todo, hay que recordar que el índice de mortalidad de esta epidemia no es significativo. ‎
En Italia, se trató primero de aislar las regiones contaminadas siguiendo el principio de la ‎cuarentena, pero después se ha tratado de aislar a los ciudadanos unos de otros, lo cual implica ‎el uso de una lógica diferente. ‎
Según el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, y el presidente francés, Emmanuel Macron, ‎el confinamiento de toda la población a domicilio no apunta a vencer la epidemia sino a ‎ganar tiempo ante el contagio para que los hospitales no colapsen ante una afluencia excesiva ‎de enfermos. En otras palabras, no es una medida de carácter médico sino de naturaleza ‎puramente administrativa y no hará disminuir la cantidad de personas infectadas sino que sólo ‎distribuirá los casos en un periodo de tiempo más largo. ‎
Para convencer a los italianos y a los franceses de que esa decisión se justifica, el primer ministro ‎italiano Conte y el presidente francés Macron dijeron contar con el apoyo de comités de expertos ‎científicos. Por supuesto, esos comités no tienen objeción en que la gente se mantenga ‎se quede en casa… pero tampoco se oponían a que continuaran sus ocupaciones ‎habituales. Después, Conte y Macron hicieron obligatoria la presentación de un formulario oficial ‎por parte de las personas que salen a la calle. Se trata de una declaración personal bajo palabra ‎de honor que las personas presentan llenando un documento que lleva el membrete del ‎ministerio del Interior, declaración que no es objeto de ninguna verificación. ‎
En definitiva, los gobiernos de Italia y Francia asustan a la población emitiendo imposiciones ‎inútiles, que los médicos especializados no aprueban: como la obligación de portar ‎constantemente guantes y máscaras y de guardar un metro distancia entre las persona. ‎
En Francia, el diario Le Monde, presentado como «el cotidiano francés de referencia», ‎Facebook France y el ministerio francés de la Salud se dieron a la tarea de censurar un video del ‎profesor Didier Raoult, uno de los virólogos de mayor reputación mundial, quien ponía ‎en evidencia la ausencia de justificación médica de las medidas impuestas por el presidente ‎Macron [6].‎
Es demasiado pronto para poder decir cuál es el verdadero objetivo de los gobiernos del primer ‎ministro italiano Giuseppe Conte y del presidente francés Emmanuel Macron. 


.............................................................................................................

[1The Mandate of Heaven and The Great Ming Code, Jiang Yonglin, University of Washington ‎Press, 2011.
[2Human Extinction and the Pandemic Imaginary, Christos Lynteris, Routledge (2020).
[3] «Nuevo coronavirus: se imponen la solidaridad, la colaboración y medidas urgentes a ‎nivel mundial», Dr. Tedros ‎Adhanom Ghebreyesus, Organización Mundial de la Salud, 11 de febrero de 2020.
[4Pandemics, Science and Policy. H1N1 ‎and the World Health Organization, Sudeepa Abeysinghe, Plagrave Macmillan, 2015.
[5] «Las técnicas de la propaganda militar moderna», por Thierry Meyssan, ‎‎Red Voltaire, 16 de mayo de 2016.
[6] «"La chloroquine guérit le Covid-19": Didier Raoult, l’infectiologue qui aurait le remède ‎au coronavirus», [en español, «“La cloroquina cura el Covid-19”: ‎Didier Raoult, el infectólogo que dice tener el remedio contra el coronavirus»], Étienne Campion, ‎‎Marianne, 19 de marzo de 2020.

ESTUDIO DOCTRINAL SOBRE EL MILAGRO. (Santo Tomás de Aquino)



Muchos “milagros” están sucediendo en todo el mundo que engañan al hombre, perturban e indignan a otros, pero si preguntamos a estos mismos, ¿Qué es un milagro usando para ello la doctrina católica? No sabrán definirlo mucho menos explicarlo, eso sí dirán o darán definiciones que más o menos se acercan a la doctrina católica, pero son opiniones personales. ¿Cuál es la razón profunda de tanto desvarío? LA IGNORANCIA RELIGIOSA! tan común en nuestros círculos católicos a pesar de las advertencias de nuestro divino maestro cuando nos advierte: “Estad en guardia que nadie os induzca a error. Muchos vendrán bajo mi nombre y dirán. “Yo soy el Cristo “y a muchos engañaran… Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas, que harán señales y prodigios para descarriar aun a los elegidos, si fuera posible” (San Marc, cap. 13) Estamos en estos momentos de los “visionarios” “milagros” por aquí y por allá, “videntes” y otros tantos. Ignorar el anuncio divino de Nuestro Señor es hacerse tontos a si mismos y, lo peor, aceptar todas estas cosas por encima de lo anunciado por Nuestro Salvador es temerario y absurdo pues recordemos que Él dijo: “El cielo y la tierra pasaran, pero mis palabras no pasaran”. Por otro lado dedico también este estudio a los “Milagros Eucarísticos” actuales que de todo tienen menos de “milagros” engañando a muchos incautos que, por no distinguir entre milagros, prodigios y señales se envuelven en la telaraña de la ignorancia.
Arturo Vargas Meza - Pbro.
Examinando la acción de Dios en lo puramente natural, vemos ahora la correspondiente al orden preternatural. Se entiende como preternatural todo aquello que esta fuera del orden natural y normal, pero sin llegar a sobre pasar el orden natural absoluto. O de otra manera todavía más clara: es aquel que excede y trasciende las fuerzas de una naturaleza creada, pero no las fuerzas de toda la naturaleza creada o creable, como las excede lo estrictamente sobrenatural. El entender por simple intuición y sin discurso alguno—que es completamente natural en el ángel, porque su naturaleza es puramente intelectual—seria preternatural en el hombre, cuya naturaleza es racional. El hecho preternatural más típico—al menos con relación a nosotros los hombres—es el milagro. Como veremos más abajo, hay algunas de especies de milagros que rebasan totalmente las fuerzas de la naturaleza creada o creable y, en este sentido, solamente Dios los puede realizar. Pero otros rebasan tan solo una esfera del orden sobrenatural (la de la naturaleza humana), pero no todas las esferas (la de la naturaleza angélica). Esta segunda categorías la que constituye más propiamente el orden preternatural.

Cuatro puntos fundamentales que vamos a analizar en torno al milagro: noción general, división, posibilidad y causas.
                                      

El milagro en general  (Definición)

La palabra milagro viene del latín miraculum, que significa un hecho admirable, inesperado, extraordinario, que nos llena de estupor y admiración (véase el caso del lisiado que es sanado por San Pedro en los Hechos de los Apóstoles), santo Tomas dice al respecto:

“El nombre de milagro se toma de la admiración, la cual surge ante la presencia de efectos cuya causa se desconoce por ejemplo, al ver un eclipse de sol ignorando su causa. Puede, sin embargo, ser conocida para unos y desconocida para otros la cusa de un fenómeno; en cuyo caso cabe la admiración para unos, sin haberla para otros. Así, por ejemplo, se admira el rustico ante el eclipse de sol, y, en cambio, no se admira el astrónomo. Mas milagro viene a equivaler “llenos de admiración”, es decir, lo que tiene una cusa oculta en absoluto y para todos. Esta causa es Dios. Por consiguiente, se llama milagro a aquellas cosas que son hechas por Dios fuera del orden de las cusas conocidas por nosotros. (Cf, 1 105, 7) Y ¿Qué hay de las virtudes, signos, prodigios y portentos que salen en las Sagradas Escrituras? El angélico doctor contesta de esta manera: “Dos cosas se pueden considerar en los milagros. Una, la obra que se realiza, que es algo que excede ciertamente las fuerzas naturales, y según esto se llaman virtud (del latín virtus, fuerza, poder) Otra, es el motivo por los que los milagros se realizan, que es la manifestación de algo sobrenatural, y en este sentido se llaman señales; y, finalmente, por la grandeza de las obras se denomina portentos y también prodigios. “(Cf. II-II 178,1 ad 3). Pasemos a la definición real: “Milagro es, propiamente, un hecho realizado fuera del orden de la naturaleza. Pero no basta para esto que se haga fuera del orden de una naturaleza en particular; porque entonces, al lanzar una piedra hacia arriba, se haría un milagro, puesto que esta fuera del orden de la naturaleza de la piedra, que tiende siempre hacia abajo, se entiende por milagro aquello que se efectúa fuera de toda naturaleza creada. (O suspensión total de la naturaleza de la cosa) Manifiestamente, esto no puede hacerlo más que Dios, porque cualquier cosa que haga el ángel o cualquier otra criatura con su propia virtud, cae dentro de la naturaleza creada, y, por lo tanto, no es milagro. Es, pues, evidente, que solo Dios puede hacer milagros” (Cf, I 110, 4). (Santo Tomas hace esta reserva muy oportunamente, pues, como es sabido, Dios puede usar como instrumento para hacer los milagros a cualquiera de sus criaturas; Ángeles (no demonios), hombres o incluso animales como el caso de la burra de Balam. Pero, en estos casos, la criatura no obra por su propia virtud, sino por la virtud de Dios, quien la utiliza como simple instrumento para realizar el milagro) (Cf. 105, 7 ad 2.) En consecuencia y a manera de conclusión, el milagro tiene como cusa eficiente únicamente al mismo Dios y a nadie más.



Propiedades del milagro (División del milagro)

San Agustín señala muy bien las propiedades principales del milagro, “Se trata de un hecho excepcional, arduo, que excede las fuerzas de la naturaleza y es contrario a lo que ella esperaba. (Cf San Agustín, De útil, cred-c 16: ML 42-90) Nada mejor para nuestro estudio que recurrir al angélico doctor explicando lo de San Agustín: “Nada puede llamarse milagro por comparación al poder divino, porque cualquier hecho, comparado con el poder de Dios, es insignificante, según aquello de Isaías: “son las naciones como gota de agua en el caldero, como un grano de polvo en la balanza” (Is 40, 15). Sino que, al llamar milagro a una cosa, se entiende por comparación al poder de la naturaleza, al cual excede. Y así, cuanto más exceda este poder, tanto mayor es el milagro. Ahora bien: de tres modos puede exceder un hecho el poder de la naturaleza:

a) En cuanto a substancia de lo hecho; por ejemplo, que dos cuerpos coexistan simultáneamente en un mismo lugar, o que el sol retroceda, o que el cuerpo humano sea glorificado, lo cual de ningún modo puede hacerse por la naturaleza. Y estos son los mayores entre todos los milagros.

b) Excediendo el poder de la naturaleza; no por lo que ha sido hecho, sino por el sujeto en que se hace; por ejemplo, la resurrección de un muerto, el recobrar la vista un ciego y otros hechos parecidos. Puede, en efecto, la naturaleza producir la vida, pero no en un cuerpo muerto; puede dar la vista, pero no en un ciego. Y estos hechos ocupan el segundo lugar entre los milagros.

c) Por último, puede rebasar el poder de la naturaleza, en cuanto al modo y orden de obrar, por ejemplo, al curarse repentinamente de la fiebre por virtud divina, sin el uso del proceso de la medicina o remedios naturales usados en tales casos; o al deshacerse súbitamente en lluvia la atmósfera por virtud divina sin causas naturales, como sucedió por las oraciones de Samuel (1 Rey 18,45). Y estos ocupan el ínfimo lugar dentro de los milagros. Hay, además, dentro de cada uno de estos tres géneros, diversos grados, según que cada caso exceda el poder de la naturaleza” (Cf. 1 105, 8)

CONTINUARA…
.................................................................................................
Fuentes:
Santo tomas de Aquino suma teológica
Antonio Royo Marin O. S. D.

domingo, 26 de abril de 2020

«EL ARTE DE LA GUERRA»‎ Distanciamiento social... de la democracia





La epidemia de Covid-19 está abriendo las puertas a la imposición de medidas de ‎seguimiento numérico de las personas, medidas que las democracias rechazarían en ‎circunstancias normales. No es cosa de ciencia ficción. Estas medidas podrían ‎convertirse rápidamente en parte de nuestra realidad. ‎

Sin subestimar la peligrosidad del coronavirus –sea cual sea su origen– y la necesidad ‎de medidas que impidan su difusión, es necesario subrayar que no podemos dejar en manos de ‎los científicos del MIT y de la Fundación de Bill Gates la decisión de cómo debe ser nuestra ‎manera de vivir. ‎
Y tampoco podemos dejar de pensar y de hacer preguntas.


«El distanciamiento social está aquí para quedarse mucho más de unas cuantas semanas. ‎Cambiará nuestro modo de vida, en cierta manera para siempre.» Eso anunciaron los ‎investigadores del Massachusetts Institute of Technology, una de las universidades más ‎prestigiosas de Estados Unidos [1].‎
Estos investigadores citan el informe presentado por sus colegas del Imperial College of London, ‎donde se afirma que el distanciamiento social debería convertirse en una norma constante que ‎se flexibilizaría o se intensificaría según la cantidad de personas hospitalizadas bajo cuidados ‎intensivos por causa del Covid-19. El modelo elaborado por los investigadores del Imperial ‎College of London no se refiere sólo a las medidas que aconsejan frente al coronavirus. ‎Para ellos, el distanciamiento social está llamado a convertirse en un verdadero modelo social, ‎cuyos procedimientos ya están en preparación, al igual que los instrumentos que los gobiernos ‎estarían llamados a imponer mediante la ley. ‎
Los dos gigantes estadounidenses de la informática –Apple y Google–, hasta ahora rivales, se han ‎asociado para insertar en los sistemas operativos (DOS, siglas de Disk Operating System o “Sistema ‎Operativo de Disco”) de miles de millones de teléfonos celulares iPhone y Android, en el mundo ‎entero, un programa informático de «seguimiento de contactos» que previene al usuario si una ‎persona contagiada con el coronavirus se acerca a él. Tanto Apple como Google afirman que el ‎programa «respetará la transparencia y la vida privada de los usuarios». ‎
Dos universidades estadounidenses, la Rice University y el mismo MIT, están trabajando en otro ‎sistema de seguimiento aún más eficaz –el de los «certificados digitales»– con el apoyo de la Bill ‎& Melinda Gates Foundation, la fundación estadounidense creada por Bill Gates, fundador de ‎Microsoft y segunda persona más rica del mundo, según la revista Forbes. Así lo anunció ‎públicamente el propio Bill Gates al responder a un empresario que le preguntaba cómo ‎reanudar la actividad productiva respetando el distanciamiento social: ‎
«Finalmente tendremos certificados digitales para mostrar quién está curado o ha pasado ‎recientemente un test de detección o, cuando tengamos una vacuna, quién se ha ‎vacunado.» [2] ‎
El certificado digital que menciona Bill Gates no es el actual carnet electrónico de salud. ‎La Rice University anunció en diciembre de 2019 la invención de un sistema de puntos ‎cuánticos a base de cobre que, al ser inyectado en el cuerpo junto con la vacuna «se convierte ‎en algo así como un tatuaje con código de barras que puede leerse con un Smartphone ‎personalizado» [3]. ‎
El MITI ha desarrollado una tecnología similar [4]. ‎
La invención de esa tecnología fue solicitada y financiada por la fundación de Bill y Melinda Gates, ‎que dice querer utilizarla en particular en la vacunación de niños, principalmente en los países del ‎Tercer Mundo. También podría utilizarse en una vacunación a escala mundial contra el ‎coronavirus. ‎
Ese es el futuro «modo de vida» que ya nos anuncian: distanciamiento social –claro, de ‎geometría variable– perennemente en vigor; miedo constante a que se nos acerque una persona ‎contagiada con el virus, cuya cercanía sería anunciada de inmediato por una alarma en nuestro ‎teléfono celular; control permanente a través del «código de barras» implantado en nuestro ‎cuerpo. Sería esencialmente una extensión de los sistemas militares que ya permiten seguir e ‎incluso liquidar «objetivos» humanos. ‎
Sin subestimar la peligrosidad del coronavirus –sea cual sea su origen– y la necesidad ‎de medidas que impidan su difusión, es necesario subrayar que no podemos dejar en manos de ‎los científicos del MIT y de la Fundación de Bill Gates la decisión de cómo debe ser nuestra ‎manera de vivir. ‎
Y tampoco podemos dejar de pensar y de hacer preguntas. ‎
Por ejemplo, es ciertamente muy grave que el coronavirus ya haya matado casi 97 000 personas ‎en Europa pero ¿qué medidas habría que adoptar contra las partículas finas que, según los datos ‎oficiales de la Agencia Europea del Medioambiente, provocan cada año la muerte prematura de ‎más de 400 000 personas? [5]‎
………………………………………………………………………………….

[1] “We’re not going back to normal”, MIT Technology Review, 17 ‎de marzo de 2020
[2] “31 questions and answers about COVID-19”, The Blog of Bill Gates, 19 ‎de marzo de 2020.
[3] “Quantum-dot tattoos hold vaccination record”, Mike ‎Williams, Rice University, 18 de diciembre de 2019.
[4] “Invisible Ink Could Reveal whether Kids Have ‎Been Vaccinated”, Scientific American, 19 de diciembre de 2019.
[5] “Air quality in Europe — 2019 Report”, European ‎Environment Agency.



sábado, 25 de abril de 2020

El escrúpulo, en la vida espiritual


parte tercera
El escrúpulo no es la delicadeza de conciencia, es tan sólo su falsificación. Una conciencia delicada y bien formada no confunde la imperfección con el pecado, ni el pecado venial con el mortal; juzga con sano juicio de todas las cosas, y es tanto lo que ama a Dios, que en nada quiere desagradarle; tiene tanto celo por la perfección, que quiere evitar hasta la menor falta: está, pues, formada de luz, de amor y de generosidad. El escrúpulo, por el contrario, se funda en la ignorancia, el error, o una desviación de juicio, es el fruto de un espíritu turbado, y exagera las obligaciones y las faltas, viéndolas donde no las hay. Por el contrario, le sucede con harta frecuencia desconocer las que realmente existen, pudiendo darse el caso de ser escrupuloso en determinada materia hasta lo ridículo, y ancho de conciencia en otra hasta la desedificación.
El escrúpulo es el azote de la paz interior. El alma atacada de este mal es esclava de un dueño intratable, y no habrá paz para ella. «Sus más ligeras faltas -dice el P. Ambrosio de Lombez- serán crímenes, sus mejores acciones estarán mal hechas, sus deberes no serán cumplidos; y, después que el alma hubiere revuelto mil y mil veces todo esto, este tirano del reposo no estará más satisfecho que la primera.» La perseguirá sin descanso en sus oraciones, por el miedo a los malos pensamientos; en sus comuniones, por las arideces inseparables de estos violentos combates; en la confesión, por el temor de haberse acusado mal o de no haber tenido contrición; en todos sus ejercicios espirituales, por el recelo de haberlos practicado mal; en las conversaciones, por el temor de hablar del prójimo, y en la soledad, por hallarse allí sola sin consejo y sin apoyo, sola con sus ideas, sola con su tirano.
«Los escrupulosos temen a Dios, mas este temor constituye su suplicio; le aman, y este amor no les da algún consuelo; le sirven, pero es a la manera de esclavos; están como aplastados bajo el peso de su yugo, cuando éste es alivio y reposo para los demás hijos.» En una palabra, son justos con frecuencia, envidiables por su virtud, siempre dignos de lástima por sus sufrimientos.
El escrúpulo es uno de los peores azotes de la virtud espiritual, pero en diversos grados. Por de pronto impide la oración. Hay quien tiene la manía de volver sobre sí mismo; examina, vuelve a examinar, examina otra vez, y durante este tiempo ni adora ni da gracias, y ¿ha pensado siquiera en hacer un acto de contrición, en pedir la gracia de corregirse? Está sobradamente ocupado de sí para tener tiempo de hablar con Dios; y así no ora, o si lo hace es de una manera defectuosa, porque el escrúpulo causa una agitación que impide el silencio interior y la atención en la oración; sumergiendo al alma en la tristeza y el temor, ahoga la confianza y el amor, y conduciría hasta huir de Dios, e impide al menos las expansiones cordiales y efusivas y las alegrías de la intimidad. Llegará a hacer penosas y quizá insoportables la confesión, la sagrada Comunión y la oración, que constituyen la fuerza y las delicias de las almas piadosas.
Además de la oración, la vida interior exige la vigilancia sobre sí mismo y la continua aplicación a reprimir los movimientos de la naturaleza, a secundar los de la gracia. Para este doble trabajo tan duro y tan delicado, el escrúpulo nos coloca en mala situación, porque agita y deprime. El espíritu turbado no acierta a ver con claridad, porque, demasiado preocupado de ciertos deberes, es capaz de dejarse absorber de tal suerte por ellos que olvida los demás. La voluntad fatigada con tantas luchas podrá aflojar, perder el ánimo y aun desistir de su empeño, para ir a buscar con harta sinrazón el reposo y la tranquilidad en las cosas criadas. Si el escrúpulo no paraliza al menos la obra, de ordinario la retardará y siempre la dañará.
¿Puede ser perfecta la fe que cierra los ojos a las misericordias de Dios y no quiere ver sino su justicia, al mismo tiempo que la desnaturaliza? ¿Será perfecta la esperanza que, a pesar de la buena y más sincera voluntad, osa apenas esperar el cielo y la gracia, tiembla siempre de espanto y jamás confía? ¿Puede ser perfecta la caridad que, a pesar de amar a Dios, teme comparecer en su presencia, no tiene una palabra amorosa, y no acierta sino a temer al Señor infinitamente bueno? ¿Está bien ordenada la contrición que turba la inteligencia, abate el ánimo y trastorna al alma de buena voluntad? ¿Es una verdadera virtud esa humildad que destruye la confianza y degenera en pusilanimidad? No, de ninguna manera; el escrúpulo no es la prueba de un amor ardiente, de una conciencia delicada. ¿Será entonces sutil amor propio, un egoísmo espiritual demasiado ocupado de sí mismo y no lo bastante de Dios? ¿Diremos que es una voluntad buena y sincera, pero extraviada? Lo que de cierto podemos afirmar es que constituye una verdadera enfermedad que amenaza' a la vida espiritual en su existencia, y que perjudica terriblemente su ejercicio. Así, en tanto que los demás marchan, corren, vuelan por los senderos de la perfección con el corazón dilatado por la confianza y el alma rebosando paz, el pobre escrupuloso con no menos generosidad, pero mal regulada, se fatiga en vano, apenas avanza, quizá retrocede y sufre, porque «consume un tiempo precioso atormentándose por todos sus deberes, pesando átomos, haciendo monstruos de las más pequeñas bagatelas»; hace gemir a sus confesores, contrista al Espíritu Santo, arruina su salud, fatiga la cabeza. No osa emprender cosa alguna, y apenas sabría ser útil a los otros; podría hasta dañarlos comunicándoles su mal, o haciendo la piedad enfadosa y ridícula. El escrúpulo, si se le da pábulo, es en mayor o menor escala un verdadero azote de la vida espiritual.
Sin duda alguna es la voluntad de Dios significada que nosotros le persigamos a causa de sus desastrosos efectos.
Todos los teólogos y los maestros de la vida espiritual están unánimes en este punto, y señalan detalladamente el procedimiento que ha de seguirse. Bástenos decir aquí que, para vencer este terrible enemigo, es necesario orar mucho, apartar las causas voluntarias, y sobre todo practicar la obediencia ciega. El escrupuloso puede ser instruido, experimentado, juicioso para todo lo demás, pero en lo concerniente a sus escrúpulos es un enfermo cuyo espíritu divaga, y obraría como un demente siguiendo su propio juicio.
Obedecer con la docilidad de un niño a su confesor que diagnostica el mal y prescribe los remedios, es para él la más alta sabiduría y la única esperanza de curación, que es obra harto difícil. Por lo mismo, es imprescindible orar con instancia para implorar la gracia de no adherirse a sus ideas, sino de obedecer aun contra sus propios sentimientos; tiene la conciencia falseada, y la enderezará conformándola con la de su confesor.
Es también el beneplácito de Dios que soportemos con paciencia la pena del escrúpulo por el tiempo que a El le agradare. Podemos siempre combatir este mal, y a veces conseguiremos hacerlo desaparecer, otras atenuarlo solamente, y se dará el caso de que, por permisión divina, persista a pesar de nuestros esfuerzos. Hay, en efecto, muy diversas causas de las que unas dependen de nuestra voluntad, otras no están sujetas a su dominio.
¿Es acaso origen de este mal el exceso de trabajo y austeridades, la lectura de libros demasiado rígidos, el trato frecuente con personas escrupulosas, la costumbre de no ver a Dios sino como juez terrible, y no como Padre infinitamente bueno? ¿ Proviene por ventura de la ignorancia que exagera las obligaciones, que confunde la tentación con el pecado, la impresión con el consentimiento? En estos y otros semejantes casos está en nuestra mano el suprimir las causas y, removido el principio, llegaremos más fácilmente a hacer desaparecer el mal. Más la causa es con frecuencia un temperamento melancólico, un natural tímido y suspicaz, la debilidad de la cabeza, o cierto estado particular de salud; cosas todas que más dependen del divino beneplácito que de nuestra voluntad.
En este caso suelen durar largo tiempo los escrúpulos, y hasta se manifiestan en las ocupaciones de índole no religiosa.
No pocas veces será el demonio la causa del mal. Se aprovecha de nuestras imprudencias, explota nuestras predisposiciones, agita los sentidos y la imaginación para excitar los escrúpulos o aumentarlos. Si encuentra un alma algún tanto ancha de conciencia la excita a que lo sea más aún; pero si la ve algún tanto tímida, busca cómo hacerla temerosa hasta el exceso, llenarla de turbación y angustia, con la esperanza de que ha de abandonar a Dios, la oración y los Sacramentos. El fin que persigue es hacer insoportable la virtud, conducir a la tibieza, al desaliento, a la desesperación.
Dios jamás será directamente el autor de los escrúpulos.
Estos sólo pueden originarse de la naturaleza caída o del demonio, puesto que se apoyan en el error, y constituyen una enfermedad del alma. Mas Dios los permite, y a veces quiere hasta servirse de ellos como de un medio transitorio de santificación; y en este caso, los regula y los dirige en su infinita sabiduría, de suerte que consigamos el buen efecto de vida espiritual que de ahí esperaba; llena el alma del temor al pecado a fin de que arroje por completo de sí las faltas pasadas, y en lo sucesivo las evite con doblado celo. La humilla de tal suerte que no se atreva ya a fiarse de su propio juicio y se someta enteramente a su padre espiritual. Si se trata de un alma adelantada, con este procedimiento la acaba de purificar, despegar, aniquilar para disponerla a mayores gracias. Así es como los santos han pasado por esta prueba, unos al tiempo de su conversión, como San Ignacio de Loyola; otros, como San Alfonso, en la época de su más encumbrada santidad.
Puede, pues, haber muchas causas inmediatas de los escrúpulos, y no hay más que una causa suprema, sin que la naturaleza y el demonio nada podrían. Aun cuando nosotros mismos fuésemos los autores de nuestra desdicha, requiérese por lo menos la voluntad permisiva de Dios, y por lo mismo, es preciso ver en esto, como en todo, la mano de la Providencia; y no es porque Ella quiera el desorden de los escrúpulos, mas puede, sin embargo, querer que llevemos esa cruz. Su voluntad significada nos invita en este caso a luchar contra el mal, y su beneplácito a soportar la prueba. Nos convendrá, pues, por todo el tiempo que dure, combatir con frecuencia, y ¡ojalá que sepamos hacerlo con un abandono lleno de confianza! «Para terminar -dice San Alfonso- repito: obedeced; y, por favor, no continuéis mirando a Dios como un cruel tirano. Es indudable que aborrece el pecado, mas no puede aborrecer a un alma que detesta y llora sinceramente sus faltas.» «Tú me buscas -decía el Señor a Santa Margarita de Cortona- pero Yo, tenlo bien entendido, te busco a ti, más que tú a mí; y tus temores son los que te impiden avanzar en el amor divino.» Atormentada por los escrúpulos, aunque siempre sumisa, Santa Catalina de Bolonia temía acercarse a la sagrada mesa, pero bastaba una señal de su confesor para que sobreponiéndose a sus temores, fuese a comulgar. Para animarla a obedecer siempre, apareciósela un día Nuestro Señor y la dijo: «regocíjate, hija mía, que muy agradable me es tu obediencia». Aparecióse también a la Beata Estefanía de Soncino, dominica, y la dijo: «en vista de que has puesto tu voluntad en manos de tu confesor como en las mías propias, pídeme lo que quieras que te lo concederé». -«Señor, respondió ella, sólo os quiero a Vos.» Al principio de su conversión San Ignacio de Loyola fue asaltado de dudas e inquietudes sin poder hallar un momento de reposo. Mas, como hombre de fe, lleno de confianza en la palabra del divino
Maestro: el que a vosotros os escucha a mí me escucha, exclamó un día: «Señor, mostradme el camino que debo seguir, que aunque no hubiera de tener sino a un perro por guía, os prometo obedecer con toda fidelidad.» Y de hecho, supo obedecer con tanta perfección, que se vio libre de sus escrúpulos y hasta llegó a ser un excelente maestro de la vida espiritual... Una vez más os diré que obedezcáis en todo a vuestro confesor, y que tengáis confianza en la obediencia.
«He aquí -decía San Felipe de Neri- el medio más seguro para escapar de los lazos del enemigo, así como no hay nada tampoco más dañoso que pretender conducirse según su propio parecer.» En todas vuestras oraciones pedid, pues, la obedeciendo os salvaréis ciertamente, y ciertamente os santificaréis.

jueves, 23 de abril de 2020

“La pandemia de coronavirus modificará ‎para siempre el orden mundial”‎



La atmósfera surrealista en la que nos hunde la pandemia de Covid-19 trae a mi mente lo que ‎pude sentir siendo joven en la 84ª división de infantería, durante la batalla de las Ardenas. Hoy, ‎como a finales de 1944, reina esa impresión de estar ante un peligro sobrenatural, que no ‎amenaza a nadie en particular pero que golpea al azar y sin piedad. Pero existía entonces una ‎diferencia importante en relación con nuestra época: la capacidad de resistencia de los ‎estadounidenses se alimentaba de la búsqueda de un objetivo nacional supremo. Hoy en día, en ‎un país dividido, la eficacia y la clarividencia tienen que guiar la acción del gobierno para vencer ‎los obstáculos, sin precedentes por su envergadura y su alcance social. Conservar la confianza de ‎la gente es fundamental para la solidaridad social, para la relación de las sociedades entre sí, ‎la paz y la estabilidad internacionales. ‎

La cohesión y la prosperidad de las naciones se basan en la convicción de que sus instituciones ‎son capaces de prever las catástrofes, de contener sus efectos y de restaurar la estabilidad. ‎Cuando la pandemia haya terminado, las instituciones de numerosos países darán la impresión de ‎haber fracasado. Lo importante no es saber si esa impresión es objetivamente correcta. ‎La realidad es que después del coronavirus, el mundo ya no será como antes. Las actuales ‎discusiones sobre el pasado sólo harán más difícil lo que hay que hacer. ‎

El coronavirus ha golpeado en una escala y con una ferocidad sin precedentes. Su progresión es ‎exponencial: en Estados Unidos la cantidad de casos se multiplica por dos cada 5 días. Mientras ‎redacto estas líneas todavía no existe un remedio para ese mal. El equipamiento médico es ‎insuficiente para enfrentar la afluencia cada vez más importante de enfermos. Las unidades de ‎cuidados intensivos están a punto de verse desbordadas, en muchos casos ya lo están. Los tests ‎no permiten identificar la extensión de la infección y aún menos invertirla. Posiblemente ‎se necesitarán 12 o 18 meses para encontrar una vacuna eficaz. ‎

La administración estadounidense ha trabajado bien para evitar una catástrofe inmediata. ‎La prueba final será saber si es posible detener la propagación del virus e invertirla después ‎de manera y en proporciones que preserven la confianza de la gente en la capacidad de los ‎estadounidenses para gobernarse a sí mismos. El esfuerzo desplegado frente a la crisis, ‎independientemente de su envergadura y necesidad, no debe impedir que se inicie urgentemente ‎una iniciativa paralela para garantizar la transición hacia el nuevo orden postcoronavirus. ‎

Los dirigentes están lidiando con la crisis esencialmente a escala nacional, pero el efecto de ‎desagregación que el virus está teniendo sobre las sociedades no reconoce fronteras. Si bien el ‎impacto sobre la salud de las personas será temporal –al menos eso esperamos–, las sacudidas ‎políticas y económicas que la pandemia ha desatado podrían prolongarse por generaciones. ‎Ningún país, ni siquiera Estados Unidos puede vencer el virus con un esfuerzo puramente ‎nacional. El enfrentamiento de las necesidades del momento debe estar acompañado de una ‎visión y de un programa comunes a escala global. Si no trabajamos en los dos frentes, tendremos ‎que enfrentarnos a lo peor de cada uno de ellos. ‎

Ante las enseñanzas obtenidas en la elaboración del Plan Marshall y del Proyecto Manhattan. ‎Estados Unidos está obligado a asumir un esfuerzo considerable en 3 sectores. Primeramente, ‎hay que fortalecer la capacidad de resistencia global ante enfermedades infecciosas. Triunfos de ‎la ciencia médica, como la vacuna contra la polio y la erradicación de la viruela, así como la ‎naciente maravilla estadístico-técnica del diagnóstico médico basado en la inteligencia artificial, ‎nos han llevado a un peligroso exceso de confianza. Tenemos que desarrollar nuevas técnicas y ‎tecnologías para el control de infecciones y proporcionar vacunas a grandes poblaciones. ‎Ciudades, Estados y regiones deben prepararse sistemáticamente para proteger sus poblaciones ‎contra las pandemias apertrechándose, cooperando en planificación y exploración en los confines ‎de la ciencia. ‎

En segundo lugar, habrá que restañar las heridas de la economía mundial. Los dirigentes del ‎mundo han aprendido importantes lecciones de la crisis financiera de 2008. La crisis económica ‎actual es más compleja: por su velocidad y su envergadura global, la contracción provocada por ‎el coronavirus no se parece a nada de lo que se había visto antes en la historia. Y las ‎indispensables medidas de salud pública, como el distanciamiento social y el cierre de las escuelas ‎y los negocios, están agravando el sufrimiento económico. Habrá que pensar también en ‎programas que atenúen los efectos del caos inminente sobre las poblaciones más vulnerables del ‎mundo. ‎

En tercer lugar, hay que salvaguardar los principios del orden liberal mundial. El mito fundador del ‎gobierno moderno es una ciudad amurallada protegida por gobernantes poderosos, a veces ‎despóticos, a veces benevolentes, pero que siempre son lo suficientemente fuertes como para ‎proteger al pueblo ante un enemigo externo. Los pensadores del Siglo de las Luces restructuraron ‎ese concepto, argumentando que el objetivo del Estado legítimo es garantizar las necesidades ‎fundamentales del pueblo: seguridad, orden, bienestar económico y justicia. Los individuos ‎no pueden garantizar tales cosas por sí solos. La pandemia ha dado lugar a un anacronismo, ‎nos trajo nuevamente al concepto de la ciudad amurallada en una época en la que la prosperidad ‎depende del comercio global y de la circulación de la gente. ‎

Las democracias del mundo deben defender y mantener los valores que heredaron de las Luces. ‎Una renuncia global al equilibrio entre poder y legitimidad causaría la desintegración del contrato ‎social tanto a escala doméstica como internacionalmente. Pero esta cuestión milenaria de la ‎legitimidad no puede resolverse al mismo tiempo que el esfuerzo para resolver la crisis del Covid-‎‎19. Todas las partes deben dar prueba de contención –tanto en materia de política doméstica ‎como en diplomacia internacional. Hay que establecer prioridades. ‎

Desde la época de la batallas de las Ardenas hemos evolucionado hacia un mundo prosperidad ‎creciente y hacia una mejor dignidad humana. Hoy estamos en un periodo de viraje. Para los líderes, ‎el desafío histórico consiste en manejar la crisis y construir a la vez el futuro. El fracaso podría ‎incendiar el mundo. ‎

Henry Kissinger

miércoles, 22 de abril de 2020

TRATADO DE LA CONFIANZA CRISTIANA CONTRA EL ESPIRITU DE PESIMISMO Y DESCONFIANZA Y CONTRA EL TEMOR EXCESIVO.


SANTAS SOFÍA, FÉ, ESPERANZA Y CARIDAD."MÁRTIRES":30 de SEPTIEMBRE ...
SANTAS: Fe, Esperanza y Caridad, Mártires

De las diferentes relaciones de la fe y la esperanza.

1 Necesidad de la fe, de la esperanza y de la caridad.
   1. "Por ahora permanecen estas tres virtudes, la fe la esperanza y la caridad" S. Pablo en este pasaje nos enseña, que hay una gran diferencia entre estas virtudes y entre los dones de profecía, el don de lenguas o de milagros, el don de gobernar a otros, el don de discernimiento de espíritus, el don de asistir a sus hermanos, el don de hablar con alta sabiduría, de hablar con ciencia y los otros dones espirituales, de que había hablado a los corintios en el capítulo precedente. Estos dones más miran a la utilidad de los otros, que a la ventaja particular de aquellos a quienes Dios los distribuye. Pero no sucede así en la fe, en la esperanza y en la caridad, "estas tres virtudes, la fe, la esperanza y la caridad, permanecen y subsistirán hasta el fin de los siglos." Estas virtudes son esenciales a toda la Iglesia en general y de una indispensable necesidad para cada uno de los miembros de la Iglesia en particular. Sin ellas ninguno ha podido jamás ni podrá conseguir la salvación
   2. Así como está escrito que "es imposible agradar a Dios sin la fe"; del mismo modo está escrito: "Desgraciados de los que les falta corazón, que no confían en Dios; que han perdido la firmeza de su esperanza; y que Dios por esta razón no los protege. " Y también está escrito, que "el que no ama está muerto  Si alguno no ama a Jesucristo sea excomulgado." Toda ley y los profetas, todo el culto de la verdadera Religión y creencia consiste en el ejercicio de estas tres virtudes: porque, como dice S. Agustín " con la fe, con la esperanza y con la caridad se ha de honrar a Dios."
   3. Estableciendo Dios su religión, ha querido formar en la tierra un pueblo que le fuese enteramente consagrado, una raza escogida, una nación santa, una sociedad de hombres separados de todos los demás; de hombres que, viviendo en el mundo, tuviesen su entendimiento y su voluntad levantados sobre todo lo visible; hombres que reputasen por nada las cosas visibles, porque pasan con el tiempo y que no pusiesen su corazón sino en las invisibles, porque son eternas; unos hombres que, mirando todos los bienes y males de esta vida como indignos de ocuparlos y detenerlos, hiciesen profesión de creer otros bienes infinitos que no se ven con los ojos corporales, y de esperar y amar una felicidad que ni los ojos han visto, ni oídos han oído y que el corazón del hombre jamás lo ha comprendido; finalmente, unos hombres que fuesen de este mundo, sino que habitasen en la eternidad, y que fuesen ya por su fe, por su esperanza y por su amor, "los ciudadanos de la misma ciudad que los santos y domésticos de Dios. "
4. Es, pues, de suma importancia el hacer comprender bien a todos, que la esperanza es tan necesaria e indispensable como la fe y que sin esperanza no hay salvación; pues habiendo poquísimos cristianos que no tengan horror a todo lo que ofende en lo más mínimo a la fe y aún a las virtudes morales o cardinales, hay no obstante muchísimos que no tienen el mismo horror a cuanto puede disminuir la esperanza cristiana. Algunos conciben un gran escrúpulo de formar la menor duda contra la fe, de detenerse en pensamientos contrarios a la castidad; y por un extraño abuso no temen, no digo debilitar sino casi destruir en sí mismos la esperanza, entregándose a inquietudes y desconfianzas continuas en la bondad de Dios; no reflexionando que la fe sin la esperanza les será inútil; y que les está mandado no solamente el conservarla, sino también el fortificarla y hacerla crecer más y más. No es un simple consejo, sino un mandamiento impuesto a todos, en aumentar siempre la fe, la esperanza y la caridad. Si nos está mandado "amar a Dios con todo nuestro corazón",  Sin ceñirnos voluntariamente a cierto grado de amor; del mismo modo nos está mandado "tener confianza en Dios con todo nuestro corazón "sin unirnos voluntariamente a grado alguno de desconfianza. Y la Iglesia tiene gran cuidado de pedir para cada uno de sus hijos este acrecentamiento de la esperanza como puede notarse especialmente en la oración del oficio de la Misa del Domingo trece después de Pentecostés.

lunes, 20 de abril de 2020

Covid-19: propaganda y manipulación.




Volviendo al tema de la epidemia de coronavirus, Thierry Meyssan subraya que las ‎decisiones autoritarias adoptadas en Italia y Francia carecen de justificación ‎de naturaleza sanitaria. Más bien contradicen las observaciones de los mejores virólogos ‎y hasta las instrucciones de la Organización Mundial de la Salud.‎

La aparición de la epidemia en China

El primer caso de una persona infectada con el Covid-19 se diagnosticó el 17 de noviembre ‎de 2019, en la provincia china de Hubei. Inicialmente, los médicos trataron de alertar sobre la gravedad de esta enfermedad pero encontraron la oposición de las autoridades regionales. Fueron ‎la multiplicación de la cantidad de casos y la percepción de la gravedad del problema por parte de ‎la población, los factores que finalmente dieron lugar a la intervención del gobierno central chino. ‎

A pesar de todo lo que han dicho los medios de prensa, la envergadura estadística de la epidemia ‎de Covid-19 no es significativa. Aunque las personas que mueren son víctimas de graves ‎problemas respiratorios, el hecho es que el coronavirus mata muy poco. ‎

Desde los tiempos de la Antigüedad, la cultura china siempre ha estado marcada por una vieja ‎concepción según la cual el Emperador goza de un mandato celestial que le permite gobernar a sus súbditos ‎‎ [1]. Cuando el país sufre una catástrofe –terremoto, huracán o epidemia– es porque ‎el gobernante ha perdido ese mandato celestial. Ante esa percepción cultural de las cosas, y ‎a pesar de que vivimos en la era moderna, el presidente Xi Jinping se sintió amenazado por la ‎irresponsabilidad del gobierno regional de la provincia de Hubei. El Consejo de Estado decidió ‎entonces asumir el control de la situación y decretó el confinamiento de la población de la capital ‎provincial, la ciudad de Wuhan, en sólo días construyó varios hospitales, envió equipos ‎de trabajadores de la salud a visitar cada familia de Wuhan –casa por casa– para tomar la ‎temperatura a cada habitante y aplicar diversos controles de salud, ordenó que toda persona ‎que presentara síntomas sospechosos fuese llevada de inmediato a una instalación sanitaria para someterla a ‎exámenes de salud más detallados y aplicó a las personas que parecían infectadas un tratamiento ‎a base de cloroquina. Los casos más graves eran internados en salas de cuidados ‎intensivos y recibían un tratamiento a base del medicamento cubano denominado Interferón ‎Alfa 2B recombinante (IFNrec). Esta gran operación de salud pública apunta también a demostrar ‎que el Partido Comunista conserva su “mandato celestial”. ‎

Propagación del Covid-19 en Irán

Después de China, la epidemia se propaga en Irán a mediados de febrero de 2020. Desde ‎los tiempos de la Antigüedad, China e Irán han estado muy vinculados entre sí. Pero, tratándose ‎de las afecciones pulmonares, la población iraní es la más frágil del mundo. Casi todos ‎los iraníes del sexo masculino mayores de 60 años arrastran secuelas de los gases venenosos ‎estadounidenses utilizados por el ejército iraquí contra Irán durante la primera guerra del Golfo ‎‎(de 1980 a 1988). Es un fenómeno similar al que se produjo en Alemania y en Francia después ‎de la Primera Guerra Mundial. Cualquier viajero que haya estado en Irán habrá podido notar, ‎con sorpresa, la gran cantidad de casos graves de enfermedades pulmonares existentes en ese ‎país. En Teherán, cuando la contaminación del aire sobrepasa lo que la gente puede soportar, ‎se decreta el cierre de las escuelas y de los servicios públicos y la mitad de las familias se van ‎al campo con sus abuelos. Eso sucede varias veces al año, desde hace 35 años, y la población ‎lo percibe como algo normal. El gobierno y el parlamento iraníes se componen casi exclusivamente ‎de veteranos de la guerra entre Irak e Irán, o sea de personas extremadamente frágiles frente al ‎Covid-19, lo cual explica que tantas personalidades iraníes se hayan visto afectadas en poco ‎tiempo. ‎

Debido a las sanciones de Estados Unidos contra Irán, ningún banco occidental se atreve a ‎cubrir los transportes de medicamentos hacia ese país, así que para Irán fue imposible garantizar ‎tratamiento médico a las personas afectadas por el coronavirus hasta que Emiratos Árabes Unidos ‎rompió el embargo y envió a Irán 2 aviones cargados con material médico. En resumen, personas ‎que en otros países no sufrirían graves consecuencias, en Irán mueren rápidamente en cuanto ‎la tos afecta sus pulmones gravemente debilitados desde hace años. Como de costumbre, ‎el gobierno iraní cerró las escuelas. También anuló diferentes manifestaciones culturales y ‎deportivas… pero no prohibió los peregrinajes. Algunas regiones cerraron los hoteles para evitar ‎el desplazamiento de enfermos que ya no encontraban espacio en los hospitales cercanos a los ‎lugares donde vivían habitualmente. ‎

La cuarentena en Japón

El 4 de febrero de 2020, un pasajero que viajaba en el crucero estadounidense Diamond Princess ‎fue diagnosticado como enfermo a causa del Covid-19 y otros 10 pasajeros fueron ‎diagnosticados como portadores del virus. Para evitar el contagio en su país, el ministro ‎de Salud de Japón, Katsunobu Kato, impuso al barco una cuarentena de 2 semanas ‎en Yokohama. En definitiva, entre los 3 711 pasajeros del Diamond Princess, en su mayoría ‎personas de más de 70 años, se registraron 7 fallecidos. ‎

El Diamond Princess es un crucero israelo-estadounidense, propiedad de Micky Arison, hermano ‎de Shari Arison, la mujer más adinerada de Israel. Los Arison convirtieron este incidente en una ‎gran operación de relaciones públicas. La administración Trump y varios países evacuaron por vía ‎aérea a los pasajeros de sus nacionalidades respectivas para que pasaran la cuarentena en ‎sus propios países. La prensa internacional dedicó sus principales titulares al asunto y, citando como ‎precedente la epidemia de gripe española de los años 1918-1919, se afirmó entonces que el coronavirus ‎podía extenderse por el mundo e incluso amenazar la existencia misma de la especie humana ‎‎ [2]. Esta ‎hipótesis apocalíptica, no sustentada por hecho alguno, se convierte así en una supuesta ‎‎“verdad”. ‎

Es importante recordar aquí que, en 1898, William Randolph Hearts y Joseph Pulitzer, deseosos de ‎incrementar las ventas de sus diarios, inventaron informaciones falsas para provocar ‎deliberadamente la intervención militar de Estados Unidos en la guerra que se desarrollaba ‎en Cuba entre las tropas coloniales españolas y los independentistas cubanos. Aquello acabó ‎siendo el inicio del «yellow journalism», o «periodismo amarillo», que consiste en publicar ‎cualquier cosa con tal de aumentar las ventas de los diarios. Hoy llamaríamos eso «fake news». ‎

No se sabe, al menos por ahora, si los magnates de la prensa quisieron sembrar el pánico ‎premeditadamente presentando una vulgar epidemia como «el fin del mundo». En todo caso, ‎como una deformación de la verdad siempre acaba provocando otra, los gobiernos acabaron ‎involucrándose en el asunto. Por supuesto, el objetivo de los gobiernos no es vender publicidad ‎asustando a la gente sino explotar el miedo para garantizar su control sobre las poblaciones. ‎

La intervención de la OMS

La Organización Mundial de la Salud (OMS), después de seguir toda la operación, comprobó la ‎expansión de la enfermedad fuera de China. El 11 y el 12 de febrero, la OMS organizó ‎en Ginebra un foro mundial sobre la investigación y la innovación, dedicándolo a esta epidemia. ‎En ese encuentro, el director general de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, lanzó un ‎llamado a la colaboración mundial, utilizando para ello términos extremadamente mesurados ‎‎ [3]. ‎

En todos sus mensajes, la OMS ha resaltado:‎
- el poco impacto demográfico de la epidemia;
- la inutilidad de los cierres de fronteras;
- la ineficacia del uso de guantes y máscaras (exceptuando su uso por parte del personal ‎sanitario) así como la inutilidad de ciertas «medidas barreras» (por ejemplo, mantener ‎un metro de distancia entre las personas tiene sentido sólo cuando nos hallamos ante personas ‎infectadas);‎
- la necesidad imperiosa de elevar el nivel de higiene, principalmente lavándonos las manos, ‎desinfectando el agua, mejorando la ventilación en los espacios cerrados, recurriendo al ‎uso de servilletas desechables y bloqueando las vías respiratorias con el codo al toser o estornudar. ‎

Sin embargo, la OMS no es una organización médica sino una agencia de la ONU especializada en ‎cuestiones de salud. Sus funcionarios, aun siendo médicos, son ante todo políticos. Eso impide ‎a la OMS denunciar los abusos de algunos Estados. ‎

Además, desde la polémica sobre la epidemia de H1N1, la OMS se ha visto obligada a justificar ‎públicamente todos sus consejos. En 2009, ante la epidemia de H1N1, la OMS fue acusada de ‎haberse dejado arrastrar por los intereses de las grandes firmas farmacéuticas y de haberse ‎apresurado a sembrar la alarma de forma desproporcionada [4]. Esta vez, ante el ‎Covid-19, la OMS no utilizó la palabra «pandemia» hasta el 12 de marzo, o sea, al cabo de ‎‎4 meses. ‎

Instrumentalización en Italia y en Francia
En la propaganda moderna, no basta con limitarse a la ublicación de noticias falsas –como hizo ‎el Reino Unido para convencer a su pueblo de que tenía que entrar en la Primera Guerra ‎Mundial–, hay que hacer proselitismo –como hizo la Alemania nazi para convencer a ‎los alemanes de que había que librar la Segunda Guerra Mundial. La receta es siempre la misma: ‎recurrir a la presión psicológica para lograr que la gente haga voluntariamente cosas sobre ‎las cuales se sabe que son inútiles, pero que dirigen hacia la vía de la mentira [5]. ‎
Por ejemplo, en 2001, todo el mundo sabía que las personas acusadas de haber secuestrado ‎los aviones implicados en los acontecimientos del 11 de septiembre no aparecían en las listas de ‎pasajeros de esos aviones. Sin embargo, bajo el shock de los acontecimientos, la gran mayoría ‎aceptó sin chistar las acusaciones absurdas que emitía el entonces director del FBI –un tal Robert ‎Muller– contra los «19 secuestradores aéreos». Otro ejemplo: todos saben que el Irak ‎gobernado por el presidente Saddam Hussein disponía únicamente de viejos cohetes Scud soviéticos de ‎sólo 700 kilómetros de alcance, pero numerosos estadounidenses hermetizaron las puertas y ‎ventanas de sus casas para protegerse de los gases que el “diabólico dictador” planeaba lanzar ‎utilizar contra Estados Unidos. Hoy en día, tratándose del Covid-19, el confinamiento ‎voluntario a domicilio es lo que convence a cada cual de que la amenaza realmente existe. ‎
Hay que recordar que en toda la historia de la medecina nunca antes se recurrió al ‎confinamiento de la población sana para luchar contra una enfermedad.
Y ‎sobre todo, hay que recordar que el índice de mortalidad de esta epidemia no es significativo. ‎
En Italia, se trató primero de aislar las regiones contaminadas siguiendo el principio de la ‎cuarentena, pero después se ha tratado de aislar a los ciudadanos unos de otros, lo cual implica ‎el uso de una lógica diferente. ‎
Según el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, y el presidente francés, Emmanuel Macron, ‎el confinamiento de toda la población a domicilio no apunta a vencer la epidemia sino a ‎ganar tiempo ante el contagio para que los hospitales no colapsen ante una afluencia excesiva ‎de enfermos. En otras palabras, no es una medida de carácter médico sino de naturaleza ‎puramente administrativa y no hará disminuir la cantidad de personas infectadas sino que sólo ‎distribuirá los casos en un periodo de tiempo más largo. ‎
Para convencer a los italianos y a los franceses de que esa decisión se justifica, el primer ministro ‎italiano Conte y el presidente francés Macron dijeron contar con el apoyo de comités de expertos ‎científicos. Por supuesto, esos comités no tienen objeción en que la gente se mantenga ‎se quede en casa… pero tampoco se oponían a que continuaran sus ocupaciones ‎habituales. Después, Conte y Macron hicieron obligatoria la presentación de un formulario oficial ‎por parte de las personas que salen a la calle. Se trata de una declaración personal bajo palabra ‎de honor que las personas presentan llenando un documento que lleva el membrete del ‎ministerio del Interior, declaración que no es objeto de ninguna verificación. ‎
En definitiva, los gobiernos de Italia y Francia asustan a la población emitiendo imposiciones ‎inútiles, que los médicos especializados no aprueban: como la obligación de portar ‎constantemente guantes y máscaras y de guardar un metro distancia entre las persona. ‎
En Francia, el diario Le Monde, presentado como «el cotidiano francés de referencia», ‎Facebook France y el ministerio francés de la Salud se dieron a la tarea de censurar un video del ‎profesor Didier Raoult, uno de los virólogos de mayor reputación mundial, quien ponía ‎en evidencia la ausencia de justificación médica de las medidas impuestas por el presidente ‎Macron [6].‎
Es demasiado pronto para poder decir cuál es el verdadero objetivo de los gobiernos del primer ‎ministro italiano Giuseppe Conte y del presidente francés Emmanuel Macron. Lo que sí es seguro ‎es que no se trata de luchar contra el Covid-19. ‎