La nueva fe y el catecismo neo liberal
¿LOS CATECISMOS HOLANDES Y CANADIENSES SON ANTICATOLICOS? VEALO USTED.
Aun cuando en este libro el resto sea
"bueno y laudable", lo que nada
tiene de sorprendente pues los modernistas siempre mezclaron lo verdadero y lo
falso como lo observa firmemente san Pío X, ciertamente hay bastante para
afirmar que se trata de una obra perversa y
eminentemente peligrosa para la fe. Ahora bien, sin esperar el informe
de la comisión y aun apresurando los trabajos, los promotores del libro hacían
publicar traducciones en varias lenguas. Y posteriormente el texto nunca fue
modificado. A veces se agregaba el dictamen de la comisión, a veces no se lo
hacía. Luego hablaré del problema de la obediencia. ¿Quién
desobedece en este asunto? ¿El que denuncia ese catecismo?
Los holandeses rompieron la marcha,
pero nosotros los alcanzamos muy pronto. No consideraré la evolución histórica
de la catequesis francesa para detenerme más bien en su última manifestación,
la "colección católica de documentos
privilegiados de la fe" titulada Fierres Vivantes y el
flujo de "trayectos catequísticos". Para respetar la definición de la
palabra catequesis o catecismo ostensiblemente empleada en todos los
documentos, esas obras deberían estar desarrolladas en preguntas y respuestas
pero se ha abandonado esa construcción que permitía un estudio sistemático del
contenido de la fe y casi nunca se dan respuestas. Pierres Vivantes se
guarda de hacer afirmaciones, salvo las de las
proposiciones nuevas, insólitas, extrañas a la tradición. Cuando se
evocan los dogmas se lo hace como si fueran creencias particulares de una parte
de los hombres que el libro llama "los
cristianos" y que los pone en competencia con los judíos, los protestantes, los
budistas y hasta los agnósticos y los ateos. En muchos pasajes, los "animadores de catequesis" son invitados
a proceder de manera que el niño abrace una religión, no importa cuál. Hay
además interés en prestar oídos a los incrédulos que tienen mucho que enseñar
al niño. Lo importante es "hacer equipo",
prestarse servicios entre camaradas de clase y
preparar para mañana las luchas sociales en las que habrá que comprometerse
hasta con los comunistas, como lo explica la edificante historia de
Madeleine Delbrél, esbozada en Pierres Vivantes y contada por entero en
ciertos "trayectos". Otro "santo" que se propone como
ejemplo a los niños es Martin Luther King, en tanto que se alaba a Marx y a Proudhon, "grandes defensores de la clase obrera" que
"parecen proceder de fuera de la
Iglesia". La Iglesia, vea usted, habría querido emprender ese
combate, pero no se dio maña para hacerlo. Se contentó con "denunciar la injusticia".
Eso es lo que se les enseña a los niños. Pero más grave aún es la manera de
desacreditar las sagradas Escrituras, obra del
Espíritu Santo. Cuando uno esperaría que la colección de textos de la Biblia
comenzara por los relativos a la creación del mundo y del hombre, Pierres
Vivantes empieza con el libro del Éxodo y con este título "Dios crea a
su pueblo". ¿Cómo no van a sentirse los
católicos más que perplejos, desconcertados y sublevados por semejante desvío?
Hay que llegar al primer libro de Samuel para encontrar un retorno en dirección
del libro del Génesis y enterarse de que Dios no creó
el mundo.
Tampoco esta vez estoy inventando; eso está escrito: "El autor de este relato de la creación se pregunta, lo
mismo que muchas personas, cómo comenzó el mundo. Unos creyentes reflexionaron
y uno de ellos compuso un poema..." Luego, en la corte de
Salomón, otros sabios reflexionan sobre el problema del mal. Para explicarlo
escriben un "relato con imágenes" y
entonces tenemos así explicada la tentación por obra de la serpiente y la caída
de Adán y Eva. Pero no se habla del castigo, el
texto aquí se interrumpe. Dios no castiga, así como la Nueva lglesia ya no
condena, salvo a quienes permanecen fieles a la
tradición. El pecado original, citado entre comillas, es una "enfermedad de nacimiento", una "imperfección que se remonta a los orígenes de la
humanidad", algo muy vago, inexplicable. Por supuesto, así toda la
religión se desmorona. Si ya no se puede dar una respuesta en lo relativo al
problema del mal, ya no vale la pena predicar más, ni decir misas, ni confesar.
¿Quién habrá de escucharlo a uno?
El Nuevo Testamento
comienza con Pentecostés. Se pone el acento en esta primera comunidad
que lanza un grito de fe. Luego esos cristianos "recuerdan" y la historia
de Nuestro Señor se dibuja poco a poco saliendo de las brumas de la memoria de
aquellos cristianos. Se comienza por el final, la cena, el Gólgota; luego se
expone la vida pública y, por fin, la niñez de Jesucristo con este título
ambiguo: "Los primeros discípulos narran la
niñez de Jesús. Sobre estas bases, los "trayectos" dan a
entender fácilmente que los Evangelios de la niñez
de Jesús son una piadosa leyenda como las leyendas que los pueblos antiguos
tenían costumbre de elaborar cuando componían la biografía de sus grandes
hombres. Por lo demás, Pierres Vivantes da una fecha tardía de
los Evangelios, lo cual reduce la credibilidad de éstos, y en un cuadro
tendencioso muestra a los apóstoles y a sus sucesores predicando, celebrando y
enseñado, antes de "descifrar la vida de Jesús a
partir de sus propias vidas" Éste es un vuelco completo: las
experiencias personales de los apóstoles se convierten en el origen de la
Revelación en lugar de ser la Revelación la que modela sus pensamientos y sus
vidas. Sobre el fin último, Pierres Vivantes mantiene una inquietante
confusión. ¿Qué es el alma? "Para correr es
necesario el aliento; el aliento es necesario para llegar al fin de las cosas
difíciles. Cuando alguien muere se dice: 'Rindió su
último aliento'. El aliento es la vida, la vida íntima de cada uno. También se
dice 'el alma'." En otro capítulo, el alma es asimilada al corazón, al
corazón que late, al corazón que ama. El corazón es también el asiento de la
conciencia. ¿Cómo entender esto? ¿En qué consiste pues la muerte?
Los autores del libro no se pronuncian sobre la cuestión: "Para algunos, la muerte es la detención definitiva de
la vida, otros piensan que se puede vivir aun después de la muerte, pero no
saben si eso es seguro. Otros por fin tienen la firme seguridad de esa vida
posterior; los cristianos son de éstos". El niño no tiene más
que elegir, la muerte es una cuestión de opciones. Pero el que sigue los cursos
de catecismo, ¿no es cristiano? En ese caso, ¿por qué hablarle de los
cristianos en la tercera persona del plural en lugar de decirle firmemente: "Nosotros, nosotros sabemos que existe una vida eterna y
que el alma no muere"? El paraíso es objeto de un tratamiento
igualmente equívoco; "Los cristianos hablan a veces del paraíso para
designar la alegría perfecta de estar con Dios para siempre después de la
muerte; eso es el 'cielo', el Reino de Dios, la Vida eterna, el reino de la
Paz". Esta explicación es muy hipotética. Parecería que se
trata de una manera de decir, de una metáfora tranquilizadora empleada por los
cristianos. Nuestro Señor nos prometió, si observamos sus mandamientos, el
cielo que la Iglesia siempre definió como "un
lugar de felicidad perfecta en el que los ángeles y los elegidos ven a Dios y
lo poseen para siempre". Esta catequesis representa un
rebajamiento seguro respecto de lo que se afirmaba en los catecismos. De esto
no puede seguirse otra cosa que una falta de confianza en las verdades
enseñadas y una desmovilización espiritual: ¿qué sentido tiene resistir a los
instintos y seguir el camino estrecho si no se sabe muy bien lo que le espera
al cristiano después de la muerte? El católico no va a buscar en sus sacerdotes
o en sus obispos indicaciones que le permitan hacerse una idea sobre Dios,
sobre el mundo, sobre el fin último, sino que les pregunta lo que debe hacer y
lo que debe creer. Si los sacerdotes le responden con una serie de
proposiciones y proyectos de vida, a ese católico no le queda otro remedio que
constituirse una religión personal y entonces se convierte en protestante. Esta catequesis convierte a los niños en pequeños
protestantes. La orden del día de la reforma es la eliminación de las
"certezas". Se critica a los cristianos que poseen certezas y que las
guardan como un avaro guarda su tesoro; se los considera egoístas, bochornosos.
Hoy uno debe abrirse a las opiniones contrarias, admitir las diferencias, respetar las ideas de los francmasones, de los marxistas,
de los musulmanes y hasta de los animistas. La marca
de una vida santa es dialogar con el error.
Entonces todo es lícito. Ya aludí a
las consecuencias de la nueva definición del matrimonio, y no son consecuencias
hipotéticas, algo que le podría ocurrir al cristiano que tomara al pie de la
letra esa definición. Esas consecuencias no tardaron en realizarse, como lo
comprobamos por la licencia de las costumbres que se difunde día a día. Pero lo
que más consterna es comprobar que esta catequesis da apoyo a la definición.
Consideremos un "material catequético", como se dice ahora, publicado
en Lyon en 1972 con el imprimatur y destinado a los educadores. ¿El título? He aquí al hombre. La parte dedicada a la moral
dice lo siguiente: "Jesús no tuvo la intención
de dejar a la posteridad una 'moral' política o sexual, o de cualquier otra
índole... La única exigencia que subsiste es el amor de los hombres entre sí...
Según eso, uno es libre, libre de elegir la mejor manera, en cada
circunstancia, de expresar ese amor que uno siente por sus semejantes". El
capítulo sobre la "Pureza" da las aplicaciones de esta ley general.
Después de haber explicado, con menosprecio del Génesis, que la vestimenta
apareció sólo tardíamente, "como signo de una posición social, de una
dignidad" y para desempeñar un "papel de disimulo", se define a la
pureza del modo siguiente: "Ser puro es estar
en el orden natural, es ser fiel a la naturaleza... Ser puro es estar en
armonía, en paz, con la tierra y los hombres; es estar de acuerdo, sin
resistencia ni violencia, con las grandes fuerzas de la naturaleza". (Estas líneas están dedicadas al sínodo de la Amazonia y
a la “diosa tierra” o Pacha Mama pues ella una parte esencial de la naturaleza)
Encontramos entonces una pregunta y una
respuesta: "¿Es esa pureza compatible con la pureza de los cristianos? No
sólo es compatible sino que es necesaria a una pureza verdaderamente humana y
cristiana. Jesucristo no repudió ni rechazó ninguno de esos descubrimientos, de
esas adquisiciones que son el fruto de una larga indagación de los pueblos; muy
por el contrario, Jesucristo vino a darles una prolongación extraordinaria: 'Yo
no vine a abolir, sino a realizar' ", En apoyo de sus afirmaciones los
autores aducen el ejemplo de María Magdalena: "En
esa asamblea, la que es pura es ella, porque amo mucho, porque amo
profundamente". De esta manera se ha desfigurado el Evangelio: no
se hace hincapié en el pecado de María Magdalena, en su vida disoluta; el perdón
que Nuestro Señor le otorga es presentado como una aprobación de su existencia
pasada y no se tiene en cuenta la exhortación divina-. "Ve
y no peques más". Ni el firme propósito que conduce a
la ex pecadora hasta el Calvario, fiel a su Maestro por el resto de sus días.
Este libro repugnante no se detiene ante ningún límite: "¿Puede uno tener relaciones con una muchacha, preguntan
los autores, aun sabiendo perfectamente que se trata sólo de una diversión o de
ver lo que es una mujer?" Y responden: "Plantear así el
problema de las leyes de la pureza es indigno de un verdadero hombre, de un
hombre que ama, de un cristiano. Significaría eso imponer al hombre una picota,
un yugo intolerable: Siendo así que Cristo vino precisamente para librarnos del
yugo pesado de las leyes: 'Mi yugo es fácil y mi carga
liviana'".
Véase
cómo se interpretan las palabras más santas para pervertir a las almas. De san
Agustín retuvieron sólo una afirmación: "Ama y haz
lo que quieras". (Por otro lado fue la máxima
de la doctrina luterana, gracias a ella Lutero “se caso” con Catalina de Bora. ¡Como
trastornan todos los dichos de los santos! Una saña inaudita los lleva a
destruir la Verdadera Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo)
He recibido unos libros innobles
publicados en Canadá. En ellos no se habla más que del sexo: la sexualidad vivida en la fe, la promoción sexual, etcétera.
Las figuras son absolutamente repugnantes, parecería que a toda costa se quisiera infundir en el niño el deseo y la obsesión del
sexo y hacerle creer que en la vida no hay otra cosa. Numerosos padres
cristianos protestaron y reclamaron, pero no hubo nada que hacer y por una
buena razón, en la última página de esos catecismos se lee que han sido
aprobados por la comisión de catequesis. ¡El presidente de la comisión
episcopal de enseñanza religiosa de Quebec dio el permiso para imprimirlos! Otro catecismo
aprobado por el episcopado canadiense invita al niño a romper con todo, con sus
padres, con la tradición, con la sociedad, a fin de reencontrar su personalidad
que todos esos vínculos ahogan, a fin de liberarse de los complejos que
proceden de la sociedad y de la familia. Buscando siempre una
justificación en el Evangelio, quienes dan esta clase de consejos pretenden que
Jesucristo vivió esas rupturas y que así se reveló como el hijo de Dios. De
manera que es Cristo quien quiere que hagamos otro tanto. ¡Se puede adoptar una
concepción tan contraria a la religión católica bajo la cubierta de la
autoridad episcopal! En lugar de hablar de ruptura se debería hablar de los
vínculos que debemos buscar, porque ellos hacen nuestra vida. ¿Qué es el amor de Dios sino un lazo con Dios, una obediencia
a Dios y a sus mandamientos? El vínculo con los padres, el amor a los
padres, son vínculos de vida y no de muerte. ¡Pero se
los presenta al niño como algo que lo ahoga y lo oprime, como algo que
disminuye su personalidad, como algo de lo que es menester liberarse!
No, no es posible que los padres dejen corromper de esta manera a sus hijos. Lo
digo francamente:
no pueden enviar a sus hijos a esos catecismos que les hacen perder
la fe.
Nota_ Así como en Holanda se invento
ese catecismo y también en Canadá en México en la diócesis de Cuernavaca se
invento el catecismo de la teología de la liberación completamente marxista y también
se le dio amplia difusión no solo en México sino también en todo Hispano América
de eso soy testigo
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