X
LA VOZ
DEL DOCTOR NEGRO.
¿PODRÁN
MIS PADRES CRIAR OTRO HIJITO?
Yo insisto:
-¿Son muy pobres mi papá y mi mamá que sólo pueden
sostener a sus dos primeros hijitos, que son hermanitos míos?
-Hay muchos doctores negros además de éste, cuya voz
has oído. Todos razonan de igual modo: los padres no tienen derecho de traer al
mundo hijitos que no podrán sostener,
-¿Se necesita mucho dinero para sostener un nuevo
hijito?
-¡Qué curioso eres!
-¡Contéstame, pues eres mi ángel!
-¡No se necesita mucho, cuando los padres tienen confianza
en Dios y saben sacrificar sus antojos.
-¿Qué quiere decir antojos?
-Necesidades frívolas, vicios, caprichos de vanidad.
-¿Mis padres son muy pobres?
-No, no son pobres. Si lo fueran no tendrían tanto
miedo de tener nuevos hijitos. Las gentes verdaderamente pobres casi nunca
piensan en los sacrificios que les impondrá un nuevo hijito. Lo encomiendan a
Dios y le ruegan que los ayude a mantenerlo, y se voló para que yo no siguiera preguntándole.
Pero me dejó en un mar de perplejidades. ¿Por qué mamá no sabe que soy ya un
hijito de ella cuando yo, más pequeño que ella, sé que es mi mamá? ¿Por qué
tiembla de miedo cuando oye en nuestra casa la voz del doctor negro? ¿No podría
echarlo y decirle que no venga más?
He dicho nuestra casa, considerándome ya con derecho
a ella, con mis dos hermanitos, bajo la protección de mi mamá, que sé que me
quiere, aun antes de que ella sepa que existo.
XI
TENGO 25
DÍAS. ¿QUÉ ES SER SANTO?
EL
CORAZÓN DE MI MADRE RESPLANDECE.
Debo de ser enorme de tamaño, aunque Absalón se
sonríe cuando se lo digo, y sin embargo todavía mamá no tiene ninguna noticia
de mi existencia. Pero creo que está sospechándola.
Hoy mi ángel me ha contado algo, que me ha hecho
extraordinariamente feliz.
Ha hablado largamente con el arcángel Gabriel, Todas
sus enseñanzas me las ha ido dando mi ángel en los veinticinco días de vida
misteriosa que tengo.
Me ha dicho que Dios me ha dotado de un alma
extraordinaria. Que seré, cuando nazca, una maravilla como inteligente y como
bueno. Que cuando sea hombre me haré sacerdote y que moriré mártir en tierra de
infieles y seré santo en la Iglesia.
Como no entiendo casi ninguna de estas cosas, que
oigo por primera vez, me las hago explicar largamente. Los ángeles de la guarda
están para eso.
-¿Qué es un-santo?
-Es una persona humana que ama a Dios con amor
heroico.
Yo que siento un infinito ardor en mi pequeñísimo
corazón, se lo digo en la mejor forma que puedo decírselo. Él me comprende y
agrega, sin miedo de que yo me ponga orgulloso, porque parece que los santos
nunca son orgullosos:
-Los ángeles de tu familia estamos rogando a Dios
por ti, que serás, cuando nazcas, un ser extraordinario.
-¿Y cuándo voy a nacer?
-Falta mucho todavía, y en todo ese tiempo pueden
sobrevenir grandes tristezas en tu casa y terribles iniquidades del doctor
negro, como ya ha ocurrido varias veces antes de ahora.
¡Y se voló! Y yo me dormí, basta que me despertó un
resplandor intensísimo, que no provenía de las alas de mí ángel, sino del
corazón de mi mamá.
Llamé a mi ángel con la pequeña voz de mi alma,
infinitamente más grande que mi cuerpo, y le pregunté i pasaba algo nuevo,
porque ya no me sentía en la triste oscuridad de antes.
-Lo que pasa es que tu mamá se ha confesado. Ya su corazón
no está negro, de esa negrura que te asustaba. y ahora mismo va a comulgar.
El doctor negro (reflejo de su alma)
XII
MI MADRE
SE DA CUENTA DE QUE YO EXISTO, PERO LO OCULTA A
MI
PADRE, POR MIEDO DEL DOCTOR NEGRO. UNA HORRIBLE
DISCUSIÓN.
EL MAL OLOR DE LA CASA DE ESE HOMBRE.
Hoy por primera vez mi madre ha tenido noticias de
mi existencia.
Su corazón sigue iluminado y late con una fuerza que
yo no le conocía:
Ha contestado briosamente a ciertas palabras de mi
padre que la interrogaba.
Más tarde ha venido el doctor negro y ella se ha
negado a salir de su cuarto.
Ni siquiera ha respondido a las raras preguntas que
él le ha hecho.
Como no entiendo las palabras de ellos y mi ángel no
ha querido explicarme nada, me he dormido en la plena luz del corazón de ella,
soñando que un día seré sacerdote y otro día seré santo.
Al
día siguiente
Ya mi mamá no tiene dudas de la existencia de su
nuevo hijito, pero me parece que se lo niega a mi papá y hasta al doctor negro
que ayer volvió a interrogarla con su odiosa voz. ¿Pero qué le importa a él lo
que pasa en nuestra casa?
Como el corazón de mamá continúa iluminado, lo cual
significa que está en estado de gracia, mi ángel se muestra sumamente alegre y
yo pienso que les ha contado todo esto a los otros ángeles de mi familia.
Me ha dicho, sin embargo, que el ángel de la guarda
de mi padre se nuestra muy acongojado, señal de que el alma del pobre señor
está, más que nunca, oscurecida por los pecados de antes y los malos propósitos
de ahora.
¿Cuáles son esos malos propósitos? Yo creía que todo
peligro de nuevos pecados de mi madre había pasado, pero no ha de ser así,
porque Absalón me repite que hay que rogar mucho a Dios. Durante largo tiempo
seguiremos en grave peligro.
Otro
día
Tengo tan cansada la cabeza por esta inmensidad de
recuerdos, que he resuelto no acordarme sino de los que me parecen los más
importantes.
Por ejemplo ayer hubo en casa una terrible discusión
entre mi padre y mi madre.
Él exige, como dueño y señor que se haga algo en que
debe intervenir el doctor negro y ella atemorizada se ha negado a hacerlo, diciendo
alguna pequeña mentira, que es un pecado porque la luz de su corazón ha disminuido
un poquito.
No sé qué será y estoy seguro de que mi ángel se
negará a explicármelo si le pregunto. No le preguntaré nada y seguiré muy
atento.
En todo caso, mi madre ha vuelto a la iglesia y ha
comulgado otra vez y yo he sentido aumentar la luz con la divina presencia del
Señor y le he pedido de nuevo lo
que antes le pedí:
-¡Quiero ser sacerdote! ¡No permitas, Señor, que me
maten!
Seis
días más tarde
Me ha contado Absalón que ha visto al ángel de la
guarda del doctor negro.
Por malo que sea un hombre, tiene siempre un ángel
que lo acompaña y lo protege y lo aconsejará hasta el día de su muerte. Algunos
de estos ángeles guardianes viven alegres porque sus palabras son escuchadas y
las personas a quienes guardan son buenas. Otros ángeles viven avergonzados por
la mala vida, el orgullo, la rebeldía de aquellos a quienes cuidan.
El del doctor negro ni siquiera puede acompañarlo
siempre porque se queda a la puerta de la casa de él, cuando el doctor negro
está adentro.
-¿Por qué? -le pregunto muy intrigado.
-Porque los ángeles sentimos el olor insufrible de
las casas construidas con el producto de un pecado y no podemos habitar en
ellas.
-¿y es así la casa del doctor negro?
-Sí. Cuando él era joven y no tenía riquezas, vivió
pobremente. Pero cuando se hizo famoso por la especialidad que ahora ejerce...
-¿Qué especialidad es? ¿Qué significa una
especialidad?
-No me preguntes tanto. Luego tú mismo lo irás
comprendiendo. El doctor negro ha ganado mucho dinero con lo que hace por su
mano y lo que enseña a hacer a otros jóvenes doctores de tan mal corazón como
él. Los crímenes de ellos son indirectamente crímenes de él, que fue su
maestro.
-¿Y su casa a donde un ángel no puede entrar...?
Me interrumpe. Verdaderamente no le gusta hablar de
esto, pero tanto lo hostigo que me explica:
-Su casa a los ojos de los hombres es muy hermosa,
pero a los ojos de Dios y de los ángeles causa espanto. No hay un ladrillo, ni
un hierro, ni una madera que no estén amasados o pulidos con la sangre de miles
y miles de niñitos, que por culpa de él murieron antes de nacer y sin bautismo.
Dios había creado el
Dios
había creado el alma de esos pobrecitos y había trazado para ellos un hermoso
camino en la vida. Iban a ser personas útiles, bondadosas y sabias, que harían
mucho bien a los hombres y hasta serían grandes santos. Pero el doctor negro,
por ganar un ladrillo más para su horrible casa, los mató o los hizo matar por
sus discípulos, antes de que nacieran. Las infelices criaturas nunca irán al
cielo. Por eso su casa tiene un espantoso hedor a sangre inocente, y ni su
ángel de la guarda penetra en ella. Un día el demonio que lo encuentra siempre
bien preparado para su infierno, le dará un golpe de muerte y no tendrá nadie
que lo defienda.
Al oír estos horrores me entra un gran temblor.
Hasta mi madre siente mi agitación. Es claro que ella no puede adivinar las
conversaciones Que yo mantengo con su ángel, que también es mío, pero de algo
se da cuenta y dice para sí, intentando acariciarme de lejos con su suave mano:
-¡Pobrecito! está nervioso, porque yo misma estoy
intranquila. No tardarán en descubrir que he mentido para salvarlo, asegurando
a su padre y al doctor que mi hijito no existe. Esto me lo traduce mi ángel que
comprende hasta las cosas dichas en voz bajísima.
Aunque hemos dejado de conversar, yo sigo pensando
en la casa del doctor negro, cuyos ladrillos han sido amasados con la sangre de
niñitos como yo y pienso una cosa que vaya preguntar a mi ángel:
-¿Acaso estos millones de asesinatos no son
castigados por la justicia de los hombres que dicen que es reflejo de la de
Dios?
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