martes, 5 de noviembre de 2019

AUTOBIOGRAFIA DEL NIÑO QUE NO NACIO. HUGO WASH


X
LA VOZ DEL DOCTOR NEGRO.
¿PODRÁN MIS PADRES CRIAR OTRO HIJITO?
Yo insisto:
-¿Son muy pobres mi papá y mi mamá que sólo pueden sostener a sus dos primeros hijitos, que son hermanitos míos?
-Hay muchos doctores negros además de éste, cuya voz has oído. Todos razonan de igual modo: los padres no tienen derecho de traer al mundo hijitos que no podrán sostener,
-¿Se necesita mucho dinero para sostener un nuevo hijito?
-¡Qué curioso eres!
-¡Contéstame, pues eres mi ángel!
-¡No se necesita mucho, cuando los padres tienen confianza en Dios y saben sacrificar sus antojos.
-¿Qué quiere decir antojos?
-Necesidades frívolas, vicios, caprichos de vanidad.
-¿Mis padres son muy pobres?
-No, no son pobres. Si lo fueran no tendrían tanto miedo de tener nuevos hijitos. Las gentes verdaderamente pobres casi nunca piensan en los sacrificios que les impondrá un nuevo hijito. Lo encomiendan a Dios y le ruegan que los ayude a mantenerlo, y se voló para que yo no siguiera preguntándole. Pero me dejó en un mar de perplejidades. ¿Por qué mamá no sabe que soy ya un hijito de ella cuando yo, más pequeño que ella, sé que es mi mamá? ¿Por qué tiembla de miedo cuando oye en nuestra casa la voz del doctor negro? ¿No podría echarlo y decirle que no venga más?
He dicho nuestra casa, considerándome ya con derecho a ella, con mis dos hermanitos, bajo la protección de mi mamá, que sé que me quiere, aun antes de que ella sepa que existo.

XI
TENGO 25 DÍAS. ¿QUÉ ES SER SANTO?
EL CORAZÓN DE MI MADRE RESPLANDECE.

Debo de ser enorme de tamaño, aunque Absalón se sonríe cuando se lo digo, y sin embargo todavía mamá no tiene ninguna noticia de mi existencia. Pero creo que está sospechándola.
Hoy mi ángel me ha contado algo, que me ha hecho extraordinariamente feliz.
Ha hablado largamente con el arcángel Gabriel, Todas sus enseñanzas me las ha ido dando mi ángel en los veinticinco días de vida misteriosa que tengo.
Me ha dicho que Dios me ha dotado de un alma extraordinaria. Que seré, cuando nazca, una maravilla como inteligente y como bueno. Que cuando sea hombre me haré sacerdote y que moriré mártir en tierra de infieles y seré santo en la Iglesia.
Como no entiendo casi ninguna de estas cosas, que oigo por primera vez, me las hago explicar largamente. Los ángeles de la guarda están para eso.
-¿Qué es un-santo?
-Es una persona humana que ama a Dios con amor heroico.
Yo que siento un infinito ardor en mi pequeñísimo corazón, se lo digo en la mejor forma que puedo decírselo. Él me comprende y agrega, sin miedo de que yo me ponga orgulloso, porque parece que los santos nunca son orgullosos:
-Los ángeles de tu familia estamos rogando a Dios por ti, que serás, cuando nazcas, un ser extraordinario.
-¿Y cuándo voy a nacer?
-Falta mucho todavía, y en todo ese tiempo pueden sobrevenir grandes tristezas en tu casa y terribles iniquidades del doctor negro, como ya ha ocurrido varias veces antes de ahora.
¡Y se voló! Y yo me dormí, basta que me despertó un resplandor intensísimo, que no provenía de las alas de mí ángel, sino del corazón de mi mamá.
Llamé a mi ángel con la pequeña voz de mi alma, infinitamente más grande que mi cuerpo, y le pregunté i pasaba algo nuevo, porque ya no me sentía en la triste oscuridad de antes.
-Lo que pasa es que tu mamá se ha confesado. Ya su corazón no está negro, de esa negrura que te asustaba. y ahora mismo va a comulgar.


El doctor negro (reflejo de su alma)
XII
MI MADRE SE DA CUENTA DE QUE YO EXISTO, PERO LO OCULTA A
MI PADRE, POR MIEDO DEL DOCTOR NEGRO. UNA HORRIBLE
DISCUSIÓN. EL MAL OLOR DE LA CASA DE ESE HOMBRE.

Hoy por primera vez mi madre ha tenido noticias de mi existencia.
Su corazón sigue iluminado y late con una fuerza que yo no le conocía:
Ha contestado briosamente a ciertas palabras de mi padre que la interrogaba.
Más tarde ha venido el doctor negro y ella se ha negado a salir de su cuarto.
Ni siquiera ha respondido a las raras preguntas que él le ha hecho.
Como no entiendo las palabras de ellos y mi ángel no ha querido explicarme nada, me he dormido en la plena luz del corazón de ella, soñando que un día seré sacerdote y otro día seré santo.
Al día siguiente
Ya mi mamá no tiene dudas de la existencia de su nuevo hijito, pero me parece que se lo niega a mi papá y hasta al doctor negro que ayer volvió a interrogarla con su odiosa voz. ¿Pero qué le importa a él lo que pasa en nuestra casa?
Como el corazón de mamá continúa iluminado, lo cual significa que está en estado de gracia, mi ángel se muestra sumamente alegre y yo pienso que les ha contado todo esto a los otros ángeles de mi familia.
Me ha dicho, sin embargo, que el ángel de la guarda de mi padre se nuestra muy acongojado, señal de que el alma del pobre señor está, más que nunca, oscurecida por los pecados de antes y los malos propósitos de ahora.
¿Cuáles son esos malos propósitos? Yo creía que todo peligro de nuevos pecados de mi madre había pasado, pero no ha de ser así, porque Absalón me repite que hay que rogar mucho a Dios. Durante largo tiempo seguiremos en grave peligro.
Otro día
Tengo tan cansada la cabeza por esta inmensidad de recuerdos, que he resuelto no acordarme sino de los que me parecen los más importantes.
Por ejemplo ayer hubo en casa una terrible discusión entre mi padre y mi madre.
Él exige, como dueño y señor que se haga algo en que debe intervenir el doctor negro y ella atemorizada se ha negado a hacerlo, diciendo alguna pequeña mentira, que es un pecado porque la luz de su corazón ha disminuido un poquito.
No sé qué será y estoy seguro de que mi ángel se negará a explicármelo si le pregunto. No le preguntaré nada y seguiré muy atento.
En todo caso, mi madre ha vuelto a la iglesia y ha comulgado otra vez y yo he sentido aumentar la luz con la divina presencia del Señor y le he pedido de         nuevo lo que antes le pedí:     
-¡Quiero ser sacerdote! ¡No permitas, Señor, que me maten!
Seis días más tarde
Me ha contado Absalón que ha visto al ángel de la guarda del doctor negro.
Por malo que sea un hombre, tiene siempre un ángel que lo acompaña y lo protege y lo aconsejará hasta el día de su muerte. Algunos de estos ángeles guardianes viven alegres porque sus palabras son escuchadas y las personas a quienes guardan son buenas. Otros ángeles viven avergonzados por la mala vida, el orgullo, la rebeldía de aquellos a quienes cuidan.
El del doctor negro ni siquiera puede acompañarlo siempre porque se queda a la puerta de la casa de él, cuando el doctor negro está adentro.
-¿Por qué? -le pregunto muy intrigado.
-Porque los ángeles sentimos el olor insufrible de las casas construidas con el producto de un pecado y no podemos habitar en ellas.
-¿y es así la casa del doctor negro?
-Sí. Cuando él era joven y no tenía riquezas, vivió pobremente. Pero cuando se hizo famoso por la especialidad que ahora ejerce...
-¿Qué especialidad es? ¿Qué significa una especialidad?
-No me preguntes tanto. Luego tú mismo lo irás comprendiendo. El doctor negro ha ganado mucho dinero con lo que hace por su mano y lo que enseña a hacer a otros jóvenes doctores de tan mal corazón como él. Los crímenes de ellos son indirectamente crímenes de él, que fue su maestro.
-¿Y su casa a donde un ángel no puede entrar...?
Me interrumpe. Verdaderamente no le gusta hablar de esto, pero tanto lo hostigo que me explica:
-Su casa a los ojos de los hombres es muy hermosa, pero a los ojos de Dios y de los ángeles causa espanto. No hay un ladrillo, ni un hierro, ni una madera que no estén amasados o pulidos con la sangre de miles y miles de niñitos, que por culpa de él murieron antes de nacer y sin bautismo. Dios había creado el
Dios había creado el alma de esos pobrecitos y había trazado para ellos un hermoso camino en la vida. Iban a ser personas útiles, bondadosas y sabias, que harían mucho bien a los hombres y hasta serían grandes santos. Pero el doctor negro, por ganar un ladrillo más para su horrible casa, los mató o los hizo matar por sus discípulos, antes de que nacieran. Las infelices criaturas nunca irán al cielo. Por eso su casa tiene un espantoso hedor a sangre inocente, y ni su ángel de la guarda penetra en ella. Un día el demonio que lo encuentra siempre bien preparado para su infierno, le dará un golpe de muerte y no tendrá nadie que lo defienda.
Al oír estos horrores me entra un gran temblor. Hasta mi madre siente mi agitación. Es claro que ella no puede adivinar las conversaciones Que yo mantengo con su ángel, que también es mío, pero de algo se da cuenta y dice para sí, intentando acariciarme de lejos con su suave mano:
-¡Pobrecito! está nervioso, porque yo misma estoy intranquila. No tardarán en descubrir que he mentido para salvarlo, asegurando a su padre y al doctor que mi hijito no existe. Esto me lo traduce mi ángel que comprende hasta las cosas dichas en voz bajísima.
Aunque hemos dejado de conversar, yo sigo pensando en la casa del doctor negro, cuyos ladrillos han sido amasados con la sangre de niñitos como yo y pienso una cosa que vaya preguntar a mi ángel:
-¿Acaso estos millones de asesinatos no son castigados por la justicia de los hombres que dicen que es reflejo de la de Dios?





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