127.- Preguntó Teodoreto por qué
razón permitió DIOS que
muriese Abel primero que Adán y que Caín, que habían nacido
primero, y respondió sabiamente: para publicar desde luego que esto del morir no va por antigüedad, sino que tan presto va el mozo como el viejo, porque ninguno se asegure, y todos estén preparados para lo que les sucediere.
muriese Abel primero que Adán y que Caín, que habían nacido
primero, y respondió sabiamente: para publicar desde luego que esto del morir no va por antigüedad, sino que tan presto va el mozo como el viejo, porque ninguno se asegure, y todos estén preparados para lo que les sucediere.
128:- Dos visiones vio S. Juan no fáciles de hermanar:
una de un Ángel labriego con una hoz en la mano, a quien otro le
ordenó:
echa tu hoz a la mies, que ya está para segarse madura. Otra de otro viñador, con una podadera aguda en la mano, a quien dijo vendimiase las viñas, porque estaban ya maduras las uvas.
echa tu hoz a la mies, que ya está para segarse madura. Otra de otro viñador, con una podadera aguda en la mano, a quien dijo vendimiase las viñas, porque estaban ya maduras las uvas.
129.-
Dime, ahora, ¿quién no ve la dificultad de estas sentencias, y que naturalmente
es imposible se verifiquen como se pronunciaron? Porque la mies
madura por junio, y las uvas para la vendimia por Septiembre, y cuando
la mies está blanca y en sazón las uvas están en agraz y muchas veces en
flor. ¿Cómo, pues dice el Ángel que vendimie, porque ya es tiempo de
coger las uvas, cuando es de segar la mies?
130.- Porque en la casa de DIOS no se atiende a las leyes
ordinarias de la tierra, sino que tan presto echa la hoz al mozo, que está
en flor y al mancebo, que empieza a madurar, como al viejo cano y seca
como mies que se cae de puro madura.
131.-
No quiere DIOS que se asegure nadie, ni que piense que
tiene larga vida, sino que sepan todos que es breve
e incierta, y que anden siempre la barba sobre el hombro, dispuestos
para la partida, y a punto para cuando venga el Señor, libres de todos los afectos
del mundo, ceñidos con su voluntad, y con luces de santas obras en las manos.
132.-
Resumiendo, pues, lo dicho saquemos la última conclusión.
Supuesto que no tienes más que una vida, y esta vida es tan breve, aun cuando en los más robustos llegara a 80 años, y que este soplo de vida pasa tan ligeramente, que no hay vuelo que le alcance, y, lo que es más es, tan lleno de miserias, que más es pena que gozo, y tan incierto, como has visto, pues no bienes un instante seguro, y en gastarla bien te va la vida eterna, la última consecuencia es que desprecies el mundo, portándote como huésped y peregrino en la tierra, que busques el cielo y tomes el camino derecho de la virtud para llegar a él y ser coronado en la gloria...TANTO APROVECHARAS CUANTO MAS FUERZA TE HICIERES.
Supuesto que no tienes más que una vida, y esta vida es tan breve, aun cuando en los más robustos llegara a 80 años, y que este soplo de vida pasa tan ligeramente, que no hay vuelo que le alcance, y, lo que es más es, tan lleno de miserias, que más es pena que gozo, y tan incierto, como has visto, pues no bienes un instante seguro, y en gastarla bien te va la vida eterna, la última consecuencia es que desprecies el mundo, portándote como huésped y peregrino en la tierra, que busques el cielo y tomes el camino derecho de la virtud para llegar a él y ser coronado en la gloria...TANTO APROVECHARAS CUANTO MAS FUERZA TE HICIERES.
133.- Estímulo es tan vivo la
memoria de la cuenta estrecha que hemos de dar a DIOS, y el rigor del juicio que
esperamos, que hace despertar a los pecadores más dormidos, y
enfervorizar a los más espirituales en el servicio de DIOS.
134.- NO SE ACABA TODO CON MORIR, sino que después
ha de haber cuenta, cargos y descargos, acusación y sentencia.
Porque después de esta vida hay otra, la cual empieza por juicio.
Todos, dice S. Pablo, sin exceptuar a ninguno, conviene que seamos presentados en el Tribunal de CRISTO para que demos cuentas de nuestras vidas, y reciba cada uno la sentencia; conforme a lo bueno o malo que hubiere hecho. De manera que tú y yo, y todos los mortales, hemos de vemos en aquel Tribunal, acusados de nuestras culpas, sin más abogado ni defensor que nuestras obras, esperando la sentencia en que no va menos que la salvación o la condenación eterna.
Porque después de esta vida hay otra, la cual empieza por juicio.
Todos, dice S. Pablo, sin exceptuar a ninguno, conviene que seamos presentados en el Tribunal de CRISTO para que demos cuentas de nuestras vidas, y reciba cada uno la sentencia; conforme a lo bueno o malo que hubiere hecho. De manera que tú y yo, y todos los mortales, hemos de vemos en aquel Tribunal, acusados de nuestras culpas, sin más abogado ni defensor que nuestras obras, esperando la sentencia en que no va menos que la salvación o la condenación eterna.
135.-
Yo te ruego que pienses esto de espacio, y de qué manera te hallarás en
aquel trance, y qué sentirás cuando saquen a plaza, en presencia de aquel
Senado, todas las obras de tu vida, y relaten en voz alta tus pecados, y
te veas solo, cercado de acusadores, con tantos cargos cuantos tú sabes, ante
un Juez tan recto, que no se amansa con dones, ni recibe excusaciones; tan
independiente, que de nadie espera y a nadie teme; tan sabio, que
nada se le esconde;
tan severo, que solo mira la justicia; tan 'poderoso, que luego la ejecuta; tan absoluto, que no hay de Él apelación; tan inexorable entonces, cuanto ahora piadoso...
tan severo, que solo mira la justicia; tan 'poderoso, que luego la ejecuta; tan absoluto, que no hay de Él apelación; tan inexorable entonces, cuanto ahora piadoso...
136.-
Porque así como en esta vida ninguno le pide perdón que no le alcance, entonces
será al contrario; porque cerrará la puerta del perdón, de manera que ninguno
le alcanzará, por más que le pida. Mírate allí donde esperas la sentencia de
vida o muerte eterna, sin apelación ni réplica, sino que al punto que se
pronuncie se ha de ejecutar. No te acuerdes cuando esto lees, de tu vecino,
sino sólo de ti mismo.
137.-
Porque el protagonista de ese espectáculo, en el gran teatro del Universo,
has de ser tú. Tú mismo has de ser el acusado y sentenciado, tú has de
verte en este trance, por eso abre los ojos, y hora por ti, y prevente para
aquella cuenta, porque no se ha de hacer más que una vez, y, si no sale
bien, no podrás enmendarla después.
138...
Haz cuenta que ahora te llaman y que te dicen que la des, y mira qué
sintieras de verte repentinamente en aquel Tribunal, y qué vida quisieras
haber hecho cuando te halles en él.
139.-
Cuenta Dionisio Cartusiano que pasó de esta vida un
Religioso muy devoto de Nuestra Señora, pero algo descuidado en la
observancia de sus Reglas, el cual volvió después a vivir.
140.-
Contó que, habiendo sido presentado ante el Tribunal de
CRISTO, fueron tantos y tales los cargos que le pusieron, que el pobre se
halló atajado, sin tener que responder, y viéndose perdido se arrojó a
los pies de la Reina de los Ángeles, y le suplicó afectuosamente que
intercediese par él con su benditísimo Hijo y le alcanzase algún tiempo de vida
para enmendarse en adelante y satisfacer a esos cargos.
141.-
La piadosísima VIRGEN se llegó a CRISTO y estuvo
hablando con El secretamente, y testificó una, y muchas veces, que fue tal
su congoja y la vehemencia de su temor, aquel breve rato de si lo
alcanzaba, o no lo alcanzaba, si lo otorgaba; o no concedía, que le parecía
que, aunque fuera su alma como un monte de metal, se deshiciera como cera,
por la grandeza del temor, y que no había tormento en todo lo descubierto a que
poderle comparar y bien lo demostró la vida que después hizo, porque fue
penitentísimo y un dechado de Santidad.
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