En
fin, considero que el texto que se publica es un testimonio que nos lleva a los
diversos aspectos de una sociedad en conflicto y las formas en que se prepara
para afrontarlo y, en su caso, hacerlo suyo. Es una pieza de microhistoria en
donde la comunidad puede verse a través de los ojos del sacerdote, actor más
que principal de los pueblos y sus cotidianidades.
Este
texto, en relación con los otros documentos que conforman la colección del padre
Arroyo, como son las agendas y los diarios, definitivamente, da material
suficiente para una microhistoria de Huejuquilla el Alto, Jalisco y de
Valparaíso, Zacatecas, poblaciones muy cercanas entre sí.
Las
versiones del texto Existen cuatro versiones de las memorias del padre Arroyo
en el fondo documental Aurelio R. Acevedo conservado en el Archivo Histórico de
la unam (ahunam).14 La primera, que denominaremos A.C.J.M., sin fecha pero
quizá de 1929 (meses después de que Calles dejara el poder), está escrita en
hojas media carta por las dos caras, a máquina y con tinta roja. Se inicia en
el folio 21 y termina en el 145, que en realidad debería ser el 144, pues al parecer
hubo un error en la numeración y se omitió el 144 (en la foliación anotada
durante el procesamiento archivístico se numeró del 1 al 62v).
En el
folio 75 el color de la letra cambia a morado y en el 138 a azul. Al parecer,
A.C.J.M. es la más acabada, lista, podríamos decir, para su publicación; sin
embargo contiene algunas correcciones hechas con tinta, aunque pocas, lo que
nos hace ver –comparándola con las otras versiones– que ésta carece de algunos
datos presentes en las demás.
Por
otra parte, el hecho de que se inicie en el folio 21 hace pensar que existe
otra aún más completa no conservada en el fondo Aurelio R. Acevedo. La versión
a que nos referimos se inicia con el título “La a. c. j. m. en Valparaíso” –de
ahí las siglas que le asignamos– y se refiere inicialmente al año de 1923.15
Por su
parte, la segunda versión, que denominaremos vv (Vicario de Valparaíso) y que
data probablemente de 1929 a 1931, se halla provista del título “Memorias del Padre
Arroyo”, con una portadilla en cartulina gris que a la letra dice: “Memorias del
Pbro. D. Adolfo Arroyo, Vicario cooperador de Valparaíso, Zacatecas, donde era párroco
primero D. José de Jesús Nava, luego D. Juan Ibarra Jiménez y por último el Sr.
Cura Don Mateo Correa, muerto el 6 de febrero de 1927 por órdenes del callista Eulogio
Ortiz”. Se trata de un mecanuscrito en hojas de papel delgado, o sea, una copia
al carbón. Se inicia la foliación originalmente desde el número 2 y termina en
el 70. Relata en principio la visita de Manuel Pacheco, miembro de la Acción
Católica, en el mes de julio de 1925, narración que en la A.C.J.M. se encuentra
en el folio 32, por lo que, definitivamente, esta versión es más corta. Tiene
muy pocas correcciones al margen y sobre la caja del renglón, y varias
tachaduras que corresponden a correcciones hechas al original mecanuscrito.16
La
tercera versión, que denominaremos vva, tampoco tiene fecha y resulta, a su
vez, una copia al carbón de vv, salvo que a ésta le faltan dos folios. Tiene
igualmente pocas correcciones y tachaduras.17
A la
cuarta versión, que denominaremos vvb, le faltan, de origen, los siguientes folios:
1 a 18, 20 y 21, y 23 a 25. Es igualmente una copia al carbón de un original común
a vv y vva, y lo que les da sus características específicas son las anotaciones
y tachaduras que se encuentran en cada una de ellas. vvb tiene una guarda en
cartoncillo gris con las siguientes inscripciones: “Gertrudis Cárdenas,
Florencio Jaso Estrada, Flumencio Epitacio Lamas”.18
Si
bien –como hemos sugerido– el texto que ahora publicamos podría parecer una versión
de los diarios del padre Arroyo para su publicación en David por Aurelio Acevedo,
en un memorándum –el número 6 del padre Arroyo– se anotan los sucesos que se
dan entre el 9 de mayo de 1925 y el 29 de abril de 1927.19 De modo que, confrontando
el memorándum con el original que publicamos, se puede apreciar que los
acontecimientos principales coinciden pero hay una importante diferencia: generalmente
en las memorias es más abundante la narración, y los datos concretos, más precisos
en el memorándum.
Esto
nos deja ver que nos hallamos ante dos intenciones distintas del mismo autor al
escribir uno y otras. Ese autor no podría ser otro que el padre Arroyo, pues
era quien tenía los elementos para desarrollar esas memorias; y, por su parte,
los memorándums, elaborados cotidianamente, le sirvieron de apoyo mnemotécnico
para ese texto que se preparó para publicación.
El
registro diario o periódico de las acciones y en general de lo que
cotidianamente le sucedía o llamaba la atención, se encuentra pues en los
memorándums, y el texto de las memorias fue realizado con posterioridad con la
finalidad de compartir con un público amplio esos recuerdos, esas vivencias,
esos acontecimientos, tal y como lo hizo con sus aportaciones primero al Peor es
nada y luego al David. La preparación editorial habría sido realizada por
Aurelio Acevedo para su inclusión por entregas en el David, como sucedió, y,
quizá, con la anuencia o participación del propio Arroyo si, como es muy
probable, alcanzó a prepararlas o disponerlas para su publicación en la primera
época del David (1937-1939).
Ahora
bien, la publicación en David, aunque inconclusa, no tuvo lugar realmente hasta
abril de 1952, cuando se presenta de la siguiente manera: “Las interesantes
memorias del Padre Arroyo nos refieren con abundantes detalles la persecución
religiosa y la defensa cristera: Comienza con la organización de la A.C.J.M. en
Valparaíso, Zac., a donde se refieren todos los hechos”.20 Esta publicación en
el David se suspende en el número del 22 de mayo de 1953, aunque se publica en
ese número una semblanza de Rosario Recéndez, destacado militante cristero,
incluida por Arroyo en sus memorias21 y, posteriormente, en enero de 1954, una
de María del Carmen Robles escrita por el mismo sacerdote.
No
obstante que la publicación de las memorias se reanuda en 1954 (“reanudamos estas
memorias que contra nuestra voluntad suspendimos. Reanuda con: Propaganda de la
A.C.J.M.”),22 nuevamente se suspende en 1956 sin aducir las razones, que se
encuentran, sin embargo, en el número 75 del David, de octubre de 1958, cuando
se aclara en una nota que “para atender a nuestros colaboradores de diferentes
lugares, con el propósito de que todos tengan oportunidad de publicar sus
narraciones, suspendimos las memorias del Padre Arroyo durante dos años”.23
Finalmente, en julio de 1966 se puede ver su conclusión, si bien lo ocurrido no
es fácil de establecer debido a las constantes interrupciones y reactivaciones
de la publicación.24
La
edición Lo primero que me propuse al editar este texto fue elegir la versión
sobre la cual se habría de desarrollar el trabajo de edición y publicación.
Elegí la segunda versión, denominada vv, que fui cotejando con las demás para
recuperar anotaciones que iban apareciendo; además, acudí a ellas para corroborar
algún dato o para entender alguna o algunas palabras que en el codex optimus no
era posible.
La
elección de vv obedece sobre todo a las razones que el mismo autor,
posiblemente en acuerdo con el editor (es decir, Aurelio Acevedo), tuvo en su
momento. acjm, como hemos dicho, es una versión más amplia pero, al parecer y
conforme con la foliación original, incompleta es decir, se observan ya
titubeos de los involucrados en la obra sobre qué sí y qué no publicar. La
decisión recae finalmente sobre Aurelio Acevedo, quien
la
publica en el David en ausencia de Arroyo, varios años después de fallecido
éste.
Considero
que, de esa manera, en la presente edición se respeta aquella decisión tomada
por Aurelio Acevedo siguiendo los criterios que en su momento seguramente adoptó
Arroyo y que habrían obedecido a las condiciones de los militantes cristeros –las
cuales llegaron a ser realmente difíciles–, así como a cuestiones que habría
considerado íntimas o pudieran levantar controversia. Al preparar la
publicación, Arroyo habría, pues, decidido omitir las primeras fojas de
A.C.J.M. (ya en sí probablemente podada), que en la presente edición situamos
como anexo 1. Una observación de Acevedo incluida en el número 27 del David
confirmaría estas hipótesis:
Las
memorias del Padre Arroyo están sacadas por él mismo de su “diario íntimo” que llevaba
y que comenzó con su acta de nacimiento y bautizo en San Juan Capistrano.
Lo que
venimos publicando, pues, es lo correspondiente a la persecución religiosa y defensa
armada, pero existen otros detalles en el diario en los que cuenta sus
verdaderas “intimidades”. En otros casos se encuentran además de las notas
diarias con sus novedades, comentarios suyos que de conocerse pondrían en
aprietos a más de un personaje de… Pero no seremos indiscretos sino en lo
relativo al asunto propiamente cristero.25
Por su
parte, vv es la versión más legible, aunque, como hemos dicho también, es copia
al carbón de un original inexistente en el fondo documental y al parecer la más
cercana a ese original mecanuscrito. Sin embargo, al observar el distinto
amarilleo de las hojas podría asegurarse que en algún momento esta versión se
fue completando con fojas de otras versiones, probablemente con la idea de
conformar la versión publicable.
Respecto
a los 12 folios que se encuentran en la primera versión (21 al 32) y que quien
realizó las tareas de preparación no tenía contemplado publicar, como ya
adelantamos, se incluyen al final (anexo 1), a modo de que el lector posea la
perspectiva que Arroyo pudo tener cuando elaboró la primera versión (acjm),
pero que sin duda no era la misma para cuando elaboró la segunda (vv) y lo
habría llevado a la supresión de esos folios junto con un coeditor que, como
hemos dicho, seguramente fue Acevedo.
Se
incorporan además, a las memorias del padre Arroyo, otros dos textos. El anexo 2
es un relato sobre el inicio de las acciones armadas durante el conflicto
religioso y la forma en que huye el padre Arroyo de Valparaíso a San Antonio en
Jalisco. A pesar de su brevedad, considero que ésta resulta ser una pieza
narrativa muy interesante y bien escrita, además de que al final su autor hace
una serie de reflexiones profundas sobre el inicio del movimiento y algunos de
sus aspectos. El tercer anexo es la transcripción de un breve diario, escrito
por María, una de las hermanas del padre Arroyo, sobre los últimos días del
sacerdote, su agonía y su muerte, como ya dijimos, acaecida en septiembre de
1938. Es un relato por demás emotivo, con un dejo de ingenuidad por parte de la
narradora pero que nos muestra el sentimiento y la preocupación de la comunidad
respecto a la salud del padre Arroyo. Estos anexos 2 y 3 se pueden localizar, con
la misma clasificación archivística, en la caja 49, expediente 3.
Es
preciso señalar que hemos elegido un título más breve que el original para la
edición de esta obra, es decir, Memorias de un sacerdote cristero, aunque el
original, mucho más extenso, queda en la transcripción que el lector podrá ver
enseguida.
Criterios para la disposición del texto 1) Aun cuando la
mayor parte del texto que se publica está trabajada en algún momento para su
publicación, como hemos dicho, existen cuatro versiones, además de la publicada
en David, que se fueron analizando, y se seleccionó la que tiene breves correcciones
manuscritas al margen y posee mayor autenticidad. Esto hizo necesaria la tarea
de transcripción paleográfica de algunos documentos manuscritos y comentarios que
se encuentran sobre todo en los diarios y agendas de la colección y que
sirvieron para cotejar los acontecimientos ocurridos en determinadas fechas que
también se narran, aunque de manera más prolija, en el texto que ahora se
publica. Sin embargo, la generalidad de la obra se halla escrita a máquina. 2)
Son comunes los errores mecanográficos, por lo que cuando eran evidentes se
corrigieron, así como la ortografía que, en lo general, es buena. 3) Se
corrigieron los acentos y se aplicó un sistema de puntuación actual que hiciera
más entendible el texto. 4) Se corrigió el uso de las mayúsculas, que resultaba
excesivo en su función jerárquica y reverencial. 5) De acuerdo con las normas
de presentación del Seminario Archivo Historia del iisue, las abreviaturas se desataron
y las letras que se agregaron se diferenciaron con cursivas. De igual manera, para
las palabras en idioma distinto al español se utilizaron cursivas. 6) Cuando
era el caso, las anotaciones y correcciones al texto hechas al margen, casi
siempre por Arroyo, se añadieron entre corchetes, o bien a pie de página, así
como una que otra, mínima, nuestra. Las tachaduras se eliminaron en todos los
casos, dado que resulta claro que se trata de errores del copista o tomador del
dictado y casi en su totalidad son ilegibles. 7) El final de cada página del
original se marcó con dos líneas paralelas:. 8) Los documentos anexos conservan
la foliación dada originalmente: del 21 al 32 en el anexo 1, del 195 al 203 en
el anexo 2 y sin foliación para el anexo 3, ya que éste se encuentra en una
libreta de notas de las muchas que existen en la colección del sacerdote. Las foliaciones,
tanto la original como la aplicada durante el proceso de ordenación del fondo,
se consignan separadas por una diagonal, entre corchetes y en negrillas. 9)
Para las grafías de números hemos unificado el uso de dígitos para fechas y
horas, y de letra para cantidades menores de 10 y número para mayores, que en
el codex optimus son tendencias titubeantes; los miles de cifra cerrada los damos
en letra.
Finalmente, agradezco a Ana Irma González por el apoyo
brindado en la captura del texto, y a Juan Leyva, por hacer de la presente
edición una obra lo más pulcra posible.
Gracias infinitas a ambos.
Gustavo Villanueva Bazán
14
ARA, Colección Padre José Adolfo Arroyo, Serie Agendas, Diarios y Memorias,
caja 50, expediente 7.
15 Ibid., fols. 1-62v.
16 Ibid. fols. 63-133
(la foliación original se inicia con el número 2 y termina en el 70, no se
cuentan
ni la
portadilla ni la primera foja).
17
Ibid. Durante el procesamiento archivístico no se le aplicó número de folio.
18
Ibid. Al igual que en VVa, durante el procesamiento archivístico no se aplicó
número de folio.
19
Memorándum núm. 6, del 9 de marzo de 1925 al 29 de abril de 1927, en ARA, Colección
Padre
José
Adolfo Arroyo, Serie Agendas, Diarios y Memorias, caja 49, expediente 3, fols.
157-194v.
20
David, año I, 2.a época, agosto, 1952, núm. 1, p. 15 (sin día).
21
David, año I, 2.a época, 22 de mayo, 1953, núm. 10, pp. 163-164.
22
David, año II, 2.a época, 22 de abril, 1954, núm. 21, pp. 337-338.
23
David, año VII, 22 de octubre de 1958, núm. 75, p. 48.
24
David, año XIV, tomo VII, 2.a época, 22 de julio de 1966, núm. 168, pp.
389-391.
25
David, año III, 2.a época, 22 de octubre, 1954, núm. 27, p. 42. El hecho de que
Acevedo señale aquí omisiones o cortes que ya se aprecian en VV (que incluye
notas a mano de Arroyo) es una evidencia de que el propio Arroyo habría hecho
esas consideraciones, ya sea para publicar el texto en el David o, con mayor
probabilidad, en un volumen independiente.
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