Tras la elección de Monseñor Le
Hunsec como Superior General, Monseñor Auguste Grimault fue nombrado en 1927
Vicario Apostólico y administrador de la Prefectura Apostólica de Senegal (San
Luis). El 31 de marzo de 1929 inauguró la futura catedral llamada «el Recuerdo
africano», concebida, según la idea del Gobernador general Merleau- Ponry, como
un monumento a los soldados africanos muertos por Francia. El Padre Daniel
Brottier, Vicario Delegado de Monsefí.orJalabert, había tratado de recolectar
en París desde 1911 los fondos necesarios para su construcción. El edificio fue
consagrado en marzo de 1936 por el Cardenal Verdier, Legado.
No se descuidó la obra escolar
de la Iglesia, indispensable para proteger la fe de los chicos católicos, tan
amenazada en la escuela laica a causa de la enorme cantidad de chicos
musulmanes. En Dakar, además de las instituciones femeninas, existía la escuela
elemental de chicos que, después de la expulsión de los Hermanos de Ploérmel
por las «leyes inicuas», se convirtió en escuela primaria parroquial. Le siguió
un instituto secundario, también denominado «Colegio Seminario Libermann», que
acogió, a partir de 1924, a los seminaristas menores. Léopold Sédar Senghor fue
alumno suyo de 1922 a 1926.
En vísperas de la guerra, Pío
XI cambió el nombre del vicariato de «Senegambia» por el de «Dakar», y el de la
Prefectura de Senegal por el de Prefectura de San Luis de Senegal. Gambia se
convirtió en prefectura apostólica, y también Casamance, con el título de Prefectura
Apostólica de Ziguinchor, cuya dirección asumió en 1939 el espiritano mestizo
Joseph Faye, que en 1946 se retiró para hacerse cisterciense en Aiguebelle. Lo
sucedió el 13 de junio de 1947 un sanluisino, Prosper Dodds, sobrino del
General Dodds, conquistador de Dahomey.
Monsefí.or Grimault, que había
desarrollado Casamance, fundó en Senegalla Misión de Diohine en el Sine,
consagró en 1945 la magnífica iglesia de Thies, y creó en Dakar la segunda
parroquia, la de la catedral, por división de la del Sagrado Corazón. Por
escasez de personal tuvo que cerrar Foundiougne y renunciar a fundar Fatick.
Preocupado por la falta de
recursos, prohibió cualquier actividad nueva que pudiera agravar su
presupuesto. Después de enfermarse gravemente en 1940 y 1941, en 1945 se vio
«fichado por el General de Gaullev", por lo que tuvo que presentar su
dimisión al Visitador Apostólico y retirarse en octubre de 1946. Así pues,
muchas cosas habían quedado en el aire, y por eso tanto los misioneros como la solemnemente la cordial avenencia con el nuevo Prelado,
quien estaba resuelto a sacar de las disposiciones favorables del gobierno el
mejor provecho para la Iglesia.
Por lo demás, el Padre Libermann había recomendado a sus misioneros:
«Llévense bien con las autoridades; así lo exigen la voluntad de Dios y el bien
de las almasv". Aunque los jefes civiles de Dakar fueran representantes de
un régimen muy débil de ideas y muy liberal, y aunque incluso fueran masones,
Monseñor Lefebvre quiso y logró obtener de ellos, mediante relaciones
personales y cordiales, lo que no hubieran conseguido unas frías relaciones
administrativas. «La caridad no tiene en cuenta el mal-dice San Pablo-, todo lo
cree, todo lo espera» (1 Corintios, 13, 5-7).
El joven Obispo expresaba esta caridad el 16 de noviembre de 1947 en su
catedral, frente a la cual estaba formada la Guardia Roja, y hasta la cual la
policía montada había escoltado al Alto Comisario. Tomando la palabra en la
iglesia, Monseñor Lefebvre se dirigió primero al Comisario, cuya presencia le
parecía «particularmente significativa», y luego a todos los fieles, a quienes
exhortó a «tomar parte en la importante labor común a base de caridad, de
caridad por el amor, y de don de sí». «Me doy a ustedes -dijo-, dense ustedes a
mí, vengan a mí».
La voz era clara, siempre igual, con una fuerza persuasiva y una autoridad
suave que impresionaban y conquistaban. Confirmó inmediatamente, entre los
funcionarios franceses, la reputación de «hombre excepcional» y de persona «de
primer orden» de que ya gozaba entre ellos el joven Prelado". El clero,
por su parte, veía por primera vez en lustros la Iglesia de Senegal regida por
un pastor que no había salido de las filas de sus misioneros". Ahora bien,
el Obispo superó esa desventaja emprendiendo una visita de todo su vicariato
(al que se le sumaría el 9 de enero de 1948 la administración apostólica de la
Prefectura de San Luis), lo que le permitió conocer personalmente a sus 42
sacerdotes, de los que 37 eran espiritanos.
Monseñor Lefebvre expresó más
tarde cuáles eran sus sentimientos al tomar posesión de su cargo: “Me di cuenta
entonces de que había quedado comprometido para siempre a dirigir, a ser jefe,
con todas esas almas que estaban bajo mi responsabilidad. Resultaba agotador,
porque así sería hasta el fin de mis días; llevaba un anillo que en todo momento
me lo recordaba ... Ya no había ninguna posibilidad de dar vuelta arras".
Así pues, resolvió seguir
adelante, siempre hacia lo mejor, movilizando sus energías y desplegando sus
dones de actividad organizadora.
Se percató de las
necesidades desde un principio y se fijó un plan de acción, no al tuntún de las
urgencias diarias, sino en función del futuro a largo plazo de la Iglesia y del
país: fundar un colegio secundario para varones y una escuela de monitores
(maestros de escuela elemental); reorganizar la formación sacerdotal, crear
nuevas parroquias urbanas, coordinar la Acción Católica y reactivar las misiones
en tierra infiel. Para cada uno de estos fines, escogió al hombre adecuado, le
entregó su confianza y no quedó decepcionado. No obstante, como su Congregación
no bastaba para proporcionarle el número necesario de misioneros, decidió
buscar sacerdotes, hermanos y religiosas en otras partes'". En febrero de
1948 volvió a Francia y consiguió, en algunas semanas, establecer una red de
bienhechores, asegurarse un fuerte apoyo económico de las Obras Pontificias
Misioneras, cuyo Director en París, Monseñor Henri Chappoulie, de marzo Pío XII
lo recibió en audiencia durante un cuarto de hora. El Papa le preguntó sobre su
formación romana y exclamó con amabilidad: «¡Ah! El querido Padre Le Floch».
Luego le confió su inquietud por las persecuciones desencadenadas por los
comunistas. Marcel Lefebvre grabó en su alma esa preocupación del Santo
Padre".
3. Sus
obras más queridas.
Las obras que Monseñor
Lefebvre más quería fueron, sin duda alguna, su Colegio, su Seminario y su
Congregación indígena.
El
Colegio Santa María de Hann
Desde la llegada del nuevo
Obispo, los padres cristianos fueron a pedirle la fundación de un colegio
secundario para varones'", En efecto, había cuatro instituciones para
muchachas bajo la dirección de las Hermanas de San José de Cluny y de la
Inmaculada Concepción de Castres, pero ya no había nada para varones desde que
el «colegio seminario» se había convertido exclusivamente en seminario
menor", Convencido de que la formación de una elite católica, indispensable
en Senegal y en el AOF, dependía por completo de la existencia de un colegio de
varones, Monseñor Lefebvre se dirigió a Monseñor Le Hunsec, quien le confesó no
poder ofrecerle a nadie que tuviese las cualidades necesarias para esa empresa.
Esto hizo que el vicario apostólico se decidiera a pedir ayuda a otras
congregaciones.
Solicitó la de los
Hermanos maristas, cuyo Provincial de Francia, el Padre Thomas, residía en
Saint-Brieuc. Éste aceptó audazmente enviar al Padre Chieze que, ayudado por
otros dos sacerdotes y un seminarista, instauró las primeras clases de
educación secundaria en los locales provisionales que le cedieron, en la calle
Malenfant, los Hermanos del Sagrado Corazón. Luego el Obispo construyó para
ellos una escuela totalmente nueva, la escuela Saint-Michel".
Ahora bien, Monseñor
Lefebvre ya había encontrado, a seis kilómetros de Dakar, en las dunas de Hann,
el emplazamiento del futuro Colegio Sainte-Marie: un terreno de cinco hectáreas.
Ideó los planos del mismo para recibir en él a setecientos alumnos, de los que
doscientos cuarenta serían internos. Lo bendijo el 14 de enero de 1950 en
presencia del Alto Comisario Paul Béchard, que lo inauguró, dando una muestra
de las excelentes relaciones que el Obispo mantenía con la
administración'".
El colegio recibía a
negros y blancos y era de pago, como los que entonces edificaron Monseñor
Graffin en Mvolyé y Monseñor Bonneau en Douala. Los musulmanes podían acceder a
él, pero sólo hasta una proporción de uno a cinco por cada cien alumnos, como
era norma en todas las escuelas del vicariato. Al ser una minoría, los chicos
musulmanes aceptaban aprender el catecismo. A veces, alguno de ellos llegaba a
ser el primero de la clase en esta materia y lloraba el día de la primera
comunión, porque no podía recibir el Pan de los ángeles como sus
compañeros'".
El éxito respondió a la
expectativa: en 1960, quinientos alumnos frecuentaban el colegio. Por mucho que
el gobierno rechazara los subsidios y prohibiese la apertura de nuevas
clases", Monseñor Lefebvre (que nombró enseguida un director de enseñanza)
pudo desarrollar de manera considerable una enseñanza católica multiforme,
primaria, secundaria y profesional'", cuyos resultados fueron enseñanza primaria
pasó, de 1947 a 1962, de dos mil alumnos repartidos en nueve escuelas a doce
mil alumnos estudiando en cincuenta y una escuelas. La enseñanza secundaria
contaba en 1947 sólo con ciento cincuenta alumnos, pertenecientes a cuatro
establecimientos; en 1962 había mil seiscientos alumnos repartidos en once
establecimientos'"; y un alumno de cada 5,6 estudiaba en una escuela
católica. Se podrá decir que sesenta y dos escuelas es poca cosa en comparación
con las trescientas veinticinco de Yaoundé o las ochocientas noventa de Onitsha,
en Nigeria. Seguro, pero estas sesenta y dos flores en el desierto suponían un
prodigio mucho mayor que aquéllas.
La niña
de sus ojos: el Seminario
Sobre esta sólida base
escolar, Monseñor Lefebvre pudo apoyar firmemente sus seminarios. San Pío X
había exhortado a los obispos a «encaminar lo principal de sus trabajos a
organizar y gobernar con acierto los sagrados seminarios» y a hacer de ellos
«las delicias de su corazón». Así lo hizo. Desde la clausura del «Seminario
Menor Libermann» en 1930, las jóvenes vocaciones habían sido enviadas a la
Escuela Apostólica de Allex, en Francia, y luego al Seminario Menor de
Oussouye, en Casamance, de donde Monseñor Grimault las había hecho volver a
Ngazobil.
Pero Monseñor Lefebvre,
considerando que la instalación era deficiente, decidió en 1948 que sus once
seminaristas menores se unieran a los veinticuatro de Casamance, en Oussouye,
bajo la excelente dirección del Padre Michel. En su lugar, Ngazobil se
transformó, según el gran deseo del Obispo, en una escuela preparatoria para
conseguir el diploma elemental, que fuese a la vez una escuela de instructores
y un preseminario, y que contaba con cuarenta y un alumnos en 1950. Luego, en
1952, los «dakarianos» volvieron de Oussouye al Vicariato Las clases
secundarias inferiores se establecieron en Ngazobil, donde se construyeron
edificios totalmente nuevos, mientras que las clases superiores fueron a parar
al Colegio de Hann, cerca del cual, gracias a un Prelado de Friburgo, Monseñor
Delatena'", se construyó para ellos un edificio de internado dirigido por
un Padre marista. Dios bendijo esta solución, pues al inicio del curso de 1961
había ochenta seis seminaristas menores repartidos entre Ziguinchor, Ngazobil y
Hann.
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