Y así
como ella concibió, llevó y llevará eternamente a su hijo Jesús en su Corazón,
así también ha concebido semejantemente, ha llevado y llevará por siempre este
mismo Corazón a todos los santos miembros de esta Divina Cabeza, como hijos
suyos muy queridos, y como fruto de su corazón maternal, del que hace una
oblación continua y un sacrificio perpetuo a la Divina Majestad.
§ 2. EL CORAZÓN DE LA CORREDENTORA
Lo que
acabamos de decir arriba, es muy considerable y ventajoso para el Corazón
sagrado de la Madre de Jesús. Pero he aquí más todavía: y es que esta
maravillosa obra maestra de la salvación de todo el género humano ha sido
hecha, no solamente en el Corazón, sino en cierta manera por el Corazón de esta
Madre adorable.
Después
que Juan Crisóstomo dijo, hablando del corazón de San Pablo, que es el
principio y el comienzo (después de Dios, se entiende), de nuestra salvación,
¿quién puede protestar, si se da este elogio al Sagrado Corazón de la Madre de
Dios? Ciertamente no carece de razón y fundamento. Pues es ciertamente verdad
que no solamente fue quien el primero recibió en su Corazón al Salvador del
mundo, cuando salió del corazón de su Padre para venir a trabajar en la tierra
la obra de la Redención, y quien en él le ha conservado y conservará
eternamente, sino también este Corazón sin par, todo abrasado de amor a Dios y
de caridad para con los hombres, ha cooperado siempre en El en esta grande
obra, tanto en su comienzo, como en su desarrollo, como en su término.
En
cuanto al comienzo, hace más de cuatrocientos años que un gran siervo de la
Virgen, hombre muy piadoso y gran sabio, dijo que las dos primeras cosas que
han dado comienzo a nuestra salvación procedieron de su Sagrado Corazón: a
saber, la fe y el consentimiento que dio a la palabra del ángel ( 5 ) .
Porque
Dios no ha querido cumplir el misterio de la Encarnación, sino por el
consentimiento del Divino Corazón de María, misterio que es el fundamento de
nuestra salvación, principio de todos los otros misterios que el Hijo de Dios
operó para nuestra redención, y la primera fuente de cuantas gracias nos
adquirió para librarnos de la esclavitud del pecado y del infierno y para llevarnos
al cielo.
Veamos
ahora de qué manera este amante Corazón de la Madre del Amor Hermoso ha
cooperado al desarrollo de esta grande obra. Encuentro cinco maneras
principales y muy considerables.
Primeramente
por los cuidados, las vigilancias y las penas continuas que el amor y la
caridad de que estaba lleno impusieron a esta Divina Madre para conservarnos,
alimentarnos y educarnos un Salvador.
En
segundo lugar, por las fervientes oraciones que dirigía sin cesar a Dios, de
todo corazón, para la realización de todos los designios que este Adorable
Redentor tenía para la salvación de todo el mundo.
En
tercer lugar, por todas las mortificaciones humillación y sufrimientos que
sufría, las cuales ella ofrecía al Padre Eterno con un amor ardentísimo y una
caridad increíble, en unión de las de su Hijo para el mismo fin para el cual él
lo sufría, es decir, para la destrucción del pecado y para la redención de las
almas.
En
cuarto lugar, por la estrechísima unión que tenia con su Hijo con el cual, no
teniendo más que un solo Corazón, una sola alma, un solo espíritu y voluntad,
Ella quería todo lo que El quería, hacía y sufría en cierto modo con El y en
El, todo cuanto El hacía y sufría. De suerte que cuando El se inmolaba en la
cruz por nuestra salud, Ella lo sufría también con El por el mismo fin! ¡Oh
María, exclamaba San Bernardo, qué rica sois! Vos sois más rica que todas las
criaturas que hay en la tierra y en el cielo; vos sois lo suficientemente rica
para enriquecerlas a todas, pues esta porción de vuestra substancia que vos
habéis dado a nuestro Salvador cuando quiso ser Hijo vuestro, es suficiente
para pagar las deudas de todo el mundo (6).
En
quinto lugar, el Corazón de la gloriosa María ha contribuido a la obra de
nuestra Redención, porque Jesús, que es a la vez la Hostia que ha sido
sacrificada por nuestra salvación, y el sacerdote que la ha inmolado, es el
fruto del Corazón de esta Bienaventurada Virgen, como antes hemos dicho; porque
este mismo Corazón es también el sacrificador que ha ofrecido esta Divina
Hostia y el Altar sobre el cual ha sido ofrecida, no una vez solamente, sino mil
y mil veces, en el fuego sagrado que arde sin cesar sobre este altar; y porque
la sangre de esta adorable víctima, que fue derramada por el precio de nuestro
rescate, es una parte de la sangre virginal de la Madre del Redentor, que Ella
le dio con tanto amor que pronto estaba a entregarle de todo corazón hasta la
última gota por este fin. Dice San Bernardo: "El Padre Eterno, queriendo
rescatar el mundo, puso todo el precio de su rescate en las manos y en el
Corazón de María» (7).
He
aquí cómo este Corazón ha cooperado al desarrollo de la obra de nuestra
Redención. Falta estudiar lo que ha hecho y hace continuamente por el
perfeccionamiento de esta obra.
§ 3. EL CORAZÓN DE LA INTERCESORA
Habiendo
venido el Hijo de Dios a la tierra, y habiendo nacido en un establo y muerto
sobre una cruz, para cumplir la obra que el Padre había puesto en sus manos: es
decir, para aniquilar el pecado, y librar las almas de su tiranía, para nacer,
vivir y reinar en ellas, y para reinar y glorificar en ellas a su Padre; no se
realiza esta obra sino en la medida que estas cosas se ejecutan.
Por
esto, as! como El tiene un deseo incomprensible de que su obra se realice,
también desea infinitamente destruir el pecado, salvar a las almas, verse
viviendo y reinando en ellas, y establecer en ellas el reino de su Padre. Por
este fin se desvela y trabaja continuamente tanto por si mismo como por su
cuerpo místico, que es su Iglesia. Por este fin emplea incesantemente ante su
Padre, las
oraciones
e intercesiones de toda la Iglesia triunfante, los cuidados y vigilancias de la
Iglesia militante, el uso de los Sacramentos que en Ella ha establecido, todas
las funciones eclesiásticas que se ejercen, todas las buenas obras que se
hacen, todas las vigilias, ayunos, y mortificaciones que en ella se practican y
todos los sudores y trabajos de los obreros evangélicos que cooperan con El a
la salvación de las almas. Por esta razón la divina palabra los llama
ayudadores de Dios(8); los cooperadores de la verdad eterna (9). De suerte que
todos los ángeles y santos de¡ cielo y todos los. Verdaderos cristianos que
están en la tierra, cooperan con el Salvador cada uno según la medida de su
gracia y el uso que hace de ella, en la consumación de su obra; de tal forma
que. cada uno puede decir a su manera con San Pablo, que cumple lo que falta a
la Pasión y a los otros Misterios del Redentor; porque les falta el que su
fruto y efectos sean aplicados a las almas Mas el Sagrado Corazón de la
Dignísima Madre de Jesús, coopera él sólo más eficazmente y más ventajosamente
a la perfección de su obra, que todos los santos juntos del cielo y de la
tierra.
En la
tierra cooperó de cinco maneras principales como acabamos de ver. También
coopera en el cielo de cinco modos principales.
En
primer lugar, en cuanto que el odio inconcebible que tiene contra el pecado, la
caridad indecible que tiene para todas las almas, y el amor ardentísimo hacia
el Padre Eterno y hacia su hijo Jesús, animan e impelen a esta Divina Madre a
rogar sin cesar por la ruina de la tiranía del infierno, por la libertad de las
almas que tiene cautivas, y por el establecimiento del Reino de Nos en ellas.
En
segundo lugar, por el santo uso de esta misma caridad hacia las almas, de la
que está lleno si, corazón, le hacen hacer en su favor, de varios grandes
privilegios y poderes señalados ,que Dios le ha dado, para ayudarlos
poderosamente en el negocio de su salvación, de varios modos extraordinarios
que no conoceremos sino en el cielo.
En
tercer lugar, por la oblación perpetua que hace de todo su corazón al Padre
Eterno, con su Hijo Jesús, de los sufrimientos de la muerte y de todos los
estados y misterios de este mismo Hijo como de cosa propia; siendo como era su
amadísimo Hijo todo de Ella, y no siendo sino uno ,con El, por el espíritu, por
el corazón y la voluntad, de una manera más perfecta que cuando vivían juntos
en la tierra.
En
cuarto lugar, por el empleo que hace con ,su amor increíble, del poder especial
que tiene para formar, hacer nacer, hacer vivir a su Hijo Jesús en los
corazones de todos los fieles; formación, nacimiento y vida que son el fruto
principal de su pasión y de su muerte, el cumplimiento de sus designios y la
consumación de su obra.
Vengamos
a la quinta manera por la cual su amante Corazón coopera con su Hijo Jesús a la
consumación de su obra. Y lo hace distribuyendo a los hombres con grandísima
caridad los frutos de la Vida, de la Pasión y de la Muerte de su Hijo, es
decir, las gracias y bendiciones que El les habla
merecido
durante el transcurso de su vida mortal y pasible, de los que en su Corazón
maternal, como depositario, guarda; porque, así como ella conservó en su
Corazón todos los misterios que su Hijo obró aquí abajo para nuestra Redención,
as¡ también su adorable Redentor ha depositado en el Corazón de su queridísima
Madre todas las riquezas que adquirió y todos los bienes eternos que reunió
durante los treinta y cuatro años de su permanencia en este mundo. Dice San Bernardo:
"El Salvador ha derramado a manos llenas, sin medida y sin límites todos
sus tesoros en su seno" (10). Ha querido que sea la tesorera de sus dones
y de sus gracias y resuelto no dar nada de ellas a quien quiera que sea, sino
por su medio, pasando por sus manos. Es también San Bernardo el que nos anuncia
esta verdad (11).
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