Ante el 76 aniversario de la
invasión alemana de la Unión Soviética, cabe ver actualmente en la guerra de
Siria los preliminares de una posible futura guerra entre Rusia y EE.UU.
Ante
el 76 aniversario del comienzo de Operación Barbarroja el
22 de junio de 1941, la invasión alemana de la Unión Soviética durante la
Segunda Guerra Mundial, cabe ver actualmente en la guerra de Siria los
preliminares de una posible futura guerra entre Rusia y los Estados Unidos de
América que se podría evitar de Moscú actuar con mayor determinación en
responder de manera proporcional al uso ilegal de la fuerza militar por parte de
EE.UU. en Siria.
EE.UU.
desde el otoño de 2001 y bajo las presidencias de George W. Bush, de Barack
Obama y del recientemente elegido Donald Trump ha estado interviniendo
militarmente en Asia, en sus regiones de Asia Meridional y Asia Occidental o Cercano Oriente, y
en África del Norte de manera hegemónica, alterando en la mayor parte
de los casos el orden político establecido y violando la soberanía de Estados
reconocidos internacionalmente, o alargando y expandiendo conflictos internos a
países vecinos, como la extensión de la guerra en Siria a Irak. Así, EE.UU. ha
estado actuando como un agresor en búsqueda de alterar según sus intereses, y
sobre todo de acuerdo a los intereses judíos israelíes de Tel Aviv, el orden
político, económico, social - e inclusive apoyando la fragmentación de la
integridad territorial en el caso de los países árabes - de Estados como Irak,
Libia, Siria y Afganistán.
Las
agresiones militares americanas en estos países en pos de objetivos
estratégicos y geopolíticos, según los intereses de Tel Aviv (destrucción o
debilitamiento de sus históricos enemigos Irak, Libia y Siria) y de Washington (obtención
de bases en Irak y Afganistán para amenazar a Irán, a Rusia, y a la China en el
caso afgano, acceso a los recursos minerales en los países invadidos o agredidos, además del
sospechado probable estímulo a
la producción de opio afgana y del control del tráfico de heroína de Afganistán a Occidente), hacen de EE.UU. y de
sus gobiernos desde el año 2001 hasta el presente una amenaza a la paz,
estabilidad y seguridad internacional, como lo fue la amenaza de la Alemania
del III Reich de Adolfo Hitler a fines de la década de los 30 del siglo XX.
Los
planes originales americanos, concebidos y apoyados por estadounidenses
vinculados al Partido Republicano, tanto judíos como “gentiles”, que
aparentemente tomaron los intereses de Israel primero en menoscabo de los de
EE.UU., pretendían inicialmente en 1991, en palabras atribuidas a
Paul Wolfowitz, invadir y derrocar los gobiernos de Irak, Siria e Irán, y
después a partir de 2001 con la aprobación del régimen del Presidente George W.
Bush, invadir y eliminar en cinco años los gobiernos de siete países: Irak,
Siria, Líbano, Libia, Sudán, Somalia e Irán. Número de países solo superado por
el número de países europeos invadidos por la Alemania de Hitler, habiendo ya
sido derrocado los gobiernos de dos de los países de la lista, Irak y Libia, afanándose aún EE.UU. bajo el nuevo Presidente Trump –
siguiendo la labor iniciada por el régimen de Obama, probablemente según planes
del régimen de George W. Bush - en destruir al tercer país de los siete, Siria. Es de esperar que de caer el Estado Siria, le
seguirían Líbano e Irán como blancos de la agresión terrorista y/o militar
americana y de sus aliados, pasando por la partición de
Irak.
La
agresión de EE.UU. – y las desestabilizaciones resultantes - en casi 16
años, desde los atentados terroristas atribuidos por la red internacional terrorista radical sunita Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001, se ha manifestado
en las invasiones americanas de Afganistán en
2001 y de Irak en 2003, en el
terrorismo y la insurgencia radical sunita desatada en Pakistán por la
intervención militar estadounidense, en la intervención militar
predominantemente aérea y de misiles de EE.UU. y de sus aliados de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Libia en 2011, y en la
intervención clandestina de EE.UU. y de una coalición de sus aliados en Siria
para desestabilizarla a partir de 2011 y hasta el presente.
La
intervención de EE.UU. en Siria incluye el patrocinio norteamericano y de sus aliados de grupos terroristas radicales sunitas en Siria e Irak, para provocar el
derrocamiento del Estado Sirio, de su destrucción como Estado viable y su
fragmentación territorial, y el retorno de fuerzas y bases americanas a Irak. En particular, las recientes invasiones americanas y
de sus aliados de territorio sirio, y sus intervenciones militares directas en
la Guerra de Siria a favor de grupos terroristas radicales sunitas e insurgentes kurdos, tienen el
objetivo de fragmentar a Siria y destruirla como Estado, en beneficio del
régimen de Israel y en perjuicio de los intereses de seguridad nacional,
estratégicos y geopolíticos de Rusia.
Basándose
en el pensamiento teórico estratégico y geopolítico del Almirante Raoul Castex, se
puede considerar a EE.UU. a partir del comienzo del siglo XXI en un perturbador continental de Asia, en el Cercano Oriente (Irak y Siria) y
Asia Meridional (Afganistán y Pakistán), y en el Norte de África en
Libia.
Ejemplos
de la historia de perturbadores continentales han sido Alejandro Magno
de Macedonia, Atila rey de los hunos, Gengis Kan de
Mongolia y sus sucesores del siglo XIII, el turco-mongol Tamerlán o
el Sultán Solimán el
Magnífico del Imperio Otomano. Correctamente Castex nombra como perturbadores
continentales a la Francia del Rey Luis XIV y del Emperador Napoleón Bonaparte,
a la Alemania de Adolfo Hitler y a la Unión Soviética durante la Guerra Fría
del siglo XX.
En
todo caso se equivocó Castex, muy probablemente impedido por sus prejuicios
nacionalistas franceses, al decir que Carlos V y Felipe II fueron perturbadores
continentales. Todo lo contrario, Carlos V de Alemania – y a la vez Carlos I de
España -defendió sus dominios europeos obtenidos por herencia de los repetidos
ataques franceses realizados para conquistarlos. Francia, bajo los reinados de
Carlos VIII y Luis XII a fines del siglo XV y comienzos del XVI, continuando
con Francisco I, Enrique II y Enrique IV a lo largo del siglo XVI, fue la
perturbadora continental por pretender arbitrariamente expandir sus fronteras y
obtener una influencia hegemónica europea a costa de sus vecinos. Felipe II
defendió el statu quo de sus dominios heredados y su religión de los ataques de
diversos enemigos, siendo en su tiempo perturbador continental aparte de
Francia y del Imperio Otomano la Inglaterra de Isabel I, quien apoyó a los
enemigos de Felipe II en Europa y atacó con expediciones marítimas las colonias
españolas de ultramar, no solo como es de esperar después de que la guerra
estallase entre España e Inglaterra en 1585 pero antes en los precedentes
tiempos de paz con ataques piráticos, que fue una importante razón que provocó dicha
contienda.
En
cuanto a la opinión de Castex de considerar al Emperador Guillermo II de
Alemania como perturbador continental, el almirante francés también se dejó
cegar por su prejuicio nacionalista francés, ya que Alemania se vio amenazada
por el plan de Francia y su aliada la Rusia zarista
de atacar a Alemania en dos frentes, los
franceses por obtener la revancha en una nueva guerra victoriosa tras su
derrota en la Guerra Franco-Prusiana, y los rusos por su interés paneslavista de
intervenir en los Balcanes a
favor de su aliada Serbia como también de anexar territorios de población
eslava pertenecientes a Austria-Hungría, como la polaco-ucraniana región de Galicia,
perteneciente a Austria dentro de Austria-Hungría. Los perturbadores
continentales eran Serbia, el Imperio Ruso y Francia por su interés de obtener
territorios a costa de la desmembración de Austria-Hungría y de regiones
alemanas. En cambio, en 1914 Alemania y Austria-Hungría defendían en Europa el
statu-quo y no deseaban perturbarlo, mientras que la III República Francesa y
el Imperio Ruso zarista querían perturbar el statu quo para imponer un nuevo balance de poder europeo según
su conveniencia.
Se
podría decir que EE.UU. ha sido originalmente un perturbador continental
en América, inicialmente contra las tribus indias americanas con
las que EE.UU. había firmado tratados,
violados una y otra vez por Washington y sus colonos, contra México en la Guerra de Texas y la Guerra de México y Estados Unidos de 1846 a 1848, contra los
estados norteamericanos del Sur declarados independientes en los Estados
Confederados de América, invadidos y sometidos por los EE.UU. en su
llamada Guerra Civil de 1861-1865, en la Guerra Hispano Americana de
1898 contra España, en la intervención americana en Panamá contra Colombia en 1903 y las llamadas “guerras bananeras”
con intervenciones militares americanas en México, Cuba, República
Dominicana, Haití, Nicaragua y Honduras durante el primer tercio del siglo
XX.
Rusia
no ha respondido con fuerza al uso norteamericano de la misma en una serie de
actos de agresión americana contra Siria, para defenderla de la agresión de los
estadounidenses. Los actos de agresión de EE.UU. contra Siria han incluido
la intervención ilegal de fuerzas americanas en el norte de Siria al norte del Río Éufrates, la intervención militar
americana y de sus aliados en el sureste sirio en
la frontera de Siria con Jordania e Irak, la ilegal e impune actividad
militar aérea de EE.UU. y de
sus aliados en espacio aéreo sirio so pretexto de combatir al grupo terrorista Daesh, los ataques de
los aviones americanos a fuerzas sirias y de sus aliados que tratan de restablecer control
sobre su territorio, el derribo por la aviación americana de un
cazabombardero Su-22 sirio tripulado que volaba en espacio aéreo sirio para combatir a unidades ilegales armadas por
EE.UU., y el impune ataque con misiles crucero lanzados
por destructores de misiles teledirigidos del U.S. Navy contra la base aérea siria de Ash Shairat el pasado 7 de abril.
Rusia
está tratando de evitar la guerra con EE.UU. en Siria y como un Estado
responsable y civilizado – lo que EE.UU. y sus aliados cómplices no son, al apoyar al terrorismo radical sunita en Siria, Irak y Libia y así provocar las tragedias humanitarias
en esos países y la exportación de la amenaza terrorista a nivel global - trata
de resolver el conflicto sirio por la vía diplomática. Empero, hasta hace unos
días y tras los actos de agresión que EE.UU. ha cometido directamente contra
Siria con total impunidad, la impresión que ha habido es que EE.UU. le perdió
el respeto a Rusia y a sus legítimos intereses nacionales en Siria.
La
aparente inacción rusa ante los actos de agresión estadounidenses contra las
fuerzas sirias ha dado la impresión de que Moscú ha perdido su credibilidad
ante Washington, en cuanto a la voluntad del Kremlin de oponerse a la agresión
americana en Siria de manera proporcional y por medio del uso de su poderío
militar. De manera similar, en 1936 la inacción militar de Francia para impedir
que el Ejército Alemán ocupara la región alemana de la Renania, remilitarizándola , contribuyó a la impunidad de los posteriores
actos de expansión territorial alemana, culminando en la invasión de Polonia en
septiembre de 1939 y el comienzo de la II Guerra Mundial. En este sentido, una
reciente advertencia rusa a EE.UU. parece ser que será desafiada e ignorada por Washington en Siria una vez más.
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