La evangelización de Gabón. Monseiíor Bessieux y sus sucesores
La evangelización del
territorio de África ecuatorial había sido iniciada por los portugueses en 1491,
gracias a algunos misioneros y muy pronto a la ayuda de sacerdotes indígenas de
las islas o del continente. La Iglesia se implantó en los reinos de Benín y del
bajo Congo. Tuvo su momento de gloria cuando Enrique, hijo de Pedro III, rey
del Congo, formado en Coimbra, fue consagrado Obispo por el Papa León X el 8 de
mayo de 1518. En 1596 se fundó la diócesis de Angola y del Congo. Gabón, donde
desembarcó Duarte López en el cabo que lleva su nombre, ¿fue evangelizado por alguna
de aquellas oleadas misioneras sucesivas de agustinos, jesuitas y capuchinos?
Sea como fuere, no quedaba ni rastro de todo ello en el siglo XIX3. Por la
mediación providencial del Padre Desgenettes, Párroco de Nuestra Señora de las
Victorias en París, el Venerable Libermann entró en relación con Monseñor
Edward Barron, Prelado estadounidense nombrado poco tiempo antes Vicario
Apostólico de las «Dos Guineas», inmenso territorio que se extendía desde el
río Senegal hasta el río Orange al sur. Por desgracia, la primera expedición de
los hijos de Libermann al Cabo Palmas (Liberia) terminó en una tragedia, porque
seis de los siete misioneros perecieron de fiebres africanas. El superviviente,
el Padre Jean-Rémy Bessieux (18031876), a quien se creía muerto, acabó llegando
a donde no había sido enviado, a Gabón, el 28 de septiembre de 1844.
Se instaló cerca del fuerte de
Aumale, construido por la marina francesa cuatro años antes. En 1848 un grupo
de negros libertos de un barco negrero se estableció cerca del puesto misional,
sobre una pequeña llanura que tomó, por este motivo, el nombre de Libreville, y
Bessieux y sus primeros compañeros comenzaron su instrucción cristiana. En 1849
llegaron las primeras Hermanas de la Inmaculada Concepción de Castres", y
Monseñor Bessieux, consagrado Obispo en Europa, volvió a Gabón como Vicario
Apostólico de las Dos Guineas.
En 1860 fundó la parroquia de
Libreville, San Pedro, dedicada
a la conversión de los
pongoué. Sus sucesores penetraron en el país remontando los ríos (el Como, el
Ogooué y su afluente el Ngounié) y fundando una decena de puestos, el último en
Oyem, creado por Monseñor Tardy en 1929 gracias a un ejército de 120
catequistas llegados desde los puestos ya existentes. Estos «grandes medios»
dieron sus frutos: un año después, Oyem contaba ya con siete mil catecúmenos.
Monseñor Louis Tardy,
misionero en Ndjolé de 1904 a 1918,
había vuelto como Obispo en 1926. Contaba con 25 Padres espirítanos, 6 sacerdotes indígenas, 16 Hermanos espirítanos, 3 Hermanos de San Gabriel que enseñaban en la Escuela Montfort en Santa María de Libreville, 33 Hermanas de la Inmaculada que enseñaban a las chicas. La idea genial de Monseñor Tardy fue desarrollar la congregación nativa de las Hermanitas de Santa María de Gabón, fundada en 1911. Pieza maestra de su combate por la liberación de la mujer, alcanzó pronto el número de 50 religiosas, formadas por
las Hermanas Azules, y se hizo independiente en 1949.
había vuelto como Obispo en 1926. Contaba con 25 Padres espirítanos, 6 sacerdotes indígenas, 16 Hermanos espirítanos, 3 Hermanos de San Gabriel que enseñaban en la Escuela Montfort en Santa María de Libreville, 33 Hermanas de la Inmaculada que enseñaban a las chicas. La idea genial de Monseñor Tardy fue desarrollar la congregación nativa de las Hermanitas de Santa María de Gabón, fundada en 1911. Pieza maestra de su combate por la liberación de la mujer, alcanzó pronto el número de 50 religiosas, formadas por
las Hermanas Azules, y se hizo independiente en 1949.
Un segundo rasgo de genio del
Obispo fue la formación de
catequistas, auxiliares indispensables de los sacerdotes. Gracias a esta milicia de multiplicadores, la cristiandad gabonesa hizo progresos sorprendentes. El cuadro siguiente nos convencerá de ello:
catequistas, auxiliares indispensables de los sacerdotes. Gracias a esta milicia de multiplicadores, la cristiandad gabonesa hizo progresos sorprendentes. El cuadro siguiente nos convencerá de ello:
Datos anuales'
|
1925
|
1931
|
1938
|
Catequistas
|
152
|
700
|
1451
|
Bautizados católicos
|
18.660
|
30.000
|
69.684
|
Catecúmenos
|
3.400
|
35.000
|
43.130
|
Fue entonces cuando la Iglesia
católica comenzó a «ocupar» realmente el país, siguiendo las directivas de la
Santa Sede.
2. En el Seminario San Juan de
Libreville, 1932-1938 Para un clero indigena, un seminario indígena Desde el
comienzo, en el siglo XV, la Santa Sede había asignado a la misión el siguiente
objetivo total: una Iglesia local lo bastante desarrollada como para proseguir
su vida bajo la dirección de su propio clero". La formación de un clero
indígena era también la preocupación del Padre Libermann; pero, con una
intuición de África que la Iglesia haría suya, quiso formar a los sacerdotes
africanos en su propio territorio". Y así nacieron en Dakar en 1847, y en Libreville
en 1861, los primeros Seminarios Menores atendidos por los hijos de Libermann.
El Seminario San Juan de
Libreville En esos comienzos los estudios empezados allí se concluían en París.
El Seminario Mayor nació en 1874, pero recién en 1899 se ordenó el primer sacerdote
gabonés, el Padre André Raponda-Walker, especialista en la flora y fauna
locales", a quien conocería el Padre Marcel. El débil desarrollo
intelectual del medio familiar y la atracción por las profesiones lucrativas a
las que los exseminaristas podían acceder a causa de sus estudios eran
obstáculos para su perseverancia.
Al inicio del curso de 1929
Monseñor Tardy disponía de diez sacerdotes nativos, y el Seminario dirigido por
el Padre Charles Rémy contaba con treinta alumnos: 22 seminaristas menores bajo
la dirección del Padre Fauret, y 8 seminaristas mayores".
Al año siguiente, según la
sugerencia de la Congregación de Propaganda Pide del 31 de enero de 1926, el
Seminario San Juan de Libreville se convirtió en intervicarial, reagrupando a
los aspirantes de Gabón, del Congo-Loango (futuro Vicariato de Pointe-Noire) y del
Congo-Brazzaville. En abril de 1931 se nombró rector al Padre Fauret, y al
Padre René Lefebvre Asistente suyo. Este último había estado asignado
sucesivamente a Ndjolé, Sindara y Port-Gentil, y la llegada del Padre Marcel al
año siguiente le permitiría ocupar el cargo de Vicario de San Pedro de
Libreville.
A comienzos de diciembre de
1932 el Padre Marcel Lefebvre, acompañado de su hermano y del Padre Paul
Defranould, re cio vosguiano y Vicario General de Monseñor, trepaba
la pequeña cuesta que separaba el puerto de la Misión Santa María. De una sola
mirada pudo abarcar todo el panorama: detrás de él se extendía el estuario
hasta la Punta Denis, y ante él la humilde catedral", reluciente de
blancura, recogió su primera oración en la penumbra de su bóveda artesa nada y
de sus frescos. A la derecha, el camino conducía a las Hermanas Azules y a su
escuela de 350 chicas, así como al Noviciado de las Hermanas Indígenas y a la
obra de las novias pahouin!'. Por detrás, el inmenso patio limitaba al fondo
con la escuela de cien aprendices del Padre Jean Kerjean, y a la izquierda con
la residencia de los hermanos y con la imprenta fundada por el Padre Joseph
Petitprez.
Más a la izquierda, los edificios del Seminario se
componían de una hermosa casa de gruesa piedra marrón del litoral y de un inmueble
perpendicular construido más abajo y a lo largo, de dos pisos, con materiales
ligeros: era la Escuela Montfort que, al trasladarse a San Pedro en 1930, había
cedido sus locales a San Juan, que bien los necesitaba.
En la residencia de los Padres y del Vicario
Apostólico, rodeada de frescas y aireadas galerías, fue recibido con los brazos
abiertos por Monseñor Tardy.
Así pues, el Padre Marcel iba a colaborar bajo la
dirección del Padre Fauret en el arte de las artes de la Iglesia, en la obra
misionera por excelencia: la formación de un clero autóctono. Nacido en 1902 en
Arrens-en- Bigorre de una familia de agricultores, Jean Baptiste Fauret
ocultaba un corazón ardiente y emprendedor tras el aspecto austero de su rostro
huesudo, de su nariz tallada como por hacha encima de un fino bigote a lo d
Artagnan y de una escasa barba puntiaguda.
Con obediencia y celo, el joven Padre Lefebvre se
dedicó a la docencia, compartiendo con el Padre Fauret todos los cursos de los Seminarios
Mayor y Menor. El Padre Marcel se encargaba, entre otros, de los cursos de Teología
Dogmática y de Sagrada Escritura, procediendo por ciclos para tener a todos los
alumnos juntos. Advirtiendo sus dotes para la mecánica, el Padre Defranould lo
utilizó como chofer de la misión, y no tardó igualmente en quedar al frente del
economato del Seminario.
El régimen alimenticio incluía el pan, pero era a
base de los productos de las plantaciones de la misión: sobre todo mandioca y plátanos,
ñames y batatas como manjares suculentos, acompañados de pescado o más
raramente de cerdo (cocinado con aceite de palma o de pistacho), y de
pimientos.
El padre de nuestro misionero profesor, René
Lefebvre, idealizaba la vida de su hijo menor, y le escribía al mayor: Seguimos
a Marcel en su monasterio, ideal, por lo que sabemos, por el espíritu que allí
reina, por la piedad, la calma y la belleza del lugar y de la vegetación",
Así pues, Marcel nada decía del calor húmedo y aplastante que obligaba a vivir
constantemente empapados de sudor y exigía un esfuerzo perpetuo para ponerse a
estudiar y a preparar las clases.
Hombre voluntarioso, e! Padre Lefebvre logró
mantener su salud y conciliar el sueño en las noches húmedas, y consiguió
entenderse bien con el Padre Fauret, que sin embargo «no era de trato fácil».
Al Padre Fauret, por su parte, le gustaba pinchar al
Padre Marcel en las comidas, pero pronto comprendió que no tendría él la última
palabra, pues las réplicas venían tranquilas pero imbatibles, para diversión de
Monseñor Tardy. Con esto se reforzó la amistad entre el tenaz flamenco y el
orgulloso bigurdino.
Al llegar los meses de vacaciones, el Padre Marcel y
su hermano hicieron una pequeña excursión a la selva con los seminaristas. El segundo
año de profesorado reforzó la buena colaboración de los sacerdotes con su
Obispo, quien expresó por escrito su satisfacción al matrimonio Lefebvre,
dejándoles «el corazón lleno de acción de gracias-". Según el testimonio
del Padre Fauret, el Padre Marcel era muy dócil, muy agradable, sonriente,
firme en sus ideas, muy querido por sus alumnos y apreciado por los Padres, y
había mostrado desde los inicios de su vida misionera una competencia y una
disposición particulares para la formación de sacerdotes", Marcel
-escribía la Sra. Lefebvre- es «muy feliz, pero no se hace ilusiones sobre el
trabajo que queda por hacer para iluminar las pobres inteligencias y fortificar
las voluntades que le han sido particularmente confiadas ... Sólo la gracia
puede realizar ese prodigio».
En la dirección del Seminario. Oración y
organización En 1934, Monseñor Tardy nombró Superior de la Misión de Lambaréné
al Padre Fauret, y consideró que el Padre Marcel Lefebvre, por sus cualidades
de tacto con los africanos y su sentido del orden, era capaz de asumir la
dirección del Seminario. El joven Padre Augustin Berger, que había llegado en
octubre", se convirtió en su colaborador.
Encargado de 47 seminaristas mayores y menores, sin
contar el noviciado de los hermanos indígenas, el Padre Marcel pidió enseguida
oraciones a su familia. Reorganizó los locales y el reglamento para su mejor
funcionamiento. Para uso de los hermanos novicios, redactó un «Memento del
Hermano Indígena» y un reglamento muy detallado. En diciembre impuso en la
capilla del Seminario la separación entre los fieles y los seminaristas, y
comenzó la construcción de una capilla más amplia. Se entregó a fondo y a veces
quedaba agotado", Las vacaciones menores con sus seminaristas al borde del
estuario lo descansaron: el cabo Esterias y la Punta Owendo'" se prestaban
como zonas de pesca.
El Rector observaba el comportamiento de cada cual,
incluso durante esas actividades recreativas, y no dudaba en eliminar a los que
carecían de las debidas disposiciones o no progresaban en las virtudes
requeridas.
Se hizo célebre la medida que tomó en el acto, en
unas de las vacaciones que pasó en compañía de sus seminaristas. Sucedió que no
habían llevado pan, así que el Padre Marcel se tuvo que contentar con la
mandioca, como todo el mundo. Fue entonces cuando el alumno Ange Mba comenzó a
reírse del Padre, diciendo a sus compañeros:
-¡Mirad, un blanco que come mandioca! Enseguida el
Padre interrumpió al bromista:
-¿Qué pasa, Ange? ¿De qué te ríes? ¿Te ríes de tu
Superior?
-Claro, Padre, porque veo cómo se come usted la mandioca.
-¡Ange! -fue la respuesta- ¡Ange! Veo que el
Seminario no es tu lugar y desde ese mismo momento Ange dejó de ser
seminarista. Eso no le impidió convertirse un día en el padre de Casimir Oyé
Mba, futuro Primer Ministro de Gabón.
«El buen ambiente va mejorando», escribía el Padre
Marcel en 1935, y esperaba que esta mejoría favoreciera pronto una buena formación".
El Padre René admiraba el orden que Marcel hacía reinar en el Seminario: «Primero
la vida interior: oración, confesiones periódicas, retiros.
Entre los papeles del rector abundan los esquemas de
los retiros predicados: retiros de inicio de curso, retiros pascuales, retiros
de ordenación.
En ellos transmitía la «caridad de Dios», fuente del
espíritu apostólico, y subrayaba la herida de la ignorancia y su remedio: la sabiduría
sobrenatural: «Soy de Dios, soy para Dios, yo pobre pecador. Dios lo es todo,
el hombre no es nada» (Libermann).
Su acción se extendía incluso a toda la misión Santa
María: a finales de 1934 instaló el primer grupo electrógeno, previendo todos los
cables para la distribución de la corriente; aprovechó entonces la ocasión para
dar una clase sobre la electricidad y sobre los sabios católicos y, para
terminar, encendió el sistema y se hizo la luz, con gran admiración de
todos". En 1935 instaló el primer aparato de radio de onda corta, que
funcionaba con baterías; y volvió a poner orden en la imprenta, que se volvió
rentable e incluso lucrativa", Monseñor Tardy consideraba con satisfacción
el notable conjunto de cualidades de su colaborador, y los buenos frutos que
producía la gracia cuando se ve asistida por la organización y el orden.
A! ausentarse a Francia para una colecta en favor de
sus escuelas, el Obispo pasó por Tourcoing durante el verano de 1936 y confió
al Sr. y la Sra. Lefebvre su apreciación sobre el Padre Marcel: «Todo lo que
hace es perfecto; estoy tranquilo cuando sé que debe tomar decisiones en mi
ausencias".
En opinión de todos, el Padre Lefebvre era un
excelente Rector de seminario, «firme, moderado, muy personal en sus
apreciaciones y decisiones, notable desde el punto de vista de la organización
y del equipamiento material»'".
De este modo, la confianza de los Vicarios
Apostólicos vecinos prometía al Seminario San Juan muchos candidatos en 1935...
demasiados, temía Monseñor Tardy, que por un momento pensó en enviar a todos
los seminaristas mayores a Yaoundé; pero el Padre Marcel aseguraba que una nueva
organización, separando a los seminaristas mayores de los menores", podría
evitar esa medida costosa y arriesgada. Y San Juan siguió siendo San Juan, para
honor de Gabón.
Aprendiz de explorador. Efok teniendo en cuenta lo
mucho que había pesado sobre sus hombros el cargo de Rector en 1935-1936,
recibió el permiso para hacer un viaje al interior con el propósito de cambiar
de aires y visitar a su hermana espiritana, Sor Marie-Gabriel, en Efok,
Camerún.
Después de salir del puerto de Owendo el 12 de
octubre de 1936, pasó a Donguila, remontó el río Como y, ante los primeros rápidos
infranqueables, tomó el camino a pie por los senderos cenagosos a veces
estropeados por los elefantes. Trepó a los Montes de Cristal agarrándose de
ramas y raíces, atravesó la maleza de antiguas plantaciones o de extensos
pastizales, cruzó los ríos por puentes flotantes o con alguna balsa, haciendo la
gira apostólica de los poblados, saludando al jefe de región y a los
catequistas, celebrando Misa, confesando y ocupándose de algún leproso",
Pasaba las noches soportando a veces dolores de vientre o de muelas, y en
ocasiones tuvo que cederle el terreno (la choza donde se hallaba de paso) al enemigo
(es decir, a las hormigas rojas).
En los puestos misionales, los compañeros recibían
al Padre Marcel con los brazos abiertos, y a veces uno u otro lo acompañaba hasta
el puesto siguiente. El 11 de noviembre, en Bitam, donde se encontraba el Padre
Page, anotaba: «Lo siento solo, sin dirección precisa, tratando de
"pescar" a los malos cristianos, yendo de izquierda a derecha sin
orientación». Sí, la soledad del misionero siempre era una situación penosa.
El 12 de noviembre cruzó el Ntem y entró en Camerún.
En Akono, donde llegó el 14, el Padre Lefebvre visitó el Seminario Menor.
Fundado en 1924, contaba ya con 102 alumnos, cuatro Padres y un sacerdote
africano. El Padre Marcel anotó: «No parece que reine la confianza». Sin
embargo, la perseverancia de los alumnos era buena.
El 15 de noviembre, el Padre Marcel estaba ya en
Yaoundé y trepaba hasta la pequeña llanura de Mvolyé, lugar de la antigua Misión,
residencia del Vicario Apostólico. Monseñor Vogt estaba allí y recibió a
nuestro viajero, quien apuntó: «Realmente respira bondad y santidad». Marcel
pudo admirar la regularidad religiosa de la comunidad y las iniciativas
apostólicas del Padre Pierre Bonneau: «Tres cofradías: la de chicos, la de
chicas y la de recién casados.
Estos últimos se comprometen a no aceptar dote para
sus hijas».
Marcel no dejó anotado lo que pensaba de ese
radicalismo.
También visitó el Seminario Mayor, situado
igualmente en Mvolyé. En 1927 el Padre Eugene Keller, llegado de Roma en las circunstancias
que hemos relatado, había tomado a su cargo el Seminario de Camerún y se había
ganado la confianza de los alumnos.
Por desgracia sus sucesores, los benedictinos suizos
de Engelberg, tuvieron menos éxito, y la tensión que el Padre Marcel había sentido
en Akono era aún más aguda en Mvolyé .
Pero Marcel no se detenía en las impresiones
desagradables. Por lo demás, el 16 de noviembre lo invadía la alegría de haber
llegado al final de su viaje: por fin volvía a ver a Sor Marie-Gabriel (su hermana
Bernadette) en Efok.
El 11 de junio de 1928 las espirituanas habían
llegado para hacerse cargo del postulantado de las Hermanas camerunesas (las
Hijas de María de Yaoundé), transferido de Mvolyé a Efok. En noviembre de 1933
llegó Sor Marie-Gabriel, tras haber estado destinada sucesivamente, el verano
de 1932 en Villa Nuestra Señora de los Espirítanos en Montana (Suiza), luego en
septiembre en Miranda, en el departamento de Gers, y después de nuevo en el
Noviciado de Béthisy en 193331. En Efok fue designada como enfermera en la
«Cuna», creada para la salud de los lactantes y la supervivencia de los
huérfanos menores de dieciocho meses'". Sor Marie-Gabriel tuvo el consuelo
de bautizar con su propia mano a numerosos recién nacidos en peligro de muerte.
Con orgullo le hizo visitar a su hermano su campo de
apostolado.
En una comida con el Padre Ritter, el Padre Marcel
conoció a
Louis Aujoulat (1910-1973), el cual, siendo en 1932
estudiante de Medicina en la Universidad Católica de Lille, y teniendo como capellán
al Padre Robert Prévost, había fundado la asociación de laicos universitarios
católicos y misioneros Ad Lucem. Aquellos estudiantes tomaron la resolución de
poner su profesión al servicio de las misiones. Invitado enseguida a Camerún'"
por Monseñor Graffin, auxiliar
de Monseñor Vogt, e! Doctor Aujoulat acababa de
instalar en Efok el hospital totalmente nuevo donde trabajaba Sor
Marie-Gabriel.
Más tarde e! Padre Bonneau, convertido en capellán
de los médicos de! hospital, se lanzaría, en conexión con la Diócesis de Lille,
a una Acción Católica especializada.
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