IV.-EXPOSIOION TEOLOGICA
DE SANTO TOMAS. (q. 56)
El
pensamiento del Angélico Doctor sobre los tres puntos tratados en esta cuestión
puede condensarse en las siguientes proposiciones:
1. El ángel se
conoce a sí mismo por su forma que es su substancia" (a. 1).
Dice San Agustín que
el ángel, en el mismo momento, de su conformación, o sea de recibir la
iluminación de la verdad, se conoció a sí mismo [48].
Según hemos dicho,
el objeto de la acción no juega el mismo papel en la acción que permanece en el
agente y en la que pasa a materia exterior.' Pues en la que pasa a materia
exterior, el objeto o la materia a la cual pasa la acción está separada del
agente, como el objeto caliente del que le calienta y el edificio del que lo
edifica. En la inmanente es necesario, para que se produzca la acción, que el
objeto esté unido al agente, y así, para que se produzca la acción de sentir,
es indispensable que lo sensible se una al sentido. Y ocurre que el objeto
unido a la potencia desempeña en esta acción el papel que en otros agentes
desempeña la forma, que es el principio de operación; pues así como el calor es
en el fuego el principio formal de la calefacción, así también la especie de la
'cosa vista es en el ojo el principio formal de la visión.
Pero adviértase que
a veces estas especies del objeto están en la facultad cognoscitiva solamente
en potencia, y entonces sólo hay un conocimiento potencial, y para 'que se
reduzca al acto se requiere que la potencia cognoscitiva reciba de hecho la
especie. En cambio, si de hecho la tiene siempre, puede conocer por ella sin
que previamente se produzca mutación ni recepción alguna. Por donde se ve .que
ser movido por el objeto no es de esencia del que conoce en cuanto cognoscente,
sino en cuanto está en potencia para conocer, por lo demás, para que la forma
sea principio de acción, lo mismo da que sea inherente o subsistente por sí; el
calor no calentaría menos si fuese subsistente que siendo inherente.
Así, pues, si en el
orden de lo inteligible existe algo que sea forma inteligible subsistente, se
entenderá a sí mismo.
Pero el ángel,
puesto que es inmaterial, es forma subsistente y por sí misma actualmente
inteligible [49]. Siguese, pues, que se entiende a sí mismo por su forma, que
es su substancia.
Es
decir, no necesita previamente para conocerse a si mismo representación
inteligible alguna, sino que su misma substancia hace las veces de especia
impresa.
Para
demostrarlo, teniendo en cuenta que el entender es una acción transeúnte, sino
inmanente, examina Santo Tomás las condiciones que tal acción requiere, que
son: inteligibilidad y la unión del objeto con el
agente y actuación de la facultad intelectiva de éste por la especie
inteligible, que no siempre es necesario se produzca por mutación o recepción
alguna del que entiende ni que tal especie sea una cualidad inherente a la
facultad, pudiendo ser forma subsistente por sí misma.
Es
decir, el acto de entender exige, además de la facultad intelectiva, un objeto
actualmente inteligible en sí, proporcionado en La inteligibilidad a la
potencia cognoscitiva, presente en la facultad e íntimamente unido a ella no
sólo subjetivamente, sino objetivamente, actuándola con verdadera información
intencional, y que influya inmediata y directamente en el acto de entender.
¿Se
verifica todo esto en la esencia del ángel con respecto al conocimiento de sí
mismo? Ciertamente. La esencia del ángel, por ser perfectamente espiritual y
completamente inmaterial es forma subsistente, y siendo, además, completa en
razón de especie, es por sí misma actualmente inteligible, proporcionada o,
mejor dicho, igual en la inteligibilidad a su entendimiento, que de ella
dimana; íntimamente presente e inmediatamente unida a él como raíz próxima
de la intelectualidad del mismo; actuándolo, no en el orden del ser, sino en el
orden inteligible, y no por inhesión, ni siquiera formalmente, por una
información como la de la forma en la
materia o el acto en la potencia, sino por identidad radical. (Véase el esquema
de la introducción a la cuestión anterior.)
La esencia del ángel es, en efecto, la raíz de la intelectualidad
angélica, de donde fluye
naturalmente la facultad intelectiva, objetiva e intencionalmente determinada
por la misma substancia del ángel, que mediante ella influye vitalmente en la
operación intelectiva del acto de entenderse a sí mismo.
En
una palabra: por la identidad radical en el ángel de la
facultad intelectiva con la esencia inteligible, ésta hace las veces de especie
impresa, y aquélla fluye de la esencia subjetiva y objetiva o intencionalmente
completa, es decir, no en potencia para entender, sino en ejercicio actual de
la intelección.
De
ahí se deduce necesariamente, como enseña Santo Tomás, que el ángel está
siempre en acto segundo respecto al conocimiento de sí mismo, no pudiendo estar
nunca en potencia para conocerse (1: p., q. 58, a. 1; De veritate, q. 8, a. 6 ad 7; a. 14 ad 6; Cont. Gent., lib. II, cap. 97).
De
esta misma identidad radical entre la esencia y la facultad intelectiva en el
ángel, y dada la igualdad de inmaterialidad de ambas, proviene que el
conocimiento que cada ángel tiene de sí mismo por su propia esencia es
totalmente comprensivo en el orden natural, conociendo, por tanto, Su poder y
facultades naturales y los accidentes naturales también, que se contienen como
en raíz y causa propia y adecuada en su misma esencia o substancia, de la que
naturalmente dimanan (De veritate, q. 8, a. 6 ad 1). No así los accidentes
sobrenaturales, que necesariamente son recibidos de fuera y no nacen de la
misma esencia (a. 1 ad 1 de esta cuestión), sino que son producidos por una
causa extrínseca superior; por donde sólo mediante especies infusas pueden conocerlos
con conocimiento distinto del que tienen de todo por la visión sobrenatural de
la divina esencia.
Síguese
también de aquí que solamente la propia esencia constituye para cada uno de los
ángeles el objeto estrictamente primario, propio y específico de su cono
cimiento, que, en forma general, para las substancias espirituales separadas de
los cuerpos, pero finitas en el orden
intelectual, se dice ser las mismas substancias, separadas.
Mas
en todo acto de entender, fuera de la visión beatifica de los bienaventurados,
además de la especie impresa o representación inteligible, se da la llamada
especie expreso; verbo mental o concepto, ¿.se dará también en el conocimiento
que el ángel tiene de si" mismo por su esencia, o más bien la esencia misma
hará las veces de especie expresa, como hace las veces de especie inteligible? Santo
Tomás aquí no dice nada, pero lo ha afirmado ya antes de forma categórica y con
gráfica concisión al decir: En quienquiera que entiende, por el solo hecho de
entender, procede dentro de él algo, que es la concepción de la cosa
entendida,
que proviene del poder intelectual y procede del conocimiento o noticia de la
cosa" (l." p., q. 27,a. 1).
Y
aunque Cayetano, O. P., comentando esas palabras, dice que "el ángel,
teniéndose a sí mismo presente incluso objetivamente, en vano formaría para sí
verbo mental de sí mismo", su interpretación es unánimemente rechazada por
los teólogos, y es, desde luego, ajena a la mente de Santo
Tomás,
quien, tratando esto en otro lugar, dice expresamente: "La vida intelectual está, pues, más perfecta en los ángeles, en
los cuales el entendimiento para conocerse a sí mismo no procede por alga
exterior, sino por sí se conoce a sí mismo. Mas su vida no, llega a la
perfección última, porque, aunque la expresión (intentio intellecta) sea en
ellos completamente intrínseca, sin embargo, esa expresión intelectual no es su
substancia, porque no es en ellos una misma cosa el entender y el ser, …” y para que no haya lugar; a dudas añade:
"Yo llamo expresión intelectual (intetencionem ntellectam) a lo que el
entendimiento concibe en sí de la cosa entendida. La cual en nosotros, ni es la
cosa que se entiende ni es la substancia del entendimiento; sino cierta
semejanza de la cosa entendida, concebida por el entendimiento" (Cont.,
Geni., lib. IV, cap. 11).
2.
"Un ángel conoce a otro por la
especie del otro que hay en su entendimiento" (a. 2 ad 3) pues "las razones de las otros
naturalezas, lo mismo espirituales que corporales le fueron impresas solamente
en cuanto al ser inteligible con objeto de que por ellas conociesen las
criaturas tanto las espirituales como la corporales" '(a. 2).
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