LOS LIBERALES SUPRIMEN LOS ESTADOS
CATÓLICOS
¿Entonces no
tendríamos el derecho de tener nosotros también nuestros Estados católicos? El
Estado del Valais era católico un 90 %. Como los liberales ganaron en el
Concilio, y dominan ahora en Roma, pidieron a Mons. Adams (a quien conocí bien
y que era un buen amigo), por intermedio del nuncio en Berna, de acabar con el
Estado católico del Valais. La constitución valdense enunciaba, en efecto, que
la Religión católica era la única religión reconocida públicamente por el
Estado. Esto era, en definitiva, afirmar que Nuestro Señor Jesucristo era el
Rey del Valais. Y Mons. Adam, todo lo favorable que fuese la Tradición, él que
había combatido durante el concilio a favor del reinado social de Nuestro
Señor, escribió una carta a todos sus fieles para que el Estado de Valais
cambiase su constitución y se convierta oficialmente en neutra. Me informé y se
me contestó que eso venía del nuncio. Fui pues a encontrarlo a Berna y él que
había combatido durante el Concilio a favor del reinado social de Nuestro
Señor, escribió una carta a todos sus fieles para que el Estado de Valais
cambiase su constitución y se convierta oficialmente en neutra.
Me informé y se
me contestó que eso venía del nuncio. Fui pues a encontrarlo a Berna y él me
confirmó que Mons. Adam había escrito por orden suya.
- ¿Y no tiene Usted, vergüenza de pedir que Nuestro Señor Jesucristo no
reine más el Valais?
- (El Nuncio) Oh, pero ahora esto no es más posible. Usted comprende no es
más posible.
- ¿Y los protestantes? Vaya Usted, pedirles de dejar de reconocer su
protestantismo como religión oficial en el cantón de Vaud y o en Dinamarca. ¿Y
nosotros católicos, no tenemos, acaso, el derecho de tener Estados en los
cuales la Religión católica es la única reconocida públicamente?
- (El nuncio) Ah, eso no es más posible. - ¿Qué hace Usted de la magnífica
encíclica Quas primas donde Pío XI recuerda que Nuestro Señor Jesucristo debe
reinar sobre todos los Estados y sobre todas las naciones?
- (El nuncio) Oh, el Papa no lo escribiría ahora.
Ah, esto como ejemplo. Esta encíclica fue escrita en 1925
por Pío XI para recordar a todos los obispos la doctrina sobre el reinado
social de Nuestro Señor Jesucristo, y he aquí ahora obispos hacen exactamente
lo contrario. Y es lo que desgraciadamente aconteció: oficialmente el Estado
del Valais no es más un Estado católico. La Iglesia sólo sigue reconocida al
mismo nivel que cualquier asociación privada, como las otras religiones, que
tienen el derecho de organizarse en el Valais (Suiza).
EL CARDENAL BEA PORTAVOZ DE LOS
LIBERALES
Abraham Heschel y Agustin Bea |
¿Cómo ocurrió
esto? Un día el cardenal Ottaviani y el cardenal Bea nos trajeron dos
fascículos que valían su peso en oro. Estos dos fascículos delimitaron los
campos en la Iglesia: uno es de la Revolución francesa y el otro de la
Tradición católica. Uno es el del cardenal Bea, liberal, el otro el del
cardenal Ottaviani, prefecto de la Comisión. En su documento el cardenal
Ottaviani habla de la "tolerancia religiosa". Es decir, si hay otras
religiones en los Estados católicos, se los tolera, pero no se les concede las
mismas libertades que a la Iglesia, del mismo modo que se toleran los pecados y
los errores, dado que no se puede expurgar todo. En una sociedad hace falta una
cierta tolerancia, pero esto no quiere decir que se apruebe el mal.
Cuando llegó el
momento para el cardenal Ottaviani de presentar su documento a la Comisión
central preparatoria del Concilio, documento que no hacía más que retomar la
doctrina enseñada siempre por la Iglesia católica, el cardenal Bea se irguió
diciendo que se oponía. El cardenal Ruffini, de Sicilia, intervino para detener
ese pequeño escándalo de dos cardenales que se enfrentaban así con violencia
ante todos los otros. Pidió referir a la autoridad superior, es decir al Papa
que ese día no presidía la sesión. Pero el cardenal Bea dijo, no, quiero que se
vote para saber quién está conmigo y quién con el cardenal Ottaviani. Se
procedió, pues, a votar. Los setenta cardenales, los obispos y los cuatro
superiores de órdenes religiosas que estaban allí se dividieron más o menos por
mitades. Prácticamente todos los cardenales de origen latino: italianos,
españoles y sudamericanos, estaban por el cardenal Ottaviani. El contrario los
cardenales norteamericanos, ingleses, alemanes y franceses estaban por el
cardenal Bea. Así se halló una Iglesia dividida sobre un tema fundamental de su
doctrina: “La realeza de Nuestro Señor Jesucristo.”
Era la última
sesión, y uno se podía preguntar lo que iba a acontecer con ese Concilio si ya
la mitad de los setenta cardenales eran favorables a la tolerancia religiosa
del cardenal Ottaviani y la otra mitad favorable a la libertad religiosa del
cardenal Bea que se basaba en la Revolución francesa y la Declaración de los
derechos del hombre. Y bien, en el Concilio también hubo lucha, y hay que
reconocer que son los liberales los que se impusieron. ¡Qué escándalo! Así
llegó esa nueva religión, que desciende más de la Revolución francesa que de la
Tradición católica, ese famoso ecumenismo donde todas las religiones están en
pie de igualdad. Ahora Ustedes, pueden comprender la situación actual, esta se
deriva de los liberales en el Concilio. Hubo, sin embargo, oposiciones
violentas, pero como el Papa tomó parte prácticamente por la libertad, son los
liberales que tomaron los puestos en Roma y los ocupan aún. Me opuse a esto con
Mons. Sigaud, Mons. de Castro Mayer y muchos otros miembros del Concilio.
Porque no se puede admitir que Nuestro Señor sea destronado. La Iglesia está
fundada sobre el principio que exige la realeza de Nuestro Señor sobre la
tierra del mismo modo que en el Cielo. Hágase tu voluntad, así en la tierra
como en el Cielo. ¡Sí, que la voluntad del Señor sea hecha por doquier y no
solamente en las familias! Pero ahora que el liberalismo reina en Roma, aquel
que nuestros autores de 1926 calificaban como del peor enemigo de la Iglesia,
asistimos a la demolición de la Iglesia.
Hay una auténtica
ruptura. Más nosotros permanecemos en comunión con todos los Papas hasta el
Concilio, mientras que el cardenal Bea no da referencia alguna en su documento.
Él no podía remitirse a ningún Papa, dado que su doctrina es nueva y ésta
siempre fue condenada por los Sumos Pontífices. En el folleto del Cardenal
Ottaviani hay más páginas de referencia que de texto, referencias a los Papas,
a los concilios, a toda la doctrina de la Iglesia. La tolerancia religiosa está
realmente en la continuidad de la Tradición. La Fe en la Iglesia fue siempre
predicar la verdad y tolerar el error, ya que no puede hacer de otro modo, pero
esforzándose en ser misionera, reducir el error y atraer a la verdad. La
Iglesia no afirmó jamás que se tenía el derecho tanto de estar en el error como
en la verdad, que había igual derecho de ser budista que católico. Esto no es
posible, o la Religión católica no es más la única verdadera. Es una catástrofe
fundamental para la Iglesia. Hemos vivido ese combate en el Concilio y lo
vivimos todavía.
CONTINUA...
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