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domingo, 20 de octubre de 2019

EN LA SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY.

CRISTO REY
IV.-El Concepto Actual de Cristo Rey.

Designamos así a un aspecto especial en la Realeza de Jesucristo, que, a nuestro juicio, incluye un concepto nuevo que debe añadirse a su realeza, en el sentido de que, lo que era antes implícito se ha tornado explícito.
Este concepto ha venido actuándose, precisándose y definiéndose por medio de los documentos de la Iglesia, sobre todo en los últimos cincuenta años. Se puede asegurar que la teología de Cristo Rey ha tenido un desarrollo progresivo desde la Encíclica "Annum Sacrum" de León XIII (1889), hasta los documentos de los últimos Papas (Pio XII). Punto culminante de ese desarrollo fue, la por muchos títulos celebrada Encíclica "Quas primas", del 11 de Diciembre de 1925. En los mismos manuales modernos de Teología 21 es patente el modo distinto como los Teólogos proponen la tesis de Cristo Rey, antes y después de "Quas primas",
Aspecto y concepto nuevos son: la Realeza SOCIAL de Jesucristo. La razón filosófica en que me fundo para afirmar que en este aspecto social existe un nuevo concepto, que debe añadirse al concepto tradicional de Cristo Rey, es la siguiente.
Un nuevo concepto supone la existencia de una nueva realidad.
Un ejemplo. Los fieles tienen ahora el concepto nuevo de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Pero para que en sus mentes se formara esa nueva idea fue menester que antes existiera  la realidad de esa devoción: apariciones a Sta. Margarita, aprobación de la Iglesia, exposición teológica de la devoción, con su objeto material y formal, etc. De modo idéntico ha sucedido respecto a la devoción a la Realeza de Cristo, en general, y de manera explícita a su realeza social. Es verdad que, hasta ahora, Jesucristo no se ha aparecido para pedirnos el culto a su realeza social, pero en su lugar se ha levantado la voz de su Vicario en la tierra, que con el peso y autoridad de una Encíclica ha pedido ese culto y ha establecido en honor de la Realeza de Cristo, y con mención expresa de la realeza social, solemnísima festividad. La exigió también Jesucristo indirectamente, por el clamor de los males modernos, sobre todo sociales: el culto y la devoción activos y prácticos a la Realeza de Cristo los sanará a todos.
A esta petición explícita y solemne de Cristo, por medio de su Magisterio vivo, había precedido ya el movimiento del pueblo católico, que con su instinto religioso, que guía el Espíritu Santo, presentía en la Realeza de Cristo el nuevo lábaro del Catolicismo moderno.
Si, pues, la realidad de la realeza social de Jesucristo existe, por las razones expuestas, el concepto también debe existir. Concepto expresado, a nuestro modo de ver, magistralmente por el Papa de Cristo Rey, Pío XI, en estas graves e inspiradas palabras: "Nos es necesario, Venerables hermanos, que os expongamos detenidamente los motivos por los cuales hemos instituido la solemnidad de Cristo Rey distinta de las otras fiestas en las cuales parece ya indicada e implícitamente solemnizada esta misma dignidad real. Basta advertir que, mientras el objeto material de todas las fiestas de Nuestro Señor es Cristo mismo, el objeto formal se distingue, y en ésta es el NOMBRE Y LA POTESTAD REGIA DE CRISTO" 28.
Luego el objeto propio y exclusivo de la fiesta de Cristo Rey es su nombre de REY y su POTESTAD REAL; nombre y potestad que nosotros hemos venido llamando: REALEZA DE CRISTO.
Este es el aspecto total de Jesucristo que se propone al culto del pueblo católico; pero en el aspecto, total se hace resaltar, en varias secciones muy importantes de la Encíclica "Quas primas", el aspecto social, de suerte, que, de todo el contexto se infiere esta conclusión: la mente del Sumo Pontífice, en las circunstancias actuales de la sociedad, quiso defender y proclamar la REALEZA   SOCIAL DE JESUCRISTO Repetimos: este concepto actual de Cristo Rey o realeza social, es nuevo, en cuanto que supone una nueva realidad en la Realeza de Cristo, realidad que existía ya implícita, y que las necesidades de los tiempos que vivimos la han hecho explícita manifestándola oficial y dogmáticamente al mundo.

V.- ¿En qué Cristo debemos pensar cuando hablamos de Cristo Rey?

No es superfluo el discernir con claridad en qué Cristo pensamos, o debemos pensar, cuando nos referimos a Cristo Rey.
En primer lugar no se trata de un personaje futuro, como anunciado por, los profetas y que ha de venir. Esto sería un error, el error de los judíos actuales que esperan aún la llegada del, Mesías Rey.
Tampoco hemos de considerar a Jesucristo Rey como cuando vivía su vida mortal. Indudablemente "que era Rey, pero entonces por motivos especiales, determinó ocultar su realeza; y, sobre todo, apenas si, manifiesta sus “legítimos derechos sobre lo temporal." también, en el lineamiento, al hablar de Cristo Rey, pensar en su potestad actual que ejerce sobre los bienaventurados en el Cielo, o sobre las almas que se purifican en el Purgatorio, o, finalmente, enemigos después del juicio final, cuando ya sus súbditos de la tierra no existan.
No. El concepto de Cristo Rey debe ser tal que corresponda a lo que Él es actualmente respecto de nosotros. Por consiguiente hemos de pensar en Cristo ya resucitado y que está en los cielos sentado a la diestra del Padre. En un Cristo que tiene toda potestad en los cielos, sí, pero también en la tierra. En la tierra, repetimos, donde puede exigir siempre y ejercer sus derechos no sólo sobre los individuos y en las conciencias, sino también en las sociedades, en los gobiernos y en las manifestaciones públicas de vida colectiva. Por eso decíamos al hablar del concepto actual de Cristo Rey que es aquel que reconoce en Jesucristo sus derechos sociales, porque actualmente El reclama el reconocimiento de esos derechos.

VI.- ¿Por qué hay dificultad en entender la Realeza de Cristo?

Tenemos que admitir que los hombres de la presente época tropezamos con especiales dificultades para entender y sentir la Realeza de Jesucristo. Estas dificultades se pueden reducir a dos raíces, una histórica y la otra psicológica.
La historia y la experiencia diaria nos enseñan que el hombre, como ser social, está sujeto a las influencias, en ocasiones decisivas, del medio ambiente y de las realidades que ve, oye y palpa. De ahí que, cuando el gobierno de las naciones era universalmente monárquico y solo como excepciones coexistían regímenes aristocráticos y democráticos, la idea de rey y de realeza era clarísima en las mentes de los individuos; más aún en la realidad se imponía en grado tal, que era casi imposible el concebir la sociedad civil sin verla organizada alrededor de un monarca.
El Rey, en los países cristianos, era un ungido de Dios, una persona sagrada, a la vez que la encarnación tangible de la Patria.
Pero vino la Revolución degolladora de reyes; vinieron las otras revoluciones, que, mancomunadas con la Masonería, han ido sepultando paulatinamente a todos los reyes, o por lo menos se han empeñado en neutralizar su poder, al punto que, en los países que aún poseen un monarca, éste ha perdido la esencia de su realeza, Y tan sólo queda ahí como un personaje de símbolo, de tradición, de abolengo, de adorno.
Ahora bien; por una ley psicológica, cuando el objeto, la persona o la institución desaparecen, paulatinamente también la idea del objeto, el concepto de la persona, la reverencia por la institución acaban por perderse en el olvido. Esto es precisamente lo que ha acontecido con la humana realeza. Ya no existe en el mundo cristiano. Ya no se la ve honrada y enaltecida como en los siglos pasados. ¿Dónde encontrar hoy, no digo a reyes santos, como Fernando de España y Luis de Francia, pero ni siquiera a reyes auténticos?..
A esta razón histórica se allega otra que pudiéramos apellidar psicológica o emocional.
Para algunos espíritus superficiales e ignorantes los reyes no son sino personajes de leyenda o de cuentos orientales.
Para otros muchos resultan los reyes, al menos, gobernantes anticuados, que no se avienen con la mentalidad moderna. A este propósito permítasenos fijamos en una célebre consideración de los Ejercicios de San Ignacio de Loyola, fundamento de la Segunda Semana y de todo el resto de los Ejercicios. Se titula: "El llamamiento del Rey temporal ayuda a contemplar la vida del Rey eternal". Pues bien; la eficacia decisiva y trascendental de esta meditación se basa en la idea clara, elevada, sublime, arrebatadora, que el ejercitante concibe, de un rey humano ideal y del la noche a la mañana, en monarcas más absolutos que, los que antaño, lucieron cabezas coronadas.

VII.-El reconocimiento de la Realeza de Cristo en la actualidad, exige mayor espíritu de fe y supone mayor mérito.

Esta afirmación es una consecuencia lógica, atendidas las dos dificultades expuestas en el párrafo anterior, que nos impiden comprender y sentir con plenitud la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo. Los que creen, pues, en ella y la adoran; y, sobre todo la honran con sus acciones y empresas, ejercitan, de modo especial y excelente, la gran virtud de la fe; y como todo ejercicio de virtudes, sobre todo de las teologales, aumentan la gracia y por ende el mérito, se sigue, para las almas cristianas un estímulo y aliciente magníficos que impulsan fuertemente al culto de la Realeza de Cristo.      
A Jesús, SACERDOTE lo vemos y veneramos en esos Sacerdotes santos, que la bondad de Dios hace vivir en, el mundo.
A Jesús MAESTRO lo admiramos y amamos viviente en maestros y educadores que hacen de esta misión fecunda un ideal.
Pero a Jesús REY no lo vemos andar por las calles y vestir la armadura como lo contemplaron los siglos pretéritos, en sus reyes verdaderos y santos. . .  Las personas de los reyes han desaparecido y su recuerdo cada día se aleja más y más, El origen de su caída fue la rebelión contra la legítima autoridad que desciende de Dios con la caída de los reyes se hirió de muerte a la autoridad Sin el recto concepto de la autoridad se sigue la anarquía política y social. A esa anarquía hemos llegado y en ella se agita el mundo contemporáneo. La anarquía dejará de existir cuando se restablezca la idea vital y creadora de la autoridad, cuando se restablezca a la fuente de toda autoridad: DIOS. Mas esté cortó cimiento y restablecimiento de la autoridad de ninguna más fiel exige el que los gobiernos monárquicos se levanten, de sus tumbas. Cualquier forma de autoridad es buena, con tal que no desconozca a Dios, ni se oponga al fin de la sociedad. He aquí otra razón, fundamentalmente social, de por qué el culto y el reconocimiento práctico de la Realeza de Cristo, sobre todo en su aspecto social, es un antídoto providencial y decisivo contra la reinante anarquía.
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Esto es manifiesto, por la Historia, en las naciones occidentales, particularmente en la Edad Media. El concepto claro y elevado de la realeza se mantuvo en algunos pueblos, por ejemplo, en el español, húngaro, inglés, etc, El respeto y la veneración de la realeza eran tan acentuados.

No solo en España, sino en las naciones creadas por España, como la Nueva España -México-, que cuando ésta decidió independizarse de la Metrópoli, lo hizo, pero asentando como artículo básico que se mantendría el gobierno y la organización monárquica. El régimen republicano para el cual no estaba preparado ni educado el pueblo, fue imitación extranjera; por eso los ensayos resultaron cánticos.





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