IV
ME HE
ENAMORADO DE UNA VOZ Y HORRORIZADO DE OTRA.
EL HORRENDO TUBAL ASTARÓ
LO QUE
ME RESPONDE EL ÁNGEL ME LLENA DE MIEDO.
No alcanzo a comprender lo que es el día y lo que es
la noche. Mis pequeñísimos ojos sólo ven oscuridad, una oscuridad horrorosa,
porque según me ha dicho Absalón está formada por la sombra de muchos pecados.
No me atrevo a pensar que sean pecados de mi madre. La quiero ya como si le
hubiese visto la cara y sé que ella también me quiere locamente, valientemente.
Estas dos palabras las ha empleado el ángel y ha
intentado explicármelas, pero yo no he comprendido. ¿Cómo
puede llamarse valiente al amor de una madre, por su hijito no nacido todavía?
¿Quiere decir que para quererme tiene que pelear con otras personas?
Espero ser mayor a fin de penetrar estos misterios.
Lo que sí sé es que estoy enamorado de una voz. El
ángel -antes yo lo llamaba mi ángel no cree posible que yo haya podido oír
nada, ni siquiera la voz de las personas que hablan con mi mamá, porque mis
oídos son todavía más pequeñitos que mis ojos y no pueden servirme, Le he
preguntado si no se oye también con el corazón, quiero decir que cuando un ser
humano es muy cariñoso, y muy pequeño, antes de nacer, oye y siente con su
corazoncito que le golpea muchas veces y le comunica cosas de fuera que le
llegan en la corriente de la sangre de su mamá que lo alimenta.
El ángel se ríe de lo que yo le pregunto. Esta vez
se ha reído más que nunca cuando le he dicho que al despertarme escuché una voz
preciosa, de alguien que hablaba con mi madre. Yo conozco la voz de ella, y me
gusta mucho oírla aunque me apena, porque es triste.
Pero esta voz, muy parecida a la de ella, como sería
la de una hija, pero en nada triste, sino muy alegre y transparente, como de un
alma iluminada por luces que yo no veo, ha iluminado mi oscuridad y me ha hecho
muy feliz.
Adivino que es la voz de mi hermanita y me he
enamorado de ella.
De pronto se calló, porque resonó otra voz, fuerte y
ronca y odiosa, que hizo temblar a mi madre. Yo sentía su temblor en la corriente
de su sangre que me llegaba y no oí ninguna respuesta suya.
-Ésa no era la voz de tu padre -me ha explicado el
ángel.
Le pregunto con ansiedad:
-¿De quién era, pues?
El ángel vaciló un momento, como si temiera
enseñarme tan temprano estas cosas, que algún día tendré que saber. Luego
murmuró con tristeza:
-Ésa es la voz del médico de tu padre, el doctor
Tubal Astaró. ¿Te acordarás de este nombre?
-Si yo no olvido nada de lo que me enseñas, aunque
tú dices que mi cerebro todavía no es mayor que la cabeza de un alfiler. Yo
ignoro lo que es un alfiler.
Supongo que es una cosa insignificante. Pero tú
alguna vez has usado esa expresión.
-El doctor Astaró -prosiguió el ángel- hace temblar
a tu mamá con sólo darle los buenos días, porque ella sabe que nunca va a una
casa sino por algo muy malo. Los asesinos...
-¿Qué son los asesinos?
-Los hombres que quitan la vida a otros. Los
asesinos matan a uno o a dos, y la justicia de los hombres los persigue, los
encarcela y a veces los mata. Y Dios aprueba la justicia de esos jueces, porque
el asesino, culpable de haber quitado la vida a un semejante, merece el peor
castigo.
- ¿Aunque no haya asesinado más que a una persona?
-¡Así es!
-,¿ y el doctor Astaró ha quitado la vida a otros?
-Ha quitado la vida a miles de niñitos como tú. La
sangre de esos inocentes está humeando en los altares del Señor y pidiendo
venganza.
-y la justicia que persigue y ajusticia a un asesino
cuando ha muerto a una sola persona, ¿no le hace nada al doctor Astaró?
-¡No, no le hace nada!
La voz del ángel me penetra como un cuchillo y me
hace sufrir.
Absalón lo advierte y permanece callado un buen
rato.
Yo no le pregunto más, porque siento que si me
vuelve a hablar en ese tono me hará morir. ¿Pero qué es morir? La verdad es que
no lo sé.
-Duérmete criatura -me susurra Absalón. Estás muy
cansado. No es tiempo todavía de aprender estos horrores.
-Sí, estoy cansado contesto, sintiendo que mi madre
tiembla más que yo, y que Astaró habla en voz baja con mi padre.
Así me duermo, sin pretender escudriñar lo que hace
temblar a mi mamá, cuya alma es sombría, ni tampoco saber por qué el horrible
doctor no es perseguido por la justicia.
V
PIDO AL
ÁNGEL QUE ME ENSEÑE EL IDIOMA DE MIS PADRES.
ABSALÓN
ME DICE QUE LOS CRÍMENES QUE AHORA SE COMETEN SON
PEORES
QUE LA MATANZA DE INOCENTES QUE ORDENÓ HERODES.
He dormido tres o cuatro días seguidos, según me
dice el ángel.
Yo no sé qué es el día ni qué es la noche. Para mí
la oscuridad es siempre igual. Si bien a veces ciento que la oscuridad del
corazón de mi mamá se vuelve más tenebrosa.
La explicación es que los corazones de los seres
humanos son oscuros cuando tienen muchos y grandes pecados, cuando no aman a
Dios y lo ofenden con sus pensamientos.
Según esto, en el corazón de mi pobrecita madre debe
de haber una inmensa nube dé pecados.
Pero hoy me desperté sintiendo la voz preciosa de mi
hermana, que le dijo algo incomprensible para mí, que todavía, sólo entiendo el
lenguaje sin palabras de los ángeles.
Lo cierto es que la oscuridad del corazón de mi
madre se llenó de resplandores.
Llamé con mi pequeñita voz a Absalón y le rogué que
me enseñara el idioma de mi mamá y que me explicara, porqué su corazón se llenó
de luz. Él, que ya había oído la conversación, me dijo que mi hermanita había
ido a recordarle que dentro de unos días ella haría su primera comunión y que
esperaba que mi mamá comulgara junto con ella, habiéndose confesado.
Para que yo pudiera comprender el ángel me enseñó
qué era una comunión y cómo no podía hacerse sin confesarse antes.
-Tu mamá le ha prometido hacerla así y por ese solo
propósito su corazón ha resplandecido con una luz que todavía sería más
brillante, cuando cumpla su promesa
-¿Acaso sucede que mamá no cumple y no se confiesa,
ni comulga? -pregunto con ansiedad.
-Sí, y muchas veces ha sucedido que tu mamá no se ha
confesado y por eso no ha podido comulgar. A tu padre lo enfurecen las obras
piadosas.
-¿Porqué?
-Porque tu madre se fortalece cuando tiene el
corazón limpio y no ejecuta las órdenes de él.
-¿Esas órdenes son malas?
-Sí, son pésima. Algunas de esas órdenes son las
lecciones que le ha dictado el doctor Astaró: crímenes nefandos.
-No comprendo.
-No puedes comprender. Bástate saber que del
cumplimiento de esas órdenes depende tu vida.
Puesto que él no me 10 quiere explicar, se me ocurre
que si yo aprendo la lengua de las gentes comprenderé lo que ese horrible
doctor habla con mi mamá y mi papá cuando está con ellos.
Se lo pido al ángel y él me dice:
-Eres el niñito de mejor oído que conozco. Ahora que
no tienes todavía ninguna edad. Porque no has nacido, oyes como si fueras
grande, mejor que si fueras grande, porque oyes los pensamientos sin palabras
que nacen en el corazón de tu mamá.
-Los oigo, pero no los entiendo. Enséñame las palabras.
Aquel día, y vuelvo a decir que no sé realmente si
era día o había entrado ya la noche. Absalón me comenzó a enseñar las palabras
de los seres humanos, y me dijo algo que me colmó la sorpresa.
--Cuando sepas hablar algo, habla a tu madre, en voz
muy bajita, para que nadie pueda oírte, y pídele que te defienda, aunque a ella
le cueste la vida defenderte, -¿ y puedo hablar sin haber nacido?
-Un hijito que ama a su madre puede hacerse
comprender de ella, que también lo ama, cuando ella tiene el corazón lleno de
luz. Pero si lo tiene oscuro porque está en pecado, o no te comprenderá o no
arriesgará su vida por salvarte.
-Pero, ¿por qué tiene que arriesgarla para salvarme?
¿No podemos vivir los dos? ¿Ella y yo no podemos vivir juntos?
-Sí, podéis vivir los dos, pero a tu padre el doctor
Astaró lo convencerá de que no, que tú tienes que morir para que ella viva.
¡Pídele a tu madre que te salve! iQue no te deje matar!
-¿Hay alguien que quiere matarme?
Absalón vacila antes de contestarme. Después de un largo
silencio me dice:
-En el mundo hay millones y millones de niñitos tan
pequeños que los ojos de los hombres pueden verlos con unos cristales
poderosos. Se sabe que ya, existen y hay muchísimos hombres perversos que están
urdiendo procedimientos para matarlos.
-¿Porqué?
-Porque cuando nazcan costará dinero alimentarlos y
criarlos. Hay hombres malos y mujeres perversas que estudian estas cosas y
enseñan que la tierra está demasiado poblada y no conviene que nazcan más
niñitos, porque habría pobreza y faltarían alimentos para los grandes. Por eso
dicen que hay que matar a los pequeñitos antes que nazcan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario