El
futuro de la globalización se decide en Venezuela. A pesar de las sanciones
económicas, apoyo financiero a la oposición venezolana y "guarimbas"
promovidas por la CIA —que mataron docenas de inocentes—, el Gobierno
bolivariano sigue firme con la ayuda aparentemente invisible de Rusia y China
que no permiten a Washington derrocar al chavismo.
"Desde hace mucho ya no ganamos más guerras"
(Donald Trump, 2016)
Venezuela
es la clave en el actual ajedrez geopolítico donde Rusia y China están
desafiando la autoproclamada posición de EEUU como el 'hegemón' del planeta,
combinando la ayuda económica al modelo bolivariano con la presencia industrial
militar en el país.
Igual
que en el caso de Siria y Corea del Norte, Donald Trump tachó de 'dictador' al
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y dijo que "todas las
opciones, incluyendo
militares, están sobre la mesa". La fantasía de Trump está fuera de
límites de la comprensión humana y es totalmente imprevisible. En un reciente
artículo, el periodista William Astore escribió que todas las guerras de EEUU
desde 2001 han sido sobrefinanciadas, sobrevaluadas y siempre han sido
perdidas. Sin embargo, el Pentágono y el Departamento de Estado han aprendido
que con la ayuda de los medios de comunicación a su disposición se puede
convertir la derrota en la victoria (Le Monde diplomatique, 28 de enero, 2018).
Lo
confirmó también el veterano reportero de la NBC News, William Arkin que
presentó a la cadena de televisión su renuncia en protesta por el "apoyo
reflexivo" de los medios de comunicación a las guerras que ordena
Washington y a los generales que las dirigen.
Arkin recalcó en su carta
lo siguiente: "Encuentro desalentador de que no estemos informando de las
fallas de los generales y de los líderes de la seguridad nacional. Es
sorprendente que aprobemos las torpezas americanas en Oriente Medio y ahora en
África a través de los más incompetentes informes".
Los
medios de comunicación globalizados están tratando de convencer a la opinión
pública que Venezuela está en vísperas de una "guerra
desproporcionada" del Pentágono para derrotar al régimen de Nicolás
Maduro.
Lo que
no informan los globalizadores es que Estados Unidos no tiene condiciones ni
pretextos para intervenir en el país bolivariano. No existe tal 'dictadura' en
este país de la que tanto hablan Donald Trump y su vicepresidente Mike Pence.
La proyectada por la CIA 'revolución de colores' para el pasado 23 de enero
fracasó después de que el opositor Juan
Guaidó se autoproclamara "presidente
encargado" de Venezuela al recibir la
llamada del vicepresidente norteamericano Mike Pence quien autorizó a
Guaidó el pasado 22 de enero a autodesignarse presidente y le instruyó de lo
que debía decir y hacer. Sin embargo, Guaidó fue
reconocido solamente por EEUU y el Grupo de Lima a excepción de
México.
El
mismo secretario general de las Naciones Unidas Antonio Guterres confirmó que
los Estados de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad reconocen al
presidente Nicolás Maduro, a excepción de Israel y Australia, como mandatario
constitucional y legítimo de Venezuela.
A la
vez, la Organización de las Naciones Unidas rechazó posiciones a favor de los
intereses del diputado de la Asamblea Nacional en desacato, Juan Guaidó, quien
se autoproclamó "presidente encargado" en un acto inconstitucional el
pasado 23 de enero.
La
opción militar de la que habló también el secretario de Estado, Mike Pompeo
está lejos de la realidad. Las Fuerzas Armadas Bolivarianas (FAB) están bien
equipadas con el
armamento ruso y chino
y tienen un alto nivel de preparación. ¿Qué podrían hacer las
5.000 fuerzas especiales norteamericanas que supuestamente el 'halcón'
de Trump, John Bolton, hizo transferir a Colombia o los mercenarios colombianos
interviniendo en Venezuela contra unos 500.000 FAB y la Guardia Nacional?
No hay
que olvidar que las Fuerzas Armadas Bolivarianas tienen un gran respeto en su
país y activa participación en la economía nacional. Actualmente los soldados y
suboficiales son hijos de las familias campesinas y obreras que se beneficiaron
con la revolución de Hugo Chávez y han sido educados en el espíritu bolivariano
y el antimperialismo norteamericano. Esperar que estos militares apoyen a la
oposición encabezada por Juan Guaidó sería completamente ilógico. Los oficiales
tienen una posición privilegiada en el país y un gran número de ellos fueron
graduados en las escuelas militares de Rusia, China y Cuba.
La
mayoría de los oficiales mayores y generales son
fieles al Gobierno de Maduro y lo consideran
el único dirigente del país. El ministro de Defensa, el general Vladimir
Padrino López es una pieza importante para Maduro más aún por lo bien recibido
que fue el general en Jefe hace poco en Rusia por el presidente Vladímir Putin.
Durante el golpe de Estado en 2002 fue precisamente el Batallón de Infantería
311 bajo el mando de Padrino López el que participó activamente en el
desmantelamiento del golpe.
El 30 de enero pasado el
ministro de Defensa afirmó al iniciar los ejercicios militares que estaban
"reafirmando la lealtad a la Patria, a sus principios y también su lealtad
a la Revolución, a la Constitución y al presidente Nicolás Maduro", enfatizando
que sus armas están listas para defender la Patria.
Y esto
no es todo. Recientemente el presidente Maduro anunció la conformación de más
de 50.000 Unidades Populares de Defensa (UPD), al estilo de los Comités de
Defensa de la Revolución (CDR) en Cuba, en todos los barrios, pueblos, ciudades
y caseríos del país movilizando a más de dos millones de ciudadanos. Tomando
todo esto en cuenta sería una locura iniciar una intervención militar en
Venezuela que, según las estimaciones del Pentágono involucraría a no menos de
100.000 soldados norteamericanos desatándose una guerra que duraría no menos de
dos años. Norteamérica no dispone de tales fuerzas actualmente.
Además
la invasión haría desestabilizar toda Latinoamérica. Entonces, las promesas del
asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, John Bolton de detener y recluir
a Nicolás Maduro en la cárcel de Guantánamo reflejan las frustraciones de
Washington de no poder terminar con el chavismo en Venezuela.
Los
líderes de Washington saben perfectamente que tanto Rusia como China no
permitirán la demolición de la revolución bolivariana teniendo en cuenta los
55.000 millones de dólares que constituye la inversión rusa en Venezuela y
65.000 millones de los préstamos chinos a cambio de petróleo.
Para
desanimar a los principales halcones de Washington, John Bolton, Mike Pompeo,
Joseph Dunford y Steve Mnuchin (precisamente este grupo designó a Guaidó
presidente de Venezuela el pasado 22 de enero) de cualquier intento de guerra,
China y Rusia suministraron a Venezuela sofisticado armamento por el monto de
2.500 millones de dólares y 4.000 millones de dólares respectivamente. A la
vez, China tiene una estación de rastreo satelital en la base aérea venezolana
Capitán Manuel Ríos, mientras que Rusia tiene instalaciones cibernéticas en la
base naval Antonio Díaz 'Bandi'.
En
estas condiciones lo único que le queda a Trump es seguir repitiendo por
enésima vez que "todas las opciones están sobre la mesa", sin tener
ninguna concreta posibilidad de intervenir en Venezuela. La mayoría de las
unidades militares de EEUU están concentradas en Europa supuestamente para
proteger a la Unión Europea de Rusia. Otra significante parte de su potencial
bélico, que cuenta con 80.000 tropas listas para el combate, está desplegada en
Japón y Corea del Sur.
Tal
vez, Trump y su séquito de halcones se han dado cuenta, a instancias de Henry
Kissinger, que no tienen unidades militares para intervenir en su propio 'patio
trasero' y en especial, en el país poseedor de los
más grandes reservorios de petróleo, Venezuela. Sus 'perritos falderos'
Colombia y Brasil no se atreverán a participar en esta aventura sabiendo que
las llamas de la guerra pueden extenderse a sus propios países. México, el
hasta hace poco aliado incondicional de EEUU, se
pronunció a favor del Gobierno de Maduro.
En las
actuales condiciones, la primera potencia del mundo con un personal militar
activo de 1,6 millones que está disperso por todo el mundo no tiene unidades
disponibles y entrenadas para intervenir en Venezuela que dispone de un
armamento sofisticado incluyendo las famosas instalaciones antiaéreas S-300
que recién
recibió Siria, por ejemplo. En respuesta al apoyo de EEUU a una Ucrania
pronazi y a Taiwán, Rusia y China están apoyando a Venezuela y sin duda alguna
estas potencias respaldarán a Nicolás Maduro en el caso de un conflicto bélico
si no mediante una participación directa, sí con el abasto de armamento
sofisticado y con presencia de voluntarios que representaría una severa pérdida
humana para Washington, posiblemente a nivel de las guerras en Vietnam o Corea.
Ya es
hora para los halcones de Washington, su complejo militar industrial y su
impredecible presidente, de enfriar su temperamento y sus ansias de guerra para
dar un empuje a la economía nacional estancada y darse cuenta de que la nueva
posible derrota esta vez no podrá convertirse en victoria tal como viene sucediendo
en Siria.
LA
OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE UT FIDELES INVENIATUR
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