Parecía que los sirios
iban a ver la luz al final del túnel después de su victoria sobre los
yihadistas. Pero Israel y Estados Unidos no han renunciado a su objetivo –la
destrucción de las estructuras del Estado sirio– y ahora están preparando una
nueva guerra, esta vez de carácter financiero, para impedir la reconstrucción
del país y condenar el pueblo sirio a depauperarse entre ruinas.
En
Washington, la prueba de fuerza entre los jacksonianos –representados por el
equipo del presidente Donald Trump– y los imperialistas –o sea, la clase
política tradicional estadounidense– podría llevar el Congreso que acaba de
iniciar su mandato no sólo a tratar de arrinconar al presidente sino
también a desempeñar un papel más importante en materia de política
exterior.
Este
Congreso acaba de elegir a James Risch (republicano por el Estado de Idaho)
para presidir la Comisión senatorial de Relaciones Exteriores y a Eliot Engels
(demócrata por Nueva York) como presidente de la comisión equivalente en la
Cámara de Representantes. Risch y Engels no están de acuerdo
en nada, sólo en su férreo respaldo al Pentágono y a Israel y en el
odio que ambos sienten contra Siria.
James
Risch es un republicano de la vieja escuela mientras que Eliot Engels es
lo que los franceses llamarían un «bobo» (burgués bohemio) de
Nueva York. Sus posiciones incoherentes y contradictorias
entre sí serán bien acogidas por las diferentes comunidades étnicas que
pueblan su circunscripción. Pero lo más importante es que fue él
quien presentó en 2003 la Syria Accountability and Lebanese
Sovereignty Restoration Act, o sea la declaración estadounidense de
guerra contra Siria.
Desde
la sesión de apertura e incluso de haber electos para presidir las ya
mencionadas comisiones, el 3 de enero de 2019, Risch y Engels presentaron
cada uno a sus respectivas asambleas un proyecto de ley (S.1 y H.R. 31),
con un pasaje casi idéntico cuyo objetivo es impedir la reconstrucción
en Siria. Los dos parlamentarios estadounidenses fingen creer que las
fotografías que aparecen en el llamado «Informe Cesar» muestran los
cadáveres de personas torturadas por el «régimen de Bachar» (el
gobierno de la República Árabe Siria), en vez de víctimas de los
yihadistas (los llamados «rebeldes moderados»). Así que pretenden
castigar al pueblo sirio por haber respaldado a quienes
ellos califican de «torturadores» en contra de los verdaderos
torturadores [1].
De esa
manera, Risch y Engels dan continuación a la estrategia implantada por Jeffrey
Feltman en su época de embajador de Estados Unidos en Líbano.
En 2005, Feltman creó un «Tribunal Especial» para juzgar al
presidente sirio Bachar al-Assad, supuestamente culpable –según el propio
Feltman y una serie de testigos remunerados– de haber ordenado el asesinato del
ex primer ministro sirio Rafic Hariri. Ayer acusado de «asesino»,
Assad es acusado ahora de «torturador».
Es
para todos evidente que, más allá de los pretextos históricos, estos proyectos
de ley también aplican en derecho estadounidense la estrategia definida por el
mismo Jeffrey Feltman cuando dirigía el departamento político de la ONU.
En una nota secreta [2]
redactada en octubre de 2017, este ex asistente de Hillary Clinton
impartía a todas las agencias de la ONU la orden de abstenerse
en general de prestar ayuda a los civiles sirios y de hacerlo únicamente
en situaciones de emergencia y a corto plazo. También prohibía toda ayuda
a mediano o largo plazo que permita reconstruir el país. Al redactar
esa directiva, Jeffrey Feltman asumía prerrogativas que no tenía. Además,
Feltman redactó esa directiva a espaldas de los países miembros de la ONU,
incluyendo a los miembros del Consejo de Seguridad. La existencia de esa
directiva fue revelada 10 meses después por el ministro ruso de
Exteriores, Serguei Lavrov, el 20 de agosto de 2018 [3].
El representante demócrata Eliot Engel y el senador republicano James Risch acaban de ser elegidos para presidir las comisiones de Relaciones Exteriores en sus cámaras respectivas.
Esta
estrategia apunta claramente a perseguir el objetivo que el presidente
Barack Obama y su secretaria de Estado Hillary Clinton trataron de alcanzar
durante los 7 años de guerra contra Siria. Como la presencia
rusa en Siria hace imposible la consecución de ese objetivo por la
vía militar, ahora se trata de hacerlo por la vía financiera.
No se trata de derrocar al presidente Assad –sólo Arabia Saudita
llegó a plantearse esto último como objetivo de guerra– ni tampoco de derrocar
la República Árabe Siria –sólo ciertas ex potencias coloniales
se plantearon esto como objetivo de guerra– sino de debilitar al máximo
el Estado sirio, como se plantea en la doctrina Rumsfeld-Cebrowski.
Lo que
el senador James Risch y el representante Eliot Engels están preparando
contra Siria es lo que ya está haciendo la Unión Europea, otra
muestra de que no es una política concebida por los parlamentarios
estadounidenses. En efecto, el 21 de enero de 2019,
el consejo de ministros de Exteriores de los países miembros de la Unión
Europea impuso sanciones contra las personas y empresas a cargo del
proyecto constructivo Mariota City, una nueva ciudad que sería edificada en la
periferia de Damasco, la capital siria [4].
Exceptuando una, ninguna de las personas sancionadas por la Unión Europea
estuvo implicada en acciones de guerra ni mucho menos en acusaciones sobre
casos de tortura. Se trata simplemente de civiles implicados en un
importante proyecto de reconstrucción de su país.
El Pentágono y
el Departamento del Tesoro
el Departamento del Tesoro
Desde
el año 2001, el Tesoro estadounidense se ha convertido en una potencia política
que trabaja en coordinación con el Pentágono. El Tesoro se ha dotado,
en efecto, de poderes sorprendentes mediante la creación de una
jurisprudencia que le permite extender a otros países la aplicación de
las leyes de Estados Unidos, bajo el pretexto de que ciertas transacciones
internacionales se efectúan en dólares estadounidenses. Pero eso
no es la ley sino la interpretación que ahora hacen de la ley los
tribunales estadounidenses. Simultáneamente, el Tesoro ha ido creando una
serie de herramientas financieras que le permiten castigar a personas,
empresas y Estados con una crueldad que nadie había alcanzado antes.
El ejemplo más terrible son las sanciones que ha ido imponiendo
contra Irán desde 2005.
Contrariamente
a lo que afirma su propaganda, cuando el Tesoro estadounidense aplica
sanciones contra un Estado, no está condenando a ese Estado ni a sus
dirigentes, pero priva a la población de ese Estado de todo contacto
económico con Occidente. Paradójicamente, las víctimas de esas
sanciones han aprendido a burlarlas con ayuda de ciertos aliados de
Estados Unidos.
Por ejemplo,
en el caso de Irán, Emiratos Árabes Unidos se convirtió en un centro de
lavado de dinero del comercio prohibido por las sanciones estadounidenses.
El entonces presidente iraní Mahmud Ahmadineyad supo dotarse de miles de
intermediarios a través del mundo para esconder el comercio que realizaba
la República Islámica. Su sucesor, el actual presidente iraní Hassan
Rohani, cerró esas vías de intercambio a través de intermediarios… pero
tuvo que reabrirlas urgentemente cuando Estados Unidos decidió retirarse
del acuerdo 5+1 y reimplantar las sanciones. Estas sanciones pueden ser
extremadamente crueles, como las implantadas contra los huthis en Yemen,
donde han provocada una mortífera hambruna.
Es
importante recordar que esas sanciones políticas no tienen en la mayoría
de los casos nada que ver con las que adopta el Consejo de Seguridad
de la ONU, y son por consiguiente ilegales a la luz del derecho
internacional. Se trata de actos de guerra comparables a los asedios de
la Edad Media [5].
Hoy en
día, el Tesoro estadounidense mantiene en aplicación sanciones de ese tipo
contra Bielorrusia, Burundi, Corea del Norte, Cuba, Irán, Libia, Nicaragua, la
República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Rusia, Sudán,
Siria, Venezuela y Zimbabwe, países soberanos a los hay que agregar entidades
como las Repúblicas Populares de la región de Donbass (en Ucrania), el
Hezbollah libanés (debido a sus relaciones con Irán) y los huthis (en Yemen),
entre otras.
Fuente
Al-Watan
(Siria)
………………………………………………………………………………….
[1]
«Las acusaciones de
Carter-Ruck contra Siria», 21 de enero de 2014; «Washington y París
reanudan la propaganda contra el “régimen de Bachar”», por Thierry
Meyssan, Red Voltaire, 10 de octubre de 2016.
[2]
«Parámetros y
principios de la asistencia de la ONU en Siria», por Jeffrey D.
Feltman, Red Voltaire, 3 de septiembre de 2018.
[3]
“Sergey Lavrov news
conference with Gebran Bassil”, por Sergey Lavrov, Voltaire
Network, 20 de agosto de 2018.
[4]
«La Unión Europea
decreta sanciones contra los sirios que tratan de reconstruir su país», Red Voltaire,
22 de enero de 2019.
[5]
«¿Quiere castigar a un
Estado? Sólo diga que es “terrorista”», por Thierry Meyssan, Red Voltaire,
27 de noviembre de 2018.
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