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martes, 12 de febrero de 2019

DIOS NOS AMA. Dom Godofredo Belorgey


I. — MADRE DE DIOS Y MADRE DE LOS HOMBRES
! Es un hijo tan bueno! Todo el corazón de la madre se asoma en estas palabras que, a nuestro modo de ver, son la imagen más arrobadora de las disposiciones de la Santísima Virgen Maria, con relación a todos los hombres, sus hijos. Es verdad que no todos han envenenado a tu padre; pero con sus pecados no han llagado cruelmente y hasta han dado la muerte al Hijo Unigénito de Dios? Desde este momento, y mirando a su propio interés, podía el Padre Eterno dar oídos a su amor infinitamente misericordioso para con ellos, abajarse El mismo para condonarles esa inmensa deuda? No debería, mas bien, conservar en ellos sentimientos de respeto y temor, tan propios siempre de los hombres, ante el acatamiento de la Santidad infinita? Hemos visto que el Verbo acepto la Encarnación para ser nuestro mediador, que se hizo Nino y derramo a manos llenas las palabras y los hechos misericordiosos, con el fin de ganar nuestra confianza, y no por eso se menoscabo su condición de Dios, que al fin de los tiempos ha de juzgar a los hombres. No sería posible, pues, encontrar entre Él y ellos, una intermediaria, que fuera la expresión perfecta de la misericordia divina, y que pudiera inclinarse, con tierna y delicada dulzura, sobre todas sus debilidades, sin temor de comprometer la Majestad infinita? Este cometido solo una madre es capaz de llenarle. Por eso Jesús no ha titubeado en damos a su propia Madre para que sea también Madre nuestra.
A pesar de todas nuestras miserias, podemos tener una confianza absoluta en nuestra Señora. Su amor la aguijonea constantemente a aprovecharse de su Omnipotencia sobre el Corazón de su Hijo, para trabajar en nuestra salvación y sobre todo en nuestra santificación. Cuanto con mayor abandono nos echemos en sus brazos, tanto más experimentaremos y comprenderemos hasta que punto Ella es verdaderamente nuestra Madre.
La doble maternidad de la Stma. Virgen es uno de los grandes misterios del Cristianismo que causan más admiración a medida que se va penetrando su profundidad. Para resumir en algunas palabras el pensamiento de los Padres y teólogos haremos notar, sencillamente, cuan justo es que la Madre del Autor de la vida fuese al mismo tiempo Madre de aquellos que debían participar de esta vida. .
Supuesto que Jesucristo, cabeza de los hombres, ha nacido de Ella, dice San Luis Maria Grignon de Montfort, los predestinados, que son los miembros de esta cabeza, debían nacer también de Ella, por una consecuencia necesaria. Una misma madre no puede dar a luz la cabeza sin los miembros; y si no fuera así, sería un monstruo de la naturaleza; pues, del mismo modo, en el orden de la gracia, la Cabeza y los miembros nacen de una
misma Madre, y, si un miembro del cuerpo místico de Jesucristo, es decir un predestinado, naciese de otra Madre que Maria, que ha producido la Cabeza, no sería un predestinado, ni un miembro de Jesucristo, sino Un monstruo en el orden de la gracia,03. *
Tal es por otra parte el plan divino. Dios Padre ha elegido a Maria desde toda la eternidad para ser Madre de su Hijo Unigénito y Madre de los hombres; y así, cuando pensaba que Ella sería una morada digna del Verbo encamado, pensaba también en nosotros. El puso todo su gozo en hacerla infinitamente bella, preservándola de la mancha original, y adornándola con todas las virtudes: Tota pulchra es, Maria, et macula originalis non est in Te ,04.
Es imposible formarnos una idea exacta de la belleza de la Stma. Virgen. Si ciertos santos, a quienes Dios concedió el favor de contemplar un alma en estado de gracia, no podían soportar el brillo de la misma, que hubieran dicho en presencia de Aquella que esta como sumergida y penetrada de la plenitud de la gracia? Sin duda estarían tentados de tomarla por Dios en persona. Desde toda la eternidad se regocija el Padre en esta hermosura sin igual, y pone en Maria sus complacencias, como las pone en Jesús, su Hijo muy Amado. Las palabras que la Iglesia pone en labios de la Santísima Virgen, en la fiesta de la Inmaculada Concepción, son muy significativas, respecto de esto: El Señor me poseyó en el comienzo de sus caminos... He sido fundada desde la eternidad, desde el principio... No existían los abismos y ya estaba, yo concebida... Cuando ordenaba los cielos, allí estaba yo... A su, lado estaba componiéndolo, todo, regocijándome cada día y jugando continuamente en su presencia
Esta alegría de Dios contemplando a Maria debe constituir nuestra felicidad.
Pero podemos regocijarnos también pensando que Dios nos veía, a nosotros, pobres pecadores, escondidos en Ella, perdidos en Ella, y ponía también en nosotros sus complacencias, cubiertos como estábamos con su belleza y hermosura. Vos sois verdaderamente !oh Maria!, la gloria de Jerusalén, la alegría del pueblo de Israel, porque Vos sola habéis puesto a salvo el honor de nuestro pueblo: Tu gloria Jerusalén, Tu laetitia Israel, Tu honorificentia populi nostri.106.
El Verbo, enamorado de vuestra belleza, ha decidido encarnarse en Vos, con el fin de realizar el plan de amor de su Padre; pero, queriendo respetar vuestra libertad, os pide el consentimiento por medio del Arcángel Gabriel, encargado de revelaros los designios de Dios. Sin duda ninguna que en el momento de dar la respuesta, Vos, instintivamente y ante todo, adorasteis la voluntad del Todopoderoso, pero también resonó, como un eco en el fondo de vuestro Corazón, este grito que subía hacia Vos de todo el género humano:
! Oh Señora nuestra! Nosotros, pobres criminales que gemimos bajo el peso de una sentencia de condenación, esperamos con ansia esta respuesta de misericordia. En vuestras manos está el precio de nuestra salvación; si Vos os dignáis consentir, estamos salvados. Criaturas del Verbo Eterno de Dios, pereceremos sin remedio, si una sola palabra de vuestra boca no nos vuelve a la vida y nos salva. Adán y su triste posteridad, condenada al destierro, Abraham, David y todos los Santos Padres, vuestros antepasados, que también están sumidos en las sombras de la muerte, también os suplican que consintáis. El mundo entero, postrado de hinojos a vuestros pies, espera con suprema ansiedad vuestro consentimiento. De Vos, en efecto, depende el consuelo de los afligidos, la redención de los cautivos, la libertad de los culpables, la salvación de los hijos de Adán, y de toda la humanidad, a la que también Vos pertenecéis. Pronunciad !oh Virgen!, pronunciad esta palabra tan ardientemente deseada y esperada en la tierra y en los Cielos m..."Ecce ancilla Domini, fiat mihi secumdum verbum tuum" 108; Tal fue vuestra respuesta: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra".

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