Al
contrario de lo que afirma el pensamiento dominante, la cumbre de la OTAN no
enfrentó a Estados Unidos con los demás miembros de la alianza atlántica sino
al presidente Trump con la alta administración intergubernamental. El autor
estima que el problema no es si nos agrada o no la personalidad del inquilino
de la Casa Blanca sino más bien determinar si se le apoya por ser la persona
que su pueblo eligió como presidente o si preferimos a los burócratas del
sistema.
El
presidente Trump hizo venir al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg,
a la residencia del embajador de Estados Unidos en Bruselas y lo sermoneó
públicamente por ser incapaz de mantener la coherencia política de ese bloque
militar.
esde
el 20 de enero de 2017, la llegada a la Casa Blanca de un defensor del
capitalismo productivo está estremeciendo el orden internacional en detrimento
de los adeptos del capitalismo financiero. El imperialismo, hasta entonces
ciegamente defendido por los presidentes de Estados Unidos, al extremo de
identificarlo con la política exterior estadounidense, se apoya ahora en
aparatos burocráticos, con las administraciones de la OTAN y de la Unión
Europea en primera fila.
Actuando
como había anunciado durante su campaña electoral, Donald Trump es un
presidente (electo) muy previsible. Es su capacidad para cambiar el sistema lo
que resulta totalmente impredecible. No ha sido por ahora asesinado, como John
Kennedy, ni obligado a dimitir, como Richard Nixon [1], y sigue adelante, al
ritmo de dos pasos adelante y uno atrás.
En los
países occidentales parece haberse olvidado que en una República el único papel
de los responsables electos por el pueblo es controlar las administraciones de
los Estados que gobiernan. Pero un «pensamiento único» ha venido imponiéndose a
todos poco a poco, transformando a los responsables electos en altos
funcionarios y los Estados en dictaduras administrativas.
El
conflicto entre el presidente Trump y los altos funcionarios de sus
predecesores es, por consiguiente, un simple intento de regreso a lo que
debería ser la normalidad. Es también un conflicto titánico, comparable al que
existió entre dos gobiernos franceses en tiempos de la Segunda Guerra Mundial
[2].
Ante
lo sucedido en la cumbre de la OTAN del 25 de mayo de 2017, donde Trump impuso
que se agregara la lucha contra el terrorismo a los objetivos de la alianza
atlántica, y en el G7 de junio de 2018, donde Trump se negó a firmar la
Declaración Final, la administración de la OTAN trató de preservar los
objetivos del imperialismo.
-
Primeramente, la administración de la alianza atlántica firmó con sus homólogos
de la Unión Europea, justo antes de la cumbre de la OTAN, una Declaración
Conjunta [3]. De esa manera, garantizaba la relación de subordinación de la
Unión Europea con la OTAN, subordinación que se instituye en el artículo 42 del
Tratado de Maastricht [4]. Esa Declaración fue firmada por el presidente del
Consejo Europeo, Donald Tusk, y por el presidente de la Comisión Europea,
Jean-Claude Junker. El polaco Donald Tusk viene de una familia que trabajaba en
secreto para la OTAN durante la guerra fría y el luxemburgués Jean Claude
Juncker fue el responsable de los servicios secretos de la OTAN en su país
durante la operación Gladio [5]. Los altos funcionarios europeos saben que
están en peligro desde que Steve Bannon, el ex consejero especial de Donald
Trump, estuvo en Italia para respaldar la creación de un gobierno antisistema,
con intenciones de hacer estallar la Unión Europea.
-
Segundo, la administración de la OTAN forzó la firma del esbozo de la
Declaración Común en la apertura de la cumbre en vez de al final [6], así que
no hubo discusión sobre su doctrina anti-rusa.
Consciente
de la trampa que se le tendía, Trump decidió tomar desprevenidos a sus
funcionarios. Cuando todos los participantes de la cumbre de la OTAN esperaban
una polémica sobre la poca contribución de los aliados de Estados Unidos al
esfuerzo de guerra común, lo que Donald Trump hizo fue cuestionar la razón de
ser de la alianza: la protección contra Rusia.
Trump
hizo venir al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, a la residencia
del embajador estadounidense en Bruselas, en presencia de la prensa, y le hizo
notar que Alemania alimenta su economía con gas del «amigo» ruso mientras pide
que la protejan de su «enemigo» ruso. Al subrayar esa contradicción, Trump
relegaba a un segundo plano la cuestión del financiamiento, pero sin
abandonarla. Lo más importante es que, sólo una semana antes de su encuentro
con el presidente ruso Vladimir Putin, Trump desvirtuaba así la larga lista de
quejas contra Rusia que aparecen en la Declaración de Apertura de la cumbre de
la OTAN.
A
pesar de lo que afirman los comentarios de la prensa, el señalamiento del
presidente Trump estaba menos dirigido a Alemania que al propio secretario
general de la OTAN, Stoltenberg. Trump estaba resaltando en realidad la
negligencia de este alto funcionario, que administra la OTAN sin interrogarse
sobre la razón de ser de ese bloque militar.
El
enfrentamiento entre la Casa Blanca y Bruselas [7] está lejos de terminar.
Por un
lado, la OTAN acaba de aprobar la creación de dos centros de mando conjunto –en
Ulm, Alemania, y en Norfolk, Estados Unidos– y un aumento de su personal en un
10%, mientras que la Unión Europea acaba de crear la «Cooperación Estructurada
Permanente» (PESCO, un programa de capacitación de 6 500 millones de euros) y
que Francia le “engancha” la «Iniciativa Europea de Intervención» (un programa
de operaciones). Contrariamente a los discursos que hablan de independencia
europea, esas dos estructuras están sometidas al Tratado de Maastricht y están
por tanto al servicio de la OTAN, además de complicar aún más la ya
complejísima burocracia europea, para mayor satisfacción de sus altos
funcionarios.
Por
otro lado, el presidente Trump ha iniciado discretamente discusiones con su
homólogo ruso para retirar las tropas de Rusia y de la OTAN de la actual línea
de confrontación.
Thierry
Meyssan
[1]
Richard Nixon tuvo que dimitir debido a su responsabilidad en el escándalo del
Watergate. Pero esa responsabilidad sólo llegó a conocerse gracias a la
delación del célebre «Garganta Profunda», que finalmente resultó ser
Mark Felt, un importante responsable del FBI que había sido asistente del
fundador de la policía federal estadounidense, John Edgar Hoover.
[2]
En el momento de la derrota de Francia, al inicio de la Segunda
Guerra Mundial, la Asamblea Nacional francesa, reunida en la estación termal de
Vichy, el 10 de julio de 1940, proclama el «Estado Francés»,
abrogando así de facto la República. Aquel cambio de
régimen contaba desde hacía tiempo con el apoyo de grupos y partidos
antiparlamentarios. A partir de aquel momento, Francia estuvo representada
simultáneamente por dos gobiernos que se oponían entre sí: el
gobierno legítimo de la República, exiliado en Londres, y el gobierno
legal del Estado proclamado en Vichy. En agosto de 1944, con el
fin de la ocupación alemana, de Gaulle reinstaura el gobierno de la
República en París mientras que el gobierno del «Estado Francés»
se establece en Alemania, en Sigmaringen, hasta abril
de 1945.
La confusión entre la República Francesa y el Estado francés es algo corriente hoy en día. Tanto que, para referirse al presidente de la República, se utilizan indistintamente el rango protocolar de “jefe deEstado” y el título de “jefe del Estado”.
La confusión entre la República Francesa y el Estado francés es algo corriente hoy en día. Tanto que, para referirse al presidente de la República, se utilizan indistintamente el rango protocolar de “jefe deEstado” y el título de “jefe del Estado”.
[3]
«Déclaration conjointe
sur la coopération entre l’UE et l’OTAN», Réseau Voltaire, 10
de julio de 2018.
[4]
El Tratado de Maastrich es el documento fundacional de la Unión Europea. Nota
de la Red Voltaire.
[5]
«La guerra secreta en
Luxemburgo», por Daniele Ganser, Red Voltaire, 2 de agosto
de 2013; «Luxemburgo:
Jean-Claude Juncker se negó a tener que dimitir por causa del Gladio»;
«Gladio
en Luxemburgo: Juncker obligado a dimitir», Red Voltaire,
10 y 16 de julio de 2013.
[6]
«Déclaration
d’ouverture du sommet de l’OTAN», Réseau Voltaire, 11 de julio
de 2018.
[7]
Bruselas es al mismo tiempo sede de la OTAN y de la Unión Europea
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