Cada cantón tenía su jefe catequista. Para la
administración civil, algunos de esos indígenas cultos eran lo que se
denominaba desarrollado», noción creada para darles la ciudadanía francesa algunos
de los autóctonos, hasta que es fue concedida a todos los indígenas en junio de
1946. El Padre Lefebvre juzgaba con severidad esas medidas primero
discriminatorias y luego demagógicas.
Por lo demás, la idea que el misionero se hacía
del «desarrollado» era muy distinta; para el Padre Marcel, eso implicaba la
transformación cristiana y completa. «Casi no hay ninguno que haya logrado
asimilar los principios cristianos con convicción y, con la gracia de Dios, sea
capaz de mantenerse en ellos aun sin el auxilio del misionero: Paul Ossima y
tal vez algún otro, pero siguen teniendo los principios paganos sobre la mujer
y la justicia»>, Paul Ossima era precisamente uno de esos jefes de
catequistas transformados por la gracia de la Santa Misa'" y que gozaba de
la confianza del Padre Marcel; su función era formar y supervisar a una parte
de s catequistas del propio cantón de Ndjolé. Era dinámico pero muy convencido
de su autoridad; no se podía resolver ningún asunto sin él, y solía indicarle
al misionero los desórdenes morales para que los castigase".
En contacto con esos catequistas, experimentados
a pesar de sus defectos casi incorregibles, Marcel Lefebvre perfeccionaba su experiencia
y su juicio. Comprendía que tenía que «trabajar con inteligencia, prudencia,
paciencia y método, es decir, respetando la obra de sus predecesores, aunque
luego tuviera que reformar un poco la
manera de obrar; escuchando los consejos de los negros y de los catequistas, siempre con una pizca de duda, que solía desaparecer más adelante ante la evidencia de que esos consejos eran prudentes»>, Durante estas giras, era frecuente que el Padre Lefebvre tuviese que convertirse en árbitro de algún pleito. Ya depurado por el jefe cristiano y por los notables, el asunto era llevado ante el Padre en público. Todas las partes se hallaban allí, al igual que los testigos. El primer día el misionero no veía muy claro el asunto, pero no tardaba mucho en darse cuenta de dónde estaba la verdad, que incluso se hacía manifiesta. Entonces, en una última sesión plenaria, el Padre daba su veredicto y la penitencia si había motivo. Por lo general, el culpable se corregía, o bien la discordia se calmaba" A veces, cuando se trataba, por ejemplo, de sancionar a un cristiano que tenía dos mujeres, el Padre Marcel se veía obligado a usar la fuerza: acompañado de algunos jóvenes forzudos y encantados con la empresa, se llevaban a la primera mujer, que gritaba, se resistía y se tiraba al agua para simular su desacuerdo (pero ella bien sabía de qué se trataba), y la encerraban en el internado de mujeres jóvenes. Así, el hombre iba a la misión y protestaba, pero debía prometer que repudiaría a la segunda mujer y que exigiría a sus padres la devolución de la dote; sólo entonces recuperaba a la primera, con la cual se celebraba eventualmente el matrimonio cristiano si únicamente había tenido lugar el matrimonio consuetudinario”.
manera de obrar; escuchando los consejos de los negros y de los catequistas, siempre con una pizca de duda, que solía desaparecer más adelante ante la evidencia de que esos consejos eran prudentes»>, Durante estas giras, era frecuente que el Padre Lefebvre tuviese que convertirse en árbitro de algún pleito. Ya depurado por el jefe cristiano y por los notables, el asunto era llevado ante el Padre en público. Todas las partes se hallaban allí, al igual que los testigos. El primer día el misionero no veía muy claro el asunto, pero no tardaba mucho en darse cuenta de dónde estaba la verdad, que incluso se hacía manifiesta. Entonces, en una última sesión plenaria, el Padre daba su veredicto y la penitencia si había motivo. Por lo general, el culpable se corregía, o bien la discordia se calmaba" A veces, cuando se trataba, por ejemplo, de sancionar a un cristiano que tenía dos mujeres, el Padre Marcel se veía obligado a usar la fuerza: acompañado de algunos jóvenes forzudos y encantados con la empresa, se llevaban a la primera mujer, que gritaba, se resistía y se tiraba al agua para simular su desacuerdo (pero ella bien sabía de qué se trataba), y la encerraban en el internado de mujeres jóvenes. Así, el hombre iba a la misión y protestaba, pero debía prometer que repudiaría a la segunda mujer y que exigiría a sus padres la devolución de la dote; sólo entonces recuperaba a la primera, con la cual se celebraba eventualmente el matrimonio cristiano si únicamente había tenido lugar el matrimonio consuetudinario”.
Pero esto no se hada sin riesgos, como por desgracia
lo demostró en 1932 el asesinato del Padre Henri de Maupeou, en Camerún, a manos
de un bígamo?". Por otra parte, el misionero podía exponerse, al hacerlo,
a una censura de parte del administrador local, porque la ley reconocía el
matrimonio consuetudinario y la poligamia, pero no contemplaba el matrimonio
monógamo, incluso entre los cristianos. Mejoramiento y buen orden Ya de regreso
de su gira, el Padre Lefebvre inscribía en los registros los sacramentos que
había conferido y completaba el fichero del status animarum (<<estado de
las almas», fichero nominal de los feligreses). Se informaba con el Padre Ndong
del estado de las cosas en la Misión. Dirigía algunas palabras espirituales a
los Hermanos: el Hermano Honoré", encargado de las plantaciones y las
reservas de alimentos, y el Hermano indígena Jean-Marie, en la carpintería con los
aprendices; y luego iba a dar una conferencia espiritual a las Hermanas de la Inmaculada"
(Madre Valérie, Sor Delphine", sacristana) ya las Hermanas del Corazón de
María (Sor Andrea, mestiza, y Sor Mónica) y a predicar un retiro a las 65 chicas
del internado; allí examinaba el progreso de los trabajos de ampliación",
y finalmente iba a ver cómo el Padre encargado dirigía su mundo en el internado
de los 80 chicosv, a los que se sumaban cada mañana algunos externos: Yo tenía
once años -recordaba Pierre Nzoghé-. Cruzábamos a nado el río que nos separaba
de la misión, y eso nos divertía. Había allí --explicaba- una pequeña corriente
de agua que separaba la misión del sitio donde se fabricaban ladrillos; el
Padre Lefebvre construyó un puente de madera, con material duradero.
En efecto, una fotografía muestra a un hermano (el
hermano jérome) y a tres hombres trabajando con maderos enormes, que
descansaban sobre sólidos pilares construidos con grandes piedras amontonadas y
sujetadas por una verja de hierro.
Resistió mucho tiempo -decía Pierre- y nos servía de
trampolín. Durante la estación seca los niños iban a pescar al lago Nghéné, junto
al río Abanga, ya sea lanzando la red desde las piraguas, ya sea tirando el
sedal desde la orilla del lago. Cantidades enormes de peces (carpas, bagres
bocalisas, capitanes y siluros) se ahumaban allí mismo y se ponían en barriles,
en los que primero se quemaban las hojas muertas del plátano, y se cerraban
después sellándolos con resina de okoumé. El pescado se conservaba así dos o
tres años sin enmohecerse'". Para suscitar la emulación de los niños, el
Padre Marcel instituyó la paga de la pesca bajo forma de una «recompensa»: se
pesaba el pescado y se dividía por el número de pescadores. Esa paga les servía
para comprar material escolar o taparrabos: el Padre Lefebvre, como también el
Padre Neyrand, mandaba traer tela de Francia para vestir a los niños con taparrabos.
Tuvo asimismo la iniciativa de crear una «oficina», habitación bien situada en
la planta baja de la casa de los Padres, donde se podían recibir visitas, y que
también servía para la observación de las idas y venidas.
Cada jueves por la tarde daba a todos los niños una
conferencia o una lección de catecismo'", Ndjolé enviaba de vez en cuando
candidatos al Seminario Menor'". El Padre Marcel envió allá a Charles Aboghé'";
uno o dos años después partió para allá jean-Pierre Elélaghe, que, ya sacerdote,
fue nombrado en Camerún". A las jóvenes aspirantes a la vida religiosa,
por su parte, se las enviaba al postulantado de Sindara, en la Misión de las
Tres-Espigas.
Los indígenas conservaron la memoria de las mejoras
que trajo a la misión el Padre Lefebvre, y lo recordaban como un hombre «dulce,
que no levantaba la voz, que hablaba con calma y tranquilidad», y que además
«era hospitalario y nunca se mostraba fastidiado por nada»?"
Por eso sintieron tristeza al verlo partir cuando
volvió el Padre Neyrand; de este modo el Padre Marcel pudo salir de vacaciones anticipadas
a Francia, el 11 de agosto de 1939.
4. De
vacaciones. Declaración de guerra. Movilizado Vacaciones agitadas y acortadas.
No bien se embarcó, Marcel tuvo la sorpresa de
encontrarse a bordo con un compañero y amigo de infancia, el Padre Émile Verhille,
misionero en el Congo-Brazzaville", que también se iba de vacaciones. Los
rumores de guerra se hacían cada vez más precisos.
Estaban llegando a la altura de Sierra Leona cuando
el comandante comunicó a los dos sacerdotes: «Acabo de abrir el pliego reglamentario
número 3: "Diríjase inmediatamente al puerto amigo más próximo"». Se
dirigieron entonces a Freetown. En efecto, el 10 de septiembre las fuerzas
alemanas ingresaron en territorio polaco, y el día 3 Inglaterra y Francia,
fieles a sus compromisos con Polonia, le declararon la guerra a Alemania.
El barco, bien camuflado, pudo volver a zarpar hacia
Dakar, donde los dos Padres, tras bajar a tierra, recibieron la orden de movilización.
-¿Movilizados en Dakar? ¡Ah, no! -se dijo el Padre
Marcel-. ¿Quedarnos aquí, en el desierto? ¡No! Al menos tenemos que volver a
Francia. Si hay que ir a la guerra, pues iremos a la guerra, pero no en Dakar.
-¿Qué hacemos, entonces? --dijo el Padre Verhille.
-Nos vamos. Nos movilizarán de todas formas... pero
al menos no aquí y los dos amigos volvieron a subir a bordo, sin llamar la
atención.
Se formó un convoy de cinco o seis barcos de
pasajeros, escoltado por algunos navíos de guerra, y no sin temor (porque ya habían
sido hundidos varios barcos a lo largo de Mauritania) lograron llegar a
Burdeos. Allí Marcel fue movilizado enseguida y permaneció un mes. Era la época
de la «guerra ficticia» en la que Francia esperaba que Alemania empezase a
atacar, porque en Francia no se creía en la guerra que se acababa de declarar,
y el Cuartel General Supremo no tenía ningún plan de ofensiva conjunta.
En la Casa General, donde se alojó Marcel, se habían
recibido noticias tranquilizadoras de las instrucciones ministeriales que prescribían
que los franceses residentes en las colonias, y por tanto los misioneros,
fueran movilizados allí donde estaban", Marcel solicitó el cumplimiento de
esas medidas para volver a Gabón.
A mediados de octubre", si bien recibió su
cartilla rosa de movilizado en las colonias, aun pudo ir a pasar un mes con su
familia y volver a ver a su padre por última vez, antes de volver a Burdeos para
embarcarse con otros nueve sacerdotes y una hermana espiritana, Sor Josefa".
Así fue como el barco trajo de regreso al Padre Marcel Lefebvre a Gabón después
de tres meses de vacaciones agitadas y acortadas.
5. Superior
de la misión Santa María de Libreville entre diciembre de 1939 y agosto de
1940.
En las misiones francesas no se pudieron recibir
nuevos candidatos en el año 1939, pero al menos los misioneros que estaban de vacaciones
fueron devueltos a su misión, y la mayor parte de los que podían ser movilizados
permanecieron en su puesto'", de modo que la situación en Gabón no era mala.
Monseñor Tardy nombró al Padre Marcel, desde su regreso, Superior interino de
la Misión Santa María de Libreville, para reemplazar temporalmente al Padre
Defranould'", que se había ido a Port-Gentil: este último siguió siendo, sin
embargo, Vicario General.
El puesto de Superior en Santa María era un puesto de
confianza; pensamos que fue entonces cuando el Obispo confió al Padre ~arcel el
cuidado de su alma en el tribunal de la penitencia".
También era al Padre Marcel a quien Monseñor Tardy
confiaba sus preocupaciones'", por estar ausente el Vicario General y
encontrarse un poco lejos el Superior religioso", el Padre Fauret, que se
hallaba en Lambaréné.
Así pues, el Padre Marcel era el Superior de la
Misión, tanto en lo temporal como en lo espiritual; debía dirigir las
pesquerías y las plantaciones de Santa María, administrar sus frutos, llevar la
contabilidad, y reemplazar igualmente al Padre Defranould en la procura de
Gabórr", que reglamentaba los intercambios de las misiones de la colonia
con la metrópoli. Así, por ejemplo, fue él quien encargó, por intermedio de su
hermano Michel, tres motores eléctricos para las máquinas de Santa María y de
otros puestos, y también una moto'", puesto que el Padre Fauret se había
llevado a Lambaréné la que él utilizaba en Libreville. En lo espiritual, el
Padre Lefebvre administraba la pequeña parroquia de la Misión, visitaba los
poblados situados al norte de la ciudad, impartía las conferencias espirituales
a las Hermanas ya las chicas; también daba conferencias sobre las virtudes
sacerdotales, el reglamento de vida de los sacerdotes y los principios de la
pastoral, a los teólogos de cuarto año que serían ordenados sacerdotes durante
ese año; predicaba a los seminaristas diversos retiros de ordenación, otros a
las Hermanas, e incluso retiros a sus compañeros sacerdotes, uno sobre la
«sublimidad de nuestro apostolado misionero», en el que hizo vibrar el ideal, y
otro sobre «Nuestro Señor y el mundo», en el que se sirvió del «librito admirable»
de Monseñor Chollet: La psicología de Cristo", Su experiencia misionera de
Ndjolé le dio más seguridad, y, más adelante se burlaría amablemente de algunos
sacerdotes, muy celosos sin embargo, que temblaban ante la idea de tener que
predicar a sus compañeros o a las religiosas.
A fines de abril de 1940 el Padre Defranould regresó
de Port-Gentil, para ir rápidamente a reemplazar en Donguila al Padre
Guiller", Durante la ofensiva alemana de mayo de 1940 el Padre Marcel fue
movilizado en el lugar en la primera compañía del batallón de tiradores de
Gabón, y recibió su equipo militar el 17 de junio de manos del teniente Gouval,
que mandaba la compañía", Pero con el armisticio firmado el 22 de junio,
que liberaba al imperio y pedía la desmovilización de las fuerzas armadas
francesas, el Padre Marcel se encontró desmovilizado ... aunque por poco tiempo,
como veremos. Providencialmente fue nombrado, en agosto de 1940, Superior
interino de la Misión San Pablo de Donguila; así pues, no fue testigo ni tuvo
parte en el combate fratricida que enfrentó a las tropas de la «Francia Libre»
del General de Gaulle con las de la unidad francesa liderada por el Mariscal
Pétain.
6. Combates fratricidas En Libreville, el primer
batallón de tiradores de Gabón se había embarcado el 25 de octubre de 193990
para volar en socorro de la madre patria. Ahora bien, un año después, fue esa
misma madre la que pareció querer embestir y desgarrar a su hija africana.
En efecto, el General de Gaulle, establecido en
Londres mientras los combates todavía causaban estragos en Francia, rechazó el armisticio
que el Mariscal Pétain había pedido a los alemanes, e hizo un llamamiento para
proseguir la guerra.
El 27 de octubre de 1940, en el Sagrado Corazón de
Roubaix, el Cardenal Liénart exclamaba: ¡El armisticio! Quienes lo han firmado
son hombres que tienen derecho a nuestro respeto, porque vinieron en nuestro auxilio
en el día de la humillación. Ellos no eran en absoluto los responsables de la
derrota; ellos vinieron a ayudamos para atenuar nuestra desgracia, y después
trabajaron con todas sus fuerzas para salvar lo que todavía podía ser salvado,
y para restaurar nuestras fuerzas interiores con el fin de que, si se dejaba
vivir a Francia, ésta pudiese todavía ocupar su lugar en el mundo.
El mismo día (curiosa coincidencia) el General de
Gaulle lanzaba su manifiesto: Ya no hay gobierno francés... Así pues, es
necesario que un poder nuevo se haga cargo de dirigir el esfuerzo francés en la
guerra... Ejerceré mis poderes en nombre de Francia.
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