IV. NO HAY MÁS QUE UNA SOLA RELIGIÓN BUENA.
71. P.
¿Pueden existir varias religiones buenas?
R. No;
pues no puede haber sino una sola religión verdadera. Así como no hay más que
un solo Dios, no hay más que una sola verdadera manera de honrarle; y esta
religión obliga a todos los hombres que la conocen.
1° Una
religión, para ser buena, debe agradar a Dios. Pero como Dios es la verdad, y
una religión falsa no podría agradarle, no puede aprobar una religión fundada
sobre la mentira y el error.
2° No
puede existir más que una sola religión verdadera, pues la religión es el
conjunto de nuestros deberes para con Dios, y estos deberes son los mismos para
todos los hombres. Y, a la verdad, estos deberes nacen de las relaciones
existentes entre la naturaleza de Dios y la naturaleza del hombre. Pero como la
naturaleza de
Dios
es una, y la naturaleza humana es la misma en todos los hombres, es evidente
que los deberes tienen que ser los mismos para todos. Por consiguiente, la
verdadera religión es una y no puede ser múltiple. Las formas sensibles del
culto pueden variar; la esencia del culto, no.
3°
Toda religión comprende tres cosas: dogmas que creer, una moral que practicar y
un culto que rendir a Dios. Si dos religiones son igualmente verdaderas, tienen
el mismo dogma, la misma moral, el mismo culto; y entonces ya no son distintas.
Si son
distintas, no pueden serlo sino por enseñar doctrinas diferentes acerca de una
de estas materias y, en este caso, ya no son igualmente verdaderas. Por
ejemplo, a esta pregunta: ¿Jesucristo es Dios? – Sí, dice un católico; – puede
ser, dice un protestante racionalista: – no, contesta un judío; – es un profeta
como Mahoma, añade un turco... Estos cuatro hombres no pueden tener razón a la
vez; evidentemente uno solo dice la verdad. Luego las religiones que admiten,
aunque sólo sea una sola verdad dogmática diferente, no pueden ser igualmente
verdaderas.
Lo que
decimos del dogma, hay que afirmarlo también de la moral: no hay más que una
sola moral, puesto que ha de fundarse en la misma naturaleza de Dios y del
hombre, que no se mudan. Lo mismo debe decirse del culto, por lo menos en
cuanto a sus prácticas esenciales.
Cuando
los protestantes dicen:
–
Nosotros servimos al mismo Dios que los católicos, luego nuestra religión es
tan buena como la suya. – contestamos: – Ciertamente, ustedes sirven al mismo
Dios, puesto que no hay más que uno, pero no le sirven de la misma manera, lo
le sirven de la forma con que quiere ser servido – Ahí está la diferencia...
Dios es el Señor, y el hombre debe someterse a su voluntad.
Los
que dicen que todas las religiones son buenas, no ven en la religión más que un
homenaje tributado a Dios, y piensan erróneamente que cualquier homenaje le es
grato. Olvidan que la religión encierra verdades que creer, deberes que cumplir
y un culto que hay que tributar. Y es claro que no pueden existir varias religiones
de creencias contradictorias y de prácticas opuestas que sean igualmente
verdaderas porque la verdad es una sola, y Dios no puede aprobar el error.
OBJECIÓN:
1° Todas las religiones son buenas.
R.
¿Acaso todas las monedas son buenas? ¿No hay que distinguir entre las
verdaderas y las falsas? Pues lo mismo sucede con la religión. Pero como la
moneda falsa supone la buena, así las falsas religiones suponen la verdadera.
Si
todas las religiones son buenas, se puede ser católico en Roma, anglicano en
Londres, protestante en Ginebra, musulmán en Constantinopla, idólatra en Pekín
y budista en la India. ¿No es esto ridículo? ¿No es afirmar que el sí y el no
son igualmente ciertos en el mismo caso?
Decir
que todas las religiones son buenas es un absurdo palpable, una blasfemia
contra Dios, un error funesto para el hombre.
1° Un
absurdo. Es cierto que en las diferentes religiones hay algunas verdades
admitidas por todos, como son: la existencia de Dios, la espiritualidad del
alma, la vida futura con sus recompensas y castigos eternos. Pero, ellas se
contradicen en otros puntos fundamentales. El católico, por ejemplo, afirma que
la Iglesia tiene por misión explicarnos la palabra de Dios encerrada en la
Biblia, mientras que el protestante declara que todo cristiano debe interpretar
por sí mismo la palabra divina y forjarse una religión a su manera...
Podríamos
citar indefinidamente las divergencias contradictorias de las diversas
religiones. Pero es evidente que dos cosas contradictorias no pueden ser verdaderas,
porque la verdad es una, como Dios, y no se contradice. Si la Iglesia ha
recibido de Jesucristo la misión de explicarnos la Biblia, no queda a la
voluntad de cada cristiano el interpretarla a su manera... Es absurdo decir que
el sí y el no pueden ser igualmente ciertos sobre el mismo punto. Mas como lo
que no es verdadero, no es bueno, porque la mentira y el error de nada sirven,
debemos concluir que, no pudiendo todas las religiones ser verdaderas, no
pueden ser todas buenas.
2° Una
blasfemia contra Dios. Decir que todas las religiones son buenas, no es
solamente contradecir el buen sentido, sino blasfemar contra Dios. Es tomar a
Dios por un ser indiferente para la verdad y para el error. Se supone que Dios
puede amar con igual amor al cristiano, que adora a su Hijo Jesucristo, que al
mahometano que le insulta; que debe aprobar al Papa, que condena la herejía, y
a Lutero, a Calvino y Enrique VIII, que se rebelan contra la Iglesia; que
bendice al católico, que adora a Jesucristo presente en la Eucaristía, y sonríe
al calvinista, que se burla de ese misterio... Pero atribuir a Dios semejante
conducta es negar sus divinos atributos; es decir, que trata a la mentira como
a la verdad, al mal como al bien, y que acepta con las misma complacencia el
homenaje y el insulto... ¿No es esto una blasfemia estúpida?
3° Un
error funesto para el hombre. Para llegar a la felicidad eterna debe el hombre
seguir el camino que a ella le lleva; y sólo la religión verdadera es el camino
que lleva al cielo. ¿No es una gran desgracia errar el camino?... ¡Y si al
menos, llegados al término se pudiera desandar lo andado!... Pero si uno yerra
por su culpa, se ha perdido para toda la eternidad.
La
indiferencia, al enseñar que se pueden seguir todas las religiones, propende a
alejar al hombre de la verdadera religión, del único medio de alcanzar su meta.
Es, por consiguiente, un error funesto.
2°
SUELE OBJETARSE TAMBIÉN: Un hombre honrado no debe cambiar de religión: hay que
seguir la religión de los padres.
R.
Cada uno puede y debe seguir la religión de sus padres, si esta religión es
verdadera; pero si es falsa, hay obligación de renunciar a ella, para abrazar
la verdadera.
Así,
cuando uno ha tenido la dicha de nacer en la verdadera religión, no necesita
cambiar de creencias, y debe estar pronto a derramar hasta la última gota de su
sangre, antes de apostatar. Pero cuando no se ha tenido la dicha de nacer en la
verdadera religión, si uno llega a conocerla es absolutamente necesario, so
pena de falta grave, abandonar la falsa religión y abrazar la verdadera.
El
deber más sagrado del hombre es el de seguir la verdad desde el instante mismo
en que la conoce: ante todo, hay que obedecer a Dios. Abandonar la falsa
religión para seguir la verdadera, es acatar la voluntad de Dios y, por
consiguiente, cumplir el más sagrado de los deberes. Sin duda nada merece tanto
respeto como las creencias de nuestros padres; pero este respeto tiene sus
límites, los límites de la verdad. Nadie está obligado a copiar los defectos de
los padres. Si tu padre es ignorante, ¿es necesario acaso que, por respeto,
permanezcas ignorante como él? La salvación es un asunto personal, individual,
del que cada uno es responsable ante Dios.
Las
causas por las cuales se descuida abrazar la verdadera religión son: el respeto
humano, los intereses temporales, el deseo de seguir las propias pasiones;
pero, evidentemente, estas causas son malas y, por tanto, hay que sacrificarlas
para cumplir la voluntad de Dios y salvar el alma.
72. P.
¿Está obligado el hombre a buscar la verdadera religión?
R. Sí:
el hombre está rigurosamente obligado a buscar la verdadera religión, cuando
duda seriamente de que no profesa la verdadera.
1° Es
un hecho que hay hombres que creen profesar la verdadera religión, y otros que
tienen dudas sobre el particular. Ahora bien, los que se creen sinceramente
en
posesión de la verdad, no tienen obligación de inquirir cuál sea la verdadera
religión. Si de hecho no la poseen, su buena fe los excusa, mientras no tengan
ninguna sospecha de estar en el error.
2° Los
que dudan seriamente, están en la obligación rigurosa de aclarar sus dudas. El
hombre debe practicar una religión: sólo una religión es agradable a Dios;
luego el hombre está obligado a averiguar cuál es la verdadera religión, como
el criado está obligado a indagar la voluntad de su amo para ejecutarla.
3° El
buen sentido enseña que, cuando están en juegos graves intereses, hay que
informarse acerca de los medios de asegurarlos. ¿Y qué intereses más graves que
los del alma y de su eterno destino? Yo no puedo arrostrar a sangre fría esta
terrible alternativa ante la cual me he de hallar al otro lado de la tumba: una
eternidad de tormentos, o una eternidad de dicha. Debo saber por qué medios y
en qué religión puedo salvar mi alma. Si permanezco indiferente, mi conducta
será la de un insensato.
Puede
decirse de la religión lo que PASCAL decía de Dios:“No hay mas de dos clases de
hombres razonables: los que aman a Dios con todo su corazón, porque le conocen,
y los que le buscan de todo corazón, porque no le conoce.
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