Muchos no saben lo que realmente sucedió en 1989 en la Reja Argentina
hace 27 años. Pocos saben las causa de esa salida bueno es que unos y otros
sepan la verdad oculta durante todo ese tiempo no por quien escribe esto que también estuvo
en las olas turbulentas del aquel día, hoy se diría una rebelión de falsa bandera. Es Monseñor Marcel Lefebvre
quien lo refiere en esta carta de la cual ignoraba su existencia. El motivo de
la presente es dar a conocer quién es realmente el P. Morello actualmente en
Colombia y no tratemos de minimizar esto porque quien lo haga no tiene ni idea
de los inmensos sufrimientos que esta separación dejo en el ánimo de quemes
fuimos testigos parte de esta rebelión aun
en contra de nuestra voluntad, dejo la palabra a Monseñor.
Padre Morello y Padre de Galarreta hoy obispos en bandos diferentes
Queridos
sacerdotes, seminaristas y fieles:
Con
ocasión de la nueva escisión que afecta a nuestra querida Fraternidad,
provocada en América del Sur por el P. Morello, me parece oportuno que
analicemos cómo procede el demonio, buscando debilitar o destruir nuestra obra.
Los
autores de estas separaciones, ¿no proceden acaso según dos principales
tentaciones que luego se diversifican?
La
primera tentación consiste en mantener relación con el Papa o con los obispos
actuales. Evidentemente es más normal y más agradable llevarse bien con las
autoridades que estar en dificultades con ellas, sobre todo cuando esas
dificultades pueden concluir en sanciones.
La
Fraternidad es entonces acusada de exagerar los errores del Vaticano II, de
criticar abusivamente los escritos y los actos del Papa y de los obispos, de
aferrarse de una manera demasiado rígida a los ritos tradicionales, en
definitiva, de tener una tendencia al sectarismo que llevará algún día al
cisma.
Una
vez evocado el fantasma del cisma se asustará a los seminaristas y a sus
familias y se los llevará a la decisión de abandonar la Fraternidad, tanto más
fácilmente cuanto que los sacerdotes, obispos y Roma misma, dicen ofrecer
garantías para una cierta Tradición.
Podríamos
establecer una larga lista de aquellos que nos han abandonado por estos
motivos.
Era
evidente que las consagraciones episcopales y la excomunión aparecerían como
motivos más que suficientes para dejar la Fraternidad, sobre todo con las
garantías ofrecidas por la Roma conciliar en favor de la tradición litúrgica.
A
pesar de que las mentiras de la Roma conciliar han sido varias veces
confirmadas por los hechos, siempre vale la pena reiterar el intento, porque
nunca falta quien muerda el anzuelo.
Pero
los errores del Vaticano II y su espíritu se ven continua y públicamente
confirmados en las palabras y en los hechos. Nada cambia a nivel de los
principios liberales y modernistas. La apostasía se expande, la fe católica continúa
desapareciendo.
La
mayoría de nuestros sacerdotes, seminaristas y fieles no
se hacen ilusiones y están convencidos de que no es posible confiar en las
autoridades de la Iglesia conciliar, mientras éstas profesen dichos errores.
La
segunda tentación que el diablo suscita en el espíritu de algunos de nuestros
sacerdotes, que provoca ahora una nueva escisión a la Fraternidad, se puede
resumir así: “Hemos tenido confianza en la Fraternidad de los comienzos, en sus
principios y en su acción; sin embargo, verificamos que su espíritu cambia y de
este modo, por fidelidad a la Fraternidad inicial, dejamos la Fraternidad
actual”.
Para
justificar esta actitud se les hace necesario buscar las evidencias de los
cambios. A partir de allí, los hechos más ínfimos serán explotados, agrandados,
llegando a transformarse en verdaderas calumnias. (…). La acusación me
alcanzaba a mí mismo.
A
ellos se les hacía necesario, también, engañar a los fieles, a fin de que los
siguiesen. Una empresa basada, verdaderamente, en la mentira.
En
aquel caso, los que buscaban oponer la Fraternidad de hoy a la de ayer eran
“sedevacantistas” y rehusaban rezar públicamente por el Papa.
En
el caso del P. Morello, el principio es el mismo, pero los presuntos cambios
que él dice advertir se situarían más bien en el nivel espiritual y moral. Esta
actitud del P. Morello se origina en una psicología personal, una necesidad
innata de hacerse discípulos personales, exclusivos, pues él está persuadido de
que lo anima un carisma particular para santificar las almas.
Esta
actitud ya se había manifestado respecto de las religiosas, queriendo fundar su
propia congregación, según sus ideas personales. Desgraciadamente los
seminaristas han sido víctimas de esta tendencia posesiva y un grupo de ellos
se convirtió en “su grupo”.
La
decisión del cambio de destino del P. Morello produjo la ruptura de ese grupo
con el Seminario. Se les hizo necesario encontrar motivos para justificar la
salida de la Fraternidad. Fue fácil: “nosotros somos los puros, los otros son
los impuros”.
A
partir de ese momento, es verdaderamente un espíritu diabólico el que se
apodera de ellos y los conduce a buscar manifestaciones de todo tipo de taras y
vicios.
No
me hago ilusiones. Pronto yo mismo seré calumniado como ya lo he sido por parte
de todos aquellos que han desgarrado a la Fraternidad.
El
proceso es siempre el mismo, se les hace necesario justificar a todo precio el
acto escandaloso que significa desviar a un grupo de sacerdotes, seminaristas y
fieles.
Esforcémonos
por esclarecer a quienes nos dejan sobre el grave daño que causan a la obra de
la Tradición, pero no nos dejemos perturbar, guardemos la paz en medio de la
prueba. La historia de la Fraternidad se asemeja a la de la Iglesia y la
continúa: Oportet haereses esse (Es necesario que haya herejes). La Providencia
permite estas purificaciones a fin de evitar que la obra se contamine.
En
este último caso, se trata de un falso concepto de la formación espiritual, que
tiene un dejo de jansenismo. ¡Dios nos preserve de este espíritu! Nos dimos
cuenta tarde y el mal ya se había realizado en algunos jóvenes sacerdotes y en
casi la mitad de los seminaristas.
La
prudencia exige que no tengamos absolutamente ninguna relación con los que nos
dejan, ni siquiera epistolar, excepto si alguno de entre ellos manifiesta
signos serios de arrepentimiento. Recemos por ellos, esa es la verdadera
caridad que podemos ejercitar para con ellos.
Que
estas separaciones sean la ocasión de hacer un examen de conciencia, a fin de
vigilar valerosamente para no admitir debilitamientos en lo doctrinal, moral,
espiritual y disciplinario. Vigilate et orate (Velad y orad).
Dios
continúa bendiciendo a la Fraternidad en medio de las pruebas pero no puede
hacerlo sino a condición de que permanezcamos fieles a nuestras Constituciones,
en la vida de oración, de sacrificio, viviendo el Santo Sacrificio del Altar en
nuestra vida interior y exterior, como la Santísima Virgen María y como todos
los santos.
Todo
vuestro en Cristo y María,
+Marcel
Lefebvre
Ecône,
16 de julio de 1989, en la Fiesta de Nuestra Señora del Monte Carmelo.
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