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sábado, 4 de febrero de 2017

La santísima Virgen Maria - según San Francisco de sales

CAPITULO III.

Nombre de María.


MARÍA significa estrella del mar, mar amargo, señora exaltada ó ilustrada. Procuremos que nuestras almas sean Marías, es decir, antorchas, por nuestros buenos ejemplos, y ayudemos con nuestras oraciones á los demás á llegar al puerto de salvación. Seamos también mares, para recibir las amplias bendiciones que Dios comunica á las almas que se dedican á su servicio; pero seamos mares amargos, recibiendo y devorando todas las dificultades que se encuentran en el ejercicio de la vida espiritual. Sean también nuestras almas señoras exaltadas, por haber mortificado excelentemente nuestras pasiones y apetitos, nuestros sentidos é inclinaciones, mandándoles con imperio absoluto; sean ilustradas con la luz celestial, é ilustradoras por una verdadera humildad y mortificación. Con muy justa razón Nuestra Señora lleva en su nombre de María, la significación de estrella del mar ó estrella de la mañana. La estrella del mar, es la estrella del polo, hacia la que se dirije siempre la aguja marina, y por ella son guiados los navegantes en el mar y conocen el rumbo de su navegación. Cada uno sabe que todos los antiguos Padres de la Iglesia, y aun los Patriarcas y Profetas, han mirado á esta divina Estrella, la Santísima Virgen, y con su favor, han llevado todos á cabo su navegación. Ella ha sido siempre la estrella polar y el puerto favorable de todos los hombres que han navegado en las ondas del mar de este miserable mundo, evitando por su medio los naufragios ordinarios, y caer en los escollos y precipicios del pecado. Ella es también la hermosa estrella matutina, que nos ha traído las graciosas nuevas de la venida del Sol de Justicia.

Así pues, con muy justo título la Santísima Virgen lleva en su nombre la significación de estrella; porque así como las estrellas producen su luz virginalmente, sin recibir ningún detrimento y apareciendo más hermosas á nuestra vista; así también, nuestra Señora ha producido aquella luz eterna, su benditísimo Hijo, sin recibir ningún detrimento en su virginal pureza; habiendo sin embargo esta diferencia, que ella ha producido aquella Luz sin esfuerzo, movimiento, ni violencia alguna, lo que no hacen las estrellas, pues parece que ellas producen su luz por movimiento y con alguna violencia y esfuerzo. Oh Dios mío! cuán grande es mi deseo de tener fijos mis ojos en esa hermosa Estrella durante mi navegación! Bien resuelto estoy á no querer más corazón que el que me dé esa dulce Madre de los corazones, esa Madre del amor. Mirémosla pues; invoquémosla; á su favor nuestro navío llegará al puerto, sin fractura y sin naufragio.


{Sermón para el día de Sta. María Magdalena. —Sermón para la víspera de la Natividad del Señor. —Cartas.)

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