16 DE ENERO
SAN MARCELO
PAPA Y MARTIR
Epístola – Santiago I, 12-18
Evangelio – San Lucas XIV, 26-33
Gobernó
San Marcelo la Iglesia en vísperas de los días en que iba a hacerse la paz.
Unos meses más y caía Majencio, derribado por Constantino, y la cruz
triunfadora brillaba en lo más alto del Labarum de las legiones. Quedaban ya poco
tiempo para los mártires; pero Marcelo será uno de ellos, y merecerá ser
asociado a Esteban, y llevar como él la palma junto a la cuna del divino
Infante. Sabrá mantener firme la soberanía del supremo Pontificado frente al
tirano, en medio de aquella Roma que ha de ver pronto traspasada su corte a Bizancio,
para dar lugar a Cristo en la persona de su Vicario. Han transcurrido tres siglos
desde el día en que el emperador Augusto ordenó el empadronamiento universal
que condujo a María a Belén, donde dio a luz un humilde niño; hoy, el imperio
de ese niño ha sobrepasado las fronteras del imperio de los Césares, y su
triunfo está ya próximo. Después de Marcelo vendrá Eusebio; después de Eusebio
Melquíades, quién verá ya el fin de las persecuciones. ¡Oh Marcelo, tu triunfo
fué debido como el del Niño de Belén, a tus humillaciones! Acuérdate de tu querida
Iglesia; bendice a esa Roma que visita con tanto cariño el lugar de tus
combates. Bendice a todos los fieles cristianos que en estos días solicitan les
alcances la gracia de ser admitidos a formar parte de la corte del nuevo Rey.
Pide para ellos la obediencia a tus ejemplos, la victoria sobre su orgullo, el
amor de la cruz, y el valor para permanecer fieles en medio de toda clase de
pruebas.
San
Marcelo sucedió al Papa Marcelino (304) el 27 de
mayo o el 26 de junio del 308.
Construyó muchas iglesias y las
proveyó de sacerdotes, con el fin de favorecer la instrucción y el bautismo de
los paganos y la vuelta de los apóstatas a la Iglesia. Sobre su muerte existen dos versiones: la del Liber Pontificalis, y la de la Passio Maroelli en que se Inspiran la Leyenda
del breviario y los datos de don
Guéranger, y también la
inscripción que San Dámaso hizo grabar sobre su tumba. Algunos apóstatas que pretendían volver a entrar en el seno de la Iglesia sin someterse a las
penitencias canónicas que con energía les exigía el Papa. Provocaron contra
él una revuelta en que corrió la
sangre. Intervino la autoridad pública,
que engañada por los rebeldes, desautorizó a San Marcelo y le condenó al
destierro. Murió en el año 309 y es venerado como Mártir.
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