"El hará de su desierto un paraíso, y de su suelo seco un jardín del Señor; allí habrá gozo y alegría y cantos de acción de gracias." |
MIERCOLES
de la cuarta semana de adviento
de la cuarta semana de adviento
Del Profeta
Isaías.
Dios es fiel a la
promesa hecha a Ábraham Escuchadme vosotros los que seguís
la justicia, y buscáis al Señor: mirad a la roca de donde habéis sido
cortados, a la cantera de donde habéis sido extraídos. Mirad a
Abraham vuestro Padre y a Sara que os dio a luz en el dolor. Porque a él
sólo le llamé, le bendije y multipliqué; porque el Señor consuela a Sión
y repara todas sus ruinas. El hará de su desierto un paraíso, y de su suelo
seco un jardín del Señor; allí habrá gozo y alegría y cantos de acción
de gracias. Luz y salvación de las naciones Prestad
atención a mi voz, ¡oh pueblos! poned oído a mis palabras, ¡oh naciones!
Porque de mí ha de salir la doctrina; mi Ley será luz de los pueblos. Mi
justicia está próxima, mi salud llega; mi brazo hará justicia a los pueblos. Es
a mí a quien las islas esperan, y mi brazo a quien aguardan. Elevad
vuestros ojos al cielo, contemplad la tierra a vuestras plantas: pasarán
los cielos como humareda y la tierra se consumirá como un vestido;
sus habitantes morirán como las moscas. Pero mi salvación durará eternamente y
mi justicia no tendrá fin. (Is., LI, 1-6.)
¡Tu que eres Flor de
los campos y Lirio de los valles, ven a convertir nuestra ingrata y
árida tierra en un jardín de delicias! Por nuestro pecado perdimos el Edén con
todas sus magnificencias; mas, he aquí que se nos devuelve ese Edén; he aquí
que quieres restaurarlo en nuestro corazón. ¡Oh planta celestial, árbol de la
vida, transplantado del cielo a la tierra, echas primeramente raíz en María, en
esa tierra fidelísima, y luego vienes a buscar en nosotros un suelo agradecido que
te guarde y te haga dar fruto. Prepara ese terreno ¡oh divino agricultor!, a
quien la pecadora arrepentida vió un día bajo la figura de hortelano. ¡Tú sabes
bien lo que falta todavía a nuestros corazones para servir a tus planes! ¡Cava y
riega esta tierra; ha llegado la estación adecuada: quisiera no ser estéril ni
verse privada de poseer esa Flor galana que es la gloria del cielo y que se digna venir aquí abajo a ocultar por un momento sus resplandores!
¡Oh Jesús! Haz que nuestras almas sean fértiles, que se vean coronadas con la flor
de las virtudes y que ellas mismas se conviertan en flores; que sean del número
de aquellas que, creciendo a tu lado, ofrezcan a los ojos del Padre celestial
un jardín digno de ser unido al que El tiene plantado desde toda la eternidad.
¡Oh Flor celestial! Tú eres también rocío, líbranos de las sequías; eres sol,
guárdanos de las heladas; eres aromático perfume, comunícanos tu suavidad; eres
la soberana belleza, Flor blanca y purpurada, haz que brillemos a tu lado en la
eternidad, como corona que Tú has merecido.
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