RAZONES
DE UNA ACTITUD CATÓLICA
(8-8-79)
(continuación)
Y en fin, es también la proclamación de los
derechos del hombre. Ya no se habla más que de los derechos del hombre. Mientras
que nosotros los católicos debemos decir que el primer derecho del hombre es el
derecho de cumplir con su deber. Tener el derecho de cumplir con su deber. Y es
porque debe cumplir con su deber que tiene derechos. Luego tiene derechos para
cumplir con su deber. Para alcanzar el fin que Dios le ha dado en su vida. Pero
no declarar los derechos del hombre como lo hicieron los francmasones en 1789 y
1948; son dos declaraciones de los derechos del hombre revolucionario que
llevan la revolución al mundo, porque en definitiva se tiene el derecho de hacer
lo que se quiere y de aplastarlos derechos del prójimo: No hay límite a los derechos.
Los límites de los derechos son precisamente los deberes; si uno no tiene
deberes no hay límites para el derecho. Y entonces, esa revolución, es la
guerra y gana el más fuerte, el que
puede aplastar a su vecino.
Es la fuerza del dinero, la fuerza de los síndicos,
los sindicatos todopoderosos que aplastan al Gobierno, es la fuerza del comunismo,
es la fuerza del más fuerte. He aquí los derechos del hombre. Y ahora, bien lo ven
ustedes, no se habla más que de los derechos del hombre, aun en la Iglesia. Es
grave, muy grave; son los hechos que vienen del Concilio Vaticano II, que se
dice abierto, abierto a las ideas modernas. Pero esas ideas modernas son
sencillamente ideas masónicas que destruyen la Iglesia y destruyen al mundo. En
definitiva, lo que se llama en el Concilio Vaticano II y luego del Concilio, el
espíritu ecuménico, el ecumenismo, es la fraternización de todas las
ideologías, de todas las comunidades y de todos los errores, con la verdad. Una
especie de "todos son hermanos. Todas las ideas son hermanas" y no
hay más distinción, es lo que se llama el espíritu ecuménico.
El peor fruto del ecumenismo es la reforma
litúrgica. Podemos encontrar en la reforma litúrgica el resumen de todo el
espíritu liberal que se manifestó en el Concilio. Y como el espíritu litúrgico,
corno la liturgia, es lo que mantiene la fe del pueblo cristiano, lo que'
mantiene nuestra fe, aun los analfabetos, los que no saben leer ni escribir,
pueden asistir con fruto a la liturgia. Y cuando asistían a la Misa y
consideraban la verdadera Misa, la Misa de siempre, donde se realizaba el gran
misterio de Nuestro Señor Jesucristo, el misterio de la Encarnación, el
misterio de la Redención que se expresaba en ese misterio de la consagración
del Sacrificio de la Misa, y de la presencia real de Nuestro Señor en la Eucaristía,
aun los que eran analfabetos aprovechaban esas gracias y asistían a la fuesen
las faltas cometidas contra la comunidad, contra el grupo, y no contra Dios.
Luego, tomen el sacerdocio. El sacerdote es
simplemente, el presidente de la comunidad, Y un día, también, personas casadas
podrán presidentes de la comunidad, ¿Por qué no? y en fin, ahora la
extremaunción se da de manera comunitaria. Se supone que a los sesenta o
sesenta y cinco años se está más cerca de la muerte y entonces se reúne a todas
las personas que tienen sesenta o sesenta y cinco anos y se les da la
extremaunción de una manera colectiva, de una manera comunitaria. ¡Es
insensato, insensato! y eso paso en
Lourdes, ¡en Lourdes!... Se llamó a todas las personas que tenían sesenta y cinco
años para darles la extremaunción, como si uno estuviera más enfermo a los sesenta
y cinco años que a los quince. Uno puede estar más enfermo a los quince años que a los sesenta y cinco. La extremaunción es
válida siempre que se esté enfermo de una enfermedad que pueda conducir a la
muerte Esa es la materia del sacramento. Luego no hay materia de sacramento
cuando se pide a personas que están en buena salud que reciban la
extremaunción. y todo esto para colectivizar, hacerlo todo
en común, como si uno se salvara en común como si cada uno de nosotros no fuera
responsable de su alma frente a Dios. Cuando, muramos, moriremos solos, solos
delante de DIOS. Entonces no estará ahí la comunidad para ser Juzgada, sino
nuestra alma personalmente, que ha recibido la gracia del bautísmo, que ha recibido la gracia de la Confirmación,
que ha comulgado el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, y que ha
recibido o la gracia del matrimonio, o la gracia del sacramento del Orden y que
recibe el sacramento de la extremaunción. Ésos son los cristianos, ésa es la
doctrina católica. Y ahora, vean: todo lo han colectivizado, todo lo han
democratizado. Eso es muy grave, porque arruina verdaderamente la idea de la
salvación de las almas, de la salvación personal de las almas, y de la gracia
que es la causa de nuestra salvación.
Luego, han querido manifestar el espíritu ecuménico en los sacramentos y
en la liturgia aproximándonos a las ceremonias protestantes Porque en la Santa
Misa hay tres grandes realidades, ¿no es así? Hay la realidad del sacrificio,
que no se debe olvidar nunca el Sacrificio de la Misa es un verdadero sacrificio.
Hay la distinción entre el sacerdote y los fieles. Y hay la realidad de la
presencia real de Nuestro Señor Jesucristo. Son tres realidades que' deben
encontrarse en la Santa Misa. Ahora bien, ustedes observarán que casi no se
habla del Sacrificio de la Misa.
Se habla de la Eucaristía:, de la comunión, de una asamblea... pero ya no se habla o casi no se habla del
Sacrificio de la Misa. Es precisamente lo que niegan los protestantes. Los protestantes
dicen que puede haber un sacrificio, pero simplemente un sacrificio eucarístico
y no un sacrificio que borra los pecados o sacrificio propiciatorio. Nosotros católicos,
creemos que por el Santo Sacrificio de la Misa; la sangre de Jesucristo'
derramada sobre el altar y qué Se encuentra en la santa Eucaristía, borra
nuestros pecados; está ahí para darnos la gracia de borrar nuestros pecados y
devolvernos la vida de la gracia; todo viene por la sangre de Nuestro Señor
Jesucristo. Si no hay sacrificio, tampoco hay necesidad de víctima y la víctima
para estar presente, debe estar precisamente en la sagrada Eucaristía. Y esta
víctima es Nuestro Señor Jesucristo presente en la sagrada Eucaristía.
Luego, tiene que haber presencia real. Si ya no hay sacrificio no es
necesaria la presencia real. No es necesaria la víctima y entonces estamos al
nivel de los protestantes. Para los protestantes, no hay víctima, no hay presencia
real, no hay distinción entre el sacerdote y los fieles, y no hay sacrificio.
Vean que la Nueva Misa es muy grave, muy peligrosa. Se los digo, verdaderamente,
en conciencia: es muy peligrosa, porque tiene un espíritu ecuménico, un
espíritu protestante.
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