30
de noviembre
San
Andrés,
apóstol
(†62)
(†62)
Epístola – Rom; X, 10-18
Evangelio – San Mateo IV, 18-22
El glorioso apóstol san
Andrés, hermano mayor de san Pedro, natural de Betsaida en Galilea, y pescador
de oficio, fue el primero de los apóstoles que conoció y trató a Jesucristo:
porque siendo condiscípulo de san Juan Bautista, un día viendo san Juan al
Señor, dijo: «Este es el Cordero de Dios»; y luego san Andrés con otro discípulo
suyo, se fué en seguimiento de Cristo; el cual volviéndose a ellos y viendo que
le seguían, preguntó- les a quien buscaban, y ellos respondieron que querían
saber donde posaba. Díjoselo, llevólos consigo, tuvolos un día en su compañía:
y de si* conversación entendieron que era el verdadero Mesías. Dijólo Andrés a
su hermano Pedro, y lo llevó a Cristo. Más adelante hallólos al Señor pescando
en el mar de Galilea, y los llamó al apostolado. Siguieron los dos hermanos a
Cristo todo el tiempo que anduvo predicando por Judea y Galilea; y aunque el
primero a quien nombran los Evangelios al nombrar a los apóstoles es san Pedro,
no obstante, inmediatamente después de Pedro ponen a san Andrés. Después ¡de haber
recibido el Espíritu Santo, fué san Andrés a predicar el Evangelio a los
habitantes de la Escitia, de las regiones del mar Negro, y de la que ahora
llamamos Albania. Pasó a Acaya, en donde
las numerosas conversiones que con su apostólica predicación obtuvo, suscitaron
el furor de los idólatras, los cuales le acusaron de seductor y le llevaron al
tribunal de Egeas, procónsul de Patras. Mandóle éste que sacrificase a los
dioses del imperio, si no quería morir entre tormentos: y respondiendo Andrés que cada día ofrecía en
sacrificio al verdadero y único Dios un Cordero inmaculado, que se inmola en los
altares de los cristianos; el feroz procónsul, incapaz de entender el del santo apóstol, condenóle a morir en una
cruz y no enclavado en ella, sino atado con sogas, para que el tormento fuese
más prolijo. Al verle el pueblo salir para el lugar de la crucifixión, daba
voces diciendo: «¿Qué ha hecho este justo y amigo de Dios? ¿Por qué lo
crucifican?» Mas él rogábales que no le impidiesen aquel bien tan grande: y al
ver la cruz, desde lejos exclamó: «Yo te adoro, oh cruz preciosa, que con el
cuerpo de mi Señor fuiste consagrada: yo vengo a ti regocijado y alegre;
recíbeme tú en tus brazos con alegría y regocijo. ¡Oh buena cruz tan hermoseada
con los miembros de Cristo! días ha que te deseo: con solicitud y diligencia te
he buscado; ahora que te hallé, recíbeme en tus brazos y preséntame a mi
Maestro, para que por ti me reciba el que por ti me redimió». Dos días estuvo
vivo en la cruz con estos santos afectos, y fervorosas exhortaciones al
numeroso pueblo que le rodeaba, y así dio su espíritu al Señor.
Reflexión:
¡Cuánta fué aquella
dulzura, dice san Bernardo, que sintió san Andrés cuando vio la cruz, pues endulzó
la amargura de la misma muerte! ¿Qué cosa puede haber tan desabrida y llena de hiél,
que no se haga dulce con aquella dulcedumbre que hizo suave la muerte? San
Andrés, hombre era semejante a nosotros, y pasible; pero tenía tan ardiente sed
de la cruz, y con un gozo jamás oído estaba tan regocijado y como fuera de sí,
que pronunció aquellas palabras tan dulces y amorosas. ¿Y nosotros nos quejaremos
cuando el Señor nos haga participantes de su cruz?
Oración:
Humildemente suplicamos a tu
Majestad, oh Señor, que sea el bienaventurado san Andrés nuestro continuo intercesor
para contigo, como fué en tu Iglesia predicador y gobernador Por nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
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