14 DE OCTUBRE
SAN
CALIXTO,
PAPA
Y MARTIR
Epístola – I Pedro; V, 1-4 y 10-11
Evangelio – San Mateo; XVI, 12-19
DIGNIDAD
DEL SACERDOCIO. — Conviene que la fiesta de los Papas, de los Obispos y de los Sacerdotes, reavive en
nosotros el sentido doctrinal, para infundirnos una gran reverencia
hacia aquellos a quienes Dios ha
encargado de guiarnos, y para hacernos ver en su sacerdocio el sacerdocio mismo de Cristo, a quien ellos
representan entre nosotros. Esta misma doctrina nos recordaba el texto de San Pablo que se leía antiguamente
en la misa de este día y cuyo comentario damos aquí. "Todo mediador o pontífice, dice San
Pablo, se toma de entre los
hombres: así lo exige su función. Pero no vive aparte, en cierto modo, de la
masa común, sino para la utilidad de
todos y en virtud del oficio que
se le confió. Está dedicado a su
misión, y sacado de la masa de los hombres sin dejar de pertenecerles. "En efecto, no se les sustrae ni se les arrebata: de este tributo
exigido por Dios a la raza humana,
es ésta la primera en beneficiarse. El gran sacerdote es el hombre de Dios. El tiempo, ineptitud, la pobreza, mil causas miserables
impiden con frecuencia a los hombres el
reconocer de un modo tan completo como ellos querrían y tienen obligación el
beneficio de la existencia, de la conservación, de la Providencia, del perdón: hay que ganar la vida, y no siempre
hay un rato de ocio para la oración.
Dios no nos ha exigido todos los
días de nuestra vida" sino
uno entre siete; de igual manera, no ha reclamado a toda la raza humana, aunque es toda suya, sino que se ha reservado para sí al sacerdote, que está constituido cerca de Dios
en nombre de los hombres para
todo lo que con cierne al culto
de Dios. El sacerdote es escogido entre los hombres: está constituido para
los hombres cerca de Dios. Con todo,
queda asentado que su oficio propio es el de presentar a Dios ya sea ofrendas y oblaciones incruentas
ya sacrificios eucarísticos o
expiatorios por el pecado. Pues
el Pontífice existe principalmente para el sacrificio. Es mediador y mediador litúrgico: y de ese modo
aplaca, da gracias, adora, expía,
obtiene y santifica. "Por
no estar escogido entre los ángeles, sino entre los hombres, tiene en su
persona y en su; naturaleza y en
la fraternidad que le une con todos,
un título vigoroso para compadecerse^ de la ignorancia y del error: tiene por qué mirar con afición y cariño
tanto a los que ignoran qué es lo que deben hacer, como a los que hacen cosa distinta de lo que deberían hacer.
Esta facilidad de condescendencia y de compasión
se la sugiere la sola conciencia que de sí mismo tiene y de su debilidad".
Tal fué el Papa que dió por cabeza Dios a su Iglesia a principios
del siglo III. Sus decisiones además
de aumentar el ascendiente y las prerrogativas
de la Iglesia y de los obispos, manifestaron la caridad, la indulgencia, la
exquisita prudencia del Papa para con los fieles. Estos no lo olvidaron:
veneraron a Calixto como santo y
como mártir y fué el único obispo de Roma, entre San Clemente y San Ponciano, que fué honrado primitivamente con un aniversario solemne.
VIDA. — San Calixto gobernó la Iglesia entre el 217 ó 218 y el 222 ó 223. Conocemos su vida
únicamente por su adversario San Hipólito. Según él, Calixto nació en Roma, esclavo de un cristiano. Banquero al servicio de éste,
osado y emprendedor, como lo será siempre, Calixto hizo bancarrota. Por eso se
le condenó a dar vueltas a una rueda
de molino. Luego, fué denunciado al prefecto de la ciudad y condenado a las minas de Cerdeña por haber alborotado en una reunión de la
sinagoga. Habiendo logrado volver con los cristianos agraciados, llegó a ser diácono del Papa Ceferino y
estuvo encargado del cementerio que en lo sucesivo llevaría su nombre. A la muerte de Ceferino, le sucedió
Calixto, Pero Hipólito, que le
reprochaba sus innovaciones en materia
de disciplina, sembró el cisma. Debió de morir el 14 de octubre del 222 ó 223, asesinado, según se
cree . por los judíos en el Transtíberi. Pero esto no Pasa de hipótesis y es muy posible que no sea
mártir. En el aspecto dogmático,
Calixto fué fiel a la enseñanza tradicional de la Iglesia y condenó el sabelíanismo.
En materia disciplinar, declaró antes que nadie que la Iglesia tenía el derecho de absolver los pecados gravísimos que
la costumbre del tiempo consideraba como reservados a Dios; autorizó a las mujeres
cristianas de alta posición que se pudiesen casar con hombres de condición
inferior, cosa que prohibía el derecho romano.
ESCLAVO
Y PAPA. — El Espíritu Santo, que protege a la Iglesia, te
preparó en el sufrimiento y
en la humillación como un auxiliar selecto. Naciste esclavo; todavía joven, en las minas de Cerdeña fuiste un forzado más, pero era por
el Señor. Siervo del
trabajo, como se decía en la
antigua Roma, tú no lo fuiste ya de tu
antiguo amo, y libertado de las minas cuando quiso el que guía los acontecimientos a merced de
su providencia, el título de
Confesor, al ennoblecerte para siempre, te recomendaba a la atención maternal
de la Iglesia. Y, a partir de
esta fecha, fueron tales tus méritos
y tus virtudes, que, al inaugurarse el pontificado más largo de la época de los mártires, Ceferino te tomó por
consejero, sostén y suplente de
su vejez; y luego la Iglesia, suficientemente enterada con la experiencia de
dieciocho años, te eligió en su día como supremo pastor. Y ¡qué grande la
dejas hoy a esta noble Esposa del Hijo de Dios! Toda la nobleza de los siglos pasados, todo el valor moral, todo el
progreso intelectual del género humano en ella se concentran en este momento. ¿Qué fué de los
desprecios de otros tiempos, de las
calumnias de antaño? Y el mundo
no ignora ya que tiene ante sí a
la reina de lo porvenir; y las persecuciones terribles que el Estado pagano la tiene aún reservadas, se derivarán de esta
convicción: que para él se trata
de una lucha, pero de una lucha desesperada
por la vida. Por eso, está vacilante y se diría que hoy quiere pactar con los cristianos.
LA
ACCIÓN DEL PAPA. — Fuiste el
primero en abrir los
nuevos caminos en que entraba la Iglesia, caminos llenos de peligro y también
de grandeza. Del absoluto y
brutal Non lícet ese vos de los crueles jurisconsultos, tú fuiste el primero en hacer reconocer oficialmente en
algo los derechos de la
comunidad cristiana: la propiedad de la sepultura, el derecho a reunirse, a
suscribirse, para honrar a sus
difuntos. En vez de ceder en lo
más mínimo de los derechos de Dios
para pactar con el César, ratificaste, como nadie lo había hecho aún, la independencia absoluta de la Iglesia
respecto a la cuestión del matrimonio,
sustraído por Cristo de la jurisdicción de los poderes civiles. Hay otras inquietudes en el seno de la Iglesia;
el ardor de las luchas doctrinales ha llegado a su colmo y se ha lanzado contra
el primero de nuestros misterios: Sabelio, condenado Por su audacia en declarar incompatible con la
unidad de Dios la real distinción de la
Santísima Trinidad, deja el campo abierto a la escuela que separa las augustas
personas con peligro de multiplicar a Dios mismo. Luego viene Montano, cuyos discípulos, enemigos de las
teorías sabelianas, no cuentan con el favor de la Santa Sede para su sistema de falsa mística y
de reforma exagerada. Pero, como el
piloto es diestro y burla los
escollos a través de las sutilezas de los dogmatizantes, las pretensiones de
los rigoristas y las utopías de los
políticos, tú guías la barca de
Pedro a sus inmortales destinos, con mano que tiene la firmeza del Espíritu
Santo. Sé, pues, glorificado
eternamente, y bendícenos y en nosotros a tus discípulos y a tus hijos y consérvanos siempre unidos fielmente a la
fe de la Iglesia romana, que es
la única que tiene las promesas
de la vida eterna.
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