viernes, 14 de octubre de 2016

Ite Missa Est

14 DE OCTUBRE
SAN CALIXTO,
PAPA Y MARTIR

Epístola – I Pedro; V, 1-4 y 10-11
Evangelio – San Mateo; XVI, 12-19



DIGNIDAD DEL SACERDOCIO. — Conviene que la fiesta de los Papas, de los Obispos y de los Sacerdotes, reavive en nosotros el sentido doctrinal, para infundirnos una gran reverencia hacia aquellos a quienes Dios ha encargado de guiarnos, y para hacernos ver en su sacerdocio el sacerdocio mismo de Cristo, a quien ellos representan entre nosotros. Esta misma doctrina nos recordaba el texto de San Pablo que se leía antiguamente en la misa de este día y cuyo comentario damos aquí. "Todo mediador o pontífice, dice San Pablo, se toma de entre los hombres: así lo exige su función. Pero no vive aparte, en cierto modo, de la masa común, sino para la utilidad de todos y en virtud del oficio que se le confió. Está dedicado a su misión, y sacado de la masa de los hombres sin dejar de pertenecerles. "En efecto, no se les sustrae ni se les arrebata: de este tributo exigido por Dios a la raza humana, es ésta la primera en beneficiarse. El gran sacerdote es el hombre de Dios. El tiempo, ineptitud, la pobreza, mil causas miserables impiden con frecuencia a los hombres el reconocer de un modo tan completo como ellos querrían y tienen obligación el beneficio de la existencia, de la conservación, de la Providencia, del perdón: hay que ganar la vida, y no siempre hay un rato de ocio para la oración. Dios no nos ha exigido todos los días de nuestra vida" sino uno entre siete; de igual manera, no ha reclamado a toda la raza humana, aunque es toda suya, sino que se ha reservado para sí al sacerdote, que está constituido cerca de Dios en nombre de los hombres para todo lo que con cierne al culto de Dios. El sacerdote es escogido entre los hombres: está constituido para los hombres cerca de Dios. Con todo, queda asentado que su oficio propio es el de presentar a Dios ya sea ofrendas y oblaciones incruentas ya sacrificios eucarísticos o expiatorios por el pecado. Pues el Pontífice existe principalmente para el sacrificio. Es mediador y mediador litúrgico: y de ese modo aplaca, da gracias, adora, expía, obtiene y santifica. "Por no estar escogido entre los ángeles, sino entre los hombres, tiene en su persona y en su; naturaleza y en la fraternidad que le une con todos, un título vigoroso para compadecerse^ de la ignorancia y del error: tiene por qué mirar con afición y cariño tanto a los que ignoran qué es lo que deben hacer, como a los que hacen cosa distinta de lo que deberían hacer. Esta facilidad de condescendencia y de compasión se la sugiere la sola conciencia que de sí mismo tiene y de su debilidad". Tal fué el Papa que dió por cabeza Dios a su Iglesia a principios del siglo III. Sus decisiones además de aumentar el ascendiente y las prerrogativas de la Iglesia y de los obispos, manifestaron la caridad, la indulgencia, la exquisita prudencia del Papa para con los fieles. Estos no lo olvidaron: veneraron a Calixto como santo y como mártir y fué el único obispo de Roma, entre San Clemente y San Ponciano, que fué honrado primitivamente con un aniversario solemne.

VIDA. — San Calixto gobernó la Iglesia entre el 217 ó 218 y el 222 ó 223. Conocemos su vida únicamente por su adversario San Hipólito. Según él, Calixto nació en Roma, esclavo de un cristiano. Banquero al servicio de éste, osado y emprendedor, como lo será siempre, Calixto hizo bancarrota. Por eso se le condenó a dar vueltas a una rueda de molino. Luego, fué denunciado al prefecto de la ciudad y condenado a las minas de Cerdeña por haber alborotado en una reunión de la sinagoga. Habiendo logrado volver con los cristianos agraciados, llegó a ser diácono del Papa Ceferino y estuvo encargado del cementerio que en lo sucesivo llevaría su nombre. A la muerte de Ceferino, le sucedió Calixto, Pero Hipólito, que le reprochaba sus innovaciones en materia de disciplina, sembró el cisma. Debió de morir el 14 de octubre del 222 ó 223, asesinado, según se cree . por los judíos en el Transtíberi. Pero esto no Pasa de hipótesis y es muy posible que no sea mártir. En el aspecto dogmático, Calixto fué fiel a la enseñanza tradicional de la Iglesia y condenó el sabelíanismo. En materia disciplinar, declaró antes que nadie que la Iglesia tenía el derecho de absolver los pecados gravísimos que la costumbre del tiempo consideraba como reservados a Dios; autorizó a las mujeres cristianas de alta posición que se pudiesen casar con hombres de condición inferior, cosa que prohibía el derecho romano.

ESCLAVO Y PAPA. — El Espíritu Santo, que protege a la Iglesia, te preparó en el sufrimiento y en la humillación como un auxiliar selecto. Naciste esclavo; todavía joven, en las minas de Cerdeña fuiste un forzado más, pero era por el Señor. Siervo del trabajo, como se decía en la antigua Roma, tú no lo fuiste ya de tu antiguo amo, y libertado de las minas cuando quiso el que guía los acontecimientos a merced de su providencia, el título de Confesor, al ennoblecerte para siempre, te recomendaba a la atención maternal de la Iglesia. Y, a partir de esta fecha, fueron tales tus méritos y tus virtudes, que, al inaugurarse el pontificado más largo de la época de los mártires, Ceferino te tomó por consejero, sostén y suplente de su vejez; y luego la Iglesia, suficientemente enterada con la experiencia de dieciocho años, te eligió en su día como supremo pastor. Y ¡qué grande la dejas hoy a esta noble Esposa del Hijo de Dios! Toda la nobleza de los siglos pasados, todo el valor moral, todo el progreso intelectual del género humano en ella se concentran en este momento. ¿Qué fué de los desprecios de otros tiempos, de las calumnias de antaño? Y el mundo no ignora ya que tiene ante sí a la reina de lo porvenir; y las persecuciones terribles que el Estado pagano la tiene aún reservadas, se derivarán de esta convicción: que para él se trata de una lucha, pero de una lucha desesperada por la vida. Por eso, está vacilante y se diría que hoy quiere pactar con los cristianos.


LA ACCIÓN DEL PAPA. — Fuiste el primero en abrir los nuevos caminos en que entraba la Iglesia, caminos llenos de peligro y también de grandeza. Del absoluto y brutal Non lícet ese vos de los crueles jurisconsultos, tú fuiste el primero en hacer reconocer oficialmente en algo los derechos de la comunidad cristiana: la propiedad de la sepultura, el derecho a reunirse, a suscribirse, para honrar a sus difuntos. En vez de ceder en lo más mínimo de los derechos de Dios para pactar con el César, ratificaste, como nadie lo había hecho aún, la independencia absoluta de la Iglesia respecto a la cuestión del matrimonio, sustraído por Cristo de la jurisdicción de los poderes civiles. Hay otras inquietudes en el seno de la Iglesia; el ardor de las luchas doctrinales ha llegado a su colmo y se ha lanzado contra el primero de nuestros misterios: Sabelio, condenado Por su audacia en declarar incompatible con la unidad de Dios la real distinción de la Santísima Trinidad, deja el campo abierto a la escuela que separa las augustas personas con peligro de multiplicar a Dios mismo. Luego viene Montano, cuyos discípulos, enemigos de las teorías sabelianas, no cuentan con el favor de la Santa Sede para su sistema de falsa mística y de reforma exagerada. Pero, como el piloto es diestro y burla los escollos a través de las sutilezas de los dogmatizantes, las pretensiones de los rigoristas y las utopías de los políticos, tú guías la barca de Pedro a sus inmortales destinos, con mano que tiene la firmeza del Espíritu Santo. Sé, pues, glorificado eternamente, y bendícenos y en nosotros a tus discípulos y a tus hijos y consérvanos siempre unidos fielmente a la fe de la Iglesia romana, que es la única que tiene las promesas de la vida eterna.

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