DE LAS JERARQUIAS
y COROS ANGELICOS.
En los artículos anteriores hemos tratado sobre el número de los ángeles
y su diferencia entre sí, es decir, que un ángel no es igual que el otro, esto
en virtud de la perfección divina y dl universo, pues cuanto más diferentes
sean entre si mas se resalta la omnipotencia del creador y su perfección
divina. Pero no se ha comentado de las jerarquías que Dios ha establecido entre
ellos lo cual cada jerarquía cuenta con miríadas y miríadas de ángeles lo que
hace aun más complejo conocer su número por parte de nuestra inteligencia.
Nos apresuramos a advertir al lector que la doctrina que vamos a
exponer en este artículo no es de fe, ni ha sido enseñada expresa o formalmente
por la Iglesia. Tiene, sin embargo, un sólido fundamento en la Sagrada
Escritura y en la tradición católica y ha sido aceptada comúnmente por los
teólogos. Rechazada no sería, pues, una herejía formal, pero sí una manifiesta
e insensata temeridad. Sin embargo, en su exposición tendremos mucho cuidado en
distinguir lo cierto de lo dudoso y la doctrina común de las simples opiniones
particulares de los teólogos o tratadistas.
Empezaremos con unas sencillas nociones previas en torno a la
terminología.
a) La palabra
jerarquía (de! griego lspóc, sagrado, y ápX1Í, poder) significa potestad
sagrada. Se refiere, por consiguiente, a todos aquellos que tienen mando o
autoridad sagrada sobre sus subordinados. Por extensión, un tanto abusiva, se
aplica también a los que ejercen mando o autoridad política, militar, etc.
b) Se entiende por
órdenes o coros angélicos los distintos grados que pueden distinguirse dentro
de las jerarquías angélicas, en la forma que explicaremos más abajo.
A continuación exponemos en forma de conclusiones la doctrina
comúnmente admitida entre los teólogos católicos.
Conclusión la Los ángeles se distribuyen convenientemente en tres jerarquías:
suprema, media e ínfima. Para probar esta conclusión no puede invocarse la Sagrada
Escritura ni e! magisterio oficial de la Iglesia, ya que nada nos dicen acerca
de ella. El primero en hablar de jerarquías angélicas fue e! Pseudo-Dionisio
Areopagita en su clásica obra De caelesti
hierarchia. Su clasificación fue aceptada, en general, por los Padres y
teólogos posteriores, dado e! enorme prestigio del falso Dionisio, al que
identificaban con e! discípulo de San Pablo, del que nos hablan los Hechos de
los apóstoles (cf. Act 17,34), que fue el primer obispo de Atenas y murió
mártir, siendo canonizado por la Iglesia. La crítica posterior ha demostrado
que las obras atribuidas a San Dionisio Areopagita no son suyas, sino de un
autor neoplatónico de fines del siglo IV.
Para justificar de alguna manera la triple jerarquía angélica descrita
por el Pseudo-Dionisio, el Doctor Angélico razona del siguiente modo:
P. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
«Han de distinguirse en los ángeles tres jerarquías. Hemos dicho que
los ángeles superiores conocen la verdad de modo más universal que los
inferiores 2. Esta acepción universal del conocimiento admite tres grados en
los ángeles, puesto que pueden considerarse bajo tres aspectos las razones de
las cosas sobre que son iluminados los ángeles.
a) El primer
aspecto es en cuanto que tales iluminaciones proceden del primer principio
universal, que es Dios; y este modo compete a la primera jerarquía, que se
extiende inmediatamente hasta Dios y que está situada como «en la antecámara de
Dios, según la expresión de Dionisio.
b) El segundo
aspecto es en cuanto que tales razones dependen de las 'causas universales
creadas, que en alguna manera ya son múltiples; y este modo de iluminación
corresponde a la segunda jerarquía.
c) Por último,
según que estas razones son aplicadas a las cosas singulares en cuanto dependen
de sus propias causas; y este modo es propio de la ínfima jerarquía. Esto se
aclarará plenamente cuando tratemos en particular de cada uno de los órdenes o
coros angélicos.
Conclusión 2. Existen nueve órdenes o coros angélicos, que
reciben los nombres de serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes,
potestades, principados, arcángeles y ángeles. Esta conclusión es mucho más firme y segura que la anterior, puesto que
los nombres de esos nueve coros angélicos constan expresamente en la Sagrada
Escritura; aunque no puede decirse que sea una verdad de fe, puesto que la
Sagrada Escritura no declara que cada uno de esos nombres corresponda a un
orden de ángeles distinto de todos los demás órdenes, ni niega la existencia de
algún otro orden además de los nueve enunciados. Es, pues, una doctrina seria y
probable, pero de ningún modo un dogma de fe expresamente revelado. He aquí
algunos textos bíblicos en los que van apareciendo los distintos coros
angélicos que hemos enumerado: «Había ante El serafines, cada uno con seis alas
(ls 6,2). «Expulsó al hombre y puso delante del jardín de Edén un querubín, que
blandía flamante espada (Gen 3,24). «Porque en Él fueron creadas todas las
cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las
dominaciones, los principados, las potestades; todo fue creado por El y para
El» (Col 1,16). «Por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación,
y de todo cuanto tiene nombre, no sólo en este siglo, sino también en el venidero»
(Eph 1,21).
El arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo..., dijo: Que el Señor
te reprenda (ludae 9). «Una vez sometidos a Él los ángeles, las potestades y
las virtudes, subió al cielo y está sentado a la diestra de Dios» (1 Petr
3,22). En cuanto a las diversas funciones y oficios que corresponden y
desempeñan cada uno de estos nueve órdenes o coros angélicos, nuestro
desconocimiento es casi total, ya que nada puede afirmarse con fundamento en la
Sagrada Escritura. La tradición cristiana está muy dividida en este asunto y,
por lo mismo, no puede esta hacerse tampoco un argumento firme a base de ella.
El gran San Agustín reconoce paladinamente su ignorancia sobre esta cuestión. He
aquí sus propias palabras «Que hay en el
cielo tronos, dominaciones, principados y potestades, lo creo firmemente; que
se distinguen entre sí, no me cabe la menor duda; pero en cuanto a decir qué
son y en qué se diferencian entre sí..., confieso que lo ignoro totalmente.
Sin embargo, a título de curiosidad, recogemos a continuación la
opinión de San Gregorio Magno y la del Pseudo-Dionisio Areopagita, que fue el
verdadero creador de esta teoría sobre las jerarquías angélicas.
SAN GREGORIO MAGNO.
Para San Gregorio Magno, la diferencia de los nombres con que se
designan los nueve coros angélicos no se refiere a la naturaleza de los
ángeles, sino a sus diversos oficios o funciones. Estas funciones son las
siguientes:
1. Los ángeles anuncian las cosas de menos importancia.
2. Los arcángeles, las de gran importancia o trascendencia.
3. Las virtudes realizan los
milagros.
4. Las potestades mantienen a distancia a los espíritus perversos y les
impiden tentar a los hombres a medida de sus deseos.
5. Los principados presiden a los ángeles buenos, disponen lo que éstos
han de hacer y dirigen los ministerios divinos que han de cumplir.
6. Las dominaciones dominan de una manera trascendente el poder de los
principados.
7. Los tronos asisten a los juicios divinos, sirven de asiento a Dios y
son los ejecutores de sus decretos.
8. Los querubines contemplan más de cerca la claridad de Dios y poseen la
plenitud de la ciencia.
9. Los serafines, más cerca todavía de su Creador, son como un fuego
incomparablemente ardoroso e incandescente de amor.
Todas estas funciones de los ángeles, desde la más pequeña hasta la más
alta, son para el hombre un ejemplo que debe procurar reproducir en su vida.
Esta es la conclusión práctica que saca San Gregorio de la exposición que
acabamos de citar.
EL PSEUDO-DIONISIO AREOPAGlTA. Como ya hemos dicho, se debe a este autor
desconocido la teoría completa sobre la jerarquía celestial. Con gran ingenio y
agudeza mental imaginó una organización del mundo angélico armoniosamente
coordinada según una escala descendente, que va desde los serafines hasta los
simples ángeles. Según él, todos los espíritus angélicos son de la misma
naturaleza y no difieren más que por el lugar que ocupan. Pero este lugar les
ha sido designado por Dios en razón del orden sagrado de que han sido
revestidos, de la ciencia que poseen y de la acción que ejercen. La finalidad
de la jerarquía angélica no es otra que "la mayor semejanza y unión con
Dios posible. Por lo mismo, cada orden o coro angélico debe, según su
.capacidad, imitar a Dios, hacerse su colaborador y poner de manifiesto en sí
mismo la eficacia de la acción divina. En cuanto a la pureza, la iluminación y
la perfección recibida de Dios, cada orden o coro se aprovecha en primer lugar
personalmente, y después las comunica al orden o coro inferior, y éste al
siguiente, y así sucesivamente hasta llegar al último.
Sin explicar la razón de ser de cada uno de los nueve coros, el Pseudo-Dionisio,
según la enseñanza que pretende sacar de San Pablo, se contenta con una simple
descripción. Divide los nueve coros en las tres jerarquías superpuestas de las
que hemos hablado en la conclusión anterior, distribuyendo tres coros angélicos
a cada una de ellas en la siguiente forma:
PRIMERA JERARQUIA. Es la más cercana a Dios, la más inherente y la
más unida al Ser divino. La componen los siguientes coros:
1º Los serafines, espíritus incandescentes de fuego y amor, con el que inflaman
a los demás.
2º Los querubines, llenos de ciencia divina, que reflejan y con la que
iluminan a los demás.
3º Los tronos, cuyo nombre designa un estado eminente.
SEGUNDA JERARQUIA. Ocupa un lugar intermedio y sirve de enlace entre
la primera, que está en contacto con Dios, y la tercera, en contacto con las
criaturas humanas. Está formada por los siguientes coros:
1º Las dominaciones, espíritus libres de toda opresión que, sin el menor
temor servil permanecen solícitos ante Dios están continuamente a su servicio y
dominan a los espíritus angélicos inferiores.
2º Las virtudes, que, dotadas de una fuerte e invencible virilidad. que
manifiestan en todos sus actos deiformes, impiden cualquier disminución de la
luz divina infusa y prestan a los ángeles inferiores la fortaleza que necesitan.
3º Las potestades, que incapaces de abusar tiránicamente de su poder y
siempre invenciblemente dirigidos hacia las cosas de Dios, prestan a los demás
ángeles un concurso bienhechor,
TERCERA JERARQUÍA. Es la más alejada de Dios y la más próxima al
hombre, sobre el que ejercen de continuo su benéfica influencia. Está compuesta
por los siguientes coros:
1º Los principados que dirigen las obras ministeriales que han de ejecutarse
por orden de Dios.
2º Los arcángeles, encargados de anunciar a los hombres las cosas más
importantes y trascendentales.
3º Los ángeles, que anuncian las
cosas de menor importancia.
Estas tres jerarquías están unidas las unas a las otras por un punto de
contacto entre el último coro de cada una de ellas y el primero de la
siguiente, y, dentro de cada una, el coro intermedio sirve de enlace entre el
primero y el tercero, como el eslabón de una cadena de la resurrección serán
iguales a los ángeles en el cielo (cf. Le 20,36). Tratándose, en efecto, del
orden angélico, lo que se refiere a la simple naturaleza es algo puramente
material; lo que constituye aquel orden de una manera completiva y perfecta son
los dones de la gracia, que dependen de la liberalidad de Dios y no de la naturaleza.
Pueden, por tanto, los hombres merecer, mediante los dones de la gracia, tanta
gloria que vengan a igualarse con los ángeles en cualquiera de los grados
angélicos. Y esto es lo que queremos decir cuando afirmamos que los hombres
bienaventurados son elevados a los órdenes o coros de los ángeles. Comentando
esta sublime doctrina, el cardenal Cayetano aclara que no todos los hombres
serán elevados a los coros de los ángeles, sino que algunos ascenderán sobre
los mismos ángeles, como la Virgen María; otros se mezclarán con ellos, como
los apóstoles y los grandes santos; y otros, en fin, quedarán bajo todos los
ángeles, como puede racionalmente creerse de los niños que vuelan al cielo
inmediatamente después del bautismo (o sea, sin haber contraído todavía ningún
mérito personal) y de otros muchos que no alcanzaron en este mundo el grado de
gracia de los ángeles inferiores.
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