Fuentes doctrinales de este tratado
Es cierto que no todo lo que Santo Tomás nos da en estas cuestiones de
la SUMA TEOLOGICA es original, pues son muchos los puntos doctrinales que se
encuentran ya anteriormente esparcidos por los escritos de los Santos Padres y
autores eclesiásticos. Pero es nuestro Santo quien da a la doctrina sobre los
ángeles esa cohesión y estabilidad, unidad y método que nadie antes de él había
dado ni nadie después a podido mejorar, y que hacen de este tratado uno de los
más hermosos y mejor sistematizado de la SUMA TEOLOGICA, el cual por si solo
bastaría y para hacer al aquinatense justamente acreedor al título de Angélico
con el que lo honra la Iglesia y le conoce la historia. Mas téngase, como muy
bien lo ha notado Mons. Martin Grabmann, que “el empleo de las fuentes por
Santo Tomas no es mera enumeración ni yuxtaposición de las sentencias o
pareceres de los otros de un modo rutinario y material, ni es tampoco un
electisimo enfermizo. Sino penetración personal, elaboración y
perfeccionamiento de los resultados obtenidos por otras indagaciones. Tomas
transforma y valora ese enorme material de la tradición científica al servicio
de la verdad ciertamente avistada. La entelequia, la forma que da hechura, que
ordena todos esos elementos extraños, que los asimila y vivifica, es el genio
de Santo Tomas, independientemente, creador de una síntesis superior en donde
se coordinan y unifican todos los conocimientos verdaderos”.
Tratando de determinar las fuentes de Santo Tomás para estas 15
cuestiones comprendidas entre la 50 y la 64; ambas incluidas, como es lógico
suponer en un teólogo de su talla y en una obra como la SUMA TEOLÓGICA,
encontramos que la fuente principal y la autoridad más invocada es la Sagrada Escritura,
citada veintitrés veces en los argumentos ad. contra cincuenta y ocho en las
dificultades y respuestas a las mismas diecinueve en el cuerpo de los
artículos, subiendo a un centenar las citases escriturísticas de los 72
artículos que tienen estas cuestiones Vienen en segundo 'lugar, por orden de
dignidad, los Satos Padres y escritores eclesiásticos, cuyas obras eran bien
familiares al santo Doctor de los cuales cita catorce refiriéndose a ellos
explícitamente en ciento noventa y un ,pasajes, ocupando entre todos el primer
lugar San Agustín (354-430), citado setenta y siete veces, siguiéndole en el
número de citas el Seudo-Dionisio (s, V o VI) con cuarenta y cuatro, San Juan
Damasceno100-50) con once, San Gregorio Magno (540-604) con nueve, Orígenes
(185-6 a 254-5) con cinco, San Jerónímo.tc. 342-419) y San Isidoro
(570"636) con tres, San Ambrosio (c. 333-397) y San Bernardo (109'1- 1153)
con dos, y con una: San Atanasio (295-373), San Olegario Nacianceno ('c.'329
a'3>89-90); Gennadio (s. V), San Breda el Venerable(735) y San Anselmo (1033-1109),
citándose además dos veces la glosa
ordinaria una de la Estrabón (c.
849), otra una colecta de Completas (según el rito dominicano) y otra el Maestro
de Ias-Sentencias, Pedro Lombardo. De, todos; como se ve, son, sin embargo, San
Agustín y el Seudo-Dionisio quienes Santo Tomás invoca preferentemente en los
argumentos Sed: contra, en los que como es sabido, se aduce principalmente el
argumento de autoridad, citándose en ellos diecisiete veces al primero y
catorce al segundo, sacándose las citas de las diversas obras a él atribuidas, constituyendo
estos dos Santos Padres, con las veintitrés citas de la Sagrada Escritura; la
casi totalidad de las autoridades aducidas en 108 argumentos Sed contra.
De ahí que más bien que expresar con precisión y claridad las enseñanzas
patrísticas sobre los ángeles, solo podamos entender veladamente la manera como
concebían el mundo angélico. Las doctrinas de los Santos Padres y escritores
eclesiásticos, en este punto están llenas de de sombras, y muchas de las
cuestiones sobre los ángeles las resuelven de modo muy diverso y a veces hasta
opuesto. Como oportunamente haremos notar en las introducciones particulares a
las cuestiones, y desde luego están muy lejos de construir un cuerpo doctrinal.
Por eso se hallan en los Padres, al hablar de los ángeles, dudas, hipótesis e
incluso opiniones erróneas; cosa que, por otra parte, no ha de maravillar al
erudito lector que sepa como la misma Sagrada Escritura, que era para ellos
casi la única fuente de información de la que sacaban en esta materia sus
enseñanzas, no es muy preciso sobre muchos puntos. Quedando los Padres
reducidos a sus propios recursos o influenciados por la doctrina de los
apócrifos, y en el orden filosófico y especulativo sufriendo no pocos el
influjo de los filósofos neoplatónicos. Por eso es mayor el merito de Santo
Tomas al superar todos estos inconvenientes y establecer su doctrina con la
claridad que lo hace, aprovechando, en cuanto es posible, la tradición.
Sujeto, objeto, carácter y necesidad de este tratado
No ha de olvide que, siendo Dios el sujeto formal de la teología, trata
ésta también de las demás cosas en orden a Dios. Y entre todas las cosas
creadas, los más nobles efectos de la creación son los ángeles, los cuales, sin
embargo, no han sido creados como independientes de las demás cosas y sin
relación alguna con las otras criaturas, sino que se ordenan en cierto modo a
ser parte del universo y al gobierno de las cosas corpóreas, no sólo de las
inferiores, sino también del hombre, que participa de su naturaleza y de la de
los cuerpos. (Este punto en especial no da a entender que Dios no dejo a la
deriva la creación de los demás seres sino que los gobierna con los ángeles,
pero no con los ángeles caídos llamados demonios, y que hacen estos? No pueden
ellos confundir a la humanidad haciéndose pasar por extraterrestres? Todo es
probable viniendo de ellos.)
Dios creó el mundo para su gloria e imprimió en él cierto vestigio de la
Trinidad con los tres órdenes de criaturas, espirituales, corpóreas y mixtas,
Pero entre todas sobresale ciertamente la espiritual, que por su perfección se
acerca más a la naturaleza divina y es, por lo tanto, la que mejor representa a
Dios, que es espíritu puro y excluye de sí toda composición, siendo por ello los
ángeles el mejor medio para conocerle de un modo menos imperfecto.
Además, él mismo Cristo, nuestro Salvador, es no sólo cabeza de los
hombres, sino también de los ángeles, y ellos son enviados al mundo, en
expresión de San Pablo (Hebr. 1, 14)", como administradores para servicio
a favor de los que han heredado la salud, y, con la ayuda de Dios, con ellos
hemos de participar de la misma gloria y visión beatíficas.
Como otras partes de la SUMA T'EOLÓGICA; no tiene este tratado un
carácter propiamente práctico, sino más bien especulativo. Ni deja de ser
verdaderamente teológico, no obstante que sea la razón la que muchas veces, a
base de lo que la revelación nos enseña, discurra ampliamente para penetrar los
misterios de la vida angélica. Ni carece de dificultad su contenido, del cual
pocas tesis podemos demostrar apodícticamente, con método rigurosamente
teológico, siendo contadas las verdades que respecto a los ángeles nos enseña
la fe. Tanto la fe como la razón nos dicen muchas más cosas de Dios, por
ejemplo, que de los ángeles, lo cual tiene su explicación en la naturaleza
misma de esta doctrina y en el fin a que deben ordenarse nuestros conocimientos
El conocimiento de Dios, que es nuestro fin último, es para nosotros
mucho más necesario que el de los ángeles, que, como nosotros mismos, se
ordenan a idéntico fin. De ahí que la Sagrada Escritura sea parca en sus
enseñanzas sobre los ángeles. Por otra parte, nuestro conocimiento natural de
las cosas Inmateriales no es directo, sino indirecto y a posteriori, es decir,
que, para conocer, perfectamente la naturaleza y operaciones de los ángeles
deberíamos conocer primeramente sus efectos, como el conocimiento de los
efectos divinos nos lleva cierta y seguramente al conocimiento del mismo Dios.
Ahora bien, de los efectos de los ángeles es muy poco lo' que las sagradas
letras nos dicen, y de ahí que Santo, Tomás deslindando sabia y perfectamente
los campos de la revelación y de la razón natural en esta materia, proceda,
cuando es necesario en su argumentación, por razones probables y conjeturas
filosóficamente fundadas, más bien que por demostraciones teológicamente
apodícticas. Y de ahí nace también el que, a falta muchas veces de principios
revelados, 'ponga el Santo en juego frecuentemente los más sólidos principios
metafísicos de su sistema para deducir las conclusiones lógicas.
División de este tratado
Santo Tomás trata de en los ángeles en dos lugares de esta primera parte de Ia SUMA. Desde la cuestión 50 a la 64 inclusive, estudia su
naturaleza, operaciones, y origen; y desde la cuestión 106 hasta la 144
inclusive, trata del misterio de los ángeles.
CONTINUARA...
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