La Misa de Siempre
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.LA ANTE-MISA.
1. LA ANTE - MISA
O MISA DE LOS CATECÚMENOS
Para acceder al gran misterio de la Cruz de Nuestro
Señor, es indispensable una preparación. Por esto, durante la primera parte de
la misa, la Iglesia une a la alabanza oraciones propias para suscitar la
humildad y la contrición interiores, pues alimenta nuestra fe con textos que propone a nuestra meditación. La
primera parte de la misa, llamada misa de los catecúmenos, está consagrada a la
alabanza y a la compunción", pero sobre todo a la enseñanza. Se resume en
el Credo.Convenía que la santa misa fuera la ocasión de una
enseñanza y de una comunicación del Verbo de Dios "que ilumina a todo
hombre que viene a este mundo"." (Jn 1, 9) ( ... ) Esta primera parte
de la misa tiene que aumentar nuestra fe en Nuestro Señor Jesucristo, y esta
fe, a su vez, tiene que ser la fuente del celo de manifestar a Nuestro Señor a
las almas."
La señal de la Cruz
El Celebrante:
+ In nomine Patris,
er Filii, et Spiritus Sancti.
Amen.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.
El signo de Cruz, símbolo del sacrificio de Nuestro
Señor, recuerda por qué medio fue restablecido el orden destruido por el
pecado.
LA MISA DE SIEMPRE
Creemos que en Dios hay tres Personas: el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo. Hemos sido bautizados en el nombre de estas tres
Personas y las mencionamos constantemente al hacer la señal de la Cruz: En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Por lo tanto, es una
creencia que ha entrado en nuestra vida y un principio fundamental de la vida
cristiana.
La Cruz hace pensar en la Santísima Trinidad, pues
es el Hijo el que está clavado en la Cruz por amor a su Padre y, por lo tanto,
lleno del Espíritu Santo. Las tres Personas de la Santísima Trinidad rodean la
Cruz." La Cruz es la expresión más profunda y más admirable de lo que ha
hecho por nosotros Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
El orden se ha restablecido por la Cruz. En el momento
en que Nuestro Señor murió, se restableció el orden, fue vencido el demonio y
Dios fue servido como debía de ser," Todas las gracias vienen de la Cruz,
del Calvario y del corazón atravesado, de donde brotaron sangre yagua. La
sangre representa el sacrificio de la misa y el agua representa el bautismo que
borra los pecados. Por consiguiente, hemos adquirido la redención de nuestros
pecados por medio del sacrificio de Nuestro Señor. Es algo que debemos tener
siempre presente en el pensamiento."
La Antífona Introibo ad altare Dei
V. Introibo ad altare Dei.
R. Ad Deum qui laetfiicat juventutem meam
V. Subiré al altar de Dios.
Al Dios que es la alegría de mi juventud
La misa nos introduce ante Nuestro Señor Jesucristo.
Es la fuente de alegría
y de la verdadera felicidad de los que eligen seguirlo en su
sacrificio y permanecer con Él.
1. Subiré al altar de
Dios
¿Dónde encontraremos a Nuestro Señor Jesucristo? ¿Tendremos
que ir al monte de la Transfiguración en Palestina? No Lo encontraremos en
nuestros altares, puesto que Nuestro Señor Jesucristo está en ellos; ahí es
donde lo encontraremos en todo su esplendor (...) y tendremos los mismos
sentimientos que los Apóstoles en el monte de la Transfiguración, motivo por el
cual no podemos dejar nuestros altares."Nuestro altar es el Sinaí; nuestro altar es el
Tabor; ahí se encuentra Nuestro Señor en toda su gloria. Si pudiéramos ver el
altar como los ángeles y Santos lo ven, también nosotros tendríamos el rostro
iluminado y resplandeciente de alegría y de la gloria de Nuestro Señor. Al pie
de nuestros altares encontraremos la luz de Nuestro Señor. Esta luz es la
emanación de la caridad de Dios y de esa vida de Dios que tiene que colmar
nuestras almas."
2. Al Dios que es la alegría de mi juventud
El santo sacrificio de la misa tiene que ser para
vosotros la fuente de toda vuestra espiritualidad la fuente de vuestra alegría
y la fuente de vuestro gozo. Tenéis que encontrar en la santa misa y en la
comunión de cada mañana vuestro mayor gozo. La misa tiene que daros, además de
la alegría, una paz inalterable. Si vuestra fe, vuestra doctrina y vuestra
espiritualidad están fundadas en el santo sacrificio de la
misa, estáis en la verdad. No nos podemos equivocar cuando establecemos nuestra
fe en el santo sacrificio de la misa."
El salmo 42: Judica me
Ad Deum qui lætificat juventutem meam.
Judica me, Deus, et
discerne causam meam de gente non sancta: ab homine
iniquo, et doloso erue
me.
Quia tu est, Deus,
fortitudo mea: quare me repulisti, et quare tristis
incedo, dum affligit
me inimicus?
Emitte lucem tuam, et
veritatem tuam: ipsa me deduxerunt, et adduxerunt in montem sanctum tuum, et in
tabernacula tua.
Et introibo ad altare
Dei: ad Deum qui lætificat juventutem meam.
Confitebor tibi in
cithara, Deus, Deus meus: quare tristis es, anima mea, et
quare conturbas me?
Spera in Deo, quoniam
adhuc confitebor illi: salutare vultus mei, et
Deus meus.
Gloria Patri, et
Filio, et Spiritui Sancto.
Sicut erat in principio, et nunc, et semper:
et in sæcula sæculorum.
Amen.
Introibo ad altare
Dei.
(Español)
† En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo. Amén.
Ant. Me acercaré al altar de Dios.
R. Al Dios que alegra mi juventud.
Hazme justicia, ¡oh Dios!, y defiende mi causa contra la
gente malvada: del
hombre perverso y engañoso, líbrame.
R. Pues Tú, ¡oh Dios!, eres mi fortaleza: ¿por qué me
rechazas, y por qué ando
triste y oprimido por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad: ellas me guiarán y conducirán a
tu monte santo, y a
tus moradas.
R. Y me acercaré al altar de Dios: a Dios que alegra mi
juventud.
Te alabaré el son de la cítara; ¡oh Dios, Dios mío! ¿Por
qué estás triste, alma
mía, y por qué me conturbas?
R. Espera en Dios, que aún le alabaré, Salvador de mi vida
y mi Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los
siglos de los siglos.
Amén.
Nuestro Señor, signo de contradicción, fue muy amado pero también muy
odiado hasta el punto de ser perseguido y entregado a la muerte. Ofreció
su vida por amor a su Padre y a las almas. En este salmo podemos ver a
Nuestro Señor implorando el auxilio de su Padre en medio de las
pruebas que lo llevaron hasta el altar del sacrificio. El sacerdote, otro
Cristo, tiene a su vez que sacar sus fuerzas de Dios para llevar
generosamente la Cruz en pos de Él.
1. Nuestro Señor, signo de contradicción
Al decir al principio de la misa: ]udica me, Deus, et disceme
causam meam de gente non sancta: ab homine iniquo, et doloso erue me,
"Júzgame Tú, oh Dios, y defiende mi causa de la gente malvada; líbrame del
hombre inicuo y engañador", parece que nos llamamos a nosotros mismos
puros y a los demás impuros, ¡y tal es la verdad! No podemos negar que hay
gente que no quiere a Nuestro Señor Jesucristo. En el himno [de la fiesta de
Cristo Rey] "la multitud impía grita: "No queremos que Cristo
reine". Pues sí, esa multitud existe. Está en todas partes en el mundo y
ahora más que nunca se oyen estas palabras: "No queremos que Cristo
reine". Pues bien, nosotros, en cambio, tenemos que afirmar este deseo y
voluntad de procurar siempre el reinado de Nuestro Señor,"Al principio de los tiempos, cuando pecaron nuestros
primeros padres, empezó un combate y sigue todavía en nuestros días. Somos los
testigos de este combate gigantesco entre Nuestro Señor Jesucristo y Satanás, y
entre los discípulos de Satanás y los discípulos de la Cruz de Nuestro Señor
Jesucristo. En el Antiguo Testamento vemos cómo vivieron este combate los que formaron
el pueblo de Israel, esa tribu elegida por Dios para que de ella naciera el que
sería vencedor del demonio, del mundo y del pecado, Nuestro Señor Jesucristo.
Este pueblo de Israel, que figura a la Iglesia, tuvo que luchar firme y fuertemente
contra los que pretendían su destrucción y contra Satanás que quería destruido.
Salió de Egipto para permanecer durante cuarenta años en el desierto, dejando
tras sí a todo el ejército del Faraón engullido por las olas. ¿No representa
eso un combate? Este combate se perpetuó en tiempos de Nuestro Señor. Nuestro
Señor fue la víctima, pero la víctima triunfante. (...) Desde entonces, la
historia de la Iglesia no es sino la lucha entre el demonio y los que son
fieles a la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Su Cruz fue la señal de la
victoria de Constantino sobre sus enemigos. A partir de entonces, la Iglesia
triunfó de todos los que querían su desaparición. Después, la historia de
Francia, en particular, es una imagen extraordinaria de esta lucha para
permanecer católica. Francia tiene que permanecer católica puesto que es la
hija primogénita de la Iglesia. Hoy se cierne sobre ella la amenaza de volverse
protestante, atea, pagana, apóstata y abandonar a Nuestro Señor Jesucristo y no
tener ninguna otra religión sino la de la lujuria, el placer, el dinero y la
concupiscencia. Por eso, en el momento en que se está discutiendo sobre el
asesinato de niños con la ley del aborto, y pronto sobre el asesinato de los
ancianos con la eutanasia, tenemos que ser defensores de nuestra Santa religión
y luchar contra los que nos quieren reducir al peor de los paganismos. ( ... )
Hoy queremos hacer el juramento de guardar la Ley de Dios, el amor a la Cruz de
Nuestro Señor Jesucristo y ser fieles a la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo."
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