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jueves, 13 de octubre de 2022

MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE: UN HOMBRE AL SERVICIO TOTAL DE DIOS. LA FE Y LA SANTA IGLESIA.

 


 

S. S. PIO XII Y MONS. LEFEBVRE

 Marcel Lefebvre nació en Tourcoing el 29 de noviembre de 1905 en el seno de una familia de industriales del norte de Francia. Después de terminar sus estudios secundarios, siguió los pasos de su hermano mayor entrando al Seminario Francés de Roma en octubre de 1923.

Monseñor Lefebvre tuvo siempre en alta consideración al rector del seminario francés, el Padre Henri Le Floch, quien lo formó en el amor y en la veneración de las enseñanzas de los Papas. El Rector del seminario explicaba con energía las grandes encíclicas que condenan los errores modernos, como el liberalismo, el modernismo y el comunismo.

El 21 de septiembre de 1929, Marcel Lefebvre, fue ordenado sacerdote por Mons. Lienart, en Lille, Francia.

Luego regresó a Roma para preparar su doctorado en Teología, mientras se desempeñaba como gran maestro de ceremonias en el seminario. Habiéndose ya doctorado en Filosofía, obtuvo su doctorado en Teología el 2 de julio de 1930 en la Universidad Gregoriana de Roma.

De 1930 a 1931 se desempeñó como vicario parroquial en un barrio obrero de Lille, mientras esperaba el permiso de su obispo para poder entrar a la comunidad de los Padres del Espíritu Santo (Congregación misionera).

Comenzó su noviciado el 1º de septiembre de 1931. Después de haber hecho su profesión religiosa el 8 de septiembre de 1932, se embarcó el 12 de noviembre de ese año rumbo a Libreville (Gabón), donde fue nombrado profesor del seminario, cargo que ocupó hasta 1934, fecha en la que fue nombrado rector del mismo hasta 1938. En esta fecha, al sufrir de paludismo y estando completamente agotado, fue enviado por sus superiores a “descansar en la selva" en una misión.

De 1938 a 1945, el Padre Marcel es superior de varias misiones en Gabón. Muestra allí un gran sentido de la organización, y ser un excelente administrador, estando siempre atento a mejorar las instalaciones para facilitar las tareas de todos: es así como hace instalar en las misiones generadores de electricidad, maquinaria, agua corriente, etc.

En octubre de 1945 fue llamado a Francia en donde se encarga del Escolasticado de Filosofía de los Espiritanos, en Mortain (Manche). Se dedica entonces a reconstruir la casa, que había sufrido daños durante la guerra, y a formar a sus seminaristas según las enseñanzas de los Papas.

El 25 de junio de 1947, se enteró de que fue nombrado Vicario Apostólico de Dakar (Senegal), y el 18 de septiembre 1947, fue consagrado obispo en la Iglesia de Notre Dame des Anges, en Tourcoing, Francia.

En 1948, Pío XII lo nombró Delegado Apostólico para los países del África Francesa, es decir, el equivalente de Nuncio Apostólico. Además, como el delegado debe tener el rango de arzobispo, Monseñor Lefebvre fue nombrado Arzobispo titular de Arcadiópolis en Europa. Era así el representante del Papa en una diócesis, 26 prefecturas apostólicas y 17 vicariatos apostólicos, en un territorio que abarcaba desde Marruecos y el Sahara, hasta Madagascar y La Reunión, a través del África Occidental Francesa, Camerún, África Ecuatorial y Somalia Francesa, con una población católica de más de dos millones de fieles. Siendo Arzobispo de Dakar (Senegal) en 1949, el Ministro francés de Ultramar le entrega, frente a la catedral, la Cruz de Caballero de la Legión de Honor de Francia.

SERMON EN MISA PONTIFICAL

Por lo menos una vez al año, el Delegado Apostólico da cuentas al Papa de su acción y al mismo tiempo recibe directivas de él. De esta manera estaba en relación con todos los dicasterios de la Curia Romana. En la Secretaría de Estado, a de donde va como diplomático, Mons. Lefebvre frecuenta a los dos substitutos: Mons. Tardini y Mons. Montini; este último (futuro Pablo VI) recibe al delegado amablemente, pero no muestra ninguna simpatía por sus ideas.

Después de la elección de Juan XXIII en 1958, Mons. Lefebvre fue cambiado de su cargo como Delegado Apostólico, pero permanece como arzobispo de Dakar. Pero por su franqueza inflexible en la defensa de las enseñanzas de los Papas y por su denuncia del "socialismo creyente" del presidente senegalés Senghor, le valió la ira de este último y sin duda contribuyó a acelerar su dimisión, deseada (silenciosamente) por Roma.

En 1962 es trasladado de la arquidiócesis de Dakar a la diócesis de Tulle, en Francia, pero conservando el título personal de arzobispo. Los obispos franceses presionaron a Roma para que no fuese nombrado arzobispo de Albi, como se había previsto, y solo aceptaron su llegada a Francia con la condición de que fuese enviado a una diócesis pequeña. Los obispos franceses no lo querían por su "tendencias integristas," es decir, tradicionales.

En la diócesis de Tulle, la situación era sombría a causa de la disminución de las vocaciones, de la poca práctica religiosa, de la pobreza y del desánimo en que vivían los sacerdotes. Monseñor Lefebvre contempla medidas enérgicas: anima a sus sacerdotes, visitándolos y apoyándolos. Quedó muy impresionado por la diferencia que podía ver entre las misiones florecientes que dejó en África y la desolación que encontraba en las diócesis de Francia.

El 26 de julio de 1962, Mons. Lefebvre fue elegido, por una amplia mayoría, Superior General de los Padres del Espíritu Santo. Había sido obispo de Tulle por solo 6 meses.

El 25 de enero de 1959, el Papa Juan XXIII anuncia la convocatoria de un concilio ecuménico. Mons. Lefebvre es nombrado miembro de la Comisión Preparatoria Central del Concilio, asistiendo a todas las sesiones, en ocasiones presididas por el Papa, y será testigo de enfrentamientos, a veces violentos, entre la tendencia liberal y los miembros conservadores de la Comisión. Esto lo vio como un mal presagio del futuro concilio.

Durante el concilio, ante de la creciente importancia de las tesis modernistas, y con el apoyo de un grupo preparado y organizado, se decide a crear, con otros obispos, el Coetus Internationalis Patrum (Grupo Internacional de Padres) del cual fue su primer presidente. Conoce a Mons. Antonio de Castro Mayer, obispo de Campos, en Brasil, quien también hará parte del Coetus. Por medio de su combate en el seno del Coetus y por sus intervenciones, Mons. Lefebvre lucha contra la influencia modernista que se extiende en el concilio, pero los resultados fueron insuficientes.

Como Superior General de los Espiritanos, lucha contra la relajación y las desviaciones teológicas, pero lamentablemente sin éxito, debido a que los superiores que nombra no son siempre dignos de su confianza. Reforma la organización de la Congregación; transfiere la Casa General de París a Roma; viaja por el mundo entero para visitar las casas, alentar y organizar.

En 1965, comienza la 'actualización' (aggiornamento) de las congregaciones religiosas, pedida por el Concilio. Mons. Lefebvre quiere que esta reforma se haga en el sentido de la corrección de desviaciones, y de una mayor santidad de la vida religiosa. No se opone a todas las reformas, incluso audaces, con tal que se inscriban en la fidelidad a los fundadores. En el Capítulo General de la Congregación, en 1968, algunos miembros tratan de ponerlo a un lado y el estado de ánimo predominante en favor de las reformas es malsano. Para no tener que firmar los decretos que pondrían a la congregación al gusto moderno, Mons Lefebvre abandona el Capítulo General, y una vez elegido su sucesor, se retira a una casa de huéspedes dirigida por monjas en Roma. Tiene sesenta y tres años.

Durante varios años es solicitado por sacerdotes, y sobre todo por seminaristas, que buscan una formación seria. Los dirige en un primer tiempo hacia el Seminario Francés de Roma, dirigido por los Espiritanos, pensando que allí podrían conservar una línea sana, pero por desgracia, no fue así, puesto que el rector del seminario hacía poco caso de los consejos del Superior General.

Entonces Monseñor dirige a ciertos seminaristas hacia una sociedad religiosa establecida en Roma (del P. Theodosios), y a otros hacia la Universidad Católica de Friburgo, en Suiza. Ante la insistencia de nuevos sacerdotes y seminaristas que le imploran fundar una obra sacerdotal, entonces se somete a la decisión del obispo de Friburgo, un amigo suyo, quien le autoriza de buena gana a abrir un "albergue" para seminaristas de todos los países.

Así nació el seminario. Monseñor Lefebvre alquila doce habitaciones en un albergue religioso en Friburgo, y recibe a los primeros candidatos el 13 de octubre de 1969. El comienzo fue difícil, los abandonos numerosos, además de que Mons. Lefebvre cae gravemente enfermo.

En junio de 1970, compra una casa, igualmente en Friburgo, para albergar a los seminaristas que continúan sus estudios en la universidad; por otro lado, con el permiso de Mons. Adam, obispo de Sion (Suiza), acepta la casa de Ecône que le regalan los propietarios, para instalar el Año de la Espiritualidad para los recién llegados (de conformidad con el Concilio, en su Decreto sobre la formación sacerdotal).

El 1º de noviembre de 1970, Mons. François Charrière, obispo de Friburgo (Suiza), aprueba los estatutos de la Fraternidad San Pio X, escritos por Mons. Lefebvre, y la establece en su diócesis. La finalidad de la Fraternidad, fijada en sus estatutos, es “el sacerdocio y todo lo que se relaciona con él y solo lo que le concierne.”

Como los cursos en la Universidad de Friburgo se muestran insatisfactorios, Mons. Lefebvre obtiene del obispo de Sion, el permiso de instalar un seminario completo en Ecône, el cual experimentará un desarrollo rápido.

Frente a la angustia y al desaliento de muchos católicos, enfrentados a la desaparición de la fe, al saqueo de la liturgia y a la pérdida de todo sentido sagrado, Mons. Lefebvre toma su bastón de misionero y comienza a viajar a través de Europa y del mundo entero, dando conferencias, dándole animo a los fieles desamparados e invitando a los sacerdotes perseguidos a agruparse y a mantener la fe sin concesión.

En 1973, a pedido de una joven australiana, Mons. Lefebvre funda con la ayuda de su hermana, la Madre Marie Gabrielle, religiosa del Espíritu Santo, una comunidad religiosa, a la cual ya había pensado durante la redacción de los Estatutos de la Fraternidad. Estos son los inicios de las Hermanas de la Fraternidad, que se establecen en una casa comprada en Albano-Laziale, cerca de Roma. Su vocación consiste en ser ayudantes discretas y eficientes de los sacerdotes, mientras que llevan una vida semi-contemplativa (1 hora diaria de adoración).

Los Hermanos de la Fraternidad se desarrollan hacia la misma época, y la institución de las religiosas Oblatas es contemporánea con la de las Hermanas de la Fraternidad.

En 1971, unos laicos piadosos le preguntaron a Mons. Lefebvre si no tenía pensado fundar una Tercera Orden. Esta Tercera Orden es erigida finalmente en 1981, de acuerdo con las reglas establecidas por el fundador.

El 11 de noviembre 1974, se realiza una visita apostólica a Ecône, a raíz de las denuncias de los obispos franceses que están en contra de este seminario, porque mantiene la Misa antigua y la Tradición, y porque recibe numerosas vocaciones, mientras que sus propios seminarios se vacían.

El 21 de noviembre de 1974, Mons. Lefebvre, en una vibrante Declaración afirma su apego a la Roma eterna y su rechazo “de la Roma neo-modernista y neo-protestante, que se manifestó claramente durante el Concilio Vaticano II y después del Concilio con todas las reformas que de allí se originaron ...”

Monseñor Lefebvre es convocado en Roma para una "charla", pero de hecho se encuentra frente a un tribunal compuesto de tres cardenales. El 6 de mayo de 1975, la Fraternidad es injustamente "suprimida" por el obispo de Friburgo. Mons. Lefebvre entonces hace un recurso ante la Signatura Apostólica, pero esta apelación es bloqueada por el cardenal Jean Villot, Secretario de Estado.

Con calma y en paz, y ante esa denegación de justicia, el prelado decide continuar con su obra, considerando que la Fraternidad sigue existiendo, puesto que su supresión es irregular y en todo caso injusta.

MONS. LEFEBVRE Y EL PADR PIO DE PIETRALCINA

El 29 de junio de 1976, haciendo caso omiso de amenazas por parte de Roma, y estimando que el combate que lleva a cabo es fundamental para la defensa de la Misa y la fe, Mons. Lefebvre ordena a 13 sacerdotes y a 14 subdiáconos, sin las cartas dimisorias. Es entonces sancionado con la suspensión a divinis que debería privarlo del ejercicio de todo acto sacramental. Esta sanción no le incomoda ni lo limita, sino que, con una alta visión de su deber, continúa dirigiendo el buen combate contra todas las desviaciones que ya hacen vacilar a la Iglesia.

El 29 de agosto de 1976 celebra una misa solemne pública, en Lille (Francia), ante más de 7.000 fieles, que la prensa mediatiza fuertemente, tratándolo de obispo "rebelde".

Sin embargo, es recibido en audiencia por el Papa Pablo VI el 11 de septiembre de 1976. Monseñor descubre que ha sido gravemente calumniado ante al Papa. El Papa sin embargo no quier ceder en nada en relación con la Misa de San Pío V, deseoso de imponer "su" reforma, mientras que Mons. Lefebvre, en nombre de la fidelidad a la Iglesia perenne, no quiere y no puede aceptar la Iglesia "conciliar" ni la nueva misa.

En septiembre de 1976, Monseñor publica su libro Acuso al Concilio.”

El 18 de noviembre de 1978, tan solo un mes después de su elección, el Papa Juan Pablo II recibe en audiencia a Mons. Lefebvre. La entrevista comienza favorablemente, pero la intervención del cardenal Seper, presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo estropea todo. El dossier de Mons. Lefebvre es puesto en sus manos.

Es el comienzo de un proceso que dura muchos años, durante el cual el fundador de Ecône va a menudo a Roma a defenderse y para tratar de obtener un regreso de Roma a la Tradición, guardiana de la fe, o que por lo menos que ésta pueda ser practicada libremente por la Fraternidad. Pero ni el cardenal Seper, ni su sucesor, el cardenal Ratzinger, se muestran dispuestos a hacer ningún gesto favorable en este sentido.

En 1983, Mons. Lefebvre ya cada vez mas decepcionado con los textos de sabor modernista de Juan Pablo II, está profundamente consternado por el nuevo Código de Derecho Canónico, que traduce en leyes las desviaciones del Concilio. Entonces contempla seriamente una consagración episcopal y toma el camino de protestas públicas contra los escándalos cometidos en las altas esferas de la Iglesia.

En 1985, Mons. Lefebvre entrega en Roma un estudio con treinta y nueve proposiciones o Dubia [Dudas] sobre la libertad religiosa, en donde muestra la discrepancia de la doctrina de la libertad religiosa conciliar con la enseñanza anterior de la Iglesia.

En octubre de 1986 se produce el terrible escándalo de la reunión interreligiosa de Asís, a la cual Monseñor Lefebvre responderá con una carta firmada conjuntamente con Mons. de Castro Mayer.

En marzo de 1987 recibe la respuesta de Roma a sus Dubia. La respuesta es insatisfactoria. En junio de 1987, el arzobispo publicó su libro sobre la destrucción del reinado social de Cristo, Le Destronaron.

El 29 de junio de 1987, Mons. Lefebvre anuncia públicamente su intención de procurarse sucesores en el episcopado. La respuesta a las Dubia era el signo que esperaba para proceder a las consagraciones, ya que es más grave, explica, afirmar principios falsos que hacer algo escandaloso. Fijó la fecha de la consagración de obispos para la fiesta de Cristo Rey (octubre).

Roma entonces reacciona y propone la visita de un cardenal que tendrá solamente la tarea de información. Monseñor Lefebvre acepta esta visita y comunica la noticia a los 4.000 fieles que asisten a la misa de acción de gracias por sus 40 años de episcopado, el 3 de octubre de 1987.

El 11 de noviembre, el cardenal Gagnon comienza su visita de la Fraternidad, que finaliza el 8 de diciembre en Ecône. ¡El cardenal no dudará en asistir a la Misa Pontifical del arzobispo “suspendido,” y a la ceremonia de promesas de los jóvenes miembros en una Fraternidad “suprimida”! El informe del visitante es, por lo que se pudo saber, favorable.

LAS CONSAGRACIONES EPISCOPALES.

Mons. Lefebvre dejó en claro sus exigencias. El 2 de febrero de 1988 confirmó que consagrará al menos tres obispos, con o sin la aprobación del Papa, por el bien de la Iglesia y la perpetuidad de la Tradición.

Se entablan entonces las negociaciones en Roma entre los representantes de la Fraternidad y los miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Estas se terminan el 5 de mayo con la firma de un Protocolo de acuerdo con Roma. Pero al darse cuenta rápidamente de que el cardenal Ratzinger no está dispuesto a concederle lo que pide, Monseñor se retracta. Consulta, y luego el 2 de junio de 1988, le escribió al Papa sobre su decisión de consagrar cuatro obispos el 30 de junio

El 30 de junio de 1988, procedió a la consagración de cuatro obispos en Ecône ante 10.000 fieles y una multitud de periodistas. Durante la ceremonia, Mons. Lefebvre explica claramente el caso de grave necesidad en la que se encuentra de transmitir el episcopado, por el bien de la Iglesia, y pese a la oposición de la jerarquía y de Roma. La “excomunión,” dentro de la lógica de las autoridades romanas, caerá al día siguiente, pero queda en vilo. Ello no hace sino firmar la impotencia de un modernismo otrora triunfante, pero que ya se desintegra en una corrupción que hace sentir sus hedores en toda la Iglesia.

Durante los tres años que Dios le dará, desde 1988 hasta su muerte en 1991, Mons. Lefebvre acompañará con su presencia moral a los cuatro obispos auxiliares, introducirá en su puesto a sus herederos inmediatos, dejándolos conferir en adelante las ordenaciones, a las que asistirá con modestia.

A pesar de que su salud decae, hace un último viaje intercontinental en 1990 para visitar Gabón.

El 11 de febrero de 1991 dio su última conferencia a los seminaristas de Ecône.

El 8 de marzo, celebró su última misa y sale para París, pero en la noche del 9 de marzo a causa de dolores agudos despierta a su conductor y le pide que regresen a Suiza.

Es hospitalizado de urgencia en el hospital de Martigny. El 18 de marzo es operado. Pero el 24 de marzo, Domingo de Ramos, su estado empeora repentinamente.

El 25 de marzo de 1991, fiesta de la Anunciación, Lunes Santo, a las 3:25 de la mañana, mientras que el Superior General y el P. Simoulin, director de Ecône rezan a su lado, Mons. Lefebvre entrega su bella alma a Dios. R.I.P.

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