El título es algo alarmante. Aún, estimado lector, si tú escudriñas
este pequeño libro, verás por tí mismo cuán merecido es. El libro nos cuenta
cómo salvarnos a nosotros mismos y a otros de un sufrimiento inenarrable.
Algunos libros son buenos y algunos otros pueden ser de provecho. Otros son
mejores y deben ser leídos sin falta.
Hay, sin embargo, libros de tan excelente mérito por razón de sus consejos, la convicción que acarrean y la acción urgente a la que nos impulsa, que sería cabalmente alocado no leerlos.
"léeme
o laméntalo" pertenece a esa clase de libros. Es por tu mayor interés,
estimado amigo, que lo leas y releas, para ponderarlo bien y profundamente en
sus contenidos. Nunca te arrepentirás de ello, por el contrario, grande y
amargo será tu arrepentimiento si tu falla en estudiarlo en sus sustanciosas
páginas.
¡AUXILIO, AUXILIO,
¡SUFRIMOS MUCHO!
i:
Nunca llegaremos a comprender lo suficientemente claro que una limosna, pequeña
o grande, dada en favor de las almas sufrientes, se la damos directamente a
Dios. El acepta y recuerda como si se la hubieran dado directamente a Él mismo.
Así, todo lo que hagamos por ellas, Dios lo acepta hecho para El. Es como si lo
aliviáramos o liberáramos a Él mismo del Purgatorio. ¡En qué manera nos pagará!
II. No hay mayor famelia, sed, pobreza, necesidad, pena, dolor, sufrimiento que se compare a los de las Almas del Purgatorio, por lo tanto, no hay limosnas más merecidas, ni más placenteras a Dios, ni mérito más alto para nosotros, que rezar, pedir celebraciones de Misas, y dar limosnas en favor de las pobres Santas Almas.
III. Es muy posible que algunos de nuestros más cercanos y queridos parientes estén todavía sufriendo las purificantes penas del Purgatorio y llamándonos entre lastimosos gemidos para que los ayudemos y aliviemos.
IV. ¿¿No es terrible que
seamos tan duros que no podamos pensar en ellos, ni tampoco podemos ser tan
crueles que deliberadamente los lvidemos??!!!
IV. ¿¿No es terrible que seamos tan duros que no
podamos pensar en ellos, ni tampoco podemos ser tan crueles que deliberadamente
los olvidemos??!!!
Por el amor de
Cristo, hagamos todo, pero todo, lo que podamos por ellas. Cada católico
debería unirse a la Asociación de las Animas Benditas.
PURGATORIO:
"Tengan piedad
de mí, tengan piedad de mí, por lo menos ustedes mis amigos, porque la mano del
Señor me ha tocado" (Job 19:21).
Esta es la
conmovedora súplica que la Iglesia Purgante envía a sus amigos en la tierra.
Tierra, comiencen,
imploren su ayuda, en respuesta a la angustia mas profunda. Muchos dependen de
sus oraciones.
Es incomprensible como algunos católicos, aún aquellos que de una u otra forma son devotos, vergonzosamente desatienden a las almas del Purgatorio. Parecería que no creen en el Purgatorio. Ciertamente es que sus ideas acerca de ello son muy difusas. ¡Días y semanas y meses pasan sin que ellos reciban una Misa dicha por ellas!
Raramente también,
oyen Misa por ellos, raramente rezan por ellos, ¡raramente piensan en ellos!
Entretanto están gozando la plenitud de la salud y la felicidad, ocupados en
sus trabajos; divirtiéndose, mientras las pobres almas sufren inenarrables
agonías en sus lechos de llamas. ¿Cuál es la causa de esta horrible
insensibilidad? Ignorancia: gruesa, inexplicable ignorancia.
La gente no se da
cuenta de lo que es el Purgatorio. No conciben las espantosas penas, ni tienen
idea de los largos años que las almas son retenidas en esas horribles llamas.
Como resultado, hacen poco o nada para evitarse a sí mismos el Purgatorio, y aún
peor, cruelmente ignoran a las pobres almas que ya están allí y que dependen
enteramente de ellos para ser auxiliadas.
Estimado lector, lee
detenidamente este pequeño libro con cuidado y bendecirás el día que cayó en
tus manos.
CAPÍTULO UNO: QUÉ ES EL PURGATORIO.
Es una prisión de
fuego en la cual casi todas las almas salvadas son sumergidas después de la
muerte y en la cual sufren las más intensas penas.
Aquí está lo que los
más grandes doctores de la iglesia nos dicen acerca del Purgatorio.
Tan lastimoso es el sufrimiento de ellas, que un minuto de ese horrible fuego parece ser un siglo.
Santo Tomás Aquino,
el príncipe de los teólogos, dice que el fuego del Purgatorio es igual en
intensidad al fuego del infierno, ¡y que el mínimo contacto con él es más
aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra!
San Agustín, el más
grande de todos los santos doctores, enseña que para ser purificadas de sus
faltas previamente a ser aceptada en el Cielo, las almas después de muertas son
sujetas a un fuego más penetrante y más terrible del que nadie pueda ver, sentir
o concebir en esta vida.
Aunque este fuego
está destinado a limpiar y purificar al alma, dice el Santo Doctor, aún es más
agudo que cualquier cosa que podamos resistir en la Tierra.
San Cirilo de
Alejandría no duda en decir que "sería preferible sufrir todos los
posibles tormentos en la Tierra hasta el día final que pasar un solo día en el
Purgatorio".
Otro gran Santo
dice: Nuestro fuego, en comparación con el fuego del Purgatorio, es una brisa
fresca".
Otros santos
escritores hablan en idénticos términos de ese horrible fuego.
¿CÓMO ES QUE LAS PENAS DEL PURGATORIO SON TAN SEVERAS?
1. El fuego que vemos en la Tierra fue hecho por
la bondad de Dios para nuestra comodidad y nuestro bienestar. A veces es usado
como tormento, y es lo más terrible que podemos imaginar.
2. El fuego del Purgatorio, por el contrario,
está hecho por la Justicia de Dios para penar y purificarnos y es, por
consiguiente, incomparablemente más severo.
3. Nuestro fuego, como máximo, arde hasta
consumir nuestro cuerpo; hecho de materia, por el contrario, el fuego del
Purgatorio actúa sobre el alma espiritual, la cual es inexplicablemente más
sensible a la pena.
4. Cuanto más intenso es el fuego, más
rápidamente destruye a su víctima; la cual por consiguiente cesa de sufrir; por
cuanto el fuego del Purgatorio inflinge el más agudo y la más violenta pena,
pero nunca mata al alma ni le quita sensibilidad.
5. Tan severo como es el fuego del Purgatorio,
es la pena de la separación de Dios, la cual el alma también sufre en el
Purgatorio, y esta es la pena más severa. El alma separada del cuerpo anhela
con toda la intensidad de su naturaleza espiritual estar con Dios. Es consumida
de intenso deseo de volar hacia Él. Aun es retenida, y no hay palabras para
describir la angustia de esa aspiración insatisfecha.
Qué locura,
entonces, es para un ser inteligente como el ser humano negar cualquier
precaución para evitar tal espantoso hecho.
Es infantil decir
que no puede ser así, que no lo podemos entender, que es mejor no pensar o no
hablar de ello. El hecho es que, ya sea lo creamos o no, todas las penas del
Purgatorio están más allá de lo que podamos imaginar o concebir. Estas son las
palabras de San Agustín.
Capítulo 2: ¿Puede todo esto ser verdad?
La existencia del
Purgatorio es tan cierta que ningún católico ha tenido nunca una duda acerca de
ello. Fue enseñado desde los tiempos más remotos por la Iglesia y fue aceptada
con indubitable fe cuando la Palabra de Dios fue predicada. La doctrina es
revelada en la Sagrada Escritura y creída por millones y millones de creyentes
de todos los tiempos.
Aún, tal como lo
hemos remarcado, las ideas de algunos son tan vagas y superficiales en este
tema tan importante, que son como personas que cierran sus ojos y caminan
deliberadamente en el filo de un precipicio.
Harían bien en
recordad que la mejor manera de acortar nuestra estadía en el Purgatorio - o
aún más, evitarlo- es tener una clara idea de ello, y de pensar bien en ello y
adoptar los remedios que Dios nos ofrece para evitarlo.
No pensar en ello es
fatal. Es cavarse a sí mismos la fosa, y prepararse para ellos mismos un
terrorífico, largo y riguroso Purgatorio.
SAN ANTONINO Y SU AMIGO.
La que sigue, es una
narración de diferente clase, pero no menos instructiva.
San Antonino, el
ilustre Arzobispo de Florencia, relata que había muerto un piadoso caballero
amigo de él. Varias Misas fueron sufragadas por su alma.
El Santo se afligió
mucho cuando, después de un prolongado lapso, el alma del fallecido se le
apareció, sufriendo muchísimo.
"Oh mi querido
amigo" exclamó el Arzobispo, ¿¿¿todavía estás en el Purgatorio, tú, que
llevaste tal piadosa y devota vida???"
El pobre sufriente
contestó: "Así es, y tendré que permanecer aquí por un largo tiempo, pues
en mi vida en la tierra fui negligente en ofrecer sufragios por las almas de
Purgatorio. Ahora, Dios por su justo juicio aplica los sufragios que debían ser
aplicados por mí, en favor de aquellos por los cuales debí haber rezado".
"Dios, en su
justicia, me dará todos los méritos de mis buenas obras cuando entre al Cielo;
pero antes, debo expiar mi grave negligencia por no haberme acordado de los
otros".
Tan ciertas son las
palabras de Nuestro Señor "Con la vara con que mides serás medido".
Recuerda, tú que
lees estas líneas, el terrible destino de ese piadoso caballero será el de
aquellos que desechan orar y rehúsan ayudar a las Santas Almas.
Capítulo 3: ¿Cuánto tiempo permanecen las almas en el Purgatorio?
La extensión de
tiempo que las almas permanecen en el Purgatorio depende de:
a) el número de sus faltas;
b) la malicia y la deliberación con que éstas
fueron realizadas;
c) la penitencia hecha, o no, la satisfacción
hecha, o no, por los pecados cometidos durante la vida;
d) Y también depende de los sufragios ofrecidos
por ellos después de sus muertes.
Lo que se puede
decir con seguridad es que, el tiempo que las almas pasan en el Purgatorio es,
por regla general, mucho más largo de lo que la gente puede imaginar.
Extraeremos algunas
citas de libros que hablan de la vida y las revelaciones de los Santos.
San Luis Bertrand:
su padre era un ejemplar cristiano, como naturalmente se podía esperar, siendo
el padre de tan gran Santo. En un tiempo deseó llegar a ser un Monje Cartujo,
hasta que Dios le hizo ver que no era Su voluntad.
Cuando murió, luego
de largos años de practicar cada virtud cristiana, su hijo conocedor de los
rigores de la justicia Divina, ofreció algunas Misas y elevó las más fervientes
súplicas por el alma del cual el amó tanto.
Una visión de su
padre en el Purgatorio lo obligó a multiplicar centenares de veces sus
sufragios. Agregó las más severas penas y largos ayunos a sus Misas y
oraciones. Aún ocho años completos pasaron antes de obtener la liberación de su
padre.
San Malaquías tenía
una hermana en el Purgatorio, redobló sus esfuerzos, pero, a pesar de las
Misas, oraciones y heroicas mortificaciones ofrecidas por el Santo, permaneció
varios años allí.
Se cuenta que una santa monja en Pamplona, logró liberar del Purgatorio a varias Carmelitas que habían permanecido allí por el término de 30 a 40 años.
¡Monjas Carmelitas
en el Purgatorio por 40, 50 o 60 años! ¿Cuál será el destino de aquellos que
viven inmersos en las tentaciones del Mundo, con sus cientos de debilidades?
San Vicente Ferrer,
después de la muerte de su hermana, oró con increíble fervor por su alma y
ofreció varias Misas por su liberación. Ella se le apareció al Santo al
finalizar su Purgatorio, y le contó que, de no haber sido por su poderosa
intercesión ante Dios, ella hubiera estado allí un tiempo interminable.
En la Orden
Dominicana es regla general orar por los superiores en el aniversario de sus
muertes. Algunos de estos han muerto varios siglos atrás, además, fueron
hombres eminentes por su piedad y sabiduría, sin embargo, la Iglesia considera
necesario y prudente rogar por ellos.
No queremos
significar con esto que todas las almas están retenidas por tiempos iguales en
los fuegos expiatorios. Algunas han cometido faltas leves y han hecho
penitencia en vida. Por lo tanto, su castigo será mucho menos severo.
Las citas puestas
aquí son muy oportunas para hacernos reflexionar: si esas almas, que gozaron
del trato, vieron, siguieron, y tuvieron la intercesión de grandes santos,
fueron retenidas largo tiempo en el Purgatorio, ¿qué será de nosotros que no
gozamos ninguno de esos privilegios?
Totalmente cierto
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