Carta Custodi al pueblo italiano
del Papa León XIII
llamando a la lucha contra la secta masónica
(8 de diciembre de
1892)
León XIII explica toda la perversidad
de la Masonería
Este documento no
es una encíclica, sino una carta que León XIII dirigió al pueblo italiano. El
Papa se expresa con más espontaneidad e interés hacia su pueblo que en un acto
oficial destinado al conjunto de la cristiandad. Es interesante detenerse en
él, puesto que este mensaje sigue teniendo toda su fuerza actual:
«Males inmensos han pasado por nuestra patria y la han torturado en tan
corto espacio de tiempo. La religión de nuestros padres se ha convertido en el
punto de mira de toda clase de perseguidores. Han concebido el plan satánico de
sustituir al cristianismo por el naturalismo, al culto de la fe por el culto de
la razón, a la moral católica por la supuesta moral independiente y al progreso
del espíritu por el progreso de la materia. En fin, se han atrevido a oponer a
las máximas sagradas y leyes santas del Evangelio, leyes y máximas que pueden
llamarse “código de la Revolución” …»
El Papa seguramente
se refiere a los derechos del hombre:
«…y de oponer a la escuela, ciencia y
artes cristianas, una enseñanza atea y un realismo abyecto».
Se hubiese podido escribir
un libro sólo con estas frases. El Papa, con apenas unas líneas, resume todo lo
que hemos visto realizarse ante nuestros ojos desde hace dos siglos:
«Se ha invadido el templo del Señor,
y con la confiscación de los bienes eclesiásticos, se ha disipado la mayor
parte del patrimonio indispensable al sagrado ministerio (…) ¡Cuánta
parcialidad y contradicción en esas luchas contra la religión católica! Por una
parte, se cierran monasterios y conventos, y por otras se permite que se
multipliquen a su gusto las logias masónicas y las guaridas de las sectas. Se
ha proclamado el derecho de asociación, pero sólo a las sociedades religiosas
se les ha negado la personalidad jurídica, de la que usan y abusan asociaciones
de todos los colores. Se exalta la libertad de cultos y sin embargo a la
religión de los italianos se le reservan intolerancias y vejaciones odiosas,
siendo que se le tendría que asegurar un respeto y protección especiales».
El Papa sigue
diciendo:
«Sin exagerar el poder de la Masonería y atribuir a su acción directa e
inmediata todos los males que sufrimos ahora en el orden religioso, se siente
sin embargo que su espíritu se manifiesta en los hechos que Nos hemos recordado
y en muchos otros que aún podríamos mencionar. Este espíritu, enemigo implacable
de Cristo y de la Iglesia, es el que trata —por todos los medios y usando todos
los ardides y artimañas que puede— de quitarle a la Iglesia su hija
primogénita, y a Cristo su pueblo de predilección, a quien le ha confiado en
este mundo la Sede de su Vicario y el centro de la unidad católica».
Después de haber
hecho todas estas descripciones, el Papa enseña y amonesta:
«Recordemos que el
cristianismo y la Masonería son esencialmente irreconciliables, de tal modo que
adherir a la una es separarse de la otra. Ya no podéis
ignorar, amadísimos hijos, esta incompatibilidad entre la profesión de católico
y la de masón. Nuestros predecesores os lo habían advertido claramente, e
igualmente Nos os reiteramos profundamente esta declaración: los que para su desgracia han dado su nombre a alguna de estas
sociedades de perdición, tienen que saber que están obligados estrictamente a
separarse de ella si no quieren ser separados de la comunidad cristiana y
perder su alma en el tiempo y en la eternidad».
Después de esto, el
Papa enumera los principios para llevar a cabo casi una Cruzada:
«¿Se ha amparado la Masonería de las
escuelas públicas? Vosotros, con las escuelas privadas, de padres de familia, y
las que dirigen los sacerdotes celosos y piadosos o los religiosos, disputadles
la instrucción y educación de la infancia y de la juventud cristianas, pero,
sobre todo, que los padres cristianos no confíen la educación de sus hijos a
escuelas poco seguras. ¿Ha puesto en manos de sus adeptos las obras pías?
Vosotros confiad a instituciones católicas las que dependen de vosotros. ¿Abre
y sostiene casas de vicio? Vosotros haced lo posible para abrir y sostener
asilos o refugios para la virtud en peligro. ¿Una prensa anticristiana, a su
propia costa, lucha desde el doble punto de vista religioso y social? Vosotros,
con vuestra persona y dinero, ayudad y favoreced la prensa católica». (Por hoy también
las escuelas católicas padecen este mal masónico impuesto por los gobiernos
laicos y masones)
Ahora ya no hay
prensa católica. Me pregunto a qué prensa católica se podría dar dinero. Hay
algunas revistas, pero ya no hay periódicos católicos. No conozco ninguno en
Italia ni tampoco en Francia. En otro tiempo, cuando empezó, estaba la Francia
Católica, pero ahora, ¿a dónde ha ido a parar? El hombre
nuevo, es muy liberal. El Avvenire en Italia es
espantoso: es el periódico más revolucionario. Podemos preguntarnos cómo pueden
los obispos católicos dar dinero a semejantes periódicos. Avvenire es
quizás peor que Le Monde, porque se presenta como católico,
siendo que su espíritu es el mismo que este último, que está sutilmente
envenenado.
«¿Funda sociedades de beneficencia y
establecimientos de préstamo para sus partidarios? Vosotros haced lo mismo, no
sólo para vuestros hermanos sino para todos los necesitados (…) Esta lucha del
bien contra el mal tiene que extenderse a todo y tiene que procurar, en la
medida de lo posible, reparar en todo. ¿La Masonería realiza
frecuentemente sus congresos para concertar nuevos medios de ataque contra la
Iglesia? Vosotros también reuníos para poneros mejor de acuerdo sobre los
medios y el orden de la defensa. ¿Multiplica sus logias? Vosotros multiplicad
los círculos católicos y comités parroquiales, favoreced las asociaciones de
caridad y oración, y concurrid para sostener y aumentar el esplendor del templo
de Dios. ¿Libre de todo temor, se muestra ahora la secta a la luz del día?
Vosotros, católicos italianos, haced también profesión abierta de vuestra fe,
según el ejemplo de vuestros antepasados que, intrépidos ante los tiranos,
suplicios y muerte, la confesaban y sellaban con el testimonio de su sangre. ¿Qué
más? ¿Trata la secta de esclavizar a la Iglesia y ponerla como pobre esclava a
los pies del Estado? Vosotros no dejéis de pedir y reivindicar por medios
legales la libertad e independencia que se le deben. Para desgarrar la unidad
católica, ¿intenta ella sembrar cizaña entre el clero mismo, y suscita
querellas, fomenta discordias y exista a las mentes a la insubordinación, la
rebelión y el cisma? Vosotros, estrechando aún más el vínculo sagrado de la
caridad y de la obediencia, reducid sus proyectos a la nada, y haced que sean
vanas sus tentativas y esperanzas. Como los fieles de la primitiva Iglesia, no
forméis sino un corazón y una sola alma alrededor de la Sede de Pedro, y en
unión con vuestros pastores proteged los intereses supremos de la Iglesia y del
Papado, porque son también los intereses supremos de Italia y del mundo
entero».
Ahora, por
desgracia, los que parecía que eran sumisos al Papado, trabajan contra él. Los
que parece que son sumisos a los obispos, trabajan contra la Iglesia. Y se dice
que nosotros estamos alejados de la Sede de Pedro y de la Iglesia, siendo que
somos sus mejores defensores, y los más dispuestos a defender a la Santa Sede y
a los obispos en cuanto son sucesores de los Apóstoles y representantes de la
Iglesia, pero no en el liberalismo que profesan.
El Papa León XIII,
como podemos ver, nos anima a la lucha.
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