EL JUICIO PARTICULAR
IV. Faltar a la confianza en Dios, según los Padres, es una especie de
idolatría.
2. Más los que están siempre agitados por la desconfianza y las
inquietudes, mirando a Dios como un juez severo que solo tiene rigor y justicia
y es inexorable en las menores faltas (como que si no buscase nada más
ocasiones para perder a los hombres), se forjan también otro ídolo en sí mismos
por la falsa idea que se forman del Dios verdadero, porque Él es muy diferente
a como ellos se lo imaginan. Si es infinitamente justo, es también
infinitamente bueno. Castiga, si, a los que perseveran en sus pecados, porque
es justo; pero perdona a todos aquellos que se convierten, porque es bueno.
Castiga y tiene misericordia; pero con esta diferencia, que castiga con
repugnancia y porque le obligan a ello, y perdona, a nuestro modo de hablar,
por su propio genio: De nostro justus, dice
un Padre de la Iglesia, de suo
misericors. No encuentra en sí, sino en nosotros, el porqué de su justicia;
pero encuentra sino en sí y en fondo infinito de su bondad los motivos que le
hacen ejercitar su misericordia: porque perdonando y teniendo misericordia es
como luce de manera particular su omnipotencia. "Deus, qui omniptenctiam tuam parcendo maxime, et miserando manifestas[1]"
¡"Oh, cuán grande es la misericordia del Señor! Y su bondad en perdonar a
los que se convierten a él, porque no todo se puede encontrar en los hombres[2]":
Porque los hombres no son perfectos y, por lo tanto están llenos de defectos y pecados.
"Tanto como el cielo se eleva sobre
la tierra, otro tanto afirma su misericordia sobre los que le temen. Tanto como
el oriente está separado del occidente, tanto ha alejado de nuestras
iniquidades. Así como un padre tiene una tierna compasión de sus hijos, así el
Señor se compadece de los que le temen; porque él mismo conoce la fragilidad de
nuestro origen, y se ha acordado que nosotros somos polvo, pero la misericordia
del Señor es ab aeterno, y se mantendrá eternamente sobre los que le temen[3]"
3. Luego los que le temen y se esfuerzan en
testificar su fidelidad, huyendo de todos aquellos pecados que matan al alma de
un golpe, y que no obstante por los pecados, que los más justos no pueden
enteramente evitar entre las tentaciones de esta vida, están con turbación, con
espanto, con desconfianzas perpetuas; ¿no deben temer el forjarse un ídolo por
la falsa idea que se forman del Dios verdadero? San Juan dice[4]:
"que el que no ama, no conoce a
Dios: es igualmente cierto decir, que el que no espera, no conoce a Dios.
"Todos aquellos que no quieren convertirse a Dios, o que no estando ya
convertidos no esperan en su misericordia, no le conocen: porque sin duda no
permanecen en esta desconfianza, sino porque se representan a Dios como duro y
severo, siendo a mi misma piedad, como duro e inexorable, el que está lleno de
misericordia; como cruel y terrible, el que es infinitamente amable: y en esto
la iniquidad, según la expresión del profeta, se miente a sí misma y se forma
en lugar de Dios un ídolo que no es el mismo Dios[5]"
[1] In offic. Dom. 10 post Pentec.
[2] Eccles.,XVII, 28-29
[3] Psalm. 102
[4] Joann., IV, 8
[5] S. Bern., Serm. 58 in Cant.
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