es obligación del sacerdote desenmascarar al demonio y sus argucias y también denunciar a aquellos que están dentro de la Iglesia y son ya ministros no de Dios sino del maligno (digo aquellos porque no todos los sacerdotes contribuyen a destruir la Iglesia)
Para algunos espíritus flacos no lo soporten y otros, segados por el misterio de iniquidad, no logren dicernir los peligros que aquí se anuncian, pero es necesario que invoquen al Espíritu Santo para entender algo de lo aquí escrito.
La unificación mundial propiciada por el poder oculto judío (con sus
organizaciones satélites, ONU (Organización de las Naciones Unidas); OEA (Organización
de los Estados Americanos); etc.) y
la finanza internacional también judía, es la meta del Anticristo: «Hoy día es “un fin
político lícito” y muy vigente por cierto, la organización y
unificación de las comarcas del mundo en un solo reino que, por ende, se
parecerá al Imperio Romano. Esta empresa pertenece a Cristo; y es en el fondo
la secuela aspiración de la Humanidad; pero será anticipada malamente y
abortada por el Contra -cristo ayudado del poder de Satán. En el Boletín de “Canadian
Intelligence Service (enero 1963) podemos ver el poder que tienen actualmente,
en E.E.U.U. e Inglaterra sobre todo, los “One-Worlders” o partidarios de la
unificación del mundo bajo un solo Imperio. Propician la amalgama del
Capitalismo y el Comunismo, que será justamente la hazaña del Anticristo»
(Ibíd. p.p. 188-189). «La última
herejía será optimista y eufórica “mesiánica” y puede ser el modernismo actual
pues a la larga conduce al ateísmo. El bolchevismo se incorporará, será
integrado en ella consecuencia lógica propio de esta herejía y de este sistema político».
(Ibíd. p. 201).
«El Capitalismo (Sistema económico y social basado en la propiedad
privada de los medios de producción, en la importancia del capital como
generador de riqueza y en la asignación de los recursos a través del mecanismo
del mercado). y el Comunismo,( Doctrina
económica, política y social que defiende una organización social en la que no
existe la propiedad privada ni la diferencia de clases, y en la que los medios
de producción estarían en manos del Estado, que distribuiría los bienes de
manera equitativa y según las necesidades), tan diversos como parecen a simple
vista, coinciden en su fondo, digamos, en su núcleo “místico”: ambos buscan el
Paraíso Terrenal por medio de la Técnica; y su “mística” es un mecanismo
tecnólatra y antropólatra, cuya difusión vemos hoy día por todos lados, y cuya
dirección es la edificación del hombre; la cual un día se encarnará en un
hombre». (Ibíd. p. 347).
«El Anticristo no será un demonio, sino un hombre
“demoniaco”, tendrá “ojos como de hombre”, levantados con la
plenitud de la ciencia humana, y hará gala de humanidad y “humanismo”,
aplastará a los santos y abatirá la ley, tanto la de Cristo como la de Moisés;
triunfará tres años y medio hasta ser muerto “sine manu”, no por mano de hombre;
hará imperar “la abominación de la desolación.” O sea, el sacrilegio máximo;
que consiste en hacerse adorar como dios, será soberbio mentiroso y cruel,
aunque se fingirá virtuoso (...) será ateo y pretenderá el mismo recibir
honores divinos; en qué forma, no lo sabemos: como Hijo del Hombre, como
verdadero Mesías, como encarnación perfecta y flor de lo humano soberbiamente
divinizado, como Fuehrer, Duce, Caudillo y salvador de los hombres; como
Resucitado de entre los muertos. (...) Reducirá a la Iglesia a su extrema tribulación, al
mismo tiempo que fomentará una falsa Iglesia.
Matará a los profetas y tendrá de su lado una manga de profetoides, de
vaticinadores y cantores del progresismo y de la euforia de la salud del hombre
por el hombre, hierofantes que proclamarán la plenitud de los tiempos y una
felicidad nefanda. Perseguirá sobre todo la predicación y la interpretación del
Apocalipsis; y odiará con furor aun la mención de la Parusía dado que ella
significa su fin. En su tiempo habrá verdaderos monstruos que ocuparan
cátedras y sedes, y pasarán por varones píos, religiosos y aun santos; porque
el hombre de pecado tolerará y aprovechará un cristianismo adulterado. Abolirá
de modo completo la Santa Misa según el rito tridentino o Santa Misa en latín y
el culto público durante 42 meses o sea 1260 días – que serán largos de pasar».
(Ibíd. p. 198-199).
«La mujer ramera
y blasfema es la religión modernista adulterada, ya formulada en Pseudoiglesia
en el fin del siglo, prostituida a los poderes de este mundo, y asentada sobre
el formidable poder político anticristiano». (Ibíd. p 261).
«Cuando vino Cristo eran tiempos confusos y tristes. La religión
estaba pervertida en sus jefes, y consiguientemente en parte del pueblo. (...)
Cuando Cristo vuelva la situación será parecida. Solamente el fariseísmo, el
pecado contra el Espíritu Santo, es capaz de producir esa magna apostasía que
el predijo: “La
mayor tribulación desde el Diluvio acá”, será producida por la peor
corrupción, la corrupción de lo óptimo. (...)
por eso San Juan vio en la frente de la ramera la palabra Misterio, y dice se
asombró sobremanera; y el Ángel le dice: “Ven, y te explicaré
el misterio de la Bestia”. Es el misterio de
iniquidad, la abominación de la desolación: La parte carnal de la Religión
ocultando, adulterando y aun persiguiendo la verdad.
“Sinagoga Sátanae». (Ibíd. p. 257). Se
comprende así la persecución violenta y silenciosa contra toda la Tradición de
la Iglesia, dogma, culto y moral.
«La esposa comete adulterio: cuando su legítimo
Señor y Esposo Cristo no es ya su alma y su todo; cuando los gozos de su casa
no son ya toda su vida; cuando codicia lo transitorio del mundo en sus diversas
manifestaciones; cuando mira sus grandezas, riquezas y honores con ojos golosos
(...) Esto es lo que llama el profeta “fornicar con los Reyes de la tierra”. Primero se fornica en el corazón desfalleciendo en la fe; después en los hechos, faltando a la caridad. El error fundamental de
nuestra práctica actual y -aun teoría a veces- es que amalgamamos el reino y el
mundo, lo cual es exactamente lo que la Biblia llama “prostitución”». (Ibíd. p.
258).
Esto fue lo que instituyo desgraciadamente el Concilio Vaticano II con
su «aggiornamento» y su ecumenismo, y no es más que
una prostitución. Al pan, pan y al vino, vino. Las cosas son lo que son o
dejan de ser. Pero resulta que el Concilio Vaticano II único Concilio Ecuménico
en toda la historia de la Iglesia que no fue (no quiso ser) infalible, se
impone con dogmatismo doctrinal, y es más respetado que el mismo Dogma de la
Fe, que el mismo Deposito de la Fe, que la misma Revelación Divina. ¡Habráse
visto mayor confusión y error! Solo cabe una palabra prostitución de la
religión, prostitución de la jerarquía de la Iglesia, parte carnal, humana como
hombres que son, que fornican con los Reyes de la tierra, amalgamando Iglesia y
Mundo.
Aquí está representada la Bestia de la tierra, el
Pseudoprofeta, semejante al cordero pero que propaga un culto sacrílego, una
religión fornicaria al servicio Anticristo, la otra bestia del mar: «El otro seductor y
tirano del mundo que más tarde Juan llamará “el Pseudoprofeta”, tiene un
carácter religioso: “semejante al Cordero” y surge de la Tierra firme, la
Religión; no como la otra, del mar del mundo mundano.
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