el juicio particular
142.-
Yo te pido, por la misma VIRGEN SANTISIMA y el bien de tu alma, que hagas alto y te pares aquí un poco, a la lista de este
suceso, y consideres 2 cosas: la primera cuán estrecha es aquella cuenta, pues
que un Religioso, confesado y comulgado, y asistido de sus Monjes, y criado en
penitencia, se halló en ella tan alcanzado.
143.- mira cuál se hallarán los
muy regalados del siglo, los que no tienen más ley que su gusto, y los que
viven tan sin cuenta, como si no hubiera cuenta, o no hablara con ellos este
negocio.
144.-
Mira también cuán alcanzado te hallarás tú, que sin escrúpulo puedes creer que no eres mejor que este, ni has vivido más ajustado
que él a tu vocación y a la ley santa de DIOS, y dispón desde luego tus cuentas
para cuando te las pidan de la mayordomía que has tenido.
145.-
Lo 2° que has de ponderar es el temor y congoja que padeció este
Religioso en aquel trance, sólo con el recelo de si le concedían o le negaban
las treguas, para enmendarse, y si ésta fue tal, como has oído pondera ¡cuál
será la que causará aquella final sentencia, cuando salga como trueno temeroso
de la boca del Señor, y se vea un hombre condenado para siempre al fuego eterno.
146.-
Mira qué sentirías tú, si tal sentencia se diese contra ti, y cómo te desharías en lágrimas por el tiempo perdido, y cuánto desearas como éste poderle recuperar y enmendarte. Y repara que, si éste volvió para nuestro escarmiento, de mil millares de millares no
ha vuelto alguno, ni pienses que volverás tú.
147.-
Por eso, haz desde luego tu negocio, haz cuenta que vuelves ahora de aquel
Tribunal con este Monje, y, pues tu conciencia te condena, toma el
tiempo que DIOS te concede para enmendarte y recuperar lo perdido, haciendo la
penitencia que él hizo y viendo la vida santa que vivió.
147.-
Por eso, haz desde luego tu negocio, haz cuenta que vuelves ahora de aquel
Tribunal con este Monje, y, pues tu conciencia te condena, toma el
tiempo que DIOS te concede para enmendarte y recuperar lo perdido, haciendo la
penitencia que él hizo y viendo la vida santa que vivió.
CUANTO
IMPORTA LA MEDITACION DE ESTA VERDAD
148.-
Esto es lo que ha de pasar entonces, y por no considerarlo ahora, dice S.
Juan Crisóstomo que
hay tantos pecados en el mundo. Porque, si los hombres se acordaran
de la cuenta que han de dar, no parece posible que cometieran,
voluntariamente los pecados que cometen, y cita lo del Salmo: manchados
están sus caminos en todo tiempo, porque apartan tus juicios de sus ojos.
149.-
De lo cual se sigue que así como el que se olvida de la cuenta que ha de dar cae en pecados,
así el que se acuerda de ella es preservado de culpas y se adelanta en
virtud.
150.- Traigamos, pues,
siempre al juicio presente delante de
nuestros ojos, y nos será: triaca contra el veneno de los vicios y estímulo para correr en el camino de la virtud. Es medio tan poderoso para trocar los corazones y convertidos a penitencia esta memoria del juicio y de la sentencia que se ha de dar en él, que el precursor de CRISTO S. Juan Bautista, cuyas palabras eran llamas de juego, nacidas del incendio de su espíritu, no predicaba otra cosa para traer los hombres a DIOS. La segur, decía, está puesta a la raíz del árbol, para cortar al que no diere fruto de verdadera penitencia y dar con él en el fuego, para que, viendo la segur, y en ella la sentencia de su condenación, al pie del árbol, teman y enmienden sus vidas, y hagan frutos de santas obras dignas de vida eterna.
nuestros ojos, y nos será: triaca contra el veneno de los vicios y estímulo para correr en el camino de la virtud. Es medio tan poderoso para trocar los corazones y convertidos a penitencia esta memoria del juicio y de la sentencia que se ha de dar en él, que el precursor de CRISTO S. Juan Bautista, cuyas palabras eran llamas de juego, nacidas del incendio de su espíritu, no predicaba otra cosa para traer los hombres a DIOS. La segur, decía, está puesta a la raíz del árbol, para cortar al que no diere fruto de verdadera penitencia y dar con él en el fuego, para que, viendo la segur, y en ella la sentencia de su condenación, al pie del árbol, teman y enmienden sus vidas, y hagan frutos de santas obras dignas de vida eterna.
151.- Pues, ¿cómo tú, que temes a
las veces el rostro de un hombre, airado, no temes ver enojado el de CRISTO?
Tú, que revuelves el orbe por sacar buena sentencia en un pleito de un
mayorazgo o de un pundonor de honra, ¿cómo no cuidas de sacar buena sentencia
en el mayor pleito y de mayor importancia que puedes tener jamás, en que te va
el mayorazgo del cielo y la verdadera honra para siempre?
152.- Advierte que eres
Cristiano, y que has de dar cuenta de tu vida, y por ventura tan presto, que te
la pedirán antes que concluyas con la lectura de este párrafo.
153.- Mira por ti que está ya puesta la segur a la
raíz y El que la ha de cortar levantada la mano y amenazando a tu cabeza para
descargar el golpe. Mira ¿adónde darás contigo?, que, si esto consideras con
atención, no es posible que, si tienes juicio, no vuelvas a él y mires por ti.
154.- Y dice bien: a la raíz del árbol, porque a
ella se echa el estiércol y el riego para que crezca y fructifique; y no hay
beneficio más eficaz, para que el hombre florezca en virtud, y lleve colmados
frutos de santas obras, que la memoria del juicio. Estas son las trompetas,
dice S Agustín, cuyo sonido derribó los muros inexpugnables de la rebelde
Jericó y desmantelada la sujetó al imperio de Josué.
155.- Porque no hay medio más eficaz para rendir el
corazón más obstinado, y sujetarle a la voluntad de DIOS, que la trompeta del
juicio y aquella última palabra: levantaos, muertos, y
venid a juicio. Tú la has de oír, y todos la hemos de oír. Por eso
disponte y piensa en lo que has de parar; y no te quieras tan mal que te
olvides de ti.
TAMBIEN SU MEMORIA
ES UTIL A PERSONAS
DEVOTAS.
156.- Ni pienses que hablo solamente con los
pecadores envejecidos en sus vicios, y que este sobrescrito no dice a ti ni hablar
contigo, porque ha días que estás en el servicio de DIOS.
157.- Engañaste si esto piensas, porque, como dice
S. Juan Crisóstomo, con la memoria del
juicio el malo se convierte, y el bueno se mejora, y por bueno que sea, si deja
el freno del temor, se hará malo y se perderá. ¿Serás tú, por
ventura tan antiguo en la casa de DIOS y tan santo como S. Jerónimo? Pues oye
lo que él dice de sí: ahora coma, ahora
beba, ahora haga otra cualquiera cosa, siempre me parece que estoy oyendo
aquella última trompeta que ha de resonar, diciendo: LEVANTAOS, MUERTOS, Y VENID
A JUICIO.
158.- Y el Abad Agatón, varón penitentísimo, criado
en el yermo desde su tierna edad, que fue un espejo de perfección, y Padre de
muchos y santos Monjes, estando en la hora de la muerte temblando de la cuenta
que iba a dar en el juicio de CRISTO, certificó a sus discípulos que siempre
había vivido con aquel temor. Y lo mismo pudiéramos referir de otros muchos
Santos.
159.- Pues si tan grandes Santos vivieron siempre
con este miedo de la cuenta que habían de dar en el Tribunal de CRISTO, ¿no será justo que temas tú también la que has de dar
de tu vida? Si éstos tuvieron continuamente presente aquella hora,
por no desmandarse en los vicios y a fervorizarse en la virtud, ¿no será razón que la
tengas tú también, para refrenar tus apetitos, y espolear tu tibieza en el
servicio de DIOS?
160.- No dejes este refreno, porque si le dejas,
caerás en muchos pecados, como dice S. Crisóstomo. Acuérdate siempre de la
cuenta, si quieres vivir con cuenta; ten presente a DIOS riguroso, y le tendrás
misericordioso; no eches en olvido su juicio, si quieres llevar buena
sentencia; acuérdate de continuo cómo ha de venir
a juzgar, y siempre estará contigo para ayudarte.
161.-Con este resguardo dice Cayetano que envió
CRISTO a sus discípulos a predicar por el mundo a todas las ciudades y pueblos
adonde había de ir. Porque, aunque eran tan Santos, les dio esta espuela, para
a fervorizarlos en el espíritu y este freno para que no excediesen, con saber
que había de ir El después a los mismos pueblos a residenciar lo que habían
hecho, para que viviesen con mayor cuidado y se diesen más diligencia, sabiendo
que había de haber día de cuenta en la que la habían de dar de lo que
hacían.
162.- Esto mismo te digo a ti, que estás en la
escuela del Señor: mira que ha de venir a juzgarte, y que te ha de pedir cuenta
de lo malo que haces, y de lo bueno que dejas por hacer, de la tibieza con que
obras, de la negligencia con que vives, de la remisión de tu corazón, de las faltas que cometes en las buenas obras, que salen tales de tus manos, que merecen
más castigo que galardón;
de las Reglas que quiebras, de las palabras que hablas, de las obras
que haces, y del tiempo que desperdicias, con que pudieras
comprar la felicidad eterna, y hasta de los pensamientos que tienes, y de las inspiraciones que te da y dejas pasar en balde. Acuérdate de todo esto, y que será más presto que piensas.
que haces, y del tiempo que desperdicias, con que pudieras
comprar la felicidad eterna, y hasta de los pensamientos que tienes, y de las inspiraciones que te da y dejas pasar en balde. Acuérdate de todo esto, y que será más presto que piensas.
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