Santa Teresa de Jesús
DE LA DIGNIDAD DEL
ALMA
30.- ¿Qué le aprovecha al hombre ganar todo el
mundo, si pierde su alma? En estas palabras nos enseño Cristo 3 cosas: la
dignidad del alma, que es más que todo el mundo, que no tenemos más que una,
como advierte nuestra Santa, y el cuidado que debemos poner en salvarla; porque
si ella se pierde todo se pierde y si se gana todo se gana.
31.- En cuanto a 1.0 primero, la "dignidad
del alma” es tal, que hasta los Filósofos gentiles sin luz ni
conocimiento de Dios, la conocieron y apreciaron sobre todo cuanto se puede
estimar.
32.- Porque el más principal de ellos, Aristóteles,
enseñó que era no solamente más preciosa que el cuerpo, pero que todo cuanto
merece estimación; todo cuanto bueno puede un hombre poseer no tiene valor en
comparación de su alma y añade: cualquier cosa que le perteneciere es de mayor precio que
todo lo temporal.
33. Y Séneca se adelantó a Aristóteles afirmando que
no había cosa alguna grande, ni preciosa en lo criado sino el alma: ninguna cosa
merece el nombre de grande sino el alma en lo criado; porque todo es corto, y
nada en su comparación, pues todo es caduco y breve, sino el alma que es
eterna, espiritual e incorruptible.
34.- Y Sócrates lloraba de ver piedra tan preciosa
engastada en barro tan inútil; y así llamaba al cuerpo sepulcro del alma,
porque en él estaba como muerta y sepultada, padeciendo sus menguas, obligada a
sus acciones, impedida de las espirituales y propias, si no es por, su medio y
dependencia. Yen
la hora de la muerte dicen que lloró amargamente, por lo poco que había obrado,
y por la pobreza de sabiduría y buenas obras, con que partía de este mundo.
Lección bien ejemplar para un cristiano, que tiene luz del cielo, y espera la
gloria, y sabe que se ha de dar a cada uno según sus merecimientos.
35.- Esto sintieron los Filósofos del alma, pero
todo es nada, respecto de lo que dijeron los Santos; porque, como dice S.
Ambrosio, el alma es la imagen de Dios, que puso en el hombre, y una participación
de su deidad; Respiró Dios en el hombre, y diole el alma, la respiración y la
vida que es un destello de Dios.
Con el alma está vivo, y sin ella muerto, con el alma
es imagen viva de Dios, y sin ella un muladar de gusanos.
36.- Conforme a lo cual dijo San Agustín que la
ventaja que hace Dios a las criaturas, así Ángeles como hombres, ésa hace el
alma a su modo proporcionalmente a todo lo corporal, 37.- Pues ¿quién podrá sondear
la ventaja que lleva Dios a todo lo criado? ¿La grandeza de su dignidad; la
excelencia de su soberanía, la infinidad de su Ser? Porque, como es inmenso e
incomprensible, nadie puede alcanzar lo que es, sino El mismo, que solo se
conoce y comprende.
38.- Pues, de la misma manera, ninguno puede conocer
la ventaja que hace la dignidad del alma, y la naturaleza espiritual suya a las
criaturas corporales, sino Dios que la crió, y a quien su Majestad se la diere
a conocer, porque dentro de los límites de lo finito apenas se puede hallar
mayor.
39.- Pero ¿qué nos gastamos en discursos, sabiendo,
como dice S. Bernardo, que estimó Dios tanto el alma, que bajo del cielo por
ella, y se vistió del tosco gabán de nuestra carne, y nació sujeto a las
inclemencias de los tiempos, y peregrinó 33 años por el mundo, padeciendo
infinitos trabajos; y últimamente echó el sello dando su sangre en un madero
por ella, la cual no diera por muchos mundos que hubiera, ni por todas las
riquezas del Orbe; en que conocerás que no hay cosa en todo el que se le pueda
comparar?
40. De lo dicho saca por legítima consecuencia, S.
Bernardo, la grande estima que cada uno ha de
tener de su alma, y el cuidado y diligencia que
debe poner en no perderla, y así dice: QUARE VILIPENDIS ANIMAM TUAM,QUI
PRO NIHIL DAS ILLAM? ¿Por qué desprecias tu alma, siendo por una parte tan
noble, por otra tan espiritual; por otra tan capaz, que es morada de Dios; por
otra tan bella, que vence en hermosura a todo lo creado?
41.-De tan subido precio, que excede en valor a
todas las Indias, de tan alta dignidad, que se iguala con los Ángeles, de tan
larga vida, que compite con la eternidad de Dios; de tanta sabiduría, que
ninguna de las puras criaturas es mayor. Redimida con la Sangre de Cristo,
honrada con su imagen, heredera del cielo, capaz de la gloria, amada de Dios,
servida de los Ángeles, envidiada con los demonios, criada para Señora, y ¿tú
la haces esclava? Porque tomo a preguntar:
42.- Valiendo tanto tu alma ¿tú solo la desprecias,
y la vendes por tan poco, que la das por nada? ¿Por un deleite vil, por un
corto interés, por un punto de honra, por una palabrilla o un gustillo, que ni
tiene ser, ni nombre, ni se merece nombrar?
43.- Muy malo haces contigo, si otro te tratara con el
desprecio con que tú te tratas. Si no fuera tu alma tuya sino ajena, no me
espantara que la trataras tan mal; pero siendo tuya, mucho admira que la trates
tan mal; y que estimando en tanto el
cuerpo, y cuidando tanto de él, estimes tan poco y te descuides tanto de tu alma.
44.- El cuerpo ha de ir brevemente a la sepultura, a
ser manjar de gusanos, y un hediondo muladar; y el alma ha de vivir para siempre
y ser presentada en el acatamiento de Dios. A la esclava estimas y regalas, y ¿la
Reina desprecias y maltratas?
45.- No puede hallarse más perverso gobierno que
mandar la esclava, y ser esclava la señora, regalar tu carne que nació para esclava
de tu alma, y que la que nació para señora sea esclava suya, arrinconada y olvidada.
Pues una cosa te hago saber, y es que, si desprecias tu alma, perderás también
el cuerpo, pero, si honras por ella, los ganarás a ambos. No me creas a mí sino
a S. Crisóstomo, que así lo dice: “si despreciamos el alma, no podremos salvarla, ni tampoco el
cuerpo, porque no fue criada el alma por el cuerpo, sino el cuerpo por el alma.
Si el alma se pierde todo se pierde, y si el alma se gana todo se gana”.
46.- Porque un hombre no es más que su alma; para
ella crió
Dios todo lo visible, y sin ella todo cesa, y no es
de provecho ni de honra.
47.- Y, si no lo crees o lo dudas, vamos a la
experiencia, y mira
¿Que aprovechan todas las cosas visibles: honras, riquezas, deleites,
dignidades y grandezas, a los que no tienen alma, a los cuerpos muertos, y a
los cadáveres secos que la tuvieron? Lo mismo les aprovecha que a las piedras, que nunca fueron animadas;
con la ausencia del alma espiró todo para ellos, con ella lo poseen, con ella
les sirve, y sin ella ni les sirve, ni lo gozan, ni poseen. Mira,
pues por tu alma, si quieres salvar tu cuerpo y lograr lo que Dios te ha dado.
48.- Con razón se espanta S. Isidoro de los hombres que, olvidados de su
alma, cuidan de las estrellas, y estudian las filosofías, y
escudriñan los metales más escondidos en las entrañas de la tierra y en lo
profundo del mar: iOh hombre dice, que contemplas el curso de las estrellas, y las
propiedades de las plantas, vuelve los ojos a ti mismo y penetra, si puedes, el
abismo de grandeza, y la profundidad de valor de tu propia alma!
49.- ¿Es posible que, teniéndola tan cerca, te
olvides tanto de ella, y que no te acuerdes de mirarla siquiera de cuándo en
cuándo? Si la hubieras encomendado al vecino, y la tratara como tú la tratas, ¿qué dijeras? ¿Qué
hicieras y con qué voces te quejaras? Pues cosa recia es que hagas
tú contigo lo que no quisieras hiciera tu vecino, y que te tratas tú peor que
te tratara ninguno, y que, siendo el alma tuya, te descuides tanto de ella, y que sea necesario
acordarte que es tuya, y que la trates de manera que entren los vecinos a
rogarte la trates bien y que mires por ella, siendo tú el interesado.
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