Arabia
Saudí, con sus políticas y medidas belicistas y extremistas, ha mostrado una y
otra vez la visión de mundo extremista que lo sustenta.
La
agresión contra el pueblo yemení ha superado todas las cotas de crueldad y
acciones guiadas por el odio, la ambición y perversión que puede ejecutar un
régimen monárquico como el de Arabia Saudí y la visión de mundo extremista que
lo sustenta.
Desenfreno
delictivo que se respalda, no sólo en atacar a un pueblo encabezando una
coalición sin tener apoyo legal internacional alguno, bloqueando sus accesos
terrestres, aéreos y marítimos, generando enormes dificultades en el campo
alimentario, sanitario, medioambiental, que ha implicado declarar a Yemen como
un país en crisis humanitaria, sino también desarrollar su política bélica
asesinando a miles de niños, sin que ello frene en absoluto sus afanes
criminales.
En abril pasado, el Secretario General de Naciones Unidas (ONU)
Antonio Guterres, sostuvo que “tres cuartos de la población en Yemen necesitan
protección y asistencia humanitaria. Más de ocho millones de yemeníes no saben
el origen de su próxima comida y el riesgo de otra epidemia de cólera sigue
latente” Guterres, además de solicitar un fondo de 2 mil millones de dólares,
para paliar en algo esta crisis, afirmó que los agentes humanitarios deben
tener acceso a las zonas de conflicto donde la gente requiere ayuda humanitaria
urgente. Es en este marco de petición donde el alto funcionario internacional
denunció el bloqueo aéreo, marítimo y terrestre saudí impuesto contra Yemen y
pidió su fin, teniendo claro que las meras medidas humanitarias no solucionarán
el actual estado de cosas, ya que se requiere, según su parecer, una
solución política negociada.
El Wahabismo Asesina Niños
Los
propios medios de información estadounidenses – país aliado del régimen de Riad
– han divulgado informes que detallan la crueldad de las acciones de las
fuerzas agresoras saudíes- El diario The Washington Post detalló, el pasado
viernes 3 de agosto que la agresión de la coalición militar encabezada por
Arabia Saudí, cuyas fuerzas son las mayoritarias en esta alianza criminal, ha
dejado al menos 50 mil víctimas mortales, el crecimiento vertiginoso de una
serie de epidemias, una hambruna que carcome al país, lo que ha generado una
cifra promedio de 130 niños que mueren diariamente en Yemen, ya sea por causa
de balas y bombas, como también por acción del bloqueo criminal a que es
sometido este país árabe, que impide el suministro de alimentos, fármacos y
asistencia sanitaria generando una lenta agonía en su población.
Jardines
infantiles, escuelas, hospitales, todo sitio público es blanco de los ataques
saudíes. Tal como sucedió este jueves 8 de agosto cuando aviones de la Fuerza
Aérea de la Monarquía Wahabita, lanzaron un ataque contra autobuses escolares
en un mercado de la ciudad de Dahian, en el norte de la Provincia de Saada.
Bombardeo que significó el impacto de algunos de los proyectiles en vehículos
de transporte escolar, que se saldó con la muerte de 40 niños de un total de
medio centenar de asesinados y 77 heridos. En una declaración que da muestra de
la catadura moral del régimen saudí el Embajador de la Monarquía Wahabita ante
la ONU, Abdulá al Mouallimi señaló, mediante una carta enviada al
Consejo de Seguridad que el uso de su aviones de combate, el
lanzamiento de sus bombas que asesinaron a decenas de niños “ha sido una medida
militar legítima que se ha realizado conforme a las normas humanitarias
internacionales”.
Frente
a la increíble declaración del diplomático saudí debemos respondernos ¿Qué ley
internacional permite asesinar niños, que norma internacional autoriza
bombardear un autobús escolar, que derecho internacional da un marco legal a
que un régimen como el saudí se cebe en sus víctimas en una operación de
limpieza de imagen similar a la de su socio sionista en la región que suele masacrar
a la población para luego justificar en forma desvergonzada? Ninguna ley, no
existe norma y el derecho internacional no avala en absoluto esta conducta
perversa, delirante, criminal, sólo la impunidad que permite a un régimen de la
calaña de Riad de asesinar sin que ello tenga castigo.
Como
parte de su retórica victimista, Riad alega que estos ataques se realizan en
función de defenderse de la labor de resistencia, llevada a cabo por el
movimiento Popular Ansarolá, que ha asestado números y efectivos golpes a las
fuerzas invasoras saudíes y a sus socios de coalición. Riad se ha negado a
aceptar su responsabilidad en los crímenes cometidos como el del pasado jueves
9 de agosto y todos aquellos desarrollados desde marzo del 2015 cuando comenzó
sus operaciones contra el pueblo de Yemen y tratando de ese modo de restablecer
en el poder al ex presidente fugitivo yemení, Abdu Rabu Mansur Hadi y hacer
frente al movimiento popular Ansarolá.
Si
bien es cierto, desde distintos lugares y organizaciones internacionales se ha
denunciado el nuevo ataque a la población civil por parte de Riad, esto no es
suficiente. Tal es el caso del Director Regional del Fondo Para la Infancia
(UNICEF) para África y Oriente Medio, Geert Cappelaere, quien señaló “es
necesario poner fin a la crueldad ejercida contra los niños”. Por su parte, el
Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, hizo un llamado para
concretar una investigación “independiente” sobre los ataques de Arabia Saudí
contra Yemen. Las palabras de Guterres muestran una posición aséptica, que
no avizora buenas perspectivas de impedir que Riad siga asesinando, aplicando,
por ejemplo, el Capítulo VII de la Carta de la ONU, que permitiría actuar a la
comunidad internacional frente a una entidad agresora, aplicando todas las
medidas que permite esa carta cuando se quebranta la paz y se amenaza como lo
ha hecho la monarquía wahabita.
Para
el Portavoz del Movimiento Popular yemení, Ansarolá, Muhamad Abdel Salam
existen muchas carencias en los organismos internacionales que permiten esta
impunidad de cometer crímenes y no ser sancionado como es el caso de Arabia
saudí y su bombardeo contra los autobuses escolares “El Consejo de
Seguridad carece de determinación para formar un comité de la verdad
independiente. Tampoco la comunidad internacional ha cumplido sus obligaciones
para poner fin a la brutal agresión saudí a Yemen. Con su indiferencia el
Consejo de seguridad de las Naciones Unidas alienta a Arabia Saudí a cometer
más crímenes.”
Alianza Criminal entre Imperialismo,
Sionismo y Wahabismo
Las
acciones criminales del régimen saudí se concretan bajo el marco de objetivos
políticos y militares sustentados desde marzo del año 2015 cuando Riad comienza
su agresión militar contra Yemen. Objetivos escenificados en dos líneas de
acción principales: destruir al Movimiento Popular Ansarolá y como meta final,
a la par de los objetivos estratégicos de sus socios del imperialismo y el
sionismo, contender contra la influencia de la República Islámica de Irán en el
concierto regional. Esto, catalizado aún más frente al apoyo sostenido que la
nación persa ha dado al pueblo sirio en su defensa y que ha significado un
cambio en la correlación de fuerzas que tiene hoy, al Eje de la Resistencia,
controlando un ancho corredor territorial.
Una
franja de enorme importancia estratégica, que va desde la frontera
occidental de Irán hasta el Mar Mediterráneo, generando con ello el terror
sionista, que tiene a estas fuerzas liberadoras en las fronteras de los
Altos del Golán y en la frontera de Palestina, ambos territorios ocupados desde
la guerra del año 1967. Una presencia que día a día recupera la soberanía siria
sobre los territorios donde campeaba el terrorismo y sus organizaciones
takfirí, que han sido organizadas, financiadas y armadas precisamente por esta
triada criminal conformada por Estados Unidos, Israel y Arabia saudí.
Indudablemente que la fortaleza del Eje de la Resistencia en Oriente Medio,
implica también un llamado de alerta a la agresión saudí contra Yemen, que a su
vez, día a día contiende con éxito contra las fuerzas invasoras, llevando
incluso la guerra a territorio saudí.
Sólo
la acción de los pueblos de Oriente Medio, como el de Yemen, El Líbano, Siria,
Irak, Palestina, acompañadas por sus organizaciones revolucionarias y de
resistencia como el Movimiento Ansarolá, Hezbolá, el Ejército Sirio, las
Fuerzas Quds, el Movimiento Al Nuyaba, Milicias Palestinas en lucha contra las
fuerzas agresoras, los movimientos terroristas y el apoyo occidental y de
ideologías como el sionismo y el wahabismo, pueden combatir y derrotar a estas
herramientas del imperialismo. A estos regímenes que son la punta de lanza de
Washington y sus aliados occidentales. En ese marco, indudablemente, el triunfo
de las fuerzas populares en Yemen simboliza pasos firmes en la consolidación
del Eje de la Resistencia, que permite ir estrechando el lazo contra los
agresores y al mismo tiempo caminar hacia el objetivo de minar el poder
wahabita y la política de agresión del sionismo. Ideologías perversas que
tienen sus días contados.
La
sociedad yemení en estos 3 años y medio de agresión ha levantado la voz firme y
la acción soberana en defensa de su territorio, que lucha denodadamente, con
valor, esfuerzo y que condena la imposición del bloqueo impuesto a su
población. Un bloqueo criminal que priva de alimentos, medicinas,
combustible y apoyo a un pueblo cansado de la conducta de la Monarquía Saudí,
que enfrascada en sus luchas internas ve en esta agresión a su vecino un paliativo
destinado a descomprimir las luchas en el seno del Clan Sudairi y la imposición
de los sectores más belicistas de su monarquía. La vieja táctica de las
ideologías totalitarias de descomprimir hacia afuera, de agredir a vecinos y de
esa manera tratar de uniformar la sociedad bajo un único liderazgo.
La
intervención de Arabia Saudita en los asuntos de Yemen, sus ataques criminales,
como el que significó la muerte de 40 niños el pasado 9 de agosto en
Sadaa, se
inscribe en lo que denominé hace unos meses atrás, “la defensa de sus
intereses regionales, la propagación del Wahabismo y la intensificación de la
represión contra todo movimiento que se proponga generar aires de libertad. Así
sucedió en Bahréin, donde la Casa al Saud intervino con puño de hierro sin que
occidente levantara su voz de condena, temerosa que la influencia de la lucha
en este pequeño país, se expanda a otras latitudes como ha comenzado a suceder”
Yemen,
sin duda, constituye un país, una zona de enorme importancia geoestratégica, no
sólo por encontrarse frente al Cuerno de África, tener el Estrecho de Bab al
Mandeb y cruce de pasos marítimos de la riqueza energética de la zona. Yemen ha
sido definida por las mentes imperiales como una especie de “patio trasero” de
Arabia Saudí, que se niega a perder influencia a manos de la creciente potencia
de la República islámica de Irán y el lógico apoyo que se otorga al Movimiento
Popular Ansarolá.
Los
miles de muertos del pueblo yemení, 15 mil según cifras estimadas modestamente,
más los decenas de miles de heridos, la destrucción de parte importante de su
infraestructura vial, portuaria, sanitaria, entre otras han obligado a este
pueblo árabe a desarrollar sus capacidades de defensa y resistencia, destinados
disuadir al enemigo saudí. Bajo ese objetivo, que debe contar con el apoyo del
Eje de la Resistencia y de todos aquellos que se oponen a la triada criminal
conformada por el imperialismo, el sionismo y el wahabismo, se entiende la lógica
y estrategia militar de la fuerzas de la resistencia yemení, que encabeza el
Movimiento Ansarolá, de llevar la guerra a territorio saudí y hacerles probar
de su propia medicina, de tal forma de obligar a la Monarquía saudí a cesar sus
crímenes contra el pueblo de Yemen. El recuerdo de miles de hombres y mujeres –
entre ellos miles de niños asesinados, miles de heridos, mutilados obligan a
vencer a un régimen perverso y delirante como es la monarquía Wahabita.
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