Luego de observar las
referencias históricas de Donald Trump (el compromiso constitucional de 1789,
los ejemplos de Andrew Jackson y de Richard Nixon) y la manera de ver la
política que profesan sus partidarios, Thierry Meyssan analiza los actos del
presidente contra el actual imperialismo estadounidense. El objetivo de Trump
no es volver a la situación anterior sino abandonar los intereses de la clase dirigente
transnacional para desarrollar la economía nacional
Al pie
del helicóptero presidencial Marine One, Trump devuelve a un marine de la
guardia de honor la gorra que la corriente de aire producida por el aparato
había hecho volar de su cabeza.
ste
artículo está relacionado con el trabajo «¿Cómo se
posiciona Donald Trump?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 19 de junio
de 2018.
En
1916, durante la Primera Guerra Mundial, Lenin analizaba las razones que
llevaron al enfrentamiento entre los imperios de su época. Escribió entonces El
imperialismo, fase superior del capitalismo, donde precisaba su pensamiento en
los siguientes términos:
«El
imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en la que ha tomado
cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, en la que ha
adquirido una importancia de primer orden la exportación de capitales, en la
que ha comenzado el reparto del mundo entre los trusts internacionales y ha
terminado el reparto de todo el territorio del mismo entre los países
capitalistas más importantes.»
Los
hechos han confirmado la lógica de concentración del capitalismo que Lenin
describía. En un siglo, un nuevo imperio reemplazó a los anteriores: «América»
(no confundir con el continente que lleva ese nombre). A golpe de fusiones y de
compras de otras empresas, un grupo de transnacionales ha parido después una
clase dirigente global que se reúne cada año en la localidad suiza de Davos.
Esos personajes no están al servicio de los intereses del pueblo estadounidense
y, por cierto, no son necesariamente estadounidenses sino que utilizan los
medios del Estado federal estadounidense para maximizar sus propias ganancias.
Donald
Trump fue electo presidente de Estados Unidos en base a su promesa de volver al
estado anterior del capitalismo, el del «sueño americano» a través de la libre
competencia. Aunque puede plantearse a priori, como Lenin, que ese retroceso es
imposible, lo cierto es que el nuevo presidente ha optado por esa vía.
El
núcleo del sistema capitalista imperial está expresado en la doctrina del
Pentágono, concebida por el almirante Arthur Cebrowski. Según esa doctrina el
mundo actual está dividido en dos. De un lado tenemos países desarrollados y
estables, del otro país no integrado aún la globalización imperial y, por ende,
condenados a la inestabilidad. Las fuerzas armadas de Estados Unidos tienen
como misión destruir los Estados y las estructuras sociales de los países de
las regiones no integradas a la globalización. Desde el año 2001 han venido
destruyendo el «Medio Oriente ampliado» y ahora se disponen a hacer lo mismo en
la «Cuenca del Caribe».
Los
hechos demuestran que la manera de ver el mundo que tiene el Pentágono coincide
con los conceptos enunciados por pensadores antiimperialistas como Immanuel
Wallerstein, Giovanni Arrighi o Samir Amin.
El intento de solución
El
objetivo de Donald Trump consiste al mismo tiempo en reinvertir los capitales
transnacionales en la economía estadounidense y sacar el Pentágono y la CIA de
su función imperialista actual para que vuelvan a dedicarse a la defensa
nacional. Para lograr eso, Trump está obligado a retirarse de los tratados
comerciales internacionales y a disolver las estructuras intergubernamentales
que mantienen el orden anterior.
Deshacer los tratados comerciales internacionales
Desde
los primeros días de su mandato, el presidente Trump sacó a Estados Unidos del
Acuerdo de Asociación Transpacífico, que no estaba firmado aún. Ese tratado
comercial estaba concebido como un plan estratégico para aislar a China.
Al no
poder anular la firma de Estados Unidos en tratados ya en vigor, como el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Trump ha comenzado a
desmantelarlos mediante la imposición de gravámenes aduanales que, sin violar
su contenido, contradicen los objetivos de esos documentos.
Recomponer
o disolver las estructuras intergubernamentales
Hemos
demostrado repetidamente desde este sitio web que las Naciones Unidas han
dejado de ser un foro por la paz para convertirse en un instrumento del
imperialismo estadounidense mientras que algunos países miembros de la ONU
siguen oponiendo resistencia en el seno de la organización. Así fue en el
momento de la política soviética de la «silla vacía», durante la guerra de
Corea, y así ha venido sucediendo nuevamente desde julio de 2012.
El
presidente Trump ha atacado directamente las dos principales herramientas
imperialistas en el seno de la ONU: las operaciones de mantenimiento de la paz
(que tomaron el lugar de las misiones de observación inicialmente previstas en
la Carta de la ONU) y el Consejo de Derechos Humanos de esa misma organización
(órgano que no tiene actualmente otra función que justificar las guerras
«humanitarias» de la OTAN). Lo ha hecho negando fondos al presupuesto de las
operaciones de mantenimiento de la paz y sacando a Estados Unidos del Consejo
de Derechos Humanos. Pero acaba de perder la elección del nuevo director de la
Organización Internacional para las Migraciones [1], lo cual deja
momentáneamente el campo libre al tráfico mundial de personas. El objetivo de
Trump no es destruir la ONU sino redirigirla para volver a meterla en lo que
fue su función inicial.
Trump
acaba de torpedear el G7. Inicialmente previsto como un intercambio de puntos
de vista entre los participantes, el G7 se había convertido –desde 1994– en
otra herramienta al servicio de la dominación imperial. En 2014, el G7 se
convirtió en un instrumento anti-ruso, conforme a la naturaleza de la nueva
estrategia de los anglosajones, tendiente a evitar una guerra mundial
extendiendo el imperio hasta las fronteras de Rusia y aislando a esta última.
En el G7 de Charlevoix, el presidente Trump se esforzó por mostrar a sus
confundidos aliados que ya no los quiere como vasallos y que tendrán que
arreglárselas solos.
Y
finalmente, después de haber tratado de utilizar a Francia para dinamitar la
Unión Europea, Trump se volvió hacia Italia enviando allí a Steve Bannon para
crear un gobierno antisistema, con ayuda de varios bancos estadounidenses. Roma
se ha aliado con otras 5 capitales en contra de la UE.
Reinvertir en la economía productiva
A
través de diversas medidas fiscales y aduanales, raramente votadas por el
Congreso y más frecuentemente implantadas por decreto, el presidente Trump está
estimulando las grandes empresas de su país a repatriar sus fábricas. Esto se
ha traducido de inmediato en una reactivación económica, prácticamente el único
logro que la prensa reconoce a la gestión de Trump.
Sin
embargo, está muy lejos de verse aún un retroceso del mundo de la finanza, que
probablemente seguirá prosperando fuera de Estados Unidos y, por ende,
absorbiendo las riquezas del resto del mundo.
Reorientar el Pentágono y la CIA
Esto
es, evidentemente, lo más difícil. En el momento de su elección, Trump obtuvo
los votos de los simples soldados y oficiales subalternos, no así los de los
oficiales superiores y generales.
Donald
Trump llegó a la política el 11 de septiembre de 2001. Inmediatamente cuestionó
la versión oficial de los acontecimientos de aquel día. Luego expresó su
sorpresa ante las contradicciones del discurso dominante: los presidentes Bush
hijo y Obama dijeron querer eliminar los movimientos yihadistas, pero lo que se
observó bajo sus respectivos mandatos fue una drástica multiplicación e incluso
una globalización del yihadismo que culminó en la creación del Emirato Islámico
–con pretensiones de Estado independiente– en Irak y en Siria.
Es por
esa razón que, desde que asumió sus funciones como presidente, Trump se rodeó
de oficiales de reconocida autoridad en el seno de las fuerzas armadas
estadounidenses. Esa era para él la única posibilidad de evitar un golpe de Estado
militar y de imponer obediencia para realizar la reforma que quería emprender.
Luego dio carta blanca a los militares en conjunto para todo lo concerniente a
la táctica en el terreno. Además, aprovecha toda ocasión posible para reafirmar
su apoyo a las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia.
Luego
de cancelar la presencia permanente del jefe del Estado Mayor Conjunto y del
director de la CIA en el Consejo de Seguridad Nacional, Trump ordenó poner fin
al respaldo estadounidense a los yihadistas. Al-Qaeda y el Emirato Islámico
(Daesh) comenzaron entonces a perder terreno. Esa política prosigue actualmente
con el fin del apoyo estadounidense a los yihadistas presentes en el sur de
Siria. Los yihadistas han dejado de ser verdaderos ejércitos privados y se han
reducido al estado de grupos dispersos utilizados en determinadas acciones
terroristas.
Siguiendo
esa misma línea, Trump fingió al principio renunciar a la disolución de la OTAN
a condición de que esta agregara a su función anti-rusa una función
antiterrorista. Pero ahora ha comenzado a mostrar a la OTAN que los privilegios
que hoy tiene ese bloque militar no serán eternos, como pudo verse con la
negativa de una visa estadounidense especial a un ex secretario general de la
alianza atlántica [2]. Lo más importante es que Trump ha comenzado a recortar
la función anti-rusa de la OTAN. Por ejemplo, está negociando con Moscú la
anulación de los simulacros de guerra de la OTAN en el este de Europa. También
está planteando una serie de actos administrativos que demuestran que los demás
miembros de la OTAN se niegan a aportar a la defensa colectiva una contribución
proporcional a sus verdaderos medios. Con ello se prepara para dinamitar la
OTAN cuando lo juzgue posible.
Ese
momento sólo llegará cuando la deconstrucción de las relaciones internacionales
actuales alcance su estado óptimo tanto en Asia (Corea del Norte) como en el
Medio Oriente ampliado (Palestina e Irán) y Europa (Unión Europea).
Conclusiones a mantener en mente
- El
presidente Trump no es el personaje «imprevisible» que los medios nos
describen. Más bien es todo lo contrario y está actuando de manera bien pensada
y lógica.
-
Donald Trump está preparando una reorganización de las relaciones
internacionales. Esa reorganización pasa por un cambio completo e inesperado,
dirigido contra los intereses de la clase dirigente transnacional.
Thierry
Meyssan
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