(4 de febrero 2017)
Los sacerdotes que tratamos de conservar
la herencia autentica de la Iglesia Católica, es decir, de su Tradición
bimilenaria, y que intentamos de ser fieles a las enseñanzas y a las directivas
que Monseñor Lefebvre nos dejó con este preciso objeto, nos vemos cada día en
la necesidad de hacer nuevas alertas y precisiones.
Vivimos
una época de desorientación diabólica, de crisis profunda en la Iglesia, una
crisis de sus miembros. Pero no basta de ninguna manera de solo saber esto. No
debemos olvidar que el mal es también seductor, y que es capaz de adoptar
nuevas apariencias para mejor lograr sus fines, de ahí la necesidad en los
verdaderos católicos de ser precavidos (“Velad y orad para que no caigáis en la
tentación” Mc. XIV, 38). Dada la desorientación cada vez mayor en razón de la
crisis de autoridad en la Iglesia (“Heriré al pastor y se dispersarán las
ovejas” Mc. XIV, 27) sucede que aún en los que tienen la intención sincera de
salvar la Tradición de la Iglesia haya lagunas sobre la actitud a tomar
respecto a ciertos temas y particularmente respecto a ciertas situaciones.
El mundo
moderno, de naturaleza liberal, no tiene reparo en que haya mesclas, es más, él
ama las mesclas. Nuestra Santa Religión nos pide, al contrario, de huir del
mal, del pecado y de las ocasiones de pecado, las cuales pueden ser muy
variadas.
En lo que
a mí me concierne, trato como decía antes, de conformarme a las directivas que
nos dejó nuestro obispo católico y santo que fue Mons. Marcel Lefebvre, así
como a las directivas de la Fraternidad San Pio X, fundada por él, es decir las
enseñanzas y actitudes auténticamente católicas que ésta tubo mientras no
comenzó gradualmente a separarse del espíritu de su fundador.
En
algunos medios de la hoy llamada “resistencia” se comienza ya a dar consejos a
los fieles que no corresponden más a las directivas del obispo fiel. Por ello
quisiera tocar varios puntos particulares, pero de todos modos de importancia
mayor, y que hoy parecen ser menos claros para algunos. Y finalmente añado un
comentario al anuncio reciente dado por Mons. Fellay sobre la inminencia de un
acuerdo oficial de la FSSPX con la Roma conciliar:
1er punto: sobre la moralidad de la Nueva Misa y de la
asistencia a ella
Todos sabemos que el Papa Paulo VI siguió en la elaboración de la Nueva Misa unos criterios tan ecuménicos que llego hasta el colmo de llamar a participar en ésta elaboración a 6 pastores protestantes. Por esta y otras razones se fabricó artificialmente una “Nueva Misa”, calcada en la misa protestante y sin embargo lo suficientemente ambigua como para no ser ni formalmente herética ni formalmente católica. Se creó un rito ambiguo pero no por ello menos irremediablemente envenenado de espíritu protestante.
La
conclusión es que: la Nueva Misa en razón de su ambigüedad no es formalmente
herética, pero sin embargo en razón de sus equívocos sí es favorable a la
herejía. Es por ésta razón que no se la puede llamar un rito católico, ni
tampoco bueno en sí mismo, características que le son intrínsecas.
De todo
esto se deduce que:
-La
asistencia a la Nueva Misa no es lícita
(los que estamos al corriente de lo que es la Nueva Misa ya no podemos asistir
moralmente a ella).
-No se
puede aconsejar nunca directamente a
nadie de ir a ésta misa. Aunque por razones graves de prudencia se pueda
simplemente dejar a alguien en su ignorancia o buena voluntad.
-La
comunión es la forma más perfecta de participar a la Misa. Por ello no se debe comulgar de hostias
consagradas en la Nueva Misa.
Esto es
en resumen el pensamiento y la actitud que nos enseñó a tener Mons. Lefebvre
respecto a la Nueva Misa.
2º punto: Sobre la asistencia a las Misas del indulto
La Roma
conciliar ha siempre tratado de recuperar a los católicos que por defender su
Fe se han alejado (sin intención de cisma) de los ambientes eclesiásticos
infectados por el modernismo y por los errores del Concilio Vaticano II. Pero
en su afán de ponerlos bajo su control, la iglesia conciliar les ha propuesto
nuevas “soluciones” e “indultos” que darían la aparente oportunidad de seguir
conservando sus convicciones pero dentro de la estructura oficial. Aquellos que
han caído en estas redes se han visto cruelmente desengañados por las presiones
e incluso por las medidas drásticas que vienen a limitar siempre más y más la
Tradición y la práctica de ésta. En efecto, es una terrible contradicción el hecho de querer poner la Tradición
bajo la tutela y la “protección” de aquellos que son los mismos enemigos de la
Tradición…
En su
tiempo Mons. Lefebvre nos hizo comprender que la Misa Tradicional no es toda la
Tradición sino que también existe la enseñanza de la Fe y la práctica de ésta.
No es suficiente tener la Santa Misa Tradicional cuando a lado de ella la
predicación y la práctica de la Fe no son coherentes. Cuando a lado de la Misa
Tradicional ya no se enseña toda la Fe y además se trata, directamente o
indirectamente, de hacer aceptar el Concilio Vat. II (por ejemplo al omitir la
denunciación clara y firme de los errores del concilio). En este caso el alma
de los fieles está ya en peligro y es mejor renunciar a estas Misas en razón
del peligro de contagio más o menos camuflado que está alrededor de ellas. El
Santo Cura de Ars en su juventud prefería quedarse sin Santa Misa antes que de
asistir a las Misas dichas por sacerdotes juramentados con el gobierno liberal
de la época.
La
actitud que antes se pedía a los fieles en la FSSPX respecto a las Misas del
“indulto” era:
-No asistir nunca a estas Misas (mejor
recitar el rosario en casa e ir, cuando se pueda, a Misas de sacerdotes no
comprometidos con la iglesia conciliar).
-No frecuentar ninguno de los medios
pastorales de la Misa del indulto (ni conferencias, peregrinaciones, etc.).
En efecto, es mejor quedarse sin Misa que verse expuestos al peligro de dejarse
influenciar gradualmente por esta mentalidad de compromiso con la iglesia
conciliar.
3er punto: Sobre la asistencia hoy a las Misas de la
nueva FSSPX
¿Acaso
los hoy superiores de la FSSPX, en su afán de acercarse a la Roma conciliar,
han puesto ya, a ésta misma FSSPX en una situación semejante o igual a la que
antes reprochábamos a los grupos acuerdistas como la Fraternidad San Pedro? Y
en éste caso, ¿las antiguas consignas que se nos dieron respecto a los
acuerdistas valdrían ya también respecto a la FSSPX?
El
espíritu que hoy reina dentro de la FSSPX es el del acercamiento y el de hacer
un acuerdo con Roma, es innegable, Mons. Fellay ya lo afirma abierta y
públicamente. Además, no es necesario siempre, para que haya un verdadero
acuerdo, que éste sea escrito y oficial, pues pueden también existir los
acuerdos tácitos… basados en “coloquios amistosos” y “hechos” significativos.
¿El que
el Papa Francisco haya dado recientemente la jurisdicción para confesar a los
sacerdotes de la FSSPX no es acaso un hecho real? De hecho, en la Iglesia no se
puede tener jurisdicción si no se está precedentemente incardinado (aunque
fuera directamente al Papa). Es cierto, como lo ha dicho sin pudor Mons. Fellay
en una entrevista acordada este 29 de enero “solo falta el sello”…
¿Las
presiones y persecuciones que se han hecho desde ya hace tiempo, no solo a los
sacerdotes sino también a los fieles, para plegarlos a esta nueva política
entreguista no son suficientes para afirmar que ya la FSSPX está en una actitud
francamente acuerdista? ¿Y la timidez cada vez más marcada en el no querer
denunciar abiertamente los errores del concilio y concretamente los escándalos
ruidosos del Papa Francisco, no son un signo inquietante?
Es
evidente que todo ese ambiente peligroso que nosotros denunciábamos en las
sociedades “Ecclesia Dei” (y contra el cual los mismos superiores antes nos ponían insistentemente en guardia),
ahora ya está presente dentro de la
FSSPX.
Es por
todo lo esto que de hecho se han vuelto peligrosos actualmente los ambientes de
la nueva FSSPX. Esta insistencia constante a la obediencia ciega, aún cuando
existen motivos más que legítimos para inquietarse. La Fe pasa a un segundo
plano respecto a la obediencia, cuando debería ser lo contrario.
En lo que
concierne a mi experiencia personal tanto los sacerdotes como los fieles que no
han querido desligarse de la nueva FSSPX han ido doblado las manos uno tras otro,
y no solo han abandonado la lucha sino que por esas presiones morales
intolerables que ellos sufren han ido también cambiando su pensamiento…
Es por todo esto, que yo aconsejo tanto a sacerdotes
como a fieles, el alejarse definitivamente de todos los medios de la nueva
FSSPX. Esto conformemente al espíritu de la actitud prudencial que Mons.
Lefebvre nos había aconsejado antes respecto a las sociedades “Ecclesia Dei” y
que hoy se aplica ya, perfectamente, a la nueva FSSPX.
4º punto: Sobre la asistencia a las Misas sedevacante
En cuanto
a los que hoy afirman la vacancia de la Sede Apostólica no dudo que muchos de
ellos tengan un sincero apego y gran veneración por la persona de Mons.
Lefebvre, sin embargo, no quieren aceptar siempre todas las recomendaciones y
directivas que él nos dejó. De hecho, él mismo hablo claramente de la
posibilidad de proponerse ésta interrogante. Lo que sí, y siempre rotundamente,
él se negó hacer es de zanjar definitivamente esta cuestión.
No se
puede hacer de un hecho histórico una doctrina, un punto estrictamente
doctrinal… las verdades de la Fe son necesarias para la salvación, un hecho
histórico puede ser controvertido. El peligro está en que si un día Dios quiere
suscitar un Papa verdaderamente católico que entonces ya no se quiera reconocer
la legitimidad de su sucesión apostólica.
En un
artículo de la revista tradicionalista “Roma” (no. 67 del año 1981) Mons.
Lefebvre escribía: "Nuestra
Fraternidad rechaza absolutamente compartir estos razonamientos. Queremos permanecer
adheridos a Roma, al sucesor de Pedro, pero rechazamos su liberalismo por
fidelidad a sus Antecesores. No tenemos miedo de decirlo respetuosa pero
firmemente, como San Pablo frente a San Pedro.
Por eso, lejos de rechazar las oraciones por el Papa,
aumentamos nuestros rezos y suplicamos para que el Espíritu Santo lo ilumine y
lo fortalezca en el sostén y defensa de la fe".
“En consecuencia, no se puede tolerar en los miembros,
sacerdotes, hermanos, hermanas, oblatas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X
que rehúsen rezar por el Papa y que afirmen que todas las Misas del Novus Ordo
Missae son inválidas.”
Y en otra
ocasión, comentando este artículo, añadía:
"Quise escribir este artículo para que todos
sepan, incluso los fieles, cuál es la posición de la Fraternidad. Que los
fieles sepan que si alguno de nuestros sacerdotes predica que no hay Papa, no
predica en conformidad con lo que piensa la Fraternidad".
En la
revista “Fideliter” (no.79, Enero-febrero 1991) decía:
“Yo siempre he puesto en guardia a los feligreses, por
ejemplo respecto a los sedevacantistas, Entonces ellos dicen: si la Misa está
bien entonces nosotros podemos asistir a ella.
Sí claro, está la Misa. Esta es una cosa buena, sin
embargo hay que tomar en cuenta que está también el sermón; está también el
ambiente, las conversaciones, los contactos antes y después, todo lo cual hace
que uno suavemente cambie de pensamiento. Esto constituye entonces un peligro y
es por ello que de una manera general yo estimo que todo esto hace una sola
cosa. Uno no va solo a una Misa, en realidad lo que se frecuenta es un
ambiente”.
En un blog
muy conocido de la “resistencia” últimamente (éste 12 de enero) se publicó un
artículo en el cual se dice: “Es lícito
para los fieles ir a toda Misa tradicional (celebrada también “non una cum”)
porque es el Ministro que responde a Dios de sus decisiones, mientras que el
fiel debe sólo responder de si ha observado el 3º Mandamiento: “Santificarás
las fiestas”. ” (La expresión “Non una cum” quiere decir que se trata de una
Misa donde no se reconoce la legitimidad del Papa actual)
Según
este principio se justificaría entonces asistir no solo a las Misas sedevacante
sino también a aquellas del indulto y sin lugar a dudas a las de la nueva
FSSPX!
5º punto: La “OPERACIÓN SUICIDIO” o los “acuerdos” de la
FSSPX
Numerosas
son las veces que Mons Fellay afirmo con vehemencia, y no hace mucho tiempo,
que no quería hacer acuerdos. Y ahora este 29 de enero en una entrevista
televisiva comento tan despreocupadamente que “solo falta el sello” para que el
acuerdo con Roma esté consumado. Reconociendo entonces él mismo la existencia
de todo ese trabajo de preparación y de coqueteo con Roma (del cual él es
responsable) que era de hecho ya un acuerdo practico al cual solo le faltaba
esta “pequeña” formalidad: “el sello”.
Con su
lenguaje sinuoso lleno de sugestiones inverificadas e inverificables Mons
Fellay ha venido tejiendo su telaraña alrededor de los incautos, preparando
desde hace ya años los espíritus de sacerdotes y de los feligreses a éste
acuerdo. Siempre, en sus “conferencias” y sermones ha sugerido “bellos
horizontes” y la “seria probabilidad” de que Roma “ya” se está convirtiendo. Él
está arrastrando de hecho el rebaño que le había sido confiado por Mons Lefebre
(sacerdotes, feligreses, seminarios, prioratos, escuelas, etc. etc.) a la
marmita conciliar... ¡Sí!, ¡toda la gran obra de rescate de la Tradición hecha
por Mons. Lefebvre está hoy cayendo en la marmita conciliar!
¿Acaso
todas las declaraciones y gestos indecentes del Papa Francisco no son una
declaración de su intención?, ¿Acaso el ponerse bajo su jurisdicción no implica
el obedecerlo?, ¿Acaso “Francisco”, como hoy le llaman, no intenta gobernar a
la Iglesia según la intención que él mismo ha manifestado precedentemente? Y si
esa es su intención, ¿no están cayendo los que ahora dirigen la FSSPX en una
trampa colosal que ellos mismos se han buscado!? Poco importa el lenguaje
rebuscado, afectado y falsamente docto de Mons. Fellay, de hecho él está
tratando de justificar no solo una gran impostura sino también un error de
dimensiones históricas.
En su
sermón de las consagraciones episcopales Mons. Lefebvre declaraba en 1988 que
si él hubiera proseguido los acuerdos con Roma se hubiera tratado de una “operación
suicidio”. Pero los hechos terminaron convenciendo al obispo fiel que
estos acuerdos eran una quimera dada la falta de honestidad de los conciliares.
Es por ello que él mismo, después del acercamiento fallido con Roma, dejo claro
el nuevo perfil de la que sería
en el futuro la posición de la Fraternidad respecto a la Roma ocupada por
los modernistas:
“Si yo fui a discutir a Roma, fue porque yo quería
probar si podíamos hacer un acuerdo con las autoridades eclesiásticas, tratando
al mismo tiempo de ponernos al abrigo de su liberalismo y de proteger la
Tradición. Pero la fuerza de los hechos me ha obligado a constatar que ningún acuerdo podía ser
realizado el cual nos pudiera dar a la vez toda garantía y al mismo tiempo la
convicción de que Roma quisiera concurrir sinceramente a la conservación de la
Tradición” Mons. Lefebvre, revista “Fideliter” no. 68 1988.
“Nuestros verdaderos feligreses, aquellos que de
verdad han comprendido el problema y que nos han ayudado a continuar la línea
recta y firme de la Tradición y de la Fe, temían antes las gestiones que yo
hacía en Roma. Ellos me decían que era algo peligroso y que yo perdía mi tiempo
en ello. Sí, claro, yo espere hasta el último momento que en Roma mostraran un
poco de honestidad. No se me podrá reprochar de no haber hecho todo lo posible.
Pero ahora sin embargo, a aquellos que vienen a decirme: usted debe entenderse
con Roma, yo creo poder decir con seguridad que fui más lejos de lo que debería haber ido.”
“Fideliter, no.79 1991
Y
refiriéndose a los romanos decía en otra ocasión: “Si ustedes no aceptan la
doctrina de vuestros predecesores, es
inútil de hablar. Mientras ustedes no hayan aceptado de reformar el concilio
tomando en cuenta la doctrina de los Papas que os han precedido, no hay
dialogo posible. Es inútil.” “Fideliter” no.66 nov. 1988. Y en la misma
ocasión hablando a propósito de los “tradicionalistas” que ya habían hecho
acuerdos con Roma decía: “Cuando ellos
afirman que no han cedido en nada, es falso. Ellos han cedido en la posibilidad de contradecir a Roma. Ellos ya
no pueden ahora decir nada. Deben callarse en razón de los favores que han
recibido. Les es ahora ya imposible el denunciar los errores de la iglesia
conciliar. Muy lentamente ellos aceptan,
aunque solo fuera por la sola profesión de fe que les es exigida por el
cardenal Ratzinger... De punto de vista
de las ideas. Ellos giran muy suavemente y terminan admitiendo las ideas falsas
del concilio, esto porque Roma les ha acordado algunos favores para la
Tradición. Se trata de una situación muy peligrosa”
Y en el
libro “Itinerario espiritual” el cual Mons. Lefebvre consideraba como su
testamento espiritual dirigido a sus propios sacerdotes decía: “Es
luego un deber estricto para todo sacerdote que quiera permanecer católico el
separarse de ésta iglesia conciliar, mientras ésta no haya vuelto a encontrar
la Tradición del Magisterio de la Iglesia y de la Fe católica.”
Hay un
“olvido” supino en la nueva FSSPX de las ultimas enseñanzas de Mons. Lefebvre
sobre el tema de los acuerdos…
El
“apostolado de penetración”, o sea, la táctica de tratar de convertir “desde
adentro” a los ambientes errados es un error activista que siempre ha llevado a
muchos desastres (es una mala táctica la de entrar al partido comunista para convertir al partido comunista; la
de entrar a la cueva de Alibabá y los 40 ladrones para convertir a Alibabá y los 40 ladrones, etc.). De lo en que en
realidad tienen necesidad los católicos conciliares es ante todo del ejemplo que la Tradición les puede
brindar. Las mezclas desvirtúan la naturaleza de las cosas.
El
proceso de silenciamiento (de las críticas a Roma, al concilio y a sus errores,
a las actitudes y palabras escandalosas del Papa Francisco, etc. etc.) desde
hace tiempo ya había comenzado dentro de la FSSPX, desde que se comenzó a
intentar el agradar a la Roma conciliar, era un gesto inevitable... ¿Pues acaso
se puede agradar a los destructores de la Iglesia de otra manera?
En
cuestiones de Fe para aquellos que como pastores tienen una función pública, es
necesaria una profesión publica, no bastan los sobreentendidos (que de hecho no
todos los entienden…) en una sociedad pública como lo es la Iglesia, lo no
dicho públicamente generalmente no tiene vigencia práctica. Al silencio sigue
la pusilanimidad, el temor, el compromiso, y el compromiso en las cosas de Fe
es pecado…
Conclusión:
Este año que
se cumple el 100o aniversario de las apariciones de Nuestra Señora
en Fátima. La crisis de la Fe de la que hablaba el tercer secreto dado por
Nuestra Señora no ha querido ser tomada en cuenta por los hombres de Iglesia. Y
considerando esta corrupción cada vez más profunda de la Fe no tenemos más que
confiarnos a la protección fiel del Corazón Inmaculado de María, para que nos
conserve, siempre, igualmente fieles a la Fe de la verdadera Iglesia de Cristo.
OAMDG
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