INTRODUCCION CUESTION
LVI
“DEL CONOCIMIENTO QUE LOS ANGELES TIENEN DE LAS COSAS
INMATERIALES.”
I. CONEXION DIE LAS CUESTIONES 56 Y 57
Se ha dicho que los ángeles conocen naturalmente las
cosas por especies inteligibles connaturales, infundidas por Dios al crearlos. Mas, sujetos a potencialidad, como compuestos
de acto y potencia, poseen una inteligencia limitada, Y es indudable que, por
muy potente que sea, no alcanzan a conocer naturalmente todo lo que absolutamente
es cognoscible en el, pues esto es propio de Dios, inteligencia infinita. Por otra parte, debe haber necesariamente proporción
entre el objeto cognoscible y la facultad cognoscitiva y siendo uno, según
enseña la filosofía, el objeto connatural, propio y especificativo de dicha
facultad, y otro el objeto común, secundario, mediato o extensivo, deben uno y
otro guardar relación con la inteligencia angélica, para que de esta suerte
haya la debida proporción y relación armónica entre el objeto y el sujeto. Las cuestiones 56 y ,57, que abarcan el tratado del
objeto total y adecuado del conocimiento del ángel, tratan de averiguar dos
cosas: 1. qué objetos son los que conocen naturalmente los ángeles y cuáles
ignoran, discurriendo- para ella por las dos clases de seres que existen, los
inmateriales y los materiales; y 2: en qué medio los conocen: pues, no siendo
todas las cosas cognoscibles de la misma manera y estando íntimamente ligadas la
cuestión del hecho del conocimiento y la del medio en que se conoce, ha de
determinarse en cada clase de objeto si para todos ellos son necesarias esas
especies inteligibles de que hemos hablado (cuestión 55) o si para conocer
alguno de ellos los ángeles no necesitan tales especies. Las cuestiones, pues,
56 y 57 abarcan el estudio del objeto tanto primario, propio y especificativo
como secundario, común y extensivo del conocimiento angélico, y en ellas se
examina primero este conocimiento atendiendo al objeto por parte de los seres
inmaterial es (q. 56) y luego por parte de los materiales y singulares (q. 57).
II.-RAZON DE SER DE ESTA CUESTION 56
Y ORDEN DE LOS ARTICULOS.
La inmaterialidad es no sólo la razón de la
inteligencia o poder cognoscitivo de un ser, sino también la medida de la
inteligibilidad de los objetos. Por eso, así como cuanto una substancia se
eleva más y más sobre la naturaleza corpórea, alejándose de las condiciones de
la materia, es tanto mayor la fuerza de poder cognoscitivo que posee (1."
p., q. 14, a. 1), así también, a proporción que los objetos se hallan más
libres y elevados sobre la materia y sus condiciones, son más inteligibles en
sí mismos. Es indudable, pues, que el
ángel, substancia perfectamente inmaterial y, por ende, inteligente, ha de
conocer de algún modo los seres inmateriales o espirituales. Mas ¿cómo se
verifica esto? Tres son las clases de substancias inmateriales: el alma humana,
los ángeles y Dios. Acerca del alma humana
no se plantea aquí problema alguno en orden al conocimiento angélico, quizás
porque, perteneciendo su estudio al tratado del hombre, del que se ocupa el
Angélico Maestro a partir de la cuestión 75 de esta primera parte de la SUMA,
se reserva para aquel lugar la consideración de la misma bajo todos sus
aspectos, Además, si se considera al alma en cuanto está unida al cuerpo, es su
forma, y de la unión de ambos resulta el compuesto humano, que es lo que
propiamente cae bajo la consideración del entendimiento; y entonces se trata de
él como cosa material en la cuestión siguiente, reservada al conocimiento de
las cosas materiales. Y si se considera al alma como substancia espiritual,
pero separada, del cuerpo, le conviene cuanto aquí se, diga de cómo un ángel
conoce las substancias angélicas.
Respecto a los objetos inmateriales, se trata aquí:
1°, del conocimiento que el ángel tiene de sí mismo (a. 1);
2°, del conocimiento que un ángel tiene de los otros ángeles (a. 2); Y
3°, por último, se Investiga cuál sea el conocimiento que los ángeles
pueden tener naturalmente de Dios (a. 3).
Y no se pierda de vista que en los tres artículos de
la cuestión se plantea el problema preguntando por el hecho, pero, al mismo
tiempo que se afirma éste, se expone el modo.Y el medio de dicho conocimiento.
l. ENSEÑANZA
DIE LA DIVINA REVELACION
La doctrina expuesta por Santo Tomás en los tres artículos
de esta cuestión no se encuentra expresamente en la revelación divina, pero, limitada
solamente la cuestión al hecho, con abstracción del modo y medio, sí se halla
de forma equivalente en las sagradas letras. No hay duda que dar uno testimonio
de sí mismo y razón de su nombre y oficio supone algún conocimiento de si
propio. Y aunque no consta expresamente si este conocimiento que tales
testimonios suponen es, natural o sobrenatural, no hay nada que obligue a dudar
que cada ángel naturalmente se conoce, siendo, por otro lado, ésta una verdad
que la razón corrobora y demuestra suficientemente.
2. Unos ángeles conocen a otros siempre que en los
libros sagrados varios ángeles desempeñan juntos algún ministerio, se afirma
implícitamente que los ángeles se conocen unos a otros. Así: Tres ángeles se
aparecen a Abrahán (Gien.1 8, 2-22) y dos de ellos marchan a Sodoma y se
aparecen a Lot (Gen. 19, 1 s.), obrando en todo de común acuerdo, lo que
indudablemente supone conocimiento mutuo.
Lo mismo debe decirse de los ángeles que cantan en
el nacimiento del Salvador (Lc. 2, 13); de los que sirven a Jesús en el
desierto (Mt. 4, 11, Y Mc. 1, 13); de los que estaban sentados uno junto a la
cabecera y otro a los pies del sepulcro de Jesús y hablaron a María Magdalena
(Jo, 20, 13), así como de los dos ángeles que en forma de varones con hábitos
blancos aparecieron a los discípulos el día de la Ascensión y anunciaron la vuelta del Salvador
el día del juicio (Aet, 1, 10). 3. Los ángeles conocen naturalmente a Dios, aunque
no ven naturalmente la divina esencia. Dada la superioridad que la Sagrada
Escritura atribuye a los ángeles sobre los hombres (Hebr. 2, 7; 2 Petr. 2, 11)
y lo que la revelación enseña de la posibilidad para el hombre del conocimiento
natural de Dios e imposibilidad de que ningún, entendimiento creado le vea,
intuitivamente por sus propias fuerzas, tiene plena aplicación a los ángeles
cuanto del hombre en este punto se afirma. (Véanse los textos escríturísticos
relativos a esta materia en el vol. 1 de esta edición castellana de la SUMA,
prop, 6." y 9:, pp, 381-383).
b) DOCTRINA DE LA IGLESIA. Solamente la tenemos explícita
respecto a este tercer punto, al afirmar la necesidad del lumen gloriae en todo
entendimiento creado (y, consiguientemente, en el angélico también) para ver
claramente a Dios, y de la imposibilidad de que algún entendimiento creado
pueda obtener naturalmente la visión intuitiva y beatífica de la divina esencia
(Denz., nn. 474,,475, 1021, 1659, 1662, 1786, 1795, 1796 Y 1808).
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