Una tercera
guerra mundial
con diversos
frentes
(fin del artículo)
Se une a lo
mencionado la presencia, cada día más numerosa de fuerzas takfiríes ligadas a
Daesh, que ha fortalecido su posición en Afganistán con la creación del
denominado Emirato de Jorasán, como una provincia de su artificioso y mediático
califato. Según los planes anunciados
por los terroristas de Daesh, este Emirato se conforma con territorios
afganos de Paquistán e incluso mencionan que la región oriental de la República
Islámica de Irán es parte de sus objetivos, lo que ha determinado que el
gobierno de Teherán incremente la vigilancia y control de su frontera con
Afganistán con la eliminación resuelta de toda amenaza terrorista
transfronteriza. No hay posibilidad alguna de aceptar presencia terrorista en
la frontera de Irán han declarado sus autoridades, que se concreta con la
realidad de un país que dentro del concierto regional de inestabilidad
desarrolla su política soberana, independiente y en paz. No aceptar presencia
terrorista implica combatirla y en ese papel Irán ha mostrado cómo hacerlo en
su frontera como en el apoyo a la lucha de liberación en Siria e Irak.
La agonizante
administración estadounidense y al OTAN, que como borrachos porfiados, ciegos y
sordos frente a lo que se presenta ante sus sentidos se resisten a admitir, que
ya nada tienen que hacer en las tierras que no han sido conquistadas por ningún
ejército invasor a lo largo de dos mil años. La Guerra, en esas condiciones, es el opio para el pueblo, tanto
afgano como para el estadounidense e incluso para los Británicos, que han
vuelto a enviar tropas al país asiático.
Uno porque lo paga con su sangre y los otros, principalmente con sus
impuestos. Una Gran Bretaña decidida a impulsar su presencia tanto de Asia
Central como en Oriente Medio a través de una política de apoyo activo de su
Primera Ministra Theresa May a las Monarquías feudales del Golfo Pérsico,
incrementando su presencia militar y estableciendo la Base Naval de Mina Salman
en Bahréin adyacente a la estacionada V Flota de los Estados Unidos.
Una Theresa May
que se ha unido al coro de los enemigos de Irán, que vislumbra a Teherán como
una amenaza para Oriente Medio y Asia Central, sin hacer la mínima autocrítica
al papel vergonzoso cumplido por Londres en la agresión contra Siria, Yemen,
Irak, Afganistán, la complicidad con la entidad sionista contra el pueblo
palestino. Una Gran Bretaña cómplice de los crímenes más deleznables que
conozca la humanidad tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. La Sra. May,
junto a Barack Obama, Angela Merkel, Francois Hollande, los gobiernos de España
e Italia representan la cara de la
hipocresía, la doble moral en materia del respeto al derecho internacional.
Violadores de los derechos humanos de millones de habitantes de la tierra en
todos los confines donde sus ambiciones los llevan.
Un Theresa May
que lo mismo defiende al sionismo de Netanyahu, que al wahabismo de la Casa al
Saud, que mira para el otro lado cuando se habla de la agresión contra Siria,
que se niega a criticar al gobierno estadounidense, en su papel de violador de
los acuerdos nucleares del G5+1 con Irán y los compromisos asumidos. Theresa
May cumple el papel que ha tenido su país desde el fin de la II SGM, un simple
apéndice de las posturas bélicas de su primo estadounidense. Un simple peón a
la hora de decidir su participación bélica en los distintos frente mundiales,
aunque ello signifique poner en peligro la débil relación entre nuestras
naciones y ver morir a millones de seres humanos, ya sea por intereses
geoestratégicos, petroleros, gasíferos o simplemente mantener un papel de
potencia venida a menos, que se desarrolla al amparo de las órdenes de
Washington. A la hora de la dignidad miremos a Palestina, al Sahara occidental,
a Siria, Irak, a Yemen, a Bahréin. Si el concepto es el de ignominia,
servilismo e inmoralidad el trofeo mayor
lo llevan los gobiernos de Washington, Gran Bretaña, París, Berlín, Roma,
Ankara, Tel Aviv, Amman, Riad, entre
otros.
FRENTE MAGREBÍ
Otra de las
regiones donde los contenciosos están a la orden del día es es el Frente
Magrebí, donde sobresale por la importancia regional y sus ramificaciones en
materia de la participación de potencias extrarregionales y temas de inmigración, la guerra de
fragmentación en Libia. Un conflicto que no puede quedar fuera del ranking como
parte de estos estallidos bélicos de corte global, donde tiene activa
participación las fuerzas militares de Francia e Inglaterra, con el aval de la
OTAN y la política militar del Leading From Behind de Washington. Impulsada
desde la primera administración del pronto ex mandatario estadounidense Barack
Obama, impulsado por la acción directa de la ex Secretaria de Estado y
derrotada candidata presidencial, Hillary Clinton.
La
consolidación de la base de operaciones del Movimiento extremista takfirí EIIL
– Daesh en árabe – ha intensificado el aparente objetivo internacional
occidental de acabar con una crisis Libia, que implica tener tres distintos
gobiernos tras una intervención occidental que destrozó el país tras el
derrocamiento y ajusticiamiento del ex líder libio Muamar Gadaffi. La crisis en
Libia no tiene la pretensión de terminar o avanzar hacia la democracia
representativa sino que balcanizar de tal forma al país que termine siendo
despedazado y repartido sus despojos entre occidente y sus compañías
transnacionales hidrocarburíferas. Aceptando el compartir el territorio con
grupos takfirí, que buscarán otros
escenarios donde desarrollar su política criminal bajo el manto protector del
wahabismo, el sionismo y la política hegemónica de occidente.
Al sur de este
Frente Magrebí el panorama de guerras ofrece además otros escenarios de conflictos de baja
intensidad – guerras olvidadas en el análisis internacional - en países como
Somalia, Eritrea, Darfur en Sudán, Guerra Civil en el Congo – que en 20 años ha
generado cuatro millones de muertos - la
denominada Cuenca del Lago Chad que involucra a Nigeria, Níger, Chad y
Camerún, que se enfrentan desde hace un
lustro a la fecha a la amenaza del grupo takfirí Boko Haram y sus propias
contradicciones internas. Adicionemos a ello el irresuelto conflicto entre las
aspiraciones de autodeterminación del pueblo saharaui en el Sáhara occidental,
ocupado por la Monarquía Marroquí desde el año 1975 a la fecha y que ha
implicado el destierro de la mitad de la población Saharaui, que malvive en
campamentos de refugiados en la zona de la hamada argelina en Tindouf y la otra
parte de la población que vive tras el muro construido por Marruecos en los
territorios ocupados.
FRENTE LEJANO ORIENTE
Sostengo que el
Mar Meridional de la China es otro de
los escenarios de confrontación, de enorme rivalidad entre las grandes
potencias, principalmente entre China y Estados Unidos – y los países aliados
de Washington - en la medida que los
gobiernos estadounidenses se oponen a las reivindicaciones territoriales de
China, con relación a la disputa de las islas y peñascos denominados por China
como Diaoyu y por Japón como Senkaku,
situados en un estratégico triángulo signado por el nordeste de Taiwán,
el este de China y el sudoeste de Okinawa. Adicionemos la disputa por las islas
Nansha, denominadas así por China y que Estados Unidos llama islas Spratly.
Islas que China reconoce como suyas y por ello ha instalado un sistema de
defensas y monitoreo por radar. El portavoz del Ministerio de Exteriores de
China, Geng Shuang, el día viernes 16 de diciembre señaló que “las Nansha son
territorio inherente de China y la construcción de instalaciones de China en su
propio territorio es completamente normal” le guste o no Japón y Estados Unidos.
Este
contencioso muestra que la historia de desacuerdos entre China y Japón – con la
presencia permanente de Estados Unidos - no se detiene y que los intereses
geopolíticos, económicos y de intensificación del espíritu nacionalista de
ambas naciones, son una peligrosa realidad. Únase a ello la presencia de
objeticos geopolíticos de Estados Unidos y su irreductible política de alianzas
con rivales tradicionales de China: Filipinas, Corea del Sur, Australia y
Japón. La disputa en el Mar Meridional de la China representa un escenario de
fuerte tensión, en una de las vías navegables con mayor tránsito del mundo, con
riquezas en recursos pesqueros y reservas de gas y petróleo, que la convierte
en una zona de conquista y muy posible escenario bélico en el breve plazo.
No olvidemos
también un viejo conflicto que enfrenta a Rusia y Japón por el dominio de las
islas Kuriles y que mantiene aún en discusión el tratado de paz del año
1956entre amabas naciones y que se ha puesto de nuevo en el tapete tras la
visita del presidente ruso Vladimir Putin a Japón. Vista de Estado efectuada
entre el 15 y el 16 de diciembre – con el enojo evidente de Washington que no
ve con buenos ojos este acercamiento entre Tokio y Moscú al amparo de las
políticas de sanciones que se tiene contra Rusia por parte del G7- La
conversación entre Putin y el Primer Minstro Nipón, Shinzo Abe – quien catalogó
de visita histórica la de Putin a su país - versó en el establecimiento de un
acuerdo de paz y la resolución de la disputa territorial que ambos países
mantienen desde hace décadas en torno a las islas Kuriles, de las cuales Japón reclama
la soberanía sobre cuatro de ellas – que al paso de los años se manifiesta en
al menos obtener la cesión de dos de estas islas - Se consignó por medios internacionales, que hasta el momento, Tokio afirmaba que solo
discutiría un tratado de paz después de recibir todas las islas. Por su parte
Moscú declaró que está dispuesta a
discutir el tratado pero sin condiciones previas.
Rusia y Japón
no han firmado un tratado de paz en los 70 años desde el final de la Segunda
Guerra Mundial, debido a la disputa por cuatro pequeñas islas en el Pacífico,
las llamadas islas Kuriles del Sur por Rusia, y Territorios del Norte por
Japón. Sin embargo, ambos países acordaron comenzar consultas sobre posibles
actividades económicas conjuntas en las citadas islas, tomadas por Rusia y
reclamadas por Japón. Las dos partes coincidieron en que las actividades
conjuntas se realizarán "bajo un marco especial", lo cual
representará un paso importante hacia delante para alcanzar un tratado de paz
entre los dos países, según un comunicado conjunto emitido tras el encuentro de
los líderes de ambas naciones.
En un trabajo
sobre el conflicto en la zona del Mar Meridional de la China, defendí la idea
que una las razones principales que explican este conflicto – hasta ahora
diplomático, político y algunas escaramuzas militares – que vemos tras las
reivindicaciones tanto de China como de Japón, se encuentran y tienen como base
como base la tercera Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar
de 1982, UNCLOS, por sus siglas en inglés. Esto, pues para China, UNCLOS
implica una serie de desequilibrios, que explican su percepción de estar
sometido a un cerco geográfico, económico y militar inaceptable. UNCLOS signa
un estatus de “Zona Económica Exclusiva”
(ZEE) a las zonas marítimas situadas
entre 370 y hasta 650 kilómetros alrededor del territorio insular de un país.
Gracias a su soberanía sobre todo un rosario de islas, islotes y rocas del
Pacífico - Izu, Ogasawara,
Okinotorishima, Minami - situadas hasta
casi 2.000 kilómetros de distancia de Tokio, Japón adquiere la soberanía de una
enorme y rica zona económica dotada, no sólo de recursos pesqueros, sino
hidrocarburíferos y de relevancia geopolítica.
Ello implica,
por ejemplo, que Japón, con una superficie 25 veces más pequeña que China posea
derechos de ZEE sobre 4.5 millones de kilómetros cuadrados, la novena mayor del
mundo y China sólo 900 mil km2, ocupando el puesto número 31 entre Maldivas y Somalia. Para China, esta
realidad implica constatarse encerrada “encajonada” según sus palabras, como
resultante de la combinación de las zonas marítimas de Filipinas, Estados
Unidos - por su presencia dominante en
Guam, Palau, Carolinas y otras islas del Pacífico - además de Japón y Corea. Hablamos entonces,
no sólo de un mapa económico, sino que principalmente geopolítico, donde la
posesión de unos cuantos peñascos e islotes sin habitantes y que apenas se
elevan sobre el mar, significan la posibilidad de salir del enclaustramiento.
Sea en Eurasia,
en el Magreb, en el Lejano Oriente, en Asia central u Oriente Medio, el mundo
se debate en una serie de conflictos que mantiene al menos a una tercera parte
de sus países enfrascados en contiendas bélicas, agresiones, invasiones, apoyos
a grupos terroristas y disputas
territoriales con el peligro de estallidos violentos. Un mundo que día a día
está en pugnas, acompañadas de una lucha ideológica, mediática, donde lo que se
presenta para una parte importante de la humanidad, a través de los ojos
interesados de occidente y sus aliados es aquello que obedece a los interés
económicos y políticos de Washington y sus aliados.
Por ello, a la
par de esta Tercera Guerra Mundial que se disputa con vehemencia y resultados
mortales para millones de seres humanos, el desplazamiento migratorio forzado
de 65 millones de personas, la destrucción de países y su fragmentación, la
destrucción de siglos de cultura, el expolio de su riquezas naturales, hay otra
guerra que se libra a la par: una guerra comunicacional donde también existe un
eje de la resistencia que da dura batalla a los poderes hegemónicos y
monopólicos: Hispantv, Rusia Today, Telesur, Al Manar, Sana, Sputnik, Xinhua,
junto a medios independientes en el seno de las sociedades occidentales, que sacan a la luz aquello que no se muestra, que no
quieren que se vea, aquellos hechos que visualizan el papel criminal de sus
gobiernos, que muestran al mundo que las guerras no son por cuestiones
religiosas, ni por la presencia de uno u otro dictador, sino que las guerras de
agresión ocultan el objetivo de seguir hegemonizando al mundo bajo la guía de
unos pocos.
Un objetivo
miserable, así ello signifique la muerte de 470 mil sirios, un millón de
iraquíes, el genocidio del pueblo palestino, la muerte de 10 mil yemeníes, el
exilio forzado de 200 mil saharauis y la política de ocupación para otros 200
mil en sus territorios. Que ese afán de dominio implica sancionar, bloquear y
castigar con medidas de todo índole a unos pocos por desarrollar soberanamente sus
políticas nucleares pacíficas e independientes y mirar para el lado
cuando los violadores del derecho internacional demuelen casas, asesinan
jóvenes, construyen asentamientos ilegales en territorios ocupados, impiden el
retorno de millones de refugiados y apelan a un victimismo hipócrita. La
Tercera Guerra Mundial está en pleno desarrollo y en esta contienda no hay
posibilidad de declararse neutral.
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