ESCRITOS SUELTOS DEL LIC. Y MARTIR ANACLETO GONZALES FLORES, “EL MAISTRO”
LA VIEJA ENFERMEDAD
Se ha hecho viejo entre
nosotros, el que empecemos una hora con ferviente entusiasmo y que la
abandonemos al día siguiente, sea solamente porque nos falta constancia o
porque no hemos visto inmediatamente los resultados o sea también porque no se
ha tenido, ni se tiene la fuerza de voluntad suficiente para no desmayar
delante de las dificultades y contratiempos. Y esa enfermedad individual y
social que no nos deja, ni nos ha dejado terminar nuestras empresas, explica
suficientemente nuestra situación. Por esto lo primero que debe
hacerse para que en lo sucesivo toda empresa católica destinada a la
reconquista perdure, persevere y alcance un éxito completo, es combatir el
antiguo cáncer de nuestra inconstancia y de nuestra volubilidad. Pues mientras
no logremos extirpar ese mal será imposible para hagamos nada completo, ni nada
serio. Más aún: no haremos otra cosa que desprestigiar las mismas obras o
instituciones de que se echa mano para reconstruir el país. La Unión Popular es, como lo hemos dicho
repetidas veces, el factor principal de que se han servido los alemanes para
alcanzar el nivel de respeto y preponderancia que tienen en su Patria. Esto
significa que esa obra tiene un alcance inmenso para poder organizarla, para
forjar hombres, para moldear voluntades y para dar el éxito; pero entre
nosotros, con todo y que algunos cuando menos, han logrado convencerse de que La Unión Popular es una magnifica
organización, no sabemos más que empezar y a la vuelta de meses o de años todo
ha quedado reducido a palabras, a desilusiones, a desaliento. Porque de nuevo
nuestra vieja enfermedad nos hace retroceder y nos echa en brazos de la inercia
y de la pereza. No solamente quedaremos colocados en la misma situación en que
actualmente nos encontramos, sino que la misma institución acabará por
desprestigiarse y por perder a los ojos de los demás toda su fuerza
organizadora, todo su poder educativo y todo su empuje victorioso. Y ha llegado
el momento de que ante todo nos esforcemos por desarraigar de lo íntimo de
nuestra vida individual y colectiva la antigua enfermedad que ha hecho, que
hará fracasar todas nuestras empresas. La Unión Popular, por su estructura, por sus estatutos, por su
organización, es ante todo una escuela de esperanza, de optimismo, de aliento,
de caracteres, de constancia, de firmeza y por esto cada socio y sobre todo
cada jefe debe tener entendido que dado el primer paso no habrá que retroceder,
no habrá que volver los ojos hacia atrás para medir lo andado, con ánimo de
fatigar el espíritu ante los desastres sufridos, ante las derrotas padecidas o
ante la persistencia de los obstáculos y las dificultades. Que cada día nos sorprenda con
la mano sobre el arado, con la vista fija en el surco, con el brazo dispuesto a
seguir adelante y con el ánimo de arrancar para siempre de nuestra alma
individual y colectiva, la vieja enfermedad que siempre nos deja y nos ha
dejado empezar, pero nunca nos deja ni nos ha dejado terminar. Y hoy es preciso
terminar con el éxito en la mano prendido en el asta de nuestra bandera.
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