DEL NUMERO DE LOS ÁNGELES (a.iii)
Determinada la existencia y la naturaleza de los ángeles o sea,
conocido qué son, viene el preguntar cuántos son y averiguar además algunas
propiedades de esos seres. Los tres artículos que siguen y completan esta cuestión
50 tienen como base lo expuesto en el artículo 2, con el cual se relacionan
íntimamente, pues, supuesta la perfecta Inmaterialidad de los ángeles, siguense
como lógicos corolarios su distinción específica (a. 4) y su incorruptibilidad
intrínseca (a. 5). La misma cuestión del número de los ángeles (a. 3) surge
espontáneamente como dificultad a lo expuesto de la inmaterialidad angélica, pues,
no teniendo materia ni cantidad, parece que no ha de haber número en ellos.
¿Cuántos son los ángeles? No dando la Sagrada Escritura una respuesta precisa a
esta Pregunta ni habiendo nada determinado en el magisterio de la Iglesia,
aunque la tradición abunda en conjeturas no siempre sólidamente fundadas, queda
la razón natural abandonada a sus solos medios, incapaz, por lo tanto, de determinar
el número de los ángeles, y solamente puede llegar a persuadir la conveniencia
de que sea grande ese número. Una cosa es indiscutible, y es que, según la fe,
existe una 'gran multitud de esas substancias espirituales que forman el mundo
angélico.
A) Enseñanza de la divina
revelación
a) LA SAGRADA ESCRITURA.-Sin precisar
dentro de qué límites se contenga el número de los ángeles existentes, la
Sagrada Escritura habla frecuentemente de una gran multitud de tales seres. No
son pocos los pasajes en que en general se llama a Dios Señor de los ejércitos
celestiales y a los ángeles sus milicias (Jos. 5, 14; 3 Reg. 22, 19; 4 Reg ...
6, 17; lob 25, 3; Ps. 27, 18 y 148,2, etc.). Pero aun en particular abundan los
textos en que, refiriéndose a los ángeles expresamente, se habla de ellos en
plural y con términos que suponen una gran multitud. Así, Jacob vio una gran escala
por la que subían y bajaban sin cesar los ángeles (Gen. 18, 12), y el mismo
libro del Génesis nos refiere que Jacob prosiguió su camino y le salieron al
encuentro ángeles de Dios. Al verlos dijo Jacob: "Este es el campamento de
Dios" (Gen. 32, 2 Y 3). El Señor resplandeció en las montañas de Farán,
vino con las miríadas de sus santos (ángeles) (Deut. 33,2). Daniel vio el trono del Señor, y dice que le servían millares de de
millares y le asistían millones de millones (Dan. 7,10). San Lucas (2, 13 Y
15), refiriéndose al ángel que apareció a los pastores anunciándoles el
nacimiento del Salvador, dice: Al instante se juntó con el ángel una multitud
de ejército celestial, que alababa a Dios ... Así que los ángeles se fueron al
cielo .... y sabemos también por San Mateo que Jesús dijo al discípulo que
hirió con la espada al siervo del pontífice: ¿Crees que no puedo ruega a mi
Padre, que me envíe luego doce legiones de Ángeles, (26, '53).
B) Exposición teológica de Santo
Tomás
Parte el Santo de un supuesto que hay que tener presente, y es que
tanto la unidad como el número y la multitud, quede la repetición de la unidad
resultan pueden considerarse en cuanto que son predicamentales, y en ese caso
suponen siempre cantidad y, por consiguiente, extensión y elemento material,
que no se da en los ángeles; y en cuanto que son trascendentales. Solamente en
este último sentido puede hablarse de número y multitud en los ángeles, pues la
multitud trascendental no hace más que afirmar pluralidad de unidades que en sí
tienen razón de entidad positiva y negar al mismo tiempo la división de cada
una de ellas. Es la repetición del uno trascendental, es decir, que se
identifica con el ser (cf, De potentia, q, 9, a. 7; 1: p., q. 11, a, 1 y 2). De
confundir estas nociones nació el error que afirmaba que los ángeles no están contenidos
dentro de número alguno, por trascender todo número, dada su inmaterialidad (II
Sent disto 2, q. 1, a. 3).
En este articulo 3, que tiene dos partes, se exponen primero las
sentencias de Platón, Aristóteles y Maimónides, que "se rechazan, porque
ni los ángeles son las especies de las cosas materiales, ni existen por y para
las cosas sensibles" ni la posición de Maimónides está conforme con lo que
las sagradas letras nos enseñan. La única razón, y nótese en esto la prudencia
con que Santo Tomás procede, que puede asignarse para poner pluralidad de
substancias angélicas, es la sabiduría divina, que establece los diversos
órdenes de substancias inmateriales (ad 3) Y la que busca el orden y perfección
del universo, en el que es razonable que las criaturas más perfectas, que superan
a las otras en dignidad y finalidad, como son los ángeles, excedan en número de
un modo casi incomparable a las substancias materiales, ya que de una forma más
directa y principal contribuyen a ese orden universal.
Querer fuera de esto precisar un número más o menos grande, pero determinado
de ángeles, excede las fuerzas de la humana razón, que habrá de debatirse en
vanas conjeturas. Terminamos este comentario con las palabras de Santo Tomas: En cuanto a determinar el número de las
substancias separadas, los distintos autores han seguido diversos caminos [l1J.
Platón admitió que las substancias separadas son las especies de las cosas
sensibles, que es como admitir que la naturaleza humana existe en estado de separación,
y en esta hipótesis era forzoso suponer que el número de las substancias
separadas corresponde al de las especies sensibles. - Pero Aristóteles reprueba
este parecer, fundado en que la materia es de esencia de los seres sensibles;
de donde dedujo que las substancias separadas no pueden ser las especies
ejemplares de los seres sensibles de este mundo, sino que han de poseer
naturalezas superiores a las de las cosas sensibles. Sin
embargo, el propio Aristóteles admitió que aquellas naturalezas perfectas
tienen con nuestras cosas sensibles la relación de motores y de fines, y por
esto calculó el número de las substancias inmateriales en conformidad con el de
los primeros movimientos. Pero como esto parecía estar en desacuerdo
con los documentos de la Sagrada Escritura, Rabí Moisés, que era judío,
deseoso, de hallar un acuerdo, dijo que los ángeles, en cuanto llamadas,
substancias espirituales, se multiplican según el número de los movimientos de
los cuerpos celestes, que es lo que había dicho Aristóteles; pero añadiendo que
en la Sagrada Escritura se llama asimismo ángeles a los hombres mensajeros de
las cosas divinas y también a las virtudes de las cosas naturales que
manifiestan la omnipotencia de Dios. Sin
embargo, es ajeno al lenguaje de la Sagrada Escritura el llamar ángeles a las
virtudes de los seres irracionales, Por consiguiente, se debe decir que los
ángeles, en cuanto substancias inmateriales, forman una multitud inmensa, superior
a la muchedumbre de los seres materiales, que es lo que dice Dionisio: Muchos son los ejércitos bienaventurados de mentes celestes, y
tantos que exceden a la medida pobre y mezquina de nuestros números materiales.
La razón de esto es porque, como lo que principalmente intenta Dios al
crear las cosas es la perfección del universo, cuanto más, perfectas sean las
cosas, con mayor prodigalidad son creadas por Dios. Pero así como, tratándose
de los cuerpos, la grandeza se aprecia por la magnitud, cuando se trata de los
seres incorpóreos puede apreciarse por la multitud. En efecto, vemos que los,
cuerpos incorruptibles, que son los más perfectos, tienen una magnitud que
excede sin comparación a la de los corruptibles, puesto que toda la esfera de
los elementos activos y pasivos es muy poca cosa en comparación con los cuerpos
celestes [12J, Por tanto, es razonable pensar que las
substancias inmateriales excedan por su número a las materiales casi sin
comparación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario