29 de
mayo
SANTA MARIA MAGDALENA DE PAZZIS,
VIRGEN
La santa de la caridad divina.
— Magdalena de Pazzis ha brillado en el Carmelo por su
esplendorosa pureza y por lo ardiente de su amor, Ha sido una de las más
hermosas manifestaciones de la caridad divina en el seno de la verdadera
Iglesia, llevada a cabo en la sombra del claustro como Felipe de Neri en las
tareas del ministerio pastoral, habiendo acogido ambos en sí mismos para
cumplirla esta palabra del Hombre Dios: "He venido a prender fuego sobre la
tierra y qué otra cosa quiero sino que arda'". La vida de la Esposa de
Cristo fué un milagro continuado. Los éxtasis y raptos eran diarios. Dios le
comunicó vivísimas luces sobre los misterios y con el fin de purificarla cada
vez más por medio de estas sublimes manifestaciones, la hizo atravesar las más
terribles pruebas de la vida espiritual. Triunfó de todas, aumentando siempre
su amor hasta el extremo de que sólo podía encontrar reposo en el sufrimiento
con el que alimentaba el fuego que la consumía. Al mismo tiempo su corazón
rebosaba de amor por los hombres, deseando salvarlos a todos y extendiendo su
caridad ardiente no sólo a las almas sino también los cuerpos. Mientras duró en
la tierra esta existencia seráfica el cielo miró particularmente complacido
Florencia y el recuerdo de tantas maravillas ha mantenido, en esta ciudad hasta
nuestros días, un culto fervoroso a la insigne Esposa del Salvador de los hombres.
Uno de los caracteres más sorprendentes de la divinidad y de la santidad de la
Iglesia aparece en estas vidas privilegiadas en las cuales la acción directa de
los misterios de nuestra salud aparece con tanto esplendor. "Dios amó al
mundo hasta el punto de darle su único Hijo'", este Hijo de Dios se
enamora de alguna de sus criaturas produciendo en ella tales efectos que todos
los hombres pueden adquirir por ellos una idea del amor de que está abrasado su
divino corazón hacia este mundo que rescató con el precio de su sangre.
¡Dichosos los que saben contemplar este espectáculo y dar gracias por tales dones!
Ellos pusieron la verdadera luz y en tanto que aquellos que dudan demuestra que
sus luces luchan todavía con las tinieblas de la naturaleza caída.
Vida. — Sta. María Magdalena de Pazis nació en Florencia
en 1566. Desde su más tierna infancia fue favorecida de gracias particulares
hasta el punto de tener constantemente el sentimiento de la presencia de Dios y
de poder pasar largas horas en la oración. A la edad de diez años hizo su
primera comunión y poco después emitió el voto de perpetua virginidad. En 1582
ingresaba en el Carmelo donde hacía su profesión dos años después. Pero
entonces vivió en un estado continuo de oración y de éxtasis frecuentes. Dios
la probó con terribles sufrimientos hasta su muerte ocurrida el 25 de mayo de
1607. Numerosos milagros dieron testimonio de su santidad por lo que Clemente
IX la inscribió en el catálogo de los santos en 1669.
ELOGIO. — Tu
vida aquí, oh Magdalena, se asemejó a la de un ángel a quien la voluntad de
Dios hubiera sometido a las leyes de la naturaleza caída. Todas tus
aspiraciones te llevaban más allá de las condiciones de la vida presente y
Jesús se complacía en despertar en ti esa sed de amor que sólo podía saciarse
en las fuentes de la vida eterna. Una luz celestial te revelaba los misterios
divinos, tu corazón no podía contener ya los tesoros de verdad y de amor que el
Espíritu Santo acumulaba en él y entonces tu energía se refugiaba en el
sacrificio y en el dolor como si únicamente en el anonadamiento de ti misma
hubieras podido pagar la deuda que habías contraído con ese Dios que te colmaba
con sus más caros favores.
PLEGARIA. —
¿Cómo te imitaremos alma seráfica?, ¿qué representa nuestro amor junto al tuyo?
Podemos, sin embargo, seguirte desde lejos. El año litúrgico era el centro de
tu existencia cada una de sus estaciones ejercía sobre ti su influencia y te
traía nuevas luces y nuevos ardores. El Niño de Belén, la Víctima de cruz, el Vencedor
de la muerte, el Espíritu Santo con sus siete dones te arrebataban; y tu alma,
renovada por esta sucesión de maravillas se transformaba cada día más en Aquel
que, por adueñarse de nuestros corazones, se dignó manifestarse en estos hechos
sublimes que la Santa Iglesia nos hace repasar cada año con los socorros de una
gracia siempre nueva. Oh Magdalena, amaste con pasión a las almas durante tu
vida mortal, pero este amor se ha acrecentado aún más con la posesión del Bien
Supremo. Alcánzanos abundancia de luces para ver mejor todo aquello que
hechizaba tus potencias y tus sentidos, el ardor del afecto para amar más lo
que apasionaba tu corazón.
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