13
de abril.
(†
586)
San
Hermenegildo, Mártir;Príncipe de España.
III
Clase – Ornamentos rojos
Misa-
Protexisti
Epístola
– Libro de la Sabiduria (V,1-5)
Evangelio
– San Juan (XV, 1-7)
San Hermenegildo, príncipe de España y
mártir glorioso, fué hijo de Leovigildo, godo y hereje arriano, rey de España,
el cual tuvo dos hijos: a Hermenegildo, que era el mayor, y príncipe del Reino,
y como a tal le dio el título de rey; y a Recaredo que por muerte de
Hermenegildo su hermano, sucedió en el reino. Criáronse estos dos príncipes con
la leche ponzoñosa de la herejía arriana que tenía su padre y los godos habían
traído a España, hasta que habiendo crecido Hermenegildo en edad y discreción, conoció
su engaño, y enseñado de San Leandro arzobispo de Sevilla, se convirtió con
entero corazón a la santa fe católica. Hubo entre el rey Leovigildo y el
príncipe su hijo algunos debates y diferencias, al principio mansamente y
después con rompimiento de guerra; y finalmente vino el hijo católico a manos
del padre hereje, el cual le hizo llevar preso y aherrojado a Sevilla y ponerle
en una torre hedionda y oscura, cargado de cadenas. Estando en esta cárcel el
santo príncipe comenzó a tener en poco el reino de la tierra y a desear mucho
el del cielo, y no contentándose con las prisiones y penas que sufría se vistió
de cilicio, haciendo continuamente oración al Señor. Vino la festividad de la
Pascua, y aquella noche el pérfido rey Leovigildo envió un obispo arriano a la
cárcel para que su hijo recibiese la comunión pascual de la mano sacrílega de
aquel hereje, prometiéndole, si lo aceptaba, de admitirle en su gracia: pero el
santo mozo echó de sí al obispo arriano, reprendiéndole y diciéndole las
palabras que merecía oir. Entonces el padre salió de sí, y arrebatado de saña y
furor, envió sus soldados y ministros para que allí donde estaba le matasen, y
así se hizo; porque entrando en la cárcel, le dieron un golpe con un hacha en
su santo cerebro y le quitaron la vida corporal, que el mismo santo con tanta
constancia había menospreciado. Añade aquí san Gregorio, que el padre pérfido y
homicida de su hijo tuvo dolor y arrepentimiento de lo que había hecho, mas no
de manera que le aprovechase para la salud eterna, porque puesto caso que
conoció que la fe católica es la verdadera, pero no se atrevió a confesarla
públicamente, por temor de sus súbditos, y por no perder el reino: y cayendo
enfermo, y estando para morir, encomendó a san Leandro, obispo, a quien antes
gravemente había afligido, que tuviese mucha cuenta con Recaredo su hijo, que
dejaba por sucesor, y procurase reducirle a la fe católica, y con esto acabó su
vida». El cuerpo de San Hermenegildo se venera en Sevilla, menos la santa
cabeza oue fué llevada a Zaragoza cuando los moros se apoderaron de Andalucía.
Reflexión: En una carta que escribió San
Hermenegildo al rey su padre le decía estas palabras: «Si os enojáis porque sin
vuestro parecer he osado trocar religión, yo os suplico que me deis licencia para
tener justa pena por ver que aun no me concedéis que yo tenga más cuenta de mi
salvación que con las otras cosas de esta vida. Y sabed que estoy aparejado, si
fuere menester, a dar la sangre y la vida por mi alma; porque no es justo que
el padre carnal pueda más que Dios, ni que tenga más fuerza con su hijo que la
propia conciencia». Esta ha de ser también la firme determinación con que hemos
de conservar nuestra fe y guardar nuestra fidelidad a Dios, diciendo con cristiana
libertad y entereza: «Primero es Dios; después mi alma; después los padres, amigos
y demás hombres y cosas del mundo».
Oración: Oh
Dios, que enseñaste a tu bienaventurado mártir Hermenegildo a que pospusiese el
reino de la tierra al celestial, concédenos que a su imitación despreciemos las
cosas caducas, y aspiremos siempre a las eternas. Por Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.
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