René Capistrán Garza presidente de la ACJM (Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos -1925) "La hora de la victoria pertenece a Dios." |
El emperador
Maximiano marchó a las Galia a sofocar un levantamiento. Quiso y mandó que la
Legión Tebana se uniera al Ejército a su mando. Estando ya en camino y muy
próximo a entrar en batalla, mandó a los Tebanos ofrecer sacrificios a los
dioses, dizque para que les diesen la victoria. La gloriosa Legión Tebana, al
oír tan extraña e impía orden contestó: "Nosotros hemos venido a combatir
a los enemigos del imperio, no a renegar de nuestra fe; mandad que desnudemos
nuestras espadas contra los enemigos, pero no nos mandéis desobedecer a Dios. ¿Cómo
podríais contar con nuestra obediencia, si faltásemos a la que debemos a
Dios?"
-Tan valiente
respuesta valió el martirio a aquella gloriosísima Legión y a su incomparable
general San Mauricio. ¡Muy bien por los militares dignos! El año antepasado,
cuando el déspota Herriot, Primer Ministro del Gabinete Francés, se proponía
imponer leyes impías y tiránicas a la nación francesa; en los momentos en que
recorría las calles de París una manifestación pacífica de católicos que
protestaban de semejante tiranía, Herriot mandó a los soldados hacer fuego
sobre la multitud. Pero los jefes rompieron sus espadas en las rodillas, las
arrojaron al suelo con desprecio y contestaron con digna arrogancia: "No
fuimos soldados para derramar la sangre de nuestros hermanos que reclaman su
libertad y defienden sus derechos, sino para defender la integridad de la
Patria". La resistencia armada se había iniciado, y con Capistrán repetimos:
la hora de la victoria pertenece a Dios.
IX
Nos citaron al grupo
corriendo la voz de que se trataba de una junta de mucha trascendencia, a la
que no debíamos faltar. Con más a menos precauciones fueron llegando a mi casa,
escogida para la reunión, la cual conocían por haberse celebrado algunas veces
en ella la Santa Misa, en un pequeño altar que mi madre arreglaba con arte y
primor. En esas ocasiones ofició para nosotros el Padre Miguel Pro, quien
llegaba de cachucha y en bicicleta, y nos estimulaba por su jovial alegría y
piedad sincera. Nos informaron los bien enterados que se trataba de damos a
conocer un - documento de extremo valor y estábamos en ascuas por que llegara
"la hora de las revelaciones”. Cuando entró Luis nos encontrábamos de pie
a lo largo del pasillo de acceso. Se inclinaron reverentemente los primeros
para saludado, mientras le decían: -¡Paso al casto varón!-. Los demás seguimos
la broma y él pasó sonriendo a todos. Mientras Luis presentaba sus respetos a
mis padres, el Pichón ocupó la pequeña mesita del estrado e imitándole la voz y
ademanes nos dijo: -Compañeros, calmen su justa impaciencia. Se nos citó para
darnos a conocer en el mayor secreto una orden y una noticia, las que aquí
traigo y voy a leerles suplicándoles su atención:
Todo habitante consciente de esta nación desgraciada
debe
desear que a Plutarco se lo lleve...
se lo lleve la trompada.
Por su
poca educación y sus "pujidos" tan feos...
por quitarle sus empleos a toda la
gente honrada...
por lo de los
ferrocarrileros
se lo lleve ...
se lo lleve la tostada.
Al traidor patriarca Pérez,
que es una vejiga inflada ...
y a Morones y a Aluaritos,
y a la pandilla malvada
con tantos escandalitos
se los lleve ...
se los lleve la trastada.
¡Así sea! -carearon
todos, riendo la ocurrencia. Intervino Luis para rogarnos seriedad; reprendió
amistosamente al Pichón por sus versos "fuera de lugar en esa
ocasión", y en seguida inició el acto con el Rosario rezado en la forma
que le había dado fama, porque lo alargaba con peticiones por el remedio de
todas las necesidades de vivos y difuntos, con oraciones para todos y cada uno
de los santos de la Corte Celestial.
En seguida nos dio la
grata nueva que había motivado aquella reunión: el Santo Padre Pío XI había
dirigido a los fieles del mundo una Encíclica sobre la persecución religiosa en
México, suplicando "al Divino Fundador de la Iglesia para que pusiese el
remedio a tan grandes y acerbos males".Nos conmovió profundamente la
Encíclica por el paternal cariño del Papa hacia sus hijos de México,
demostrando estar profunda y detalladamente enterado de cuanto nos ocurría, y
algunos de sus párrafos nos fueron especialmente significativos o gratos, escuchándolos
con todo respeto:...contra nuestros carísimos hijos mexicanos otros desertores
de la milicia de Cristo y hostiles al Padre común de todos, han movido hasta
ahora y mueven todavía una despiadada persecución. Es cierto que en los
primeros siglos de la Iglesia y en tiempos posteriores, se ha tratado
atrozmente a los cristianos; pero, quizá no ha acaecido en lugar ni tiempo
alguno, que un pequeño número de hombres, conculcando y violando los derechos
de Dios y de la Iglesia, sin algún miramiento a las glorias pasadas, sin ningún
sentimiento de piedad para con sus conciudadanos, encadenaran totalmente la
libertad de la mayoría con tan premeditadas astucias, enmascaradas con
apariencias de leyes.
…El Clero y la
multitud de los fieles, socorridos con más abundantes efusiones de la gracia
divina en su paciente resistencia, han dado tan ejemplar espectáculo que
merecieron con todo derecho que Nos, en un Documento solemne de nuestra Autoridad
Apostólica, los propusiéramos como ejemplo ante los ojos del mundo católico. Mientras
leía guardábamos todo religioso silencio, turbado tan sólo cuando alguien hizo
muy por lo bajo alusión a las espadas vírgenes de cierta asociación, por lo que
Luis suspendió la lectura y con voz grave dijo:
-¡Silencio! ¡Está
hablando el Papa!
- ¿Papa tú? Si ni a
camote llegas -comentó Pichón, y provocó la carcajada de toda aquella juvenil
concurrencia. Hizo una pausa Luis,
que como el más anciano de aquella tropa sabía que era pedir peras al olmo
exigir la seriedad de un académico a "sus muchachos", y continuó
leyendo, pues en el fondo estaba admirado, según dijo después, de que hubieran
guardado en todo el resto del tiempo "tan solemne silencio". Otros
párrafos fueron justamente subrayados: …aquellos que idearon, aprobaron y
dieron sanción a dichas leyes, " en su soberbia y demencia, creyeron que
podían disgregar y echar por tierra "la casa del Señor, sólidamente construida
y apoyada sobre Roca Viva", Más adelante agregaba el Papa: Es increíble,
Venerables Hermanos, cuánto Nos entristece esta grande perversión del ejercicio
de la autoridad pública, Hombres y mujeres que defendían la causa de la
Religión y de la Iglesia, de viva voz o distribuyendo hojas y periódicos han
sido llevados a los tribunales y puestos en prisión. Los miembros de la Liga
Defensora de la Libertad Religiosa que se ha pro pagado por toda la república,
trabajan concorde y asiduamente para que los católicos bien ordenados e
instruidos presenten un frente irresistible a sus adversarios. Una fingida
tosecilla de satisfacción se apoderó de nosotros cuando se refirió
concretamente a la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, de quien Pío XI
dijo que sus socios "están tan ajenos a todo miedo, que lejos de huir,
buscan los peligros y aun gozan cuando les toca sufrir malos tratamientos de
los adversarios, ¡Oh espectáculo hermosísimo dado al mundo, a los ángeles y a
los hombres! ¡Hechos dignos de toda alabanza!"
En este elogio
incluyó igualmente a la benemérita Unión de Damas Católicas Mexicanas, Casi
para terminar tuvo el Santo Padre un párrafo lleno de esperanza para nosotros: Sabremos
que vendrá igualmente un día en que la Iglesia Mexicana descansará de esta
tempestad de odios, porque, según los divinos oráculos no hay sabiduría, no hay
prudencia, no hay consejo contra el Señor y las puertas del infierno no
prevalecerán contra la Iglesia de Cristo. Terminó la Encíclica
implorando a Nuestra Señora María de Guadalupe, celestial Patrona de la Nación
Mexicana, que alcance para su pueblo las bendiciones de la paz y la concordia. Después
de hacer entusiastas comentarios se disponían a partir, cuando de improviso
iluminamos el patio de la casa y, abriendo la puerta que le daba acceso,
aparecieron a los ojos de todos dos formidables piñatas, que nos llenaron de
una alegría indescriptible, pues el boycot nos había privado de toda clase de
diversiones por cinco largos meses, y no figuraron aquel año en nuestro programa
las tradicionales posadas que esperábamos siempre con ansia. Nuestra alegría no
tuvo límites. Olvidáronse de que estaban en casa ajena, y dejando a un lado
preocupaciones y tristezas, se lanzaron al patio, celebrando con risas y gritos
la feliz ocurrencia de los Piñateros, quienes habían aderezado las ollas
imitando a dos personajes.
La una tenía en su
cara de cartón la expresión de un niño gordo con bigotes y anteojos y un brazo mochado
a la mitad, buena caricatura de Obregón, y la otra de una cara dura, con bigote
recortado y arrugas muy marcadas, imitaba admirablemente a Plutarco Elías. Luis
fue el primero en vendarse, respetando la voluntad popular que así lo pidió a
gritos. Pablo tomó de los brazos a Luis y llevándolo así le hizo tocar la olla
con el palo y le dio después varias vueltas sobre sí mismo para que perdiera la
idea de su situación respecto a la piñata. Humberto, que tenía en sus manos la
cuerda que la sostenía, la hizo descender hasta que tocara el suelo con sus
pies de cartón, y le dio un impulso que hizo parecer que caminaba impaciente de
un lado a otro, como en espera del garrotazo que había de poner fin a su vida. El anciano descargó
los tres golpes reglamentarios en los precisos momentos en que la piñata acababa
de pasar frente a él. Roberto fue el
siguiente en turno y no logró hacerle mayor daño que romperle una parte de las
vestiduras y dejar al descubierto ventruda olla prometedora de gran abundancia
de golosinas. Tras ligera discusión, en que salieron a relucir edades y otros
títulos que obligaban al que los poseía en mayor abundancia a aceptar el
siguiente turno, fueron pasando varios, pero se salvaba la piñata gracias a la
habilidad de Humberto, que esquivaba los golpes, hasta que uno puso fin al muñeco
y se lanzaron todos sobre sus mortales despojos, y ¡oh decepción! de la panza
del manco no cayeron sino jitomates, ajos, cebollas y garbanzos en cantidad,
con los que se entabló encarnizado combate, que suspendió Luis para dar lugar a
la siguiente piñata. Con el turco se
repitió la diversión. Un formidable golpe del general le abrió la negra
barriga, pues muy ahumada estaba la olla, y de ella salieron sólo papas, con
las que se reanudó la batalla.
X
LA NOTICIA DE LOS PRIMEROS
LEVANTAMIENTOS en armas corría de boca en boca y el entusiasmo de la gente era
contagioso y lleno de optimismo. Insistentemente se habló de un barco cargado
de pertrechos adquiridos en el vecino país del norte, en el cual vendría
Capistrán Garza para ponerse al frente de la gente que tan sólo esperaba
elementos con qué actuar. Se señalaba Puerto Vallarta como el lugar indicado
para el desembarco, e incluso se daban detalles del plan preparado para
apoderarse previamente del citado puerto. Mientras eso ocurría era
indispensable pertrechar a los alzados que carecían de todo lo necesario, y se
inició una colecta de armas y parque entre las personas amigas de la causa, y
se reunieron en buena cantidad, pero eran de tipos tan diversos, y algunas tan
antiguas que mejor aprovechamiento hubieran tenido en algún museo ad hoc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario