VIERNES
DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA
La Estación se celebra en la iglesia de San Lorenzo in Lucina, antiguo y célebre
santuario donde se conserva la parrilla en la cual el santo Arcediano de la
Iglesia romana consumó su martirio.
COLECTA
Suplicámoste, Señor, prosigas
nuestros ayunos con tu benigno favor: para que, así como nos abstenemos de
alimentos en el cuerpo, así ayunemos también de vicios en el alma. Por el Señor.
EPISTOLA
Lección del
libro de los números.
En aquellos días se juntaron
los hijos de Israel contra Moisés y Aarón: y, amotinándose, dijeron: Dadnos agua,
para que bebamos. Y, despidiendo a la multitud, entraron Moisés y Aarón en el
tabernáculo de la alianza, se prosternaron en tierra, y clamaron al Señor, y
dijeron: Señor, Dios, oye el clamor de este pueblo, y ábreles tu tesoro, una
fuente de agua viva, para que, saciados, cese su murmuración. Y apareció la
gloria del Señor sobre ellos. Y habló el Señor a Moisés, diciendo: Toma la
vara, y congrega al pueblo, tú y tu hermano Aarón, y hablad a la roca delante
de ellos, y ella dará aguas. Y, cuando sacares agua de la roca, beba toda la multitud,
y sus animales. Tomó, pues, Moisés la vara, que estaba delante del Señor, como
se lo había mandado, y, reunida la multitud delante de la roca, les dijo: Oíd,
rebeldes e incrédulos: ¿Acaso podremos sacar agua de esta roca para vosotros? Y,
habiendo alzado la mano Moisés, golpeando dos veces la piedra con la vara,
brotaron copiosísimas aguas, de tal modo que pudieron beber el pueblo y los
animales. Y dijo el Señor a Moisés y Aarón: Porque no me habéis creído, para
que me santificarais delante de los hijos de Israel, no introduciréis a estos pueblos
en la tierra que les daré. Esta es el agua de la contradicción, donde los
hijos de Israel murmuraron contra el Señor, y fué santificado en ellos.
LA ROCA ESPIRITUAL. — Este es uno de los símbolos más venerables del Antiguo
Testamento y figura del bautismo a que aspiran los catecúmenos. En él aparece el agua como el
blanco de los deseos de todo un pueblo que sin ella perecería. San Pablo que
nos descubre los misterios de la antigua alianza, nos enseña que la roca, la
piedra figura a Jesucristo de quien brota la fuente de agua viva que apaga la
sed y purifica las almas. Los Santos Padres han sido los que después nos han
hecho notar que de la piedra, no brotó el agua vivificante que encerraba, hasta
después de haber sido golpeada con la vara, cuyos golpes dados a la roca
significan la Pasión del Redentor. La madera de esta vara, nos dicen los
intérpretes antiguos es símbolo de la Cruz, y el doble golpe representa los dos
maderos de que está formada.
EL NUEVO MOISÉS. — Las pinturas que la Iglesia primitiva ha dejado
en las Catacumbas de Roma, nos ofrecen continuamente esta imagen de Moisés
hiriendo la roca de donde corren las aguas; y en un vaso pintado, encontrado en
esos subterráneos, cuna de nuestra fe, se nos enseña, por la inscripción que
allí se lee todavía, que los primeros cristianos consideraban la persona de Moisés,
que sólo se trae como figura, al mismo San Pedro, que, en la nueva alianza, ha
abierto al verdadero pueblo de Dios la fuente de toda la gracia con su predicación
el día de Pentecostés y más tarde en la que dirigió a los gentiles en la persona
del centurión Cornelio. Este símbolo de Moisés hiriendo la roca y la mayoría de
los que hemos encontrado y encontraremos aún en las lecturas que la Iglesia
destinaba a la instrucción de los catecúmenos, no están consignados únicamente,
durante los primeros siglos, en los frescos de las Catacumbas romanas;
numerosos monumentos nos dicen que también se les representaba en todas las iglesias
de oriente y occidente. Muchos de estos símbolos se han conservado hasta el
siglo XIII y hasta más tarde en las vidrieras de nuestras catedrales,
conservándose aun la forma hierática que habían recibido al principio. Es triste
ver que temas que excitaban vivo entusiasmo en nuestros padres, a nosotros nos
sean tan poco familiares. Salgamos de esta indiferencia que no tiene nada de
cristiana y volvamos, por la meditación de la sagrada liturgia, a estas
tradiciones de las que nuestros antepasados formaron su fe enérgica y su
admirable entrega a Dios y a la posteridad.
EVANGELIO
Continuación
del santo Evangelio según S. Juan.
En aquel tiempo fué Jesús a una
ciudad de Samaría, que se llama Siquén, junto al campo que dió Jacob a su hijo
José. Y estaba allí la fuente de Jacob. Jesús, pues, fatigado del camino, se
sentó sobre la fuente. Era casi la hora sexta. Vino una mujer de Samaría a
sacar agua. Díjole Jesús: Dame de beber. (Sus discípulos habían ido a la
ciudad a comprar víveres.) Díjole, pues, aquella mujer Samaritana: ¿Cómo tú,
siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer Samaritana? Porque los
judíos no tratan con los samaritanos. Respondió Jesús, y le dijo: Si conocieras
el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber: quizás le pidieras tú
a El, y El te diera agua viva. Díjole la mujer: :Steñor, no tienes con qué sacarla,
y el pozo es hondo: ¿dónde tienes, pues, el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que
nuestro padre Jacob, que nos dió este pozo, y él mismo bebió de él, y sus
hijos, y sus ganados? Respondió Jesús, y le dijo: Todo, el que bebe de esta
agua, sentirán sed otra vez: mas, él que bebiere del agua que yo le daré, no
sentirá sed eternamente: sino que el agua, que yo le daré, se hará en él una fuente
de agua que saltará hasta la vida eterna. Díjole la mujer: Señor, dame de esa agua,
para que no tenga sed, ni vuelva más a sacar de aquí. Díjole Jesús: Vete, llama
a tu marido, y vuelve aquí. Respondió la mujer, y dijo: No tengo marido. Díjole
Jesús: Bien has dicho que no tienes marido, pues has tenido cinco, y el que
tienes ahora no es tuyo: has dicho la verdad. Díjole la mujer: Señor, veo que
eres profeta. Nuestros padres adoraron a Dios en este monte, y vosotros decís
que es en Jerusalén donde hay que adorarle. Díjole Jesús: Mujer, créeme, ya
viene la hora, cuando no adoraréis al Padre ni en este monte, ni en Jerusalén.
Vosotros adoráis lo que no sabéis: nosotros adoramos lo que sabemos, porque la
salud viene de los judíos. Pero ya ha llegado la hora, y es ésta, cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque el
Padre desea adoradores de esta clase, para que le adoren. Dios es espíritu: y,
los que le adoran, deben adorarle en espíritu y en verdad. Díjole la mujer: Sé
que el Mesías (que se llama Cristo) está
paravenir. Y, cuando él venga, nos anunciará todas las cosas. Díjole Jesús: Yo
soy, que hablo contigo. Y en aquel momento llegaron sus discípulos: y se
admiraron de que hablara con una mujer. Sin embargo, nadie le dijo: ¿Qué
buscas, o qué hablas con ella? Dejó, pues,
su cántaro la mujer, y se fué a la ciudad, y dijo a aquellos hombres: Venid, y
ved al hombre que me ha dicho cuanto he hecho: ¿será El el Cristo? Salieron, pues, de la ciudad, y
fueron a El. Entretanto, le rogaban los discípulos, diciendo: Rabbí, come. Pero
El les dijo: Yo tengo para comer un manjar que vosotros no conocéis. Se decían,
pues, los discípulos entre sí: ¿Acaso le ha traído alguien de comer? Díjoles Jesús:
Mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado, y cumplir su obra. ¿No
decís vosotros que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues yo os digo:
Alzad los ojos, y ved los campos: ya están blancos para la siega. Y, el que
siega, recibe jornal, y recoge el fruto para la vida eterna: para que se
alegren el que siembra y el que siega. Aquí es verdad aquel dicho: Uno es el que
siembra, y otro el que siega. Porque yo os he enviado a segar lo que vosotros
no trabajásteis: otros lo trabajaron, y vosotros habéis entrado en sus labores.
Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en El, por lo que les
había contado la mujer, al decirles: Me ha dicho cuanto he hecho. Viniendo,
pues, los samaritanos a El, le rogaron que quedase allí. Y quedó allí dos días.
Y muchos otros creyeron en El por su misma palabra. Y decían a la mujer: Ya no
creemos por tu dicho: pues nosotros mismos hemos oído, y sabemos que éste es ciertamente
el Salvador del mundo.
JESÚS EN EL POZO DE JACOB. — El relato evangélico cuenta
que el hijo de Dios viene personalmente a continuar el misterio de Moisés, como
lo demuestra la revelación que hizo a la Samaritana, representante de la
gentilidad, del misterio del agua que da la vida eterna; también hoy encontramos
este tema plasmado en las pinturas murales de las catacumbas y los
bajorrelieves de los sarcófagos cristianos de los siglos IV y V. Meditemos pues esta
historia, donde todo nos habla de la misericordia del Redentor. Jesús se siente
cansado del camino que acaba de recorrer; El, el Hijo de Dios, quien creó el mundo
con una sola palabra, se ha fatigado buscando a sus ovejas. Consideradle
obligado a sentarse para aliviar sus fatigados miembros; y lo hace junto al brocal
de un pozo, próximo a una fuente. Encuentra a una mujer que sólo conoce el agua
material. Jesús quiere darla a conocer un agua mucho más preciosa. Comienza por
comunicarla la fatiga que le abruma, la sed que le devora. Dame de beber, le
dice; pocos días después dirá en Cruz; tengo sed. Para llegar a
comprender bien la gracia del Redentor hay que haberle conocido primero en sus
enfermedades y sufrimientos.
EL AGUA VIVA. — Poco después ya no es Jesús quien pide agua; él
mismo la ofrece y un agua que quita sed para siempre, un agua con que apagaremos
nuestra sed, incluso en la otra vida. La mujer desea beber esta agua; desconoce
todavía quien es el que le habla y ya da crédito a sus palabras. Esta idólatra
demuestra más fe que los mismos judíos; no obstante sabe que quien la dirige la
palabra pertenece a una nación que la desprecia. La acogida que hace al Salvador
la merece nuevas gracias. Comienza por experimentarlo. Vete, le dice, llama
a tu marido y vuelve aquí. Esta infeliz no tenía un marido legítimo;
Jesús quiere que lo diga ella misma. No anda con rodeos; y el haberle revelado
su falta vergonzosa es motivo de que le reconozca por un profeta. Su humildad
será recompensada y saciará su sed de las fuentes de agua viva. De igual modo
se sometió el pueblo gentil a la predicación de los apóstoles que venían a
revelar a estos hombres despreciados, la gravedad del mal y la santidad de Dios;
y lejos de rechazarlos les encontraban dóciles, dispuestos para todo. La fe de
Jesucristo necesitaba mártires; los hubo en masa en las primeras generaciones
arrebatadas al paganismo y a todos sus desórdenes. Jesús, viendo esta sencillez
en la Samaritana, piensa compadecido que ha llegado el tiempo de revelársele. Notifica
a esta pobre pecadora que ha llegado el momento en que los hombres adorarán a
Dios en toda la tierra; que ha venido el Mesías y que él mismo es el Mesías.
Así es de delicada la divina condescendencia del Salvador con un alma dócil; se
le manifiesta totalmente. Entre tanto llegan los Apóstoles; pero tienen muy metido
todavía el nacionalismo israelita para comprender la misericordia que ha tenido
su Maestro con esta samaritana; no obstante está muy próxima la hora en que
ellos mismos dirán con San Pablo: "No hay ya judío o griego, no hay siervo
o libre, no hay varón o mujer porque todos sois uno solo en Cristo
Jesús'".
APÓSTOL Y MÁRTIR. — Entre tanto la mujer de Samarla impulsada por un
fuego celestial se convierte ella misma en apóstol. Deja su cántaro junto al
brocal del pozo; a sus ojos el agua material no tiene ningún valor, una vez que
el Salvador la ha dado a beber su agua viva; vuelve a la ciudad y ahora es para
predicar a Jesucristo, para llevar a sus pies, si pudiera, a todos los
habitantes de Samaría. Humildemente, prueba la grandeza de su profeta con la
revelación que la acaba de hacer de los desórdenes en que ha vivido hasta hoy.
Estos paganos despreciados, que causaban horror a los judíos, corren al pozo en
donde se halla Jesús conversando con sus discípulos de la mies próxima; honran
en él al Mesías, al Salvador del mundo; y Jesús se complace en quedarse
dos días en esta ciudad, en que reinaba la idolatría mezclada con algunos
restos de las observancias judaicas. La tradición cristiana ha conservado el
nombre de esta mujer, que después de los reyes magos es una de las primicias
del nuevo pueblo; se llamaba Fotina y dió su sangre por aquel que se le había
dado a conocer junto al brocal del. pozo de Jacob. La Iglesia honra cada año su
memoria en el Martirologio romano el 20 de marzo.
ORACION
Humillad vuestras cabezas a Dios.
Suplicámoste, oh Dios
omnipotente, hagas que, los que confiamos en tu protección, venzamos, con tu ayuda,
todas nuestras adversidades. Por el Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario